Diferencias
entre la APN y los parlamentos occidentales
Por
LIN TAI y LIN BOHAI
La
Asamblea Popular Nacional del Pueblo Chino (en adelante, APN),
máxima institución representativa de China, presenta semejanzas
y diferencias sustanciales con respecto a los parlamentos de
los países occidentales.
En primer lugar, la APN es el órgano supremo del
poder estatal, mientras que los parlamentos occidentales tienen
en la elaboración de leyes una de sus principales funciones.
La Constitución china estipula claramente que todos los poderes
pertenecen al pueblo y que los órganos ejecutivos son la APN
y las asambleas populares de los diversos niveles. Los miembros
de éstas, elegidos de manera democrática, son responsables ante
el pueblo y son supervisadas por él. El pueblo encarga a las
asambleas populares el establecimiento de órganos ejecutivos
y de organismos judiciales estatales, los cuales asumen responsabilidades
ante el pueblo y son supervisadas por el mismo. El sistema político
de los países occidentales se caracteriza por la separación
de los poderes legislativo, ejecutivo
y judicial; las relaciones entre estos tres poderes no
son como las existentes entre dirigentes y dirigidos, sino que
son de delimitación de funciones y de supervisión mutua. En
Estados Unidos, por ejemplo, si el Presidente y el Congreso
sostienen opiniones opuestas, cada una de las partes, de acuerdo
con las estipulaciones pertinentes, tiene derecho a vetar la
decisión de la otra; en China, por el contrario, cuando la APN
decide aplicar una política, los órganos ejecutivos y judiciales
deben implementarla sin exigir el cumplimiento de condiciones
previas.
En segundo lugar, desde su fundación, el PCCh (Partido
Comunista de China) ha dirigido al pueblo en la consecución
y el ejercicio del poder, y los miembros de la APN son elegidos
por el pueblo. Por razones históricas, en nuestro país existen
otros ocho partidos democráticos, todos los cuales aceptan voluntariamente
la dirección del PCCh, con el que mantienen una relación de
“coexistencia duradera y supervisión mutua”. En los países occidentales,
los parlamentos surgieron mucho antes de que se fundaran los
partidos, los cuales se desarrollaron en el seno de aquéllos.
El sistema del que forman parte estos partidos se basa en la
“competencia y la alternancia en el poder”, y sus funciones
se despliegan en el parlamento mediante las actuaciones de sus
representantes en el mismo.
En tercer lugar, la APN se subdivide en asambleas
populares, por una parte, y comités permanentes de las asambleas
de nivel distrital y superior, por otra. Ello se debe a que
el elevado número de miembros de la APN dificulta la celebración
de reuniones plenarias, por lo que el poder ejecutivo y la realización
de los trabajos cotidianos se delegan en el Comité Permanente.
Éste es responsable ante la APN, que a su vez lo supervisa.
Según lo estipulado, los miembros del Comité Permanente no pueden
desempeñar simultáneamente funciones ejecutivas y judiciales.
Los parlamentos de los países occidentales no tienen nada comparable
al Comité Permanente, ya que sus miembros son políticos profesionales
elegidos por los ciudadanos. Sin embargo, estos parlamentos
suelen ser bicamerales, es decir, están formados por dos cámaras
que se dividen el poder. La Conferencia Consultiva Política
del Pueblo Chino es comparable a un parlamento unicameral, puesto
que no es un organismo ejecutivo, sino un organismo establecido
para ser escuchado y consultado por los partidos y las personalidades
políticas representativas de todos los sectores del país.
Durante la guerra contra Japón y en vísperas de la
fundación de la nueva China, hubo quienes apoyaron la doctrina
de la “división tripartita del poder” y la de su “división en
dos y medio”, doctrinas ambas que finalmente fueron abandonadas.
Después de discutir esta cuestión, se decidió que el organismo
representativo de la voluntad del pueblo gozase de plenas facultades
para nombrar y destituir a los cargos y los jefes de los comités
ejecutivos de todos los niveles.
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El
Gran Palacio del Pueblo |
Desde el punto de vista jurídico, la APN refleja
democráticamente la autoridad, gobierna de acuerdo con la ley
y cumple el principio de eficiencia exigible a las instituciones
estatales, por todo lo cual constituye la forma del poder político
más adecuada al sistema del Estado chino. Precisamente por ello,
Deng Xiaoping afirmó que la democracia occidental se caracteriza,
entre otras cosas, por la separación de poderes y el multipartidismo.
El hecho de que en China no existan ni el multipartidismo, ni
la separación de poderes, ni un parlamento bicameral no significa
que nuestro país se oponga a que en los países occidentales
sí existan. Sencillamente, creemos que el sistema unicameral
de la APN se ajusta más a la realidad china. Si tanto las políticas
como las directrices son justas, este beneficioso sistema contribuirá
a la prosperidad y al desarrollo del Estado y la sociedad, y
evitará numerosas complicaciones. Cuando se decidió llevar a
cabo una reforma de nuestro sistema económico, ésta se puso
inmediatamente en práctica en todo el país; y cuando se decidió
instituir zonas económicas especiales, éstas no tardaron en
fundarse, puesto que no se produjeron las dilaciones derivadas
de discusiones estériles y de decisiones tomadas sin la convicción
necesaria para llevarlas a la práctica. En este ámbito, es decir,
en el ámbito general, nuestra eficiencia es muy elevada.
Sentada la premisa de la primacía de la APN, damos
por supuesto que debemos tomar como referencia las experiencias
foráneas, incluido el mecanismo de limitación mutua de los poderes.
En nuestra opinión, si China no procede a la separación tripartita
de poderes, ello se debe a que aboga por considerar el poder
del pueblo como un todo indivisible. No hay nadie capaz de representar
el poder total. No obstante, los poderes legislativo, ejecutivo
y judicial son relativamente independientes, siempre que el
poder supremo del Estado se acepte con premisa fundamental.
Es necesario intensificar la supervisión y el control del poder
ejecutivo para que las decisiones políticas sean más democráticas,
más objetivas y más racionales, y para que las posibilidades
de cometer errores se reduzcan. Durante un tiempo por venir,
la organización y el establecimiento del papel supervisor que
debe desempeñar la APN sobre el funcionamiento de los organismos
ejecutivos y judiciales será sin duda una de las principales
tareas que nuestro país deberá emprender seriamente como parte
de su reforma política.