El
atractivo de Lijiang
Por
ZHANG JUAN
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Arroyo
a su paso por la ciudad |
A diferencia de otras ciudades antiguas, Lijiang
(provincia de Yunnan) no tiene puertas ni murallas. Hay quienes
achacan esa carencia al talante supersticioso de un antiguo
tusi (gobernador local de las minorías étnicas). Las tres vías
de entrada a la ciudad son las calles Dongda, Xinhua y Xinyi.
Todas las calles y callejuelas se dirigen al exterior.
Al llegar a la ciudad, nos salió al paso un vendedor
de planos que por seis yuanes nos ofrecía un plano de Lijiang
trazado a mano. Además de proporcionarnos información muy útil
sobre los platos típicos, los bares más conocidos y las tiendas
nasi con mejores precios, el vendedor nos dijo que si queríamos conocer Lijiang debíamos
mirar y escuchar, y que probablemente cada uno de nosotros se
llevaría una impresión diferente.
Escapando
de Lijiang
Antes de llegar a Lijiang conocí a Zhao Wenling,
que estaba tomando café con Jane, una encantadora amiga holandesa
que llevaba el cabello recogido en una bonita bufanda.
Zhao me contó que era miembro de la etnia nasi y que había pasado su infancia
en Lijiang. Después viajó a muchos lugares del mundo y comenzó
a vivir de la pintura. Habiendo estado en tantos lugares, es
lógico que su valoración de los cambios registrados en su pueblo
natal sea un tanto peculiar. No sin cierta melancolía, Zhao
dijo: “Diez años atrás Lijiang me gustaba, pero ahora ya no”.
Lijiang ha cambiado demasiado: cada día viene más gente; las
viejas casas han sido alquiladas a forasteros que ponen tiendas
de souvenirs; el meandro que rodea la ciudad está tan animado
como la orilla del río Qinhui a su paso por Nanjing; y al caer
la noche, la luna ya no brilla con la claridad de antes. “Lijiang
es tan bulliciosa que ha perdido su calor de hogar. Cada vez
que regreso, no me quedo más de dos días. Ahora paso más tiempo
en Dali (otra ciudad antigua de la provincia Yunnan),
que se parece mucho a lo que era mi tierra natal”, añadió Zhao.
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Ancianos
de Lijiang |
“Siempre que vuelvo descubro cosas nuevas, hecho
que tal vez es positivo para los lijianeses y mis familiares,
puesto que la llegada de más turistas crea puestos de trabajo
y nuevas oportunidades de ganar dinero. Pero lo cierto es que
la ciudad está sufriendo cierto deterioro. Hoy hacen obras aquí,
mañana allá y pasado mañana acullá. Aunque el objetivo de las
obras de restauración es recobrar la fisonomía original, la
verdad es que los revestimientos no se parecen a los de antes.
Por ejemplo, en algunos tramos de calle las antiguas losas han
sido sustituidas por nuevas. Andar por esos tramos ya no es
algo poético y fantástico, como lo era en mi niñez, cuando pisaba
las brillantes losas pulidas por años de lluvia y viento.” Zhao
prosiguió diciendo: “Tal vez esa sensación especial se debe
a que soy artista. Sea como fuere, la elegancia y la tranquilidad
de la Lijiang de entonces me impresionaron tan profundamente
que allí siempre habrá un hogar para una parte de mis recuerdos”.
Establecerse
en Lijiang
Jin Ming´ai, una chica coreana, vino de lejos para
establecerse en Lijiang. “Ahora estoy embarazada y mi esposo
se encarga de la tienda”. Jin habla un chino fluido con acento
de Yunnan.
Jin dijo que la decisión de ir a China fue muy sencilla,
ya que siempre le había gustado la pronunciación del chino y
quería aprender esta lengua. Jin llegó a nuestro país en diciembre
de 1996 con el propósito de estudiar chino durante tres meses.
Dos meses después ya chapurreaba el chino y se animó a viajar
por Yunnan con una amiga. En Dali conoció a un joven de Enshi
(provincia de Hubei) con el que viajó tres días. Hoy ese joven
es su marido. Jin dijo: “Él me preguntó si era japonesa y yo,
siguiendo el consejo que me había dado mi amiga para que no
me robaran, le contesté que era de Beijing. Pero finalmente
el que hoy es mi marido 'me robó'”. Al hablar de su amor y su
matrimonio, Jin siente una mezcla de alegría y tristeza: “Lo
bueno es que he encontrado un buen marido; lo malo es que, excepto
su madre, los demás familiares todavía no me han aceptado”.
Al hablar de Lijiang, volvió a ponerse de buen humor.
La primera vez que viajó a esta ciudad con su marido lo que
más le atrajo fue la belleza del paisaje. En junio de 1997 empezó
a estudiar chino en el Instituo de Educación de Lijiang y después
alquiló una casa para llevar una cafetería junto con su marido.
Mientras recordaba sus difíciles comienzos, me mostró la cicatriz
que le dejó el intenso trabajo de preparar comidas. Durante
cierto tiempo, las dificultades y las presiones familiares la
llevaron a pensar seriamente en irse de China. Finalmente no
abandonó ni a su amor ni la bellísima ciudad de Lijiang, más
linda y elegante que otra ajena.
Los dos bares y la hostería dirigidos por la pareja
marchan bien. Jin dijo: “Ya me he acostumbrado al lento ritmo
de vida de Lijiang y me siento muy relajada. Cuando regresé
a Corea para cumplimentar los trámites del matrimonio, mi sobrina
me dijo que parecía más china que coreana”.
Desde que la historia de Jin fue dada a conocer por
una cadena de televisión coreana, los turistas coreanos que
visitan Lijiang suelen llegarse hasta su cafetería. Ahora a
Jin se la ve de buen humor, tal vez porque tiene la compañía
de su madre, quien también está muy contenta al ver que su hija,
que antes ni siquiera la ayudaba a preparar la comida, es ahora
una muchacha ágil y trabajadora.
Sobre sus planes para el futuro, Jin dijo que le
gustaría quedarse en Lijiang para siempre y tener un hijo.
Ojalá
que la cultura nasi
se conozca mejor
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Concierto
de música nasi |
Atraída por un letrero que decía “Club de los alpinistas”,
entré en la tienda de He Benhua, un joven de 28 años que vive
cerca del edificio Wangu. He me dijo que este edificio, desde
lo alto del cual puede contemplarse una vista panorámica de
la ciudad, es un punto de encuentro de los ancianos que crían
pájaros.
He abrió su tienda en 1994. Generalmente, los hombres
nasi dedican
su tiempo libre a escuchar música, jugar al ajedréz, leer libros,
pintar, fumar y tomar té y bebidas alcohólicas. He es un nasi típico, puesto que desde su niñez le ha gustado pintar,
se ha sentido atraído por la cultura de su nacionalidad y ha
cultivado su afición a tallar máscaras. Sus obras describen
la vida de los nasi y expresan sus sentimientos.
Señalando una pintura con caracteres dongba
(caracteres pictográficos de los nasi ), me explicó que la suya era una antigua
etnia procedente de la meseta.
He, que está estudiando el primer curso de dongba , dijo que en Lijiang hay varias
tiendas donde se venden platos tallados; pero añadió que carecen
de valor artístico, ya que se producen con máquinas en grandes
cantidades para venderlos como souvenirs. Él no está de acuerdo
con este método de producción e insiste en trabajar con sus
propias manos. Cuando no da abasto, pide a un maestro de confianza
que le ayude a terminar el trabajo.
He, satisfecho con su vida actual, dijo: “No estoy
impaciente por ganar mucho dinero, porque la ambición no tiene
límites. Creo que no debería pensarse sólo en el dinero”. La
actitud apacible ante la vida mostrada por los jóvenes de Lijiang
es realmente admirable. He nos comunicó sus deseos de aprender
y de hacer otras cosas. Además de encargarse de una galería
de pintura y de una agencia de viajes para la línea Yunnan-Tíbet,
lleva un bar con Internet frecuentado por turistas extranjeros.
He aseguró que no lo hacía para ganar más dinero, sino para
perfeccionar su inglés hablado.
En el transcurso de nuestra conversación, He se refirió
a los grandes cambios que han tenido lugar en Lijiang. La ciudad
se dio a conocer al resto del mundo a raíz del terremoto de
1996 y de la subsiguiente visita de diversas personalidades
internacionales participantes en un programa de ayuda a la reconstrucción.
A partir de ese momento, el número de turistas no hizo sino
aumentar: “Para nosotros estos cambios son positivos; pero la
verdad es que la antigua ciudad ha perdido algo de su encanto
y el ambiente es ahora más comercial”.
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La
montaña nevada de Yulong (dragón de jade), en Lijiang |
En opinión de He, el atractivo de Lijiang reside
tanto en su belleza externa como en su trasfondo cultural. Antes,
la mayoría de los turistas tenían un alto nivel cultural, mientras
que ahora muchos vienen simplemente por curiosidad. Antes, los
turistas que entraban en su tienda mostraban interés por todo
lo relacionado con los nasi ; ahora, en cambio, muchos de ellos se limitan a preguntar
los precios y pocos más. Este cambio de actitud apena un poco
a He, puesto que lo que a él le gustaría es que la cultura nasi fuese más y mejor conocida.