JUNIO 2003


Sueños de una cosplayer

En la actualidad, en Hangzhou está popularizándose el cosplay. Los representantes de esta última manifestación de la creatividad humana son conocidos con un reluciente nombre: cosplayers.

El cosplay se originó en Japón. Los aficionados al cosplay eligen a algún personaje original de dibujos animados para imitar su forma de vestir y sus complementos. Compran telas de diversos géneros para confeccionar llamativos vestidos y salen a la calle con mucho maquillaje. Se sienten contentos y satisfechos cuando al pasear por lugares públicos muy concurridos logran despertar la curiosidad.   Esta afición a imitar la forma de vestir de personajes de cómics, de dibujos animados y de otros medios audivisuales es lo que se llama cosplay.

Wang Shan es una joven graciosa de facciones bastante marcadas que tiene poco más de 20 años. Wang vive fascinada por el cosplay y el super rock visual. Le gusta leer revistas de cantantes de rock visual, ponerse extraños atuendos de piel y vestidos lujosos confeccionados por ella misma. Así vestida, con mucho maquillaje y el cabello teñido de varios colores, no es de extrañar que llame la atención de los demás viandantes. Wang estudia diseño de confección, por lo que le resulta más fácil copiar los estilos que más le gustan. Tan aficionada es a la cosplay que pidió ayuda para abrir un sitio web llamado “Conjuro superficial”, desde donde ofrece sus servicios a quienes comparten su afición y a quienes llevan una vida distinta. Wang ya tiene clientes en Shanghai, Suzhou, Beijing, Liaoning, Xi’an y otras ciudades. Unos le piden la lista de precios, otros le hacen encargos, otros simplemente quieren trabar amistad; incluso hay quienes le piden fotos. Todo ello le da una sensación de éxito. Sus padres la apoyan, ya que lleva bastante tiempo sin pedirles dinero y de vez en cuando compra algo nuevo para la casa. Sin embargo, su padre le ha escondido la guitarra, que compró de segunda mano, ya que en su opinión se trata un objeto de lujo sólo para muchachos. Hace poco, Wang pasó unos días un poco triste porque su sitio web había desaparecido por falta de la oportuna actualización. Pero no se tardó en recuperar sus ánimos con un nuevo proyecto: abrir una tienda de cosplay donde pueda diseñar y vender lo que se ponen las estrellas de los medios audiovisuales y donde todos aquellos que compartan esta nueva afición puedan sentirse como en su casa.

Wang explicó que una empresa de confección japonesa mostró interés por sus diseños y la invitó a trabajar para ella. Aunque la joven sabe que aún le queda mucho por aprender, decidió probar suerte. Como suele sucederles a las jóvenes de su edad, de vez en cuando Wang siente nostalgia del hogar. 


Wang aprovecha la ausencia de sus padres para tocar un poco la guitarra siguiendo la música que sale de la pantalla

Wang Shan en un concurso de cosplay

Como la habitación es pequeña, hay que dibujar los patrones en el suelo

Comprando telas en el mercado

Cosiendo con una vieja máquina

 

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