JUNIO
2005


El Pavo Real despliega su plumaje

Por LU ZHU

El pavo real, bella ave del sur de China, y símbolo de la buena suerte, la riqueza y el honor en la cultura tradicional del país, ha servido de título a uno de los más recientes éxitos del cine chino, que se alzó con el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín de 2005.

De “película conmovedora”, la calificó la revista alemana Mirror, según la cual su  director, Gu Changwei, “se anotó un tanto a su favor al llamar la atención sobre la vida de la gente común”. El Presidente del festival declaró a los periodistas chinos que “Con Pavo Real, el público disfruta al percatarse del nivel de sofisticación del cine chino”.

¿Por qué Pavo Real?

La película cuenta la vida de una familia de cinco personas que vive en una pequeña ciudad del norte chino, a finales de los años 70 y principios de los 80 del pasado siglo. Los padres son obreros y los tres hijos experimentan los sentimientos típicos de la juventud de esa época. A pesar de su nombre, en la película no aparece pavo real alguno, ni siquiera un personaje que haga recortarlo. A propósito, Gu Changwei explica: “En aquel entonces, cuando la familia hacía una fiesta, se iba a los jardines zoológicos para hacerse fotos; primero iban a ver los monos, luego a los tigres, y finalmente a los pavos reales. La gente decía: “Pavo real, abre la cola para ve si tienes las flores de mi ropa...” ya que el pavo real encarna la buena suerte. La película no es más que una evocación de los bellos recuerdos. De la emoción que vibra oculta en cada detalle de la vida ordinaria”.

Por su parte, el guionista Li Qiang expresa: “Las personas se contemplan mutuamente; las buenas noticias y los sucesos trascendentales, los problemas y las dichas de cada cual quedan expuestos a la vista de todos. Como animales del zoológico vivimos bajo el escrutinio público. Todos somos un poco como el pavo real, tenemos muchas historias y experimentamos amor y odio como parte de nuestra existencia. La vida semeja una jaula donde vivimos encerrados, bajo el ojo vigilante del prójimo, pero desde la cual también contemplamos a los demás”.

La película tiene una fuerte atmósfera retro, y la acuciosa reconstrucción de época facilita al espectador situarse en los diversos detalles de la vida de hace más de 20 años. En aquel entonces había una gran escasez material y una aguda presión sicológica. La vida social y política del país experimentaban bruscos cambios. A pesar de ello, la película evita enfocar los acontecimientos históricos, tales como el fin de la “Revolución Cultural” y el comienzo de la reforma y apertura, prefiriendo concentrarse en la vida de la gente común.

Pavo Real y la memoria de los setenta

El productor del filme calculó que el mismo contaría con amplio público, ya que la trama hurga en las vivencias experimentadas por la mayoría de los chinos de edad mediana y avanzada; también con los problemas enfrentados por los tres jóvenes protagonistas en el proceso de crecimiento, así como la distancia que separa las aspiraciones y la realidad, y el matrimonio, el amor, el sexo... que son iguales en cualquier época. Pero lo cierto es que los cines se han visto colmados de espectadores jóvenes, lo cual se explica por el hecho de que en la China de hoy los mayores de 40 años rara vez entran al cine; son los jóvenes los que dominan el mercado.

La evocación del pasado parece ser el mayor generador de polémica en Pavo Real. Puestos de frente a las penurias de entonces, los más nuevos espectadores suelen quedar estupefactos. Los mayores, sin embargo, parecen impasibles ante lo que fue parte integral de sus años mozos.  En lo que sí parecen coincidir ambos grupos es en la atracción que les ha producido la película, cuya visión se ha convertido en moda, y que ha ocupado espacios en Internet bajo el rótulo de “tema candente”. 

El asombro y la empatía simultáneos que produce la cinta podrían estar emparentados con el protagonismo que han adquirido los nacidos en los años 70. En el presente, éstos  constituyen el sector predominante y más dinámico en las ciudades chinas, y dos de ellos se han situado entre los primeros diez ciudadanos más ricos de China, según recientes publicaciones.

Pavo Real y el mercado de cine chino

Tomando en cuenta el talante comercial que rige hoy en tanta actividad de la vida nacional, incluida la cultura, cabría preguntar qué depara el futuro al arte, y al cine en específico. Pavo Real es una respuesta a esta interrogante. La proyección de la misma se programó para el Año Nuevo chino, y realmente resultó rentable, si bien su éxito taquillero no se compara con el de otras dos películas popularísimas del patio: Kung Fu y Un Mundo Sin Ladrones. Recién estrenada, Pavo Real atrajo sobre todo al público intelectual, en particular personas vinculadas al séptimo arte y universitarios. Pero bastó que el 9 de febrero le adjudicaran el premio en el Festival de Cine de Berlin, para que sus recaudaciones aumentaran 10 veces en Shanghai.

Es sabido por todos que con la apertura y reforma y el desarrollo de la economía desde 1978 ha habido cambios profundos en el concepto de producción cinematográfica en el país. En consecuencia, uno de los conceptos que primero cayó en desuso fue el de utilizar el cine como mero instrumento político y medio de propaganda. Y hubo más. Se reconoció que el mismo, además de una expresión artística, es asimismo una mercancía y una forma de consumo cultural. Por lo tanto, ha habido renovaciones en la forma y sistema de producción y distribución. A partir de 1994, el Grupo-Comp. de Cine de China empezó a importar de forma planificada películas denominadas de “primer nivel” mundial, principalmente procedentes de Hollywood, estimulando profundamente el mercado de cine chino y resucitando el entusiasmo del público local por el cine,  a la vez que afectaba de modo negativo y en gran medida los ingresos de las producciones fílmicas nacionales. Desde entonces, las películas nacionales vivieron una etapa desventajosa, tanto en los métodos de creación artística, las tecnologías como la promoción. El público disminuyó y las ganancias fueron al piso.

En los últimos años, empero, el círculo cinematográfico chino ha estado reajustando positivamente su estrategia de elaboración, así como los medios de publicidad, con el fin de revitalizar el cine nacional. El año pasado, las películas Un Mundo Sin Ladrones, Kung Fu, y otras similares obtuvieron ganancias en taquilla de entre 70  a 100 millones de yuanes. Aunque alejados de estas cifras astronómicas, los 30 millones de yuanes generados por la película artística Pavo Real no pueden menos que alegrar a los inversionistas y al productor.

El director Gu Changwei no es de los que piensan que basta que haya una sola persona en la sala oscura viendo su filme para que el mismo sea excelente. Pragmático y franco, admite que Pavo Real es una “película artística comercializada”. Por consiguiente, no pasa día en que no procure alguna forma de hacerle publicidad a su obra.  Lo que no se anuncia, parece ser su lema, no se vende.

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