FEBRERO 2003

 

 

 

 

 

 

 

 


                                          Viaje al lago Hanas

Por CHEN XI

A la orilla del tranquilo lago Hanas

La región autónoma de Xinjiang ocupa una extensión de 620.000 kilómetros cuadrados (la sexta parte del territorio nacional), tiene una población de 1,48 millones de habitantes pertenecientes a diversas nacionalidades y es la parte de China más alejada del centro del país. A esta región también se la ha llamado “el centro del continente”, puesto que es la parte del mundo más distante del mar. En la antigüedad, numerosos viajeros y comerciantes recorrieron Xinjiang a través de la famosa Ruta de la Seda; hoy en día, son muchos los turistas que vienen a esta región atraídos por  sus lindas praderas y la inefable belleza del lago Hanas.

Desde Burqin (distrito situado en el extremo noroeste de China), tras recorrer 200 kilómetros del río del mismo nombre (que desemboca en el Océano Ártico) en dirección oeste, se llega al lago Hanas, donde el suelo está tapizado de verdes pastos, el agua es abundante y el aire rezuma frescor y pureza.

Es un mundo ciertamente fantástico: montañas cubiertas por la seda de hierba suave y ordenada; flores silvestres que salpican la pradera y halagan la vista; blancas ovejas que van lentamente de un lado a otro de la ladera; y una suave brisa que impregna el aire con la fragancia natural de las flores.

El lago de Hanas es un paraje tan hermoso que no hace falta buscar buenas escenas; lo único que hay que hacer es llevar unas cuantas cámaras colgadas a la cintura e ir sacando fotos. La verdad es que es un lugar de una belleza arrobadora.

Por si todo eso fuera poco, están los maravillosos picos de nieves perpetuas de los Montes Altay. El agua es el alma del lago Hanas. En efecto, aquí la belleza que dibuja el agua va más allá de lo extraordinario. Bajando desde el lago Hanas hasta el río Burqin, se pasa por el Recodo de la Luna y el Recodo del Dragón Agachado, tramos de aguas mansas que semejan inmensos jades blancos. El agua de nieve parece tener una tibieza difícil de imaginar. Al mirarla, uno llega a dudar de que sea un “líquido transparente”; pero al tomarla entre las manos, se comprueba que es realmente diáfana y fluida. En los lugares donde el agua se desplaza velozmente, su color varía según el ángulo de incidencia de la luz, pudiéndose ver, al mismo tiempo y claramente delimitados, tonos índigo, blanco lechoso, verduzco y verde esmeralda. Quien esto escribe ha estado en muchos lugares y ha visto muchas aguas, pero las de este lago le han dejado un recuerdo indeleble.

Mientras visitaba el lago Hanas, un encargado de la UNESCO dijo: “Este es el único lugar del planeta que todavía no ha sido explotado; su explotación debería consistir en mostrar la belleza inconmensurable de esta cuna de la Humanidad”.

Hace unos años, se estableció en esta zona una reserva natural de categoría nacional de 2.200 kilómetros cuadrados. El lago de Hanas, cuya profundidad máxima es de 188 metros, tiene una superficie de 45 kilómetros cuadrados.

Vista panorámica desde el quiosco de Miralpez

Este lago de altiplano se conoce también con el solemne nombre de “Lago sagrado de los cien cambios”, denominación que alude a la variación constante del paisaje circundante. De vez en cuando, las nubes bajan de la montaña y avanzan indolentes hasta rozar la superficie del lago. Para mayor admiración, a menudo las nubes y las brumas se persiguen convirtiéndose en compañeras inseparables. Como el día anterior había llovido, quien esto escribe y sus compañeros tuvieron ocasión de presenciar este peculiar fenómeno. Cuando subimos al barco, el cielo era de un color plomizo, pero al poco rato se tornó en azul puro. Las nubes deambulaban por las laderas de las montañas que se erguían a ambas orillas del lago: unas eran algodonosas, mientras que otras formaban líneas blancas que ceñían las montañas, sin que sus cambios obedeciesen a regla alguna. Transcurrida media hora, cuando el sol estaba ya en lo alto, las nubes se desvanecieron sin dejar huella. Parecía como si una mano invisible hubiera recogido la belleza envidiable del lago y la montaña, arrancando con ello un suspiro a los visitantes.

La mejor manera de contemplar el paisaje del lago Hanas consiste en ascender hasta el Quiosco de Miralpez, situado en una cumbre de 800 metros de altitud. Su nombre se debe a que, según los lugareños, precisamente desde este lugar puede contemplarse la gran carpa roja del lago. Al romper el alba nos pusimos en camino y al cabo de dos horas llegamos al Quiosco de Miralpez, desde donde mirando a los lejos, el lago Hanas parecía una cinta de jade que ribeteaba el valle, el bosque y las montañas nevadas.

Por la mañana temprano, el lago Hanas es de lo más apacible: una tenue bruma vaga sobre el agua y por entre los bosques cercanos, y, dando una pincelada mágica, convierte el paraje en un lienzo en movimiento. Debido a que las laderas, el agua y los bosques se distribuyen en diferentes niveles, cuando sale el sol, sus rayos no iluminan todo el lugar de inmediato, sino que van asomándose lentamente a través de la bruma. De pronto, un haz luminoso rasga el cielo índigo, la bruma comienza a desvanecerse y la luz se hace más y más brillante hasta cubrir con un manto áureo los árboles, las pendientes y la superficie del agua. De súbito, el sol aparece en todo su esplendor sobre el horizonte y en ese mismo instante las azuladas brumas se dispersan sin dejar rastro. Entonces, como si éstas nunca hubieran existido, contra el firmamento azul y remoto se recortan blancas nubes flotantes, grupos de pinos de altas copas y casitas de madera de techos rojos situadas al pie de las montañas, escena que parece transportar a quienes la contemplan al mundo de los cuentos de hadas.

Los cambios constantes del agua, las nubes y las brumas de la zona de Hanas resultan fácilmente embriagadores. En mongol “Hanas” significa “lago misterioso y bello”; tanto su misterio como su belleza residen en el atractivo que ofrecen sus cambios, del que el visitante se despide muy a su pesar. Quizá la gran belleza suele ser así y permanecer escondida entre las montañas, lo que explica los esfuerzos de los seres humanos por encontrarla.

Guía turística

Transporte

De Beijing a Urumqi (capital de Xinjiang) hay cuatro horas de avión; de Urumqi al distrito de Burqin hay ocho horas en automóvil. El lago Hanas está a 200 kilómetros de Burqin.

Alojamiento

En la zona del lago de Hanas el alojamiento cuesta 30 yuanes al día.

Dirección : 24, calle Baiwanzhuang, Beijing, 100037, China
Fax : 86-10-68328338
Sitio Web : http://www.chinatoday.com.cn
E-mail: chinahoy@chinatoday.com.cn
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