La
historia de Su Wu
Una
antigua canción folclórica china dice: Su Wu soportó 19 años de frío y hambre sin
perder el honor; Bebió nieve para calmar la sed, lamió pieles
de oveja para mitigar el hambre y fue pastor a orillas del mar
del Norte .
Esta canción, que sigue cantándose hoy en día, se
refiere a Su Wu, un diplomático indomable muy estimado por el
pueblo. La enciclopedia de la dinastía Han dedica un apartado
especial a la biografía de este personaje.
Su Wu (?-60 a.n.e.), nacido
en el seno de una familia de militares, recibió desde niño una
educación muy estricta, de ahí su carácter intrépido y tenaz.
El año 100 a.n.e., el emperador Wu Di de la dinastía Han le
encomendó una misión diplomática. Concretamente, le pidió que
pusiera fin al conflicto que desde hacía años enfrentaba a dicha
dinastía con los Xiongnu, antiguo pueblo nómada y trashumante
del norte de China. Tal conflicto consistía en que los mensajeros
de ambas partes eran sistemáticamente interceptados por la opuesta.
Su Wu partió de la ciudad de Chang’an, entonces capital de la
dinastía Han, con una comitiva integrada por Zhang Sheng y otras
cien personas, que portaba valiosos regalos para el caudillo
de los Xiongnu con la esperanza de mejorar las relaciones entre
ambas partes.
Sin embargo, las cosas
no fueron tan sencillas como se había pensado. En efecto, el
caudillo de los Xiongnu los trató muy mal y, para colmo de males,
a los pocos días de la llegada de Su Wu tuvo lugar un incidente
en el seno del pueblo nómada en el que se vio involucrado Zhang
Sheng, uno de los miembros de su comitiva.
Los hechos sucedieron de
la siguiente manera. Entre los Xiongnu vivía un tal Yu Chang,
que había traicionado a los Han. Pero al correr del tiempo,
el traidor se arrepintió de lo que había hecho y quiso volver
a su antiguo reino. Resuelto a hacer méritos que borraran su
pérfido pasado, Yu Chang ideó un plan para secuestrar a la madre
del caudillo de los Xiongnu con la ayuda de 70 personas y entregársela
al reino de los Han. Yu Chang reveló su plan a Zhang Sheng,
quien decidió apoyarlo. Sin embargo, el plan se truncó y las
sospechas recayeron sobre Su Wu, jefe de la misión diplomática
de la dinastía Han.
Presa del terror, Zhang
Sheng contó a Su Wu todo lo que había planeado en secreto con
Yu Chang. Su Wu respondió irritado: “Soy un diplomático de la
dinastía Han; si se me procesa por este asunto, será una gran
deshonra para ella”. Dicho esto, desenvainó su espada con la
intención de suicidarse, pero uno de sus acompañantes se lo
impidió.
Irritado, el caudillo de
los Xiongnu ordenó a Wei Lü, uno de sus ministros, que llamara
a Su Wu y a su comitiva para interrogarlos. Su Wu, previendo
la deshonra que sufriría, volvió a intentar suicidarse, pero
una vez más, no lo consiguió. El caudillo de los Xiongnu admiraba
el comportamiento perseverante de Su y trataba por todos los
medios de que se rindiera.
Durante el juicio, Yu Chang
fue condenado a la pena capital y el pusilánime Zhang Sheng
sucumbió a las amenazas de los Xiongnu. Finalmente le llegó
el turno a Su Wu, quien al ser amenazado para que confesara
su delito replicó solemnemente: “No he cometido delito alguno”.
Al ver que por la fuerza no iban a lograr nada, los Xiongnu
recurrieron a otra táctica, la de ofrecerle poder y riquezas.
Pero Su Wu se mantuvo firme en su actitud.
Por último, encerraron
a Su Wu en una gélida cueva y durante cuatro días no le dieron
nada de comer, tratando de que se rindiera. Era en pleno invierno,
período en el que las tormentas de viento y nieve arreciaban.
Para matar el hambre y la sed, Su Wu no tuvo más remedio que
tomar puñados de nieve y chupar pedazos de fieltro. Los Xiongnu,
muy sorprendidos por su tenacidad, llegaron a creer que se encontraba
bajo la protección de un dios. Finalmente, Su Wu fue desterrado
al mar del Norte (el actual lago Baikal, Federación Rusa). Antes
de su partida, el caudillo de los Xiongnu le dio un rebaño de
carneros y le dijo: “El día que estos carneros den a luz, podrás
volver con los Han”, con lo que en realidad le estaba diciendo
que si no se rendía no podría regresar jamás. Su Wu no se doblegó
ante esta nueva amenaza y se dirigió al lago Baikal con su rebaño
de carneros.
Allí pasó 19 penosos y
solitarios años pastoreando y pasando hambre. En invierno, por
ejemplo, lo único que tenía para comer eran ratones de campo.
No obstante, cuanto más dura se hacía la vida, más firme se
tornaba su voluntad, y en ningún momento olvidó que era un diplomático
de la dinastía Han.
En el año 81 a.n.e. las
relaciones entre los Han y los Xiongnu se normalizaron y los
contactos diplomáticos se restablecieron. Cuando el primer diplomático
de la dinastía Han se entrevistó con los Xiongnu, les pidió
que libertaran a Su Wu. Pero aquéllos le mintieron diciendo
que Su Wu había muerto años atrás. El diplomático, muy serio,
replicó al caudillo de los Xiongnu: “Una vez, cuando nuestro
emperador estaba de caza, mató a una oca salvaje procedente
del norte; en una de sus patas llevaba atada una carta de Su
Wu escrita en seda; por eso sabemos que todavía está vivo”.
El caudillo de los Xiongnu no tuvo más remedio que entregarle
a Su Wu.
En aquel entonces, Su Wu
tenía más de 60 años y la vida ardua le había emblanquecido
el cabello. Al regresar a la capital del imperio Han, el emperador
Zhao Zong lo recibió y le ofreció un alto cargo relacionado
con las minorías nacionales y los reinos vasallos. Tras su muerte,
en el Palacio Imperial se colocó un retrato de Su Wu a modo
de recuerdo perenne.