¿Vale
la pena leer a los clásicos?
Por nuestra reportera Zhang Hong
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Una estudiante repasa
una frase del filósofo Confucio
Zhang
Hong
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Cada sábado, un
aula del Centro de Orientación de Obras Clásicas para Niños
Sihai de Beijing, se llena de pequeños que vienen a leer
obras clásicas chinas. Este regreso de la más joven generación
a una ancestral disciplina ha sido iniciado por el profesor
Wang Caigui, de la Universidad Normal de Taizhong, en Taiwan.
Wang descubrió que al leer dichas obras y recitar poemas,
sus cuatro hijos lograron una mejor asimilación de los sutiles
matices de la lengua china, a la vez que obtienen una mejor
apreciación de la literatura local. De acuerdo con este
entusiasta promotor, a los trece años, la mente de un niño
está en su etapa de mejor capacidad para absorber conocimientos,
por lo que resulta altamente recomendable que lea, recite
y memorice obras clásicas. De hacerlo así, en la adultez
estará mejor preparado para interiorizar los contenidos
de los clásicos y de aplicar en la vida diaria los principios
aprendidos.
En la VIII Conferencia
Consultiva Política del Pueblo Chino, celebrada en 1995,
nueve respetados expertos chinos propusieron el establecimiento
de una escuela de obras clásicas, con el fin de difundir
los conocimientos sobre literatura y cultura tradicional
chinas. El propósito recibió el visto bueno de quienes desean
para sus hijos un mayor cúmulo de conocimientos morales
y éticos fundamentales. Muchos consideran que los pensamientos
de los antiguos sabios chinos, como Confucio y Mencio, todavía
tienen importancia en la vida contemporánea.
“Por algún tiempo,
algunos pensaban en Confucio como en un Dios, y por otro
lado, estaban quienes lo veían como a un monstruo”, según
el profesor Guo Qijia, del Instituto de Educación de la
Universidad Normal de Beijing. “En el presente, intentamos
recuperar su pensamiento, después de todo él no era más
que un ser humano, como el resto de nosotros”. Según se
populariza la lectura de obras clásicas, aumenta su presencia
en los libros de texto de las escuelas primarias. En julio
de 2004, el Centro de Orientación de la Lectura de Obras
Clásicas Sihai, en Beijing, celebró una Semana de Confucio
y Shakespeare. En 2007, año del 443 aniversario del nacimiento
de Shakespeare, el centro organizará un recital de poesía
del bardo británico, a cargo de mil niños chinos.
El gobierno presta
cada vez más atención a la enseñanza de las tradiciones
y cultura chinas en la escuela primaria. A modo experimental,
en los últimos años se han editado nuevos libros de texto
sobre idioma chino para ese nivel académico con 160 textos
clásicos, cantidad que representa un 40 por ciento del total
de escritos de este tipo, en comparación con los libros
de texto del pasado, que contenían sólo 40 poemas clásicos.
Argumentos
en pro y en contra
Los estudiantes de primaria y secundaria
de China, que suelen verse atiborrados de clases extras
de matemáticas e inglés, e incluso piano, en sus fines de
semana, no tienen tiempo para estudiar las obras clásicas.
Algunos padres se preguntan si es útil o no que sus hijos
aprendan los Cuatro Libros (La Gran Ciencia, la Doctrina
del Justo Medio, las Analectas de Confucio y Mencio)
y los cinco libros clásicos (Libro de Cantos, Libro de
Historia, Libro de Cambios, Libro de Ritos y Anales de Primavera
y de Otoño).
Las escuelas privadas del viejo
estilo, que exigían a los niños recitar todos los clásicos
chinos, fueron suprimidas hace ya casi un siglo. Todavía
hoy, sin embargo, hay una sencilla casa campesina en la
provincia de Hunan, donde los estudiantes se sientan alrededor
de una mesa hecha con viejas puertas de madera, para escuchar
las clases de un maestro de pelo blanco, que les enseña
poemas, textos clásicos y caligrafía china. “Los estudios
contemporáneos ayudan a los niños a encontrar un buen trabajo
en el futuro, pero el estudio de los antiguos textos enseñan
a los estudiantes cómo comportarse de forma correcta. Para
los campesinos, esto último es más importante”, insiste
el anciano educador.
Pero la interrogante que se impone
es hasta qué punto hay consenso en este sentido. En julio
de 2004, Xue Yong, un periodista chino que estudió historia
en la Universidad Yale, escribió un artículo para un periódico,
expresando su preocupación por el estudio de textos clásicos
entre los niños. Su argumento provocó una discusión a escala
nacional, tanto en la prensa como en Internet. Lo que se
debate es si la nueva edición de la Serie de Lecturas
Clásicas Culturales Chinas, compuesta por 12 libros
de 150.000 caracteres y basada en 19 obras clásicas del
confucianismo, es apropiada o no para los estudiantes de
primaria y secundaria. Xue Yong duda de los beneficios que
obtienen los niños recitando los antiguos textos, pues ya
tienen una pesada carga de estudios. Los que abogan por
el estudio de las obras clásicas chinas sostienen que China
ha abrazado los conceptos educativos del Occidente, hasta
el punto de descuidar la enseñanza de sus obras clásicas
— base de la cultura y la literatura tradicionales chinas—.
La riqueza cultural del país ha garantizado su supervivencia
en épocas difíciles, comentan los expertos, y si no se enfatiza
lo suficiente la importancia de las obras clásicas en la
enseñanza, el patrimonio cultural chino desaparecerá.
Los jóvenes chinos
pueden beneficiarse estudiando a Shakespeare, gozar con
los cuentos del danés Hans Christian Andersen y emocionarse
por las películas de Harry Potter, sin embargo, deben también
cultivar el aprecio por la poesía de la dinastía Tang, pues
ella es respetada en los círculos literarios del mundo y
ha sido traducida a diversos idiomas. Los eruditos chinos
suelen estar familiarizados con las obras de Aristóteles
y de Kant, el sistema democrático griego y la constitución
británica, pero necesitan entender con la misma fruición
la teoría de Confucio y el Libro de Cambios.
En la medida en
que prospera la economía china, comienzan a surgir problemas
sociales. En medio de esta avalancha de cambios, algunos
valores y conceptos tradicionales chinos, como la bondad
y el espíritu de armonía por los que abogaba Confucio, todavía
son practicados y promovidos en la sociedad contemporánea.
Los niños necesitan todo tipo de enseñanzas para crecer
en lo físico y lo mental. El problema es cómo combinarlos.
Los
Cuatro Libros y los cinco libros clásicos
Los Cuatro
Libros se refieren a la Gran Ciencia, la Doctrina
del Justo Medio, las Analectas de Confucio y Mencio,
y los cinco libros clásicos al Libro de Cantos, Libro
de Historia, Libro de Cambios, Libro de Ritos y Anales
de Primavera de Otoño. Estos volúmenes enseñaban a
los antiguos chinos los valores sociales, morales
y la buena conducta, y han sido considerados por largo
tiempo libros clásicos en la educación primaria, pues
incluyen teorías básicas para el cultivo de la personalidad
y la administración del país.
A lo largo del siglo XX hubo
dos grandes campañas lanzadas contra la enseñanza
de los libros clásicos chinos. La primera fue Movimiento
del 4 de Mayo de 1919, que rechazó el Confucianismo
como un obstáculo al progreso social. En la “Revolución
Cultural” (1966-1976) este sentimiento fue desplegado
al extremo, porque los Cuatro Libros y los cinco libros
clásicos fueron vistos como materiales didácticos
venenosos que debían ser estigmatizados completamente.
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