JUNIO
2005


 

Calles de luces rojas... estilo chino

Por Inesa Pleskacheuskaya*

-- Lo que en Occidente constituye sinónimo de ambientes sórdidos y mujeres de la vida, en China no conlleva otro placer que el de deleitar el paladar con las ofertas culinarias locales.

Dígase calles de luces rojas y al común de los occidentales le vendrán de inmediato a la mente las chicas de vida alegre y todo lo que las rodea. No en China. Casi todo restaurante en este país tiene colgados faroles rojos a su vera, y cuántos más tenga, mejores perspectivas de que ofrezca platos inolvidables.

En Occidente, los restaurantes chinos no gozan precisamente de buena fama. Se les menosprecia por ruidosos y carentes de gusto en la decoración, así como por sus camareros de ropas grasientas, palillos de plástico y cuadros baratos. Con todo, y a mi entender, de nuevo se trata de una diferencia de percepción, o más bien cultural. En Occidente, los comensales no sólo consumen comida, también socializan. En mi país, al igual que en las vecinas Rusia y Ucrania, los clientes suelen además bailar en estos lugares. Quien lo quiera comprobar que vaya al Barrio Ruso de Yabaolu, en pleno Beijing. Sin embargo, la mayoría de los chinos va a un resturante, ante todo, en busca del buen yantar.  Todo lo demás, decoración incluida, queda en segundo plano. En China, los horarios de los restaurantes se establecen de acuerdo a los hábitos gastronómicos de su población. De ahí que cueste Dios y ayuda dar con un establecimiento abierto después de las 10:00 pm donde socializar y bailar, aunque, claro, hay sus excepiones. Ahí están los locales rusos de Yabaolu y los de la famosa Calle Fantasma en Dongzhimennei. De día, entre dos y cinco de la tarde, los restuarantes acostumbran a cerrar, pues no es hábito chino comer a esas horas.

Por otra parte, los buenos restuarantes aquí no son necesariamente los de mejor apariencia, pero resultan fáciles de detectar. Señal inconfundible en este sentido son la cola de parroquianos que espera para entrar, o el estacinamientro de autos repleto frente al local.

Beijing dispone en la actualidad de excelentes expendios gastronómicos, capaces de complacer cualquier gusto y presupuesto. Por apenas 25 centavos de dólar, usted puede disfrutar de un exquisito plato de ravioles chinos, u optar por un lugar caro de cocina shanghainesa. Pero en este caso vaya preparado a dejar al menos 100 dólares.

De acuerdo a estudios de opinión recientes, el beijinés promedio disfruta cada vez más comiendo fuera de casa. Basta dar un vistazo cualquier día a los restaurantes. ¡Todos llenos!

No es de extrañar en consecuencia la reñida competencia que anima a este sector. En algunas calles es posible ver de 10 a 15 restaurantes situados uno al lado de otro, desviviéndose cada uno por atraer a la clientela. Y hasta hay quienes halan de la manga al potencial consumidor, en su afán por acercarlo a su oferta.

Si algo diferencia al chino del occidental en un restuarante es la exagerada manera de ordenar platos del primero, por la tradición china de mantener las apariencias a todo trance. Cuando un chino invita a a sus huéspedes o amigos a un restaurante (con frecuencia caro) no piensa sólo en compartir una comida. Lo hace casi siempre en la esperanza de cimentar lazos de amistad, o promover alguna transacción comercial. Un banquete pantagruélico equivale a una buena inversión, o a los prolongados diálogos de negocios que se estilan en Occidente, por lo que el anfitrión chino no repara en tirar la casa por la ventana para esas ocasiones. Por tanto, el invitado occidental no debe apresurarse a calificar de ostentoso a su anfitrión, pues corre el riesgo de arruinar la amistad y el eventual acuerdo comercial. Para el chino, la posibilidad de que se consuman todos los platos al final de la comida supone que ha sido mezquino, y con frecuencia es la oficina para la cual trabaja la que al final carga con los gastos. Se estima que cada año, las compañías chinas desembolsan la friolera de 12 mil millones de dólares en banquetes. Ello, empero, no es motivo de preocupación. Recordemos que son inversiones insoslayables.  

Para los que quieran ir un poco más lejos en la aventura gastronómica china, recomiendo lo que los rusos en Beijing han bautizado como “tenderete de los glotones”. El mismo está ubicado en la populosa arteria comercial de Wangfujing, que dispone asimsimo de toda una calle de fondas y similares. En el tenderete se ofrecen desde yang za sui – intestinos de cabra, hasta zha go go - brochetas de cigarras, de cucarachas o gusanos de seda. De todo como en botica.

Y no olvidar las casas de té. El consumo de dicha infusión, como ya he escrito previamente, es signo de refinamiento en China, además de un popular pasatiempo local cuando sirve de marco a cualquier converación. En tiempos idos, era costumbrte iniciar el día visitando una casa de té. Es la versión china del café francés o la taberna inglesa. En dichos establecimientos es posible ver incluso actos de acrobacia o actuaciones musicales.

Entre ellas destaca la Casa de Té Laoshe de Beijing, que suelen frecuentar jefes de Estado para disfrutar de las más acendradas tradiciones chinas. Este es un lugar que recomiendo de  corazón.

Y si de consejos se trata, no pierda su tiempo yendo a restaurantes occidentales si su estancia en Chian es corta. En primer lugar nunca será igual el sabor – con frecuencia será más dulzón y menos colorido, para adaptarse a los hábitos locales, y además, de vuelta a casa podrá disfrutar de lo verdadero. ¡Aquí hasta las Mc Donalds son distintas!

Si lo que le gusta es la comida china, no lo dude, el sitio para visitar es China. He comido sus platos en Londres, Nueva York, Minsk y Moscú. Pero nada se compara a lo auténtico de degustar una receta del Imperio del Centro preparada en la tierra que la vio nacer, quizás por obra del ambiente irrepetible, o hasta por los posibles gérmenes que acompañan a una cocina sin esterilizar. China, amigos míos, sigue siendo el mejor sitio para comer chino. ¡Bienvenidos a Beijing!

*La autora es jefa de la oficina en Beijing del periódico beilorruso “Belarus Today” y del Canal nacional ONT

n