Breve historia de
las relaciones sino-peruanas
Por ANDRÉS HUMBERTO
CHONG GENG
 |
Anuncio
de la primera empresa establecida en Perú |
Durante
el siglo XIX se pudo apreciar un enorme movimiento migratorio
chino para ir a poblar otras partes del mundo. Cientos de miles
se repartieron por el sureste, suroeste y sur del Pacífico;
muchos miles hacia Hawai y al continente americano; otros fueron
llevados por millares a Panamá, Cuba y el Perú.
La
escasez de mano de obra que padeció el Perú tras lograr la independencia
en 1824 tenía causas muy profundas. Los fértiles valles costeños
producían azúcar y algodón, y con el correr del tiempo la demanda
de esos productos se incrementó haciéndose más notoria la falta
de mano de obra en el campo.
Según
el censo de 1862, la población era de 2.487.916 habitantes.
En 1876, otro censo arrojó la cifra de 2.699.945, población
exigua para un país de más de un millón de kilómetros cuadrados.
Para promover las mejoras en gran escala de los regadíos, las
comunicaciones, el telégrafo, los puertos y los ferrocarriles
se precisaba una mano de obra cada vez más numerosa y existía
la esperanza de que la superabundancia de población en Europa
iba a desbordarse sobre nuestras tierras. Esa esperanza fue
vana, porque esa emigración no se produjo.
En
1847, se presentó al Congreso un proyecto de ley para favorecer
la inmigración por el que se autorizaba al ejecutivo para firmar
contratos por 10 años con los capitalistas y terratenientes
deseosos de atraer extranjeros. Los que así llegaban podían
gozar de una serie de privilegios. El proyecto fue rechazado,
pero despertó gran interés por el tema y se efectuó una encuesta
entre las autoridades, los prefectos de varios departamentos
y la Sociedad de Agricultura de Lima.
La
falta de mano de obra era apremiante y, presionado e influido
por destacados capitalistas y terratenientes, el 17 de noviembre
de 1849 el Congreso promulgó la Ley General de Inmigración,
la cual no tardó en encontrar acérrimos opositores. Esta ley,
cuyo objeto era favorecer la entrada de chinos, de ahí que se
conociese popularmente como Ley China, fue la que
tras la introducción de algunas modificaciones dio origen al
gran movimiento migratorio de chinos al Perú.
 |
Fuente
monumental obsequio de la colonia de la República Popular
de Perú |
Es
necesario señalar que, a pesar de la inexistencia de relaciones
diplomáticas entre China y el Perú, en 1849 varios terratenientes
autorizados por el gobierno peruano trajeron alrededor de 75
colonos chinos un mes antes de la promulgación de la Ley
China. Los monopolistas no tardaron en traer a estos trabajadores
en grandes cantidades. Según estadísticas y registros incompletos,
se estima que entre 1849 y 1874 entraron en el Perú alrededor
de 100.000 colonos chinos.
La
ley de inmigración de 1849 adolecía de muchos defectos. Los
importadores de colonos eran principalmente negociantes interesados
únicamente en ganar dinero, a quienes no les importaban ni las
costumbres de los colonos chinos ni su aptitud física para el
trabajo a desempeñar. Tampoco le dieron importancia a las condiciones
del viaje, cometiéndose con ellos una serie de arbitrariedades
y abusos.
En
tal sentido, desde mediados de 1870 se hizo evidente para el
gobierno peruano la necesidad de enviar una delegación a China.
En una interpelación presentada ante el Congreso el 17 de noviembre
de 1876, el Ministro de Relaciones Exteriores hizo al respecto
algunas declaraciones dilucidadoras. Las leyes chinas imposibilitaban
la emigración directa de trabajadores.
El
6 de noviembre de 1872, el nuevo gobierno decidió nombrar a
un prestigioso profesional Ministro Plenipotenciario y Enviado
Extraordinario ante el Gobierno de China. La importante misión
que se le confió fue la de apartar definitiva y convenientemente
los dos grandes obstáculos que impedían la inmigración de chinos
al Perú, a saber: la falta de tratados entre el Perú y China
que permitieran la libre emigración de chinos desde puertos
chinos hacia el Perú; y la falta de medios rápidos y seguros
de comunicación entre ambos países que pudiera ser subsanada
por una línea de vapores.
El
7 de octubre de 1873, la misión peruana llega a China y, tras
arduas y largas negociaciones, el 26 de junio de 1874 se firma
un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, así como un Convenio
sobre Migración, que puede ser resumido como sigue.
Los
artículos I - IV tratan de la mutua protección a los ciudadanos
y súbditos de ambas partes contratantes y del nombramiento de
agentes consulares y diplomáticos con sus correspondientes privilegios
e inmunidades. Dada su importancia, el Artículo VI, referido
al tráfico de culies, merece ser citado en su totalidad:
La Republica del Perú y el Imperio Chino reconocen
con toda franqueza el derecho inalienable e inherente de toda
persona a cambiar de país. Sus respectivos ciudadanos y súbditos
pueden en consecuencia desplazarse libremente de un país a otro
por motivos de viaje, negocios, trabajo y para establecerse
en él. Las Altas Partes Contratantes convienen, por lo tanto,
en que los ciudadanos y súbditos de ambos Estados emigrarán
únicamente de su libre y voluntario consentimiento; y de común
acuerdo, reprueban toda otra emigración por los mencionados
motivos que no sea enteramente voluntaria, así como todo acto
de violencia o engaño que para reclutar súbditos chinos pudiera
practicarse en Macao y en los puertos chinos. Asimismo, las
Altas Partes Contratantes se comprometen a castigar severamente,
con arreglo a sus leyes, a los respectivos ciudadanos y súbditos
que infringieren las presentes estipulaciones y, además, a proceder
judicialmente contra los respectivos buques que se dedicaren
a esas operaciones ilegales, pudiendo imponerles las multas
que para tales casos se hallan establecidas en sus leyes.
(* )
El
Artículo VII estipula el nombramiento por el Perú de intérpretes
oficiales en los departamentos y centros de emigración china.
 |
Contrato
de trabajadores chinos en Perú |
De
acuerdo con el artículo VIII, los buques de ambos países pueden
atracar y comerciar en los puertos abiertos del otro, gozando
de los privilegios de nación más favorecida.
El
Artículo IX trata de los derechos de aduana, que serán
los vigentes para el comercio extranjero.
Según
el artículo X, los buques de guerra de ambos países podrán fondear
en los puertos del otro donde se permita el atraque de buques
de guerra de otras naciones. Asimismo, recibirán facilidades
y servicios, no estando sujetos al pago de derecho alguno.
El
Artículo XI estipula que los buques de ambos países que busquen
refugio, encallen o naufraguen en las costas del otro serán
tratados como los de las demás naciones.
Los
artículos XII, XIII y XIV establecen la jurisdicción de los
cónsules peruanos en China sobre sus ciudadanos, en los diversos
casos civiles o criminales que pudieren ocurrir, y señalan las
circunstancias en las que las autoridades chinas podrían tomar
parte en los procedimientos.
Por
el Artículo XV, los súbditos chinos en el Perú quedan sujetos
a los tribunales de justicia peruanos, gozando a este respecto
de los mismos derechos que los ciudadanos del país.
El
Artículo XVI contiene la cláusula de nación más favorecida en
su forma más amplia aplicable al Perú en China y a China en
el Perú.
El
Artículo XVII constata que el tratado ha sido redactado en español,
chino e inglés, que de él existen nueve ejemplares y que las
diferencias de interpretación se decidirán por el texto inglés.
De
acuerdo con el Artículo XVIII, el tratado podrá modificarse
cada 10 años previa notificación de una de las partes.
El
Artículo XIX estipula que el tratado sea ratificado por el Emperador
de China y por el Presidente del Perú, previa la aprobación
del congreso, y que las ratificaciones se canjearán en Shanghai
o Tianjin lo antes posible.
Las
provisiones más importantes del Convenio sobre Migración eran
las dos siguientes. En primer lugar, China enviaría una comisión
al Perú para tratar el tema de los culies. El Perú se comprometía
a proporcionar toda la ayuda posible para el cumplimiento de
los encargos encomendados a los miembros de dicha comisión,
quienes si descubrían irregularidades estaban autorizados a
comunicar los detalles respectivos a las autoridades locales
o provinciales y, en caso de negarse los patrones a reconocer
los agravios, a someter las quejas en cuestión a los Tribunales
de Justicia para su examen y fallo.
La
segunda provisión estaba relacionada con la repatriación de
los chinos que lo deseasen: el gobierno peruano obligaría a
los empleadores de trabajadores chinos a sufragar los gastos
de viaje al vencer el contrato, siempre y cuando así estuviera
estipulado en el mismo. En caso contrario, cuando el trabajador
careciera de recursos para pagar su propio pasaje, el gobierno
peruano lo repatriaría gratuitamente en los buques que zarpasen
del Perú con destino a China.
Realizado
el canje de ratificaciones en 1875 en Tianjin, el Perú nombró
el primer Embajador Residente en China, quien asumió su cargo
el 20 de mayo de 1878; en cambio, la llegada del Ministro chino
al Perú se hizo esperar largamente, ya que no se produjo hasta
1883, año del restablecimiento de la paz en este país sudamericano.
Mientras
tanto, la colonia china en Lima había aumentado tanto que había
varios teatros chinos que permanecían abiertos toda la noche.
La participación de los chinos en la vida nacional era tan evidente
que los hijos del Celeste Imperio se hicieron presentes
en las ceremonias del 28 de julio, día patrio, y el 2 de agosto
mandaron una delegación para felicitar al Presidente de la República
con ocasión del segundo aniversario de su nombramiento.
Pero
fue en el terreno comercial donde los emigrantes chinos lucieron
sus mejores dotes y fueron muchos los ricos comerciantes chinos
de Lima que alcanzaron notoriedad en este campo. Al comienzo,
sus clientes eran mayoritariamente sus compatriotas, pero andando
el tiempo el público en general acudió a sus restaurantes ubicados
en el barrio chino.
 |
Contrato
de trabajadores chinos en Perú |
A
lo largo de las calles aledañas a los mercados se encuentran
bodegas de chinos, panaderos, carniceros y todo tipo de comerciantes,
al punto que caminando por ellas, mirando a la gente, sus tiendas
y sus avisos, uno se imagina de pronto estar en una ciudad china.
Un
testigo contemporáneo e imparcial, emitió un significativo juicio
sobre los asiáticos: En todo, parecen asimilarse a las
costumbres y hábitos del país, opinión respaldada por
los hechos. El Este es el Este y el Oeste es Oeste,
pero ambos se habían encontrado en el Perú. En general, no puede
decirse que ese encuentro fuese totalmente provechoso para ninguno.
No cabe duda de que los chinos contribuyeron a la bonanza del
Perú, pero en el decurso, fueron relativamente pocos los chinos
que se hicieron ricos.
Los
que sobrevivieron se incorporaron tranquila y diligentemente
a la sociedad peruana como jornaleros en la agricultura y la
industria o en cualquier otra ocupación. Si bien no fue culpa
suya, aumentaron los problemas del Perú. Sin embargo, estos
problemas daban muestras de ir desapareciendo allá por 1879,
al menos por el lado de los chinos. En efecto, en aquel entonces
más de la mitad de los chinos habían cumplido sus compromisos
y estaban libres. Aun antes de esa fecha, la integración social
había comenzado y muy pocos chinos optaron por regresar a su
país.
A
finales del siglo XIX y principios del XX, había dos tipos de
emigrantes chinos que sostenían, en pequeña o gran escala, sectores
exitosos de la economía y la sociedad peruanas. Los chinos de
la primera migración (1849-1874) trabajaron principalmente de
jornaleros y arrendatarios en la agricultura. Esta migración
concluyó en 1874 como resultado de los acuerdos firmados entre
China y el Perú. Posteriormente se produjo una segunda y reducida
migración (1833-1930), que, de acuerdo con el sistema de cuotas
de entrada de extranjeros en el Perú, ingresó directamente en
la economía peruana, monopolizando el abastecimiento de mercancías
para los negociantes chinos, quienes, cumplidos ya sus contratos,
habían pasado al sector comercial.
Historiadores,
investigadores y observadores imparciales aducen que el Perú
se benefició culturalmente con la llegada de los chinos y afirman
que como fue un mestizaje de clases pobres, su influencia
en la cultura general no trascendió durante lustros". Pasado
un tiempo, sin embargo, el 'injerto' empezó a tener personería
social y cultural. Hoy la tiene indudable en nuestras universidades
y en la vida profesional... El mestizo chino sobresale por su
aplicación al estudio, su aceptación sonriente de las cosas
y su propensión al silencio, que lo confunde con el indígena.
Resalta además por un fino sentido del análisis. Sus descendientes
están ahora integrados con los peruanos, sean estos blancos,
negros, indios o mestizos.
(*
)De la versión oficial en inglés del Tratado
y Convención entre el Perú y China , pág.5., folleto
publicado en Shanghai en 1875. La versión oficial en castellano
está en el mismo folleto.