Asunto
privado
Un funcionario aduanal sorprende a
un viajero que va a tomar su vuelo seguido por un elefante,
de cuyas orejas cuelgan sendas rebanadas de pan. Muy asombrado
y algo picado, el aduanero interpela al viajero: “¿Acaso
no sabe que está prohibido llevar animales en el avión?”
El viajero responde con pasmosa tranquilidad: “Sí, lo
sé. Pero lo que yo pongo dentro de mi emparedado es asunto
mío.”
La
natación primero
Un
médico de poco nivel causa la muerte de un paciente. Los
familiares de éste se sienten impulsados a vengarse del
improvisado galeno, que de inmediato pone pies en polvorosa,
hasta llegar a un río. Hábil nadador, logra cruzar hasta
la otra margen, dejando detrás a sus perseguidores. Al
regresar a casa ve a su hijo leyendo un libro médico.
De inmediato le arrebata el libro y le grita: “!No te
afanes por estudiar medicina; mejor aprende a nadar antes!”
Loco
con luces
Delante de un hospital de alienados
se detiene un coche averiado. Después de revisarlo, el
conductor encuentra que los cuatro tornillos que fijan
una de las llantas están totalmente destrozados y no sabe
a qué atenerse. Un paciente hospitalizado que viaja junto
al chofer le sugiere:”Puedes quitar un tornillo de cada
una de las otras tres llantas para fijarlos en ésta. “
Al notar la mirada asombrada del aludido, el paciente
agrega: “ Sí, estoy loco, pero no soy tonto.”
El
caballo de Lao Wu
Lao
Wu monta su caballo en dirección a una cita con su amante.
En el camino, le dice al jamelgo: “Querido, espérame al
pie del edificio donde vive mi amante. Si regresa su esposo
podré lanzarme desde la ventana, caer sobre ti y escapar
al galope,” a lo que el caballo responde: “De acuerdo,
aunque ella vive en el tercer piso.”
Lao
Wu sube al aposento de su querida y rápidamente entra
en acción. Justo cuando las pasiones llegan al clímax,
escuchan que alguien llama a la puerta. La mujer, muy
nerviosa grita: “¿Qué hacemos? ¡Seguro es mi marido!”.
“No te preocupes, he preparado todo,” intenta tranquilizarla
Lao Wu. Y diciendo esto se lanza por la ventana sin pensarlo
dos veces. La mujer abre la puerta y se queda boquiabierta:
no era el esposo de marras, sino ¡el caballo! que más
fresco que una lechuga le dice: “Señora, podría decirle
a Lao Wu que como está lloviendo, le espero en el pasillo.”
