MARZO 2003

 

 

 

 

 

 

 

 


Xiao Yan y su floristería

Por WU KAI

La mayoría de sus cientes son mujeres

Xiao Yan es una chica bajita y delgada que fue compañera mía durante tres años. Debido a su deficiente funcionamiento y a sus dificultades económicas, la compañía donde trabajábamos empezó a despedir a empleados. Afortunadamente, me ofrecieron un puesto en una editorial. Pero Xiao Yan tuvo que quedarse varios meses en casa porque no encontraba un trabajo conveniente. Finalmente, decidió abrir una floristería, noticia que me alegró mucho, y lleva ya dos años trabajando allí. Como es una chica muy cuidadosa, cuando éramos compañeras en aquella compañía comenzó a dedicar su tiempo libre a aprender jardinería. Seguramente jamás imaginó que con el tiempo sería dueña de una floristería. Hace unos días la llamé por teléfono para preguntarle si podía pasar por su floristería y me contestó que le encantaría que la visitase.

Recuerdo que fui a visitarla un día muy soleado. Como es natural, lo primero que hice al entrar en la pequeña floristería de mi antigua compañera de trabajo fue echar un rápido vistazo. En seguida me di cuenta de que está divida en tres partes: en la de la derecha hay plantas ornamentales de hoja verde; en la de la izquierda hay flores artificiales, sacos de tierras y fertilizantes; y la del centro está reservada a las flores frescas.

Sentadas en el fresco ambiente de la floristería comenzamos a charlar. Pronto me di cuenta de que Xiao Yan está más delgada y de que en su rostro se aprecian síntomas de cansancio. No es difícil adivinar que ha tenido que trabajar muy duro para sacar adelante su modesto negocio. Pero cuando empezamos a hablar de la floristería, su fatiga pareció desaparecer como por arte de magia. Todos los días, Xiao Yan y su novio tienen que levantarse a las 5 de la madrugada para ir al mayor mercado de flores de Beijing a comprar plantas y las flores frescas. No es de extrañar que, como me contó,  muchas veces se quede dormida en el autobús en el camino de regreso. Al llegar a la floristería, sin tener tiempo ni para desayunar, Xiao Yan y su novio se enzarzan en una peculiar “guerra” consistente en recortar ramas, poner plantas en tiestos y rociar las flores y las hojas para mantener su frescor; después hay que limpiar y ordenar la floristería; cuando terminan de hacer todo esto, ya pueden abrirla. Xiao Yan atiende a sus clientes desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche. Su novio, además de ayudarla a atender a los clientes, se encarga de preparar la comida

Xiao Yan tiene tres tipos de clientes. Los del primero son los que a lo largo del día pasan por su floristería. Para que los clientes sepan bien qué compran y queden plenamente satisfechos, la minuciosa Xiao Yan preparó y colgó en la pared un panel titulado “El lenguaje de las flores”, que despertó mi curiosidad. Según este panel, tres ramos de rosas rojas significan “te quiero”; los tulipanes simbolizan felicidad y triunfo; y los nomeolvides, como su nombre indica, representan recuerdos inolvidables. El segundo tipo de clientes es el de los “coches de flores”, es decir, el de aquellos que alquilan un coche para celebrar una boda y piden que se lo adornen con flores. Hoy día, en China está de moda alquilar un automóvil de lujo para celebrar un casamiento y decorarlo con flores frescas. En estos casos, normalmente Xiao Yan y su novio tienen que ir al mercado mayorista a seleccionar flores de distintos colores con un día de antelación. A propósito, la combinación de los colores es de suma importancia. Cuando tienen uno de estos encargos, han de levantarse a las 4 de la madrugada. Es un trabajo duro, pero rentable. El tercer grupo de clientes es el formado por empresas, a las que ofrecen un servicio llamado “estética de plantas”. Este servicio consiste en ir periódicamente a las empresas que lo contratan para cuidar sus plantas, cambiarles la tierra, añadir fertilizante, etcétera.

La floristería de Xiao Yan

Xiao Yan me mostró sus manos y me dijo: “Siempre me pincho los dedos con las espinas. Para saber si alguien trabaja en una floristería basta con mirarle las manos. Las nuestras no son suaves ni tersas. Este un trabajo muy duro que absorbe todo tu tiempo y toda tu energía”.

El lema de trabajo de Xiao Yan es la sinceridad. Según un dicho chino, “la concordia llama a la fortuna”. Mi antigua compañera no puede disimular su alegría al ver la satisfacción con la que sus clientes salen de la floristería. Confío en que a Xiao Yan y a su floristería les aguarde un próspero futuro.

Los clientes entraban y salían interrumpiendo de vez en cuando nuestra conversación. Aproveché que estaba allí para tomar algunas fotos. Como no quería molestarla más, me marché por la tarde. En el camino a mi casa iba pensando en Xiao Yan y su pequeño negocio. Deseo de todo corazón que su floristería sea cada vez más próspera y que un día mi antigua compañera de trabajo se convierta en propietaria y gerente de una gran empresa de este sector.

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