JUNIO
2005


Asunto privado

Un funcionario aduanal sorprende a un viajero que va a tomar su vuelo seguido por un elefante, de cuyas orejas cuelgan sendas rebanadas de pan. Muy asombrado y algo picado, el aduanero interpela al viajero:  “¿Acaso no sabe que está prohibido llevar animales en el avión?” El viajero responde con pasmosa tranquilidad: “Sí, lo sé. Pero lo que yo pongo dentro de mi emparedado es asunto mío.”

La natación primero

Un médico de poco nivel causa la muerte de un paciente. Los familiares de éste se sienten impulsados a vengarse del improvisado galeno, que de inmediato pone pies en polvorosa, hasta llegar a un río. Hábil nadador, logra cruzar hasta la otra margen, dejando detrás a sus perseguidores. Al regresar a casa ve a su hijo leyendo un libro médico. De inmediato le arrebata el libro y le grita: “!No te afanes por estudiar medicina; mejor aprende a nadar antes!”

Loco con luces

Delante de un hospital de alienados se detiene un coche averiado. Después de revisarlo, el conductor encuentra que los cuatro tornillos que fijan una de las llantas están totalmente destrozados y no sabe a qué atenerse. Un paciente hospitalizado que viaja junto al chofer le sugiere:”Puedes quitar un tornillo de cada una de las otras tres llantas para fijarlos en ésta. “ Al notar la mirada asombrada del aludido, el paciente agrega: “ Sí, estoy loco, pero no soy tonto.” 

El caballo de Lao Wu

Lao Wu monta su caballo en dirección a una cita con su amante. En el camino, le dice al jamelgo: “Querido, espérame al pie del edificio donde vive mi amante. Si regresa su esposo podré lanzarme desde la ventana, caer sobre ti y escapar al galope,” a lo que el caballo responde: “De acuerdo, aunque ella vive en el tercer piso.”

Lao Wu sube al aposento de su querida y rápidamente entra en acción. Justo cuando las pasiones llegan al clímax, escuchan que alguien llama a la puerta. La mujer, muy nerviosa grita: “¿Qué hacemos? ¡Seguro es mi marido!”. “No te preocupes, he preparado todo,” intenta tranquilizarla Lao Wu. Y diciendo esto se lanza por la ventana sin pensarlo dos veces. La mujer abre la puerta y se queda boquiabierta: no era el esposo de marras, sino ¡el caballo! que más fresco que una lechuga le dice: “Señora, podría decirle a Lao Wu que como está lloviendo, le espero en el pasillo.”

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