MARZO 2003

 

 

 

 

 

 

 

 


La historia de Su Wu

Una antigua canción folclórica china dice:  Su Wu soportó 19 años de frío y hambre sin perder el honor; Bebió nieve para calmar la sed, lamió pieles de oveja para mitigar el hambre y fue pastor a orillas del mar del Norte .

Esta canción, que sigue cantándose hoy en día, se refiere a Su Wu, un diplomático indomable muy estimado por el pueblo. La enciclopedia de la dinastía Han dedica un apartado especial a la biografía de este personaje.

Su Wu (?-60 a.n.e.), nacido en el seno de una familia de militares, recibió desde niño una educación muy estricta, de ahí su carácter intrépido y tenaz. El año 100 a.n.e., el emperador Wu Di de la dinastía Han le encomendó una misión diplomática. Concretamente, le pidió que pusiera fin al conflicto que desde hacía años enfrentaba a dicha dinastía con los Xiongnu, antiguo pueblo nómada y trashumante del norte de China. Tal conflicto consistía en que los mensajeros de ambas partes eran sistemáticamente interceptados por la opuesta. Su Wu partió de la ciudad de Chang’an, entonces capital de la dinastía Han, con una comitiva integrada por Zhang Sheng y otras cien personas, que portaba valiosos regalos para el caudillo de los Xiongnu con la esperanza de mejorar las relaciones entre ambas partes.

Sin embargo, las cosas no fueron tan sencillas como se había pensado. En efecto, el caudillo de los Xiongnu los trató muy mal y, para colmo de males, a los pocos días de la llegada de Su Wu tuvo lugar un incidente en el seno del pueblo nómada en el que se vio involucrado Zhang Sheng, uno de los miembros de su comitiva.

Los hechos sucedieron de la siguiente manera. Entre los Xiongnu vivía un tal Yu Chang, que había traicionado a los Han. Pero al correr del tiempo, el traidor se arrepintió de lo que había hecho y quiso volver a su antiguo reino. Resuelto a hacer méritos que borraran su pérfido pasado, Yu Chang ideó un plan para secuestrar a la madre del caudillo de los Xiongnu con la ayuda de 70 personas y entregársela al reino de los Han. Yu Chang reveló su plan a Zhang Sheng, quien decidió apoyarlo. Sin embargo, el plan se truncó y las sospechas recayeron sobre Su Wu, jefe de la misión diplomática de la dinastía Han.

Presa del terror, Zhang Sheng contó a Su Wu todo lo que había planeado en secreto con Yu Chang. Su Wu respondió irritado: “Soy un diplomático de la dinastía Han; si se me procesa por este asunto, será una gran deshonra para ella”. Dicho esto, desenvainó su espada con la intención de suicidarse, pero uno de sus acompañantes se lo impidió.

Irritado, el caudillo de los Xiongnu ordenó a Wei Lü, uno de sus ministros, que llamara a Su Wu y a su comitiva para interrogarlos. Su Wu, previendo la deshonra que sufriría, volvió a intentar suicidarse, pero una vez más, no lo consiguió. El caudillo de los Xiongnu admiraba el comportamiento perseverante de Su y trataba por todos los medios de que se rindiera.

Durante el juicio, Yu Chang fue condenado a la pena capital y el pusilánime Zhang Sheng sucumbió a las amenazas de los Xiongnu. Finalmente le llegó el turno a Su Wu, quien al ser amenazado para que confesara su delito replicó solemnemente: “No he cometido delito alguno”. Al ver que por la fuerza no iban a lograr nada, los Xiongnu recurrieron a otra táctica, la de ofrecerle poder y riquezas. Pero Su Wu se mantuvo firme en su actitud.

Por último, encerraron a Su Wu en una gélida cueva y durante cuatro días no le dieron nada de comer, tratando de que se rindiera. Era en pleno invierno, período en el que las tormentas de viento y nieve arreciaban. Para matar el hambre y la sed, Su Wu no tuvo más remedio que tomar puñados de nieve y chupar pedazos de fieltro. Los Xiongnu, muy sorprendidos por su tenacidad, llegaron a creer que se encontraba bajo la protección de un dios. Finalmente, Su Wu fue desterrado al mar del Norte (el actual lago Baikal, Federación Rusa). Antes de su partida, el caudillo de los Xiongnu le dio un rebaño de carneros y le dijo: “El día que estos carneros den a luz, podrás volver con los Han”, con lo que en realidad le estaba diciendo que si no se rendía no podría regresar jamás. Su Wu no se doblegó ante esta nueva amenaza y se dirigió al lago Baikal con su rebaño de carneros.

Allí pasó 19 penosos y solitarios años pastoreando y pasando hambre. En invierno, por ejemplo, lo único que tenía para comer eran ratones de campo. No obstante, cuanto más dura se hacía la vida, más firme se tornaba su voluntad, y en ningún momento olvidó que era un diplomático de la dinastía Han.

En el año 81 a.n.e. las relaciones entre los Han y los Xiongnu se normalizaron y los contactos diplomáticos se restablecieron. Cuando el primer diplomático de la dinastía Han se entrevistó con los Xiongnu, les pidió que libertaran a Su Wu. Pero aquéllos le mintieron diciendo que Su Wu había muerto años atrás. El diplomático, muy serio, replicó al caudillo de los Xiongnu: “Una vez, cuando nuestro emperador estaba de caza, mató a una oca salvaje procedente del norte; en una de sus patas llevaba atada una carta de Su Wu escrita en seda; por eso sabemos que todavía está vivo”. El caudillo de los Xiongnu no tuvo más remedio que entregarle a Su Wu.

En aquel entonces, Su Wu tenía más de 60 años y la vida ardua le había emblanquecido el cabello. Al regresar a la capital del imperio Han, el emperador Zhao Zong lo recibió y le ofreció un alto cargo relacionado con las minorías nacionales y los reinos vasallos. Tras su muerte, en el Palacio Imperial se colocó un retrato de Su Wu a modo de recuerdo perenne.

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