MARZO 2003

 

 

 

 

 

 

 

 


Por la prosperidad de los campesinos

Por LI WUZHOU

En el pueblo de Xujiaqiao, ante una hilera de casas se levanta una alta tribuna de bambú alrededor de la cual se reúnen numerosos electores campesinos. Sentados, de pie o en cuclillas, escuchan el discurso que está pronunciando una joven candidata de 21 años que se presenta a las elecciones a diputados cantonales.

La familia de Xie Xin'ai ( derecha )

Esa escena tuvo lugar hace ya 18 años. Aquel día, al terminar su discurso, Xie Xin'ai estaba tan nerviosa que sólo se acuerda de los votos que los campesinos fueron introduciendo uno por uno en la gran urna roja.

Xie llevaba soñando con ese día desde que era niña. En aquel entonces, su madre, siendo una alcaldesa muy capaz, recibía a menudo en su casa a cuadros de diversos niveles para conocer mejor las condiciones en las que vivía el pueblo. Al verlos trabajar tan arduamente en beneficio de los campesinos, aquella niña se sentía muy orgullosa de ellos.

Terminados sus estudios de secundaria, fue precisamente ese sueño infantil lo que la impulsó a presentarse al examen para cuadros en lugar de empezar a trabajar en el campo, como hicieron la mayoría de sus compañeros. En 1984, Xie fue elegida cuadro de la aldea de Bamaoxi; y al año siguiente, comenzó su vida de diputada en el distrito de Sangzhi, zona montañosa del noroeste de la provincia de Hunan.

Aunque logró licenciarse por libre, creía que todavía le quedaba mucho por aprender sobre las leyes estatales y locales. Por lo tanto, decidió prestar mayor atención a los asuntos “comunes y corrientes”. Para ella lo más importante era “ayudar a los campesinos a mejorar su situación mostrándoles caminos conducentes a la prosperidad”. En opinión de Xie, el desarrollo económico soluciona multitud de problemas.

“Sangzhi es un lugar muy atrasado y de difícil acceso. El problema de la alimentación ya está resuelto, pero el dinero sigue escaseando”, dijo en términos tan sencillos como su aspecto. Según Xie, para mejorar la situación de los campesinos es necesario canalizar el río, construir nuevas vías de comunicación y reparar las ya existentes. Además de organizar cursillos en los que divulga conocimientos extraídos de libros y periódicos, invita a expertos para que impartan clases y conferencias sobre la situación de la economía y el comercio en otros lugares.

Desde que fue designada diputada cantonal, hace ahora 18 años, hasta la fecha Xie ha presentado aproximadamente cien proyectos, de los cuales unos 70 han sido ejecutados. Pero de lo que más orgullosa se siente es de haber “domeñado integralmente la pequeña cuenca del río Chenjia”.

Antes, los campesinos del distrito de Chenjiahe llevaban una vida muy dura, puesto que para su subsistencia dependían de las exiguas y estériles tierras de las laderas. La pérdida de vegetación y la erosión del suelo eran muy graves, y en los años de sequía, las ganancias eran nulas. Tras una investigación que duró más de un mes, se presentó un proyecto con un detallado informe adjunto en el que se afirmaba que al gobierno provincial le correspondía compensar con subsidios las pérdidas ocasionadas por “el abandono de la agricultura y la devolución de tierras a la silvicultura”, y que era indispensable repoblar la montaña para retener el agua y el suelo. Las naranjas que hoy en día se recogen en las laderas devueltas son muy bien acogidas en el mercado, y al pie de la montaña está construyéndose un canal de riego.

La realización de este proyecto está devolviendo el verdor a las otrora peladas montañas y ha frenado tanto la pérdida de agua como la erosión del suelo. Las ganancias de los campesinos se han multiplicado, ya que ahora cada familia dispone de un  mu  (0,0667 hectáreas) más de tierra. Hoy en día, más del 50 por ciento de las familias viven en nuevos edificios, y hasta el teléfono y el ordenador han entrado en la vida de los campesinos.

Para elaborar este proyecto, Xie, que por aquel entonces era alcaldesa de Chenjiahe, se pasaba el día visitando familia tras familia y yendo de un pueblo a otro, mientras que por la noche ordenaba los materiales y datos recogidos. Ello la obligó a abandonar por completo sus responsabilidades de esposa y madre. Como la mayoría de los hombres chinos, su marido la apoyó y se encargó de todas las faenas domésticas.

“Será la primera y la última vez”, prometió Xie a su marido. Y cumplió su promesa, ya que de ahí en adelante, por muy ocupada que estuviese, no ha dejado de tener su casa bien arreglada y de cuidar a su familia. “No quiero ser una 'dama de hierro', sino simplemente una buena esposa y madre”, dijo mientras en su rostro las muestras del cansancio provocado por el exceso de trabajo se mezclaban con una expresión de disculpa, y en sus ojos asomaba toda la ternura de una abnegada madre.

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