Por la prosperidad
de los campesinos
Por LI WUZHOU
En el pueblo de Xujiaqiao, ante una hilera de casas
se levanta una alta tribuna de bambú alrededor de la cual se reúnen
numerosos electores campesinos. Sentados, de pie o en cuclillas,
escuchan el discurso que está pronunciando una joven candidata
de 21 años que se presenta a las elecciones a diputados cantonales.
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La
familia de Xie Xin'ai ( derecha ) |
Esa escena tuvo lugar hace ya 18 años. Aquel día,
al terminar su discurso, Xie Xin'ai estaba tan nerviosa que sólo
se acuerda de los votos que los campesinos fueron introduciendo
uno por uno en la gran urna roja.
Xie llevaba soñando con ese día desde que era niña.
En aquel entonces, su madre, siendo una alcaldesa muy capaz, recibía
a menudo en su casa a cuadros de diversos niveles para conocer
mejor las condiciones en las que vivía el pueblo. Al verlos trabajar
tan arduamente en beneficio de los campesinos, aquella niña se
sentía muy orgullosa de ellos.
Terminados sus estudios de secundaria, fue precisamente
ese sueño infantil lo que la impulsó a presentarse al examen para
cuadros en lugar de empezar a trabajar en el campo, como hicieron
la mayoría de sus compañeros. En 1984, Xie fue elegida cuadro
de la aldea de Bamaoxi; y al año siguiente, comenzó su vida de
diputada en el distrito de Sangzhi, zona montañosa del noroeste
de la provincia de Hunan.
Aunque logró licenciarse por libre, creía que todavía
le quedaba mucho por aprender sobre las leyes estatales y locales.
Por lo tanto, decidió prestar mayor atención a los asuntos “comunes
y corrientes”. Para ella lo más importante era “ayudar a los campesinos
a mejorar su situación mostrándoles caminos conducentes a la prosperidad”.
En opinión de Xie, el desarrollo económico soluciona multitud
de problemas.
“Sangzhi es un lugar muy atrasado y de difícil acceso.
El problema de la alimentación ya está resuelto, pero el dinero
sigue escaseando”, dijo en términos tan sencillos como su aspecto.
Según Xie, para mejorar la situación de los campesinos es necesario
canalizar el río, construir nuevas vías de comunicación y reparar
las ya existentes. Además de organizar cursillos en los que divulga
conocimientos extraídos de libros y periódicos, invita a expertos
para que impartan clases y conferencias sobre la situación de
la economía y el comercio en otros lugares.
Desde que fue designada diputada cantonal, hace ahora
18 años, hasta la fecha Xie ha presentado aproximadamente cien
proyectos, de los cuales unos 70 han sido ejecutados. Pero de
lo que más orgullosa se siente es de haber “domeñado integralmente
la pequeña cuenca del río Chenjia”.
Antes, los campesinos del distrito de Chenjiahe llevaban
una vida muy dura, puesto que para su subsistencia dependían de
las exiguas y estériles tierras de las laderas. La pérdida de
vegetación y la erosión del suelo eran muy graves, y en los años
de sequía, las ganancias eran nulas. Tras una investigación que
duró más de un mes, se presentó un proyecto con un detallado informe
adjunto en el que se afirmaba que al gobierno provincial le correspondía
compensar con subsidios las pérdidas ocasionadas por “el abandono
de la agricultura y la devolución de tierras a la silvicultura”,
y que era indispensable repoblar la montaña para retener el agua
y el suelo. Las naranjas que hoy en día se recogen en las laderas
devueltas son muy bien acogidas en el mercado, y al pie de la
montaña está construyéndose un canal de riego.
La realización de este proyecto está devolviendo
el verdor a las otrora peladas montañas y ha frenado tanto la
pérdida de agua como la erosión del suelo. Las ganancias de los
campesinos se han multiplicado, ya que ahora cada familia dispone
de un mu (0,0667 hectáreas) más de tierra. Hoy en día, más del 50
por ciento de las familias viven en nuevos edificios, y hasta
el teléfono y el ordenador han entrado en la vida de los campesinos.
Para elaborar este proyecto, Xie, que por aquel entonces
era alcaldesa de Chenjiahe, se pasaba el día visitando familia
tras familia y yendo de un pueblo a otro, mientras que por la
noche ordenaba los materiales y datos recogidos. Ello la obligó
a abandonar por completo sus responsabilidades de esposa y madre.
Como la mayoría de los hombres chinos, su marido la apoyó y se
encargó de todas las faenas domésticas.
“Será la primera y la última vez”, prometió Xie a
su marido. Y cumplió su promesa, ya que de ahí en adelante, por
muy ocupada que estuviese, no ha dejado de tener su casa bien
arreglada y de cuidar a su familia. “No quiero ser una 'dama de
hierro', sino simplemente una buena esposa y madre”, dijo mientras
en su rostro las muestras del cansancio provocado por el exceso
de trabajo se mezclaban con una expresión de disculpa, y en sus
ojos asomaba toda la ternura de una abnegada madre.
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