JUNIO
2005


 

Mi opinión sobre el tema de Taiwan

Por el Dr. Helios Farrell Murgas

En los medios informativos de México se presentan periódicamente acontecimientos relacionados con Taiwan, una provincia isleña de China. El tema se ha tornado últimamente algo candente en la prensa local por motivo de la adoptación de la Ley Antisecesión por el parlamento chino.

Desde los años 70 comencé mis contactos con los chinos en función de mi calidad de Presidente de la Uinión Latinoamericana de Tenis de Mesa y, más tarde, Vicepresidente de la federación internacional de la misma disciplina deportiva, lo que me ha permitido acceder a informaciones más directas sobre el asunto.

Recuerdo que tanto en las reuniones internacionales como en las conversaciones en privado, el tema sobre Taiwan consistía en el derecho a la representatividad de China, o sea, la China Popular o Taiwan . Eso quiere decir, lo que disputaban el gobieno chino y las autoridades de Taiwan era el derecho representativo legítimo de la nación, que integran la parte continental y la isla, ubicada al este de la costa china.

Más tarde, supimos que el tema de Taiwan es una cuestión heredada de la guarra civil entre las fuerzas revolucionarias dirigidas por Mao y las tropas del Kuomintan, que luego de su derrota se trasladó a la isla a finales de los años 40 y allí estableció su régimen bajo la protección de los Estados Unidos.

De hecho, desde hace centenares de años, tanto el continente como la isla forman parte de la misma China.

En 1971, la representación por demás artificial que usufructaba Taiwan en las Naciones Unidas llegó a su fin al otorgar legítimamente esta representatividad a la República Popular China, con el apoyo y respaldo de la mayoría de los países miembros, entre los que figuraba orgullosamente México.

Y luego, en febrero de 1972, en el comunicado conjunto emitido por China y Estados Unidos, al término de la visita del entonces Presidente norteamericano Richard Nixon al país oriental, se manifestó expresamente que los chinos de ambos lados del Estrecho de Taiwan reconocen que existe una sola China.

China con la tenacidad y paciencia característica de su pueblo ha estado trabajando para la reunificación de su país. A principios de marzo pasado, el Presidente Hu Jintao declaró que su gobierno seguirá haciendo todos los esfuerzos con la máxima sinceridad para lograr una perspectiva de reunificación pacífica de Taiwan con la parte continental, y advirtió al mismo tiempo que no tolerará jamás la independencia de la isla.

Tengo entendido que en cualquier país soberano, tal como el caso de México y China, las pretenciones y actividades encaminadas a la sececión del territorio nacional constituyen actos delictivos hasta el grado de alta traición.

La Ley Antisecesión aprobada por el congreso chino, como ha declarado el Primer Ministro chino Wen Jiabao, no va dirigida contra los taiwaneses, sino demuestra la voluntad común y la firme determinación de todo el pueblo chino, incluidos los 23 millones de taiwaneses, en la salvaguardia de la soberanía e integridad de China, y de no tolerar a las fuerzas secesionistas que persiguen la “independencia de Taiwan”.

Si bien es que la ley busca contener y luchar contra las actividades secesionistas, estableciendo un marco legal para prevenir que la isla se separe de China, no es menos cierto que no se trata de una ley de guerra, como han propagado las mala lengua, sino una ley para la reunificación pacífica, una ley conducente a la paz y estabilidad en el Estrecho. 

Luego de leer con serenidad el texto de la ley, uno llega fácilmente a la conclusión de que la misma en sí define de manera clara el objetivo de mantener la paz y la estabilidad en la región del Estrecho de Taiwan, pues uno de sus 10 artículos determina detalladamente las medidas para promover las relaciones entre ambos lados del Estrecho, dirigidas a alentar y facilitar los intercambios personales y la cooperación en los campos de la economía, educación, ciencia, tecnología, cultura, salud y deportes.

Por cierto, la mencionada ley establece que el Estado empleará medios no pacíficos y otras medidas necesarias para proteger la soberanía y la integridad territorial de China, pero la misma estipula que lo hará sólo en caso de que las posibilidades para una reunificación pacífica hayan sido completamente agotadas.

A mi modo de ver, con la ley antisecesionista o sin ella, China, como cualquier país soberano, tiene la obligación moral y el derecho propio a defender la integridad territorial de su nación.

El Premier Wen Jiabao explicó que “China no quiere ver que se produzca tal circunstancia, y siempre que exista un mínimo de esperanza para la reunificación pacífica, haremos los mayores esfurezos para lograrla”.    

Así como podemos ver que China no está dispuesta a ceder soberanía en ninguna parte de sus terrritorios, y Taiwan es parte inalienable del mismo. Se puede notar que tanto el pueblo como los dirigentes chinos expresan el sentimiento de una nación amante de la comunicación, de la armonía, y los deseos de resolver sus propios conflictos entre hermanos consanguíneos.  

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