MARZO 2003

 

 

 

 

 

 

 

 


El matrimonio en la China actual

Por CHEN XINXIN 

Jóvenes de ciudad en una boda colectiva

Dado que en China existen importantes diferencias entre las zonas urbanas y las rurales, entre las regiones y en el grado de emancipación de la mujer, los matrimonios chinos presentan lógicamente características diferentes. En las ciudades, el progreso económico y cultural tiende a aproximarse al de los países desarrollados; en las zonas rurales se da un fenómeno novedoso, consistente en el desarrollo conjunto de la agricultura y la industria, en lugar del desarrollo exclusivo de la primera propio de otras épocas. Esta diversidad de realidades se refleja en las diferentes tendencias mostradas por la evolución del matrimonio y la familia en las ciudades y en las zonas rurales. De acuerdo con los datos y las opiniones de los especialistas, en las ciudades se observan en general las siguientes tendencias.

El número de familias pequeñas asciende sin cesar. Su proporción, actualmente del 60 por ciento, seguirá aumentando. Por familia pequeña se entiende la formada por tres o cuatro miembros. Por otra parte, la elevación del nivel de vida está cambiando las expectativas de los cónyuges. Éstos, por ejemplo, ya no prestan tanta atención a los ingresos, a la dedicación a los quehaceres domésticos, a la capacidad de procrear ni a la frecuencia de las relaciones sexuales, sino que se preocupan más por el mantenimiento de la intimidad conyugal, el cumplimiento del compromiso matrimonial, la comprensión mutua y la comodidad del hogar.

El número de solteros, de quienes posponen el matrimonio y la procreación, y de quienes no desean tener hijos está aumentando. Algunos jóvenes de ciudad tienden a adoptar el estilo de vida occidental, caracterizado por el aumento de los solteros perpetuos. Sin embargo, muchos de ellos no viven solos, sino que conviven con otra persona del sexo opuesto.

La educación sexológica está cada vez más extendida, de modo que la frecuencia de las relaciones sexuales entre jóvenes suscitadas por simple curiosidad disminuye, reduciéndose así también los riesgos psicológicos y morales que dichas relaciones pueden acarrear a este sector de la población. Sin embargo, ello no significa que el índice de la actividad sexual vaya a bajar. Es muy posible que en las ciudades el cambio de mentalidad de las mujeres, así como la elevación de su posición social, propicien un aumento de los “matrimonios de prueba”, que pueden resultar más convenientes para quienes adoptan una actitud prudente ante el matrimonio.

La felicidad matrimonial es el objetivo de un número creciente de cónyuges. A diferencia de lo que sucedía antes, ahora éstos se preocupan por enriquecer su vida familiar, para lo cual algunos siguen cursos especiales. Gracias a la mayor igualdad entre ambos sexos dentro del matrimonio, los casos de violencia doméstica están disminuyendo; el hombre está aprendiendo a tratar mejor a su esposa y se ocupa de los quehaceres domésticos en mayor medida. Antes, se contraía matrimonio para crear una unidad económica y tener hijos; ahora, se buscan buenos sentimientos y la satisfacción psicológica y sexual. Cada vez más, las parejas deciden casarse impulsadas por la armonía, la intimidad y la alegría que surgen en ellas.

Algunos hombres casados insatisfechos con su matrimonio deciden divorciarse y lo hacen con relativa facilidad. Ello resulta más difícil si hay hijos, por lo que también se observa una tendencia a buscar la satisfacción amorosa fuera del matrimonio.

Pareja de ancianos casados en segundas nupcias

La tarea de mantener a los ancianos está convirtiéndose en un problema debido al estrés generado por el trabajo. En Occidente, dicha responsabilidad suele ser asumida por los seguros sociales; en Asia, corresponde a la familia; y en China, se da una combinación de ambas formas. Los jubilados y ancianos solos aceptarán la vida en las residencias.

Mantener y educar a los hijos únicos se convertirá en un problema tanto familiar como social. En el presente siglo, decenas de miles de hijos únicos deberán enfrentarse al problema de buscar cónyuge, casarse y mantener a los ancianos.

En la actualidad, los cónyuges tienen cada uno su cuenta bancaria, cuyo estado se certifica al contraer matrimonio. Ello supone un cambio radical, puesto que antes, debido a lo exiguo de los ingresos, cada familia tenía solamente una cuenta. Ahora, la economía familiar es responsabilidad tanto del hombre como de la mujer. El hombre ya no está obligado a entregar el sueldo a su mujer y ésta no tiene por qué examinar la cuenta de su esposo. Gracias a la popularización de los electrodomésticos y del servicio doméstico, las tareas del hogar están dejando de representar una carga para la pareja.

El divorcio acordado va a ser algo común. Los cónyuges se separan de manera amistosa y la tasa de divorcios va a ascender. Las personas de alto nivel cultural y mayores recursos económicos suelen exigir más al amor, por lo que son más proclives a la insatisfacción matrimonial y, por lo tanto, al divorcio.

En general, la gente valora la estabilidad matrimonial e intenta aprender a llevar una vida conyugal satisfactoria, sin tener que recorrer a la protección de la ley o a los niños para mantener el matrimonio. No obstante, todavía hay quienes, enamorados de sus cónyuges y menos independientes, depositan sus esperanzas de estabilizar su matrimonio en el poder de la ley.

La sociedad sigue tolerando las relaciones extramatrimoniales. Al asumir la responsabilidad por el matrimonio, lo que más cuenta no es la presión social, sino la propia voluntad, el control de sí mismo y la corrección espontánea de los errores. La suavización gradual de las restricciones y limitaciones que China está experimentando en todos los aspectos favorece el incremento de las relaciones extramatrimoniales. Los chinos son ahora más exigentes con la calidad y la intimidad matrimoniales, y reivindican el derecho a disfrutar del sexo. Ya no consideran conveniente y moralmente más aceptable mantener el matrimonio sin amor, y se muestran comprensivos con las  relaciones extramatrimoniales. Pero a pesar de las críticas de la sociedad, la virginidad y la pureza seguirán siendo valoradas por un sector de la población durante un tiempo relativamente largo.

Las familias de tres miembros son las más habituales en China

El grado de libertad dentro del matrimonio es cada vez mayor. La decisión de casarse será cada vez más un asunto individual. Las opciones son ahora más diversas, puesto que se puede permanecer soltero, convivir sin casarse, mantener relaciones prematrimoniales y tener hijos antes de contraer matrimonio. Está dándose una importancia creciente a la felicidad personal y al carácter privado del matrimonio, al que se desliga de la estabilidad social, y la obligación de seguir casado a pesar de la inexistencia de amor está perdiendo fuerza.

La ampliación de la reforma y la apertura está provocando un aumento de los matrimonios entre chinos y extranjeros. Estos se contraen por amor, no por la posibilidad de salir del país, como solía suceder antes.

Los chinos se mostrarán más tolerantes con las distintas opciones sexuales y las relaciones homosexuales encontraran una mayor aceptación  social. El número de organizaciones dedicadas a la ayuda mutua entre las mujeres y el de las instituciones que ofrecen asesoramiento matrimonial aumentarán.

En las zonas rurales, las cosas son bastantes diferentes. El mejoramiento de las condiciones económicas permite una mayor libertad en el matrimonio y ofrece a las mujeres un margen de elección más amplio. Habiendo alcanzado la independencia económica, las trabajadoras de origen rural insisten en ser ellas las que decidan con quien van a casarse. Con todo, habrá que esperar bastante tiempo para que entre sus reivindicaciones y la mentalidad tradicional no se produzcan conflictos. A este tipo de mujeres no les resulta fácil encontrar a la pareja adecuada, puesto que, conocedoras de la vida urbana, no quieren casarse con campesinos, mientras que los hombres de ciudad no las aceptan debido a su origen rural.

El mejoramiento de las condiciones económicas, la elevación de la posición social de la mujer, la aplicación del sistema de pensiones para la vejez y la divulgación de los conocimientos sobre la salud contribuirán a resolver los problemas planteados por los matrimonios prematuros y el exceso de hijos. La aplicación del sistema de pensiones para la vejez en las zonas rurales repercutirá muy positivamente en la erradicación de la concepción feudal de la natalidad y las añejas costumbres matrimoniales.

Debido a la falta de recursos económicos y a la mayor proporción de hombres, algunos de éstos no pueden casarse. Para los campesinos, el matrimonio reviste tal importancia que algunos de ellos no vacilan en hacerse con una esposa por una vía más sencilla y económica, es decir, comprándola. Es previsible que el fenómeno de la venta de mujeres siga produciéndose.

En las zonas rurales divorciarse no es fácil, ya que ello implica la pérdida no sólo de los hijos menores de edad, sino también de las tierras y los medios de producción de la mujer. Por lo tanto, la tasa de divorcios no subirá con tanta rapidez. Pero las cosas serán diferentes para las mujeres que trabajan en las empresas cantonales, ya que muchas de ellas mantienen a toda la familia. En este caso, los hombres tenderán en general a tratar bien a la esposa y a las hijas, y a evitar el divorcio.

Sencilla boda en el campo

Las relaciones extramatrimoniales resultarán muy arriesgadas para las mujeres del campo, quienes podrán convertirse en víctimas de la vida inestable inherente a este tipo de relaciones.

En resumen, en la China actual los tipos de matrimonio y de familia están diversificándose, pero comparten una tendencia a la racionalización, al progreso, al humanitarismo y a una mayor igualdad entre ambos sexos.

 (El autor es investigador del Instituto de la Federación Nacional de la Mujer)

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