Los
anhelos culturales de Shenzhen
Por
SHEN HONGLEI
En un barrio de viviendas de Shenzhen se levanta un grupo
escultórico de bronce con estatuas de tamaño natural: un hombre
de negocios llamando por el móvil, un barrendero barriendo la
calle, una estudiante con su bicicleta. Junto a él, hay una
lápida de mármol negro de forma irregular con la siguiente inscripción:
“29 de diciembre de 1999
Un día en la vida de los shenzheneses
Un día como otro y personas como las demás
La historia en piedra
La historia de la ciudad...”
Es una instantánea de un día cualquiera en Shenzhen. Los
nombres y las profesiones de los personajes son verdaderos.
Se trata de personas normales y corrientes, como las que pueden
encontrarse en cualquier ciudad. Pero al visitar Shenzhen y
establecer contactos con sus habitantes, enseguida se advierte
en ellos un espíritu indomable. Bajo los fenómenos superficiales
de la ciudad, se perciben los anhelos culturales de los shenzheneses.
Y es que Shenzhen no es simplemente un producto del despegue
económico de China ni una aldea de pescadores que crece sin
cesar.
----La
Redacción
Un pie
en el pueblo natal y otro en el mundo
Hace unas décadas, Shenzhen no era más que un pequeño
pueblo de pescadores.
Una parada de autobús de la estación ferroviaria
de Shenzhen sigue llamándose “Pueblo de pescadores”, como si
quisiera recordar la historia de esta pujante ciudad.
Hace más de 700 años, el último emperador de la dinastía
Song del Sur se exilió a este lugar y finalmente se suicidó
arrojándose al mar en la bahía de Shenzhen. Los más de seis
mil supervivientes que escaparon con él de su tierra natal vivieron
errando por estos contornos y con el tiempo pasaron a ser conocidos
como kejiaren (huéspedes en tierra extraña) y llegaron a formar una
etnia independiente.
A primera vista, quienes viven en Shenzhen son personas
de paso. En esta ciudad es muy normal encontrarse con que las
decenas de personas que están esperando el autobús proceden
de puntos diferentes del país. Sin embargo, todas ellas encuentran
el calor familiar en la Ciudad de Huaqiao (chinos que viven
fueran del país), el Parque China en Miniatura y la Aldea de
la Culturas Étnicas de China.
En el Parque China en Miniatura pueden admirarse
las reliquias históricas y los paisajes naturales más conocidos
del país, reproducidos a pequeña escala y conforme a su distribución
geográfica. En la Aldea de las Culturas Étnicas hay 24 pueblos
empalizados representativos de 21 etnias minoritarias. Las rocas
que hay en estos pueblos han sido transportadas desde los lugares
originarios; los actores y actrices que viven en ellos y representan
a diario escenas cotidianas de sus respectivas nacionalidades,
son miembros de las etnias correspondientes y llevan trajes
tradicionales auténticos.
Wang Gang, joven subdirector general del holding
Ciudad de Huaqiao S.A., ha dedicado diez años y grandes esfuerzos
a la construcción de la Aldea de las Culturas Étnicas: “Los
chinos, a pesar de vivir y trabajar en diferentes lugares del
país y del mundo, estamos muy apegados a nuestro pueblo natal
y a nuestra familia. Este sentimiento guía el trabajo que se
realiza en la Ciudad de Huaquiao, que se esfuerza por ayudar
a los forasteros de Shenzhen a hacer realidad su sueño familiar.
En China conviven 56 etnias; y en Shenzhen conviven más de 20.000
miembros de minorías étnicas. Todos los años, al llegar la fiesta
de la luna, colgamos faroles rojos en la Aldea y organizamos
una gran velada para que los nuevos shenzheneses puedan celebrar
juntos y alegremente esta fiesta tradicional china de carácter
esencialmente familiar.
En el teatro de la Aldea suelen ofrecerse espectáculos
nocturnos de cantos y danzas de las minorías étnicas. Tuve ocasión
de presenciar Indumentaria
Oriental , un espectáculo inspirado en los trajes chinos.
Al ver a un pavo real danzando acompasadamente con una bailarina,
me decidí a entrevistar al director artístico del espectáculo,
quien, según me dijeron, lleva cinco años en Shenzhen, adonde
llegó procedente de las praderas del norte. “¿Por qué vino a
Shenzhen, una ciudad que hace sólo unos años era un desierto
cultural?”. Muy emocionado, el director me respondió: “Soy chino
y, como tal, llevo enraizada en mi corazón la cultura de las
56 etnias de China, cultura que, vaya adonde vaya, no puedo
olvidar ni abandonar”. A su parecer, los habitantes de Shenzhen
rebosan de nuevas ideas, energía y entusiasmo. “Esta ciudad
te permite experimentar y buscar cosas que nunca has hecho”,
añadió.
La Ciudad de Huaquiao, situada en la avenida Shennan,
ocupa una superficie de 4,8 kilómetros cuadrados. Si el Parque
de China en Miniatura y la Aldea de Culturas Étnicas transmiten
nobles sentimientos patrióticos, los rascacielos, los modernos
edificios de oficinas y el gran parque de atracciones de esta
“ciudad”, en cuya construcción se invirtieron 20.000 millones
de yuanes, nos permiten conocer los aspectos más innovadores
de Shenzhen.
En el Valle de la Alegría, un gran parque de atracciones,
los excitados gritos de los visitantes animan a probar las diversiones.
Wang Gang, su gerente general, dijo: “Para hacer cualquier cosa
en Shenzhen es indispensable tener una mentalidad comercial.
Nos esforzamos al máximo para que los visitantes encuentren
aquí la emoción, la alegría y la sensación de libertad que andan
buscando; de acuerdo con la inexorable ley del mercado, si no
lo consiguiéramos nuestra iniciativa empresarial estaría abocada
al fracaso”.
Como muy bien dijo Wang, Shenzhen sabe aprovechar
las experiencias ajenas y es muy consciente de que ahora tiene
la oportunidad de darse a conocer al resto del mundo. El Museo
Ventana del Mundo reúne las construcciones más representativas
del planeta. En su auditorio vi a una bailarina rusa de ojos
azules y cabello rubio bailando alegremente al compás de la
música. Lejos de conformarse con ser una de las ciudades más
desarrolladas de China, Shenzhen está decidida a convertirse
en una metrópoli internacional.
El metro
de Shenzhen
 |
Construcción
del metro de Shenzhen |
Mucha gente que viene de otras provincias o del extranjero
cree que Shenzhen es Hong Kong, puesto que por todas partes
se ven edificios altos y hay más construcciones de cristal que
en Seúl, capital de Corea del Sur. La avenida Shennan, con sus
seis carriles, junto con las anchas calles y los puentes a desnivel
configuran una excelente red viaria. En la actualidad, el parque
automovilístico de Shenzhen cuenta con alrededor de 300.000
vehículos, número que aumenta a un ritmo de 300 automóviles
al día. Por lo tanto, es evidente que las comunicaciones viarias
de la ciudad deben mejorarse sin cesar.
Al abordar el problema del tráfico de Shenzhen, Yu
Youjun, su joven alcalde, formuló estos tres principios, “En
primer lugar, acelerar la construcción de las vías de circulación;
en segundo lugar, ensanchar las existentes; y en tercer lugar,
hacer hincapié en la planificación, tomando como lema ´reducir
el número de pasos elevados e impulsar la construcción del metro´”.
A juicio de muchos ciudadanos, la construcción del
metro pondrá la ciudad patas arriba y la llenará del polvo.
Pero lo cierto es que la zona donde está construyéndose el metro
está aislada por un muro diseñado artísticamente cuyo color
armoniza con el entorno. Las vías avanzan silenciosamente bajo
tierra y en un ambiente limpio y agradable. En la sede de la
empresa Metro de Shenzhen S.A. me entrevisté con Liu Kading,
ingeniero general adjunto de las obras. El ingeniero Liu, miembro
del equipo de diseñadores de los metros de Shanghai y Guangzhou,
me explicó lo siguiente: “La construcción del metro de Shenzhen
está relacionada no sólo con la mejora del tráfico y el desarrollo
económico, sino también con la cultura y la construcción de
una ciudad más humana. De ahí que hayamos invertido 2.000 millones
de yuanes para lograr una construcción y un diseño humanizados”.
Quienes han tomado el metro en otras ciudades seguramente
comparten esta experiencia: cuando el tren llega a la estación,
los viajeros desprevenidos retroceden instintivamente unos pasos
al sentir su fuerte rebufo. Pero el metro de Shenzhen, además
de ahorrar un 40 por ciento de energía, es el primero de China
que cuenta con paneles que amortiguan el ruido y el viento.
Aparte de estos paneles protectores y la ausencia de barreras
arquitectónicas, el metro de Shenzhen dispone de los retretes
públicos más avanzados de China. Un teniente de alcalde de Shenzhen
ha inspeccionado varias veces estas instalaciones para resolver
el problema de los malos olores.
Yin Xiaoxing, un poeta paralítico, me dijo: “Una
vez entré en el ascensor de un edificio de Shenzhen con mi silla
de ruedas. Cuando por el espejo que tenía enfrente vi que se
cerraba la puerta del ascensor, rompí a llorar”. Yin estaba
conmovido por la consideración que Shenzhen muestra hacia los
disminuidos físicos y, al mismo tiempo, se sentía muy contento
de que sus amigos paralíticos pudiesen utilizar ascensores sin
ningún temor y con todas las facilidades. No cabe duda de que
la ausencia de barreras arquitectónicas en el metro de Shenzhen
facilitará enormemente su utilización a Yin Xiaoxing y sus amigos.
El 31 de agosto del 2002 el metro de Shenzhen, todavía
en obras, se abrió al público. Huang Weibiao no pudo controlarse
y dijo suspirando: “¡Es maravilloso! Es una obra grandiosa,
como la del metro de Moscú. Desde que en 1990 vi la película
El último tren del metro de París he anhelado que en mi ciudad
hubiese metro; hoy, este sueño se ha hecho realidad”.
La primera fase de la construcción cubre lugares
de 600 mil metros cuadrados, entre los cuales 110 mil son caminos
de la ciudad. El metro de Shenzhen se inaugurará oficialmente
en enero del 2004.
A partir de la estación situada entre las avenidas
Shennan y Binhe, la línea de metro se extiende hacia el oeste
a lo largo de 20 kilómetros uniendo barrios de oficinas, zonas
comerciales y viviendas de lujo.
La construcción de un kilómetro de línea de metro
exige una inversión media de 544 millones de yuanes. La aportación
financiera del gobierno municipal asciende al 70 por ciento
de la inversión total. El horario de servicio del metro será
de 6 de la mañana a 12 de la noche. “El metro llevará a los
trabajadores al punto de la ciudad al que deseen ir. Su trabajo
contribuye al embellecimiento y la prosperidad de la ciudad;
por lo tanto, la ciudad debe agradecerles de algún modo su contribución”.
El futuro enlace del metro de Shenzhen con el de
Hong Kong supondrá un ahorro no sólo de tiempo, sino también
de dinero, puesto que no será necesario pagar el costoso billete
de transbordo de avión. Se dice que el precio del billete de
la línea Shenzhen-Hong Kong no sobrepasará los cien yuanes.
Lo que unirá Shenzhen y Hong Kong no sólo será un río, sino
un agradable viaje en metro durante el que podrá leerse el periódico
de la mañana.
Paisajes
urbanos
En marzo del 2002, los cónsules de más de veinte
países acreditados en China visitaron Shenzhen a invitación
del alcalde Yu Youjun. Al contemplar la bella ciudad, dijeron
llenos de admiración: “Shenzhen es una ciudad con valores culturales,
hecho que la mantiene siempre viva en el corazón de las gentes”.
A lo largo de sus veinte años de desarrollo, el casco
urbano de Shenzhen ha pasado de tres kilómetros cuadrados a
300. Por otra parte, su planificación urbanística recibió el
premio otorgado por la Asociación Internacional de Arquitectos,
con lo que Shenzhen se convirtió en la primera ciudad de Asia
en obtener tal galardón.
En una pequeña calle de la antigua ciudad de Lijiang
(provincia de Yunnan), un periodista de Shenzhen estaba charlando
con un anciano de la etnia naxi .
De repente, el anciano le preguntó: “Mi hijo me ha dicho que
en Shenzhen hay un edificio tan alto que los días de lluvia
las nubes lo cubren hasta la mitad; ¿es cierto?”.
Ese edificio se llama Palacio Diwang (emperador de
la tierra). Cuando fui a Shenzhen por primera vez, me puse a
buscar la Mansión del Comercio Internacional, símbolo de la
“velocidad de Shenzhen” en los primeros años de la reforma y
la apertura. Pero no me resultó fácil. Al final, el taxista
señaló un edificio gris con unas decenas de pisos menos que
el Palacio Diwang escondido detrás de este edificio azul.
Hace veinte años, la Mansión del Comercio Internacional
llamó la atención de toda China, no sólo por la asombrosa rapidez
con la que se construyó, sino también por la originalidad de
su diseño. No obstante, las construcciones de aquellos años
pecaban de presunción, como muchos de quienes acudieron a Shenzhen
atraídos por la posibilidad de enriquecerse de la noche a la
mañana. Al pasar por delante del Teatro de Shenzhen, construido
en aquella época, y ver su forma de tortuga dorada, mucha gente
no puede evitar sonreír y decir suspirando: “Este edificio refleja
muy bien el talante del Shenzhen de aquel entonces, muy parecido
al de los nuevos ricos que se forraban de oro incluso los dientes”.
Comparado con el Palacio Diwang de 68 pisos, aquel
edifico del que los shenzheneses se sentían tan orgullosos parece
un enano. La avenida Shennan recorre más de 30 kilómetros atravesando
la ciudad de este a oeste. El Centro del Pueblo, actualmente
en construcción, desplazará el centro urbano hacia el sur. El
desarrollo urbanístico de Shenzhen ha entrado en una nueva etapa.
En diciembre de 1998, se iniciaron las seis obras
del Centro del Pueblo. A pesar de que todavía no está terminado,
el Centro del Pueblo, de primera categoría internacional, es
ya el complejo de construcciones públicas más representativo
de Shenzhen. El techo de su edificio principal, cuya forma recuerda
las alas extendidas de un pájaro gigantesco, tiene una longitud
de 560 metros. Debajo de las “alas” habrá un auditorio cuya
construcción, a juicio del prestigio arquitecto chino Wu Liangyong,
constituye ya una gesta dentro de la historia de la arquitectura
china. Su maqueta se halla actualmente expuesta en el Museo
de Frankfurt.
Chen Yixin, director del Buró de Recursos Territoriales
Nacionales y uno de sus diseñadores, me explicó que la realización
del proyecto del Centro del Pueblo se adjudicó mediante una
licitación pública internacional. Los licitantes dieron lo mejor
de sí y presentaron numerosos diseños de extraordinaria calidad
que materializaban diferentes experiencias y facetas culturales.
El diseño ganador subraya la grandiosidad y la simetría, y destaca
por el poder expansivo del componente visual.
A medida que una señorita tecleaba en una computadora,
en la gigantesca pantalla del salón de maquetas fue apareciendo
un amplio complejo de construcciones, en cuyo centro se apreciaba
una colina que me llamó la atención. Luego supe que fueron unos
arquitectos japoneses quienes la salvaron, ya que según el proyecto
original debía ser allanada y pavimentada. Aquella colina es
ahora un jardín que rivaliza con la Montaña de la Flor de Loto,
situada en el sur. Los arquitectos chinos levantaron diez metros
más la “cinta flotante”, adorno arquitectónico del principal
edificio del Centro del Pueblo, a fin de que pueda contemplarse
la verde Montaña de la Flor de Loto, que de este modo se integra
armoniosa y exquisitamente en el diseño general. A sugerencia
de varios arquitectos procedentes de Chicago, en las construcciones
que daban a la calle finalmente se conservó el qilou , elemento arquitectónico tradicional
relegado al olvido por la arquitectura china moderna, a pesar
de lo adecuado que resulta para el clima meridional.
Hace siglos, los lugareños inventaron el qilou , un pasillo cubierto construido
aprovechando el primer piso de los edificios que daban a la calle, para que cuando lloviese los viandantes
pudieran desplazarse sin molestias. La imagen de la gente resguardándose
de la lluvia bajo un qilou
es una de las más vívidas y representativas de las ciudades
costeras del sur de China. Además, la palabra qilou
suena bien en los dialectos del norte, de modo que se ha popularizado
en el resto del país.
Dirigiendo la mirada al sur desde los 384 metros
de altura a los que se halla el último piso del Palacio Diwang,
se contempla todo Hong Kong. Como un fino hilo, el serpenteante
río Shenzhen une en una misma costura las ciudades de Shenzhen
y Hong Kong. Eso me recordó un comentario que se hacía en el
telefilm Cien años de Shenzhen y Hong Kong : “Quienes nunca han estado
en Shenzhen no saben lo cerca que está de Hong Kong; y quienes
nunca han estado en Hong Kong desconocen su afecto por Shenzhen”.
Estudiar
y progresar continuamente
Shenzhen es una ciudad de inmigrantes. Al llegar
la Fiesta de la Primavera, la celebración anual más importante
de China, los shenzheneses levantan el vuelo como aves migratorias
y se dirigen a su pueblo natal, dejando Shenzhen prácticamente
desierta.
La inmensa mayoría de los 4.300.000 habitantes de
esta ciudad provienen de muchos lugares diferentes, pero todo
ellos hablan el mismo dialecto, el putonghua
(chino mandarín); antes no se conocían, pero ahora todos son
shenzheneses. Shenzhen es lo que es hoy gracias a sus esfuerzos
y su laboriosidad.
Una noche pasé por el Palacio Diwang y vi a lo lejos
un edificio con todas sus ventanas iluminadas. Eran las nueve
y media. De repente, por la puerta principal de ese edificio
una multitud comenzó a salir en tropel. Me acerqué y vi un gran
letrero que decía: “Instituto de Educación para Adultos”.
Huang Xiaorong, secretaria de una compañía, ya posee
el título licenciada, pero todos los días, al terminar su jornada
laboral, se apresura a venir hasta aquí para seguir aprendiendo
inglés. En este instituto también estudian directores y responsables
de entidades estatales y de empresas que desean obtener el título
de posgraduado o de doctor. Anzi, una joven procedente del campo,
obtuvo su título universitario en este instituto. Tras más de
diez años de esfuerzos, Anzi alcanzó el éxito. En su novela
autobiográfica Posada
de mi juventud hay un lema, “Todos tienen la oportunidad
de encontrar un lugar bajo el sol”, que, transmitido de boca
en boca, anima a muchos jóvenes que vienen a esta ciudad a trabajar
con ilusión para hacer realidad sus sueños.
Los shenzheneses no escatiman el dinero a la hora
de comprar libros. Los días festivos las bibliotecas están repletas
de lectores cuyo promedio de edad oscila entre los veinte y
los treinta años. A los shenzheneses les gusta estudiar y, además,
saben cómo hacerlo. Hace cuatro años, un conocido mío trabajaba
de chófer en una compañía inmobiliaria. Después de ver ir y
venir a tantos compradores de viviendas, decidió probar suerte
como vendedor de viviendas. Pronto empezó a aprovechar su tiempo
libre para realizar estudios de mercado y analizar detenidamente
la estructura de los diferentes tipos de vivienda, con todo
lo cual acumuló una gran cantidad de información. Un día, el
chófer de su gerente se puso enfermo y tuvo que sustituirlo,
circunstancia que aprovechó para pedirle que le permitiera pasar
al departamento de ventas. Ahora ya es gerente general de la
compañía.
Al hablar de las relaciones humanas en Shenzhen,
casi todas las personas a las que entrevisté mencionaron la
palabra “igualdad”. Las experiencias e impresiones de todas
ellas son similares: cualquiera que vaya a Beijing y entre en
una oficina estatal, aunque sea la de correos, siempre nota
algo que le recuerda que es un forastero. La altanería de los
beijineses es un aviso de que en esta ciudad imperial hay murallas
por todas partes. En Shenzhen, todas las personas son iguales,
existan o no relaciones de parentesco entre ellas, de manera
que aquí no hay lugar para el nepotismo.
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Gracias
a la Universidad Virtual, desde Shenzhen es posible seguir
los cursos de las academias más prestigiosas del país |
La Feria de Tecnología Punta de China se celebró
por primera vez en 1999, en sustitución de la ya tradicional
Feria de la Fruta. El gerente general de Kexing Biotech S.A
de Shenzhen dijo lleno de orgullo: “No sé de dónde salieron
tantos aficionados a la ciencia y la tecnología, pero aquel
día los cientos de miles metros cuadrados del pabellón de la
feria estaban llenos de gente. Esa escena era un fiel reflejo
de las ganas de aprender de los shenzheneses”. Como dijo el
gerente general de la citada compañía, la Feria Industrial de
Shanghai es la más antigua; la Semana Tecnológica de Beijing,
la que tiene mayor repercusión en la sociedad; la Feria Agrícola
de Xi´an, las más joven y vivaz; pero la de Shenzhen es la de
mayor envergadura y la más fructífera. Refiriéndose a la Feria
de Tecnología Punta de China, el vicepremier británico John
Prescott declaró: “Aquí se encuentra la flor y nata de
China, y se ve un avance de lo que este país será en el futuro.
La tecnología punta está desarrollándose a un ritmo asombroso”.
Frente a un edificio del Parque de Tecnología Punta
de Shenzhen ondean varias banderas con los nombres de algunas
de las universidades más famosas de China: la Universidad Qinghua,
la Universidad de Beijing, la Universidad de Ciencias e Ingeniería
de Beijing, la Universidad de Comunicaciones de Shanghai, etcétera.
Estamos en la primera y única universidad virtual de China.
La Universidad Virtual, cuyo nombre original era
Universidad por Internet, carece de campus, puesto que la enseñanza
se imparte mediante la conexión por Internet con diferentes
universidades del país. Además, dichas universidades han establecido
sus oficinas en un mismo punto del Parque de Tecnología Punta
de Shenzhen, con el fin de facilitar los intercambios directos
con las empresas. Así, éstas pueden obtener ayuda de aquéllas
en ámbitos como la formación de personal, la transferencia de
aplicaciones tecnológicas y la orientación de las inversiones,
mientras que las universidades reciben apoyo económico y realizan
estudios específicos y prácticos. Por lo tanto, es comprensible
que muchas y prestigiosas universidades chinas intenten izar
aquí su bandera.
Son muchos quienes opinan que Shenzhen es una ciudad
muy competitiva en todos los ámbitos menos en el educativo,
ya que en toda la ciudad sólo hay un centro de enseñanza superior:
la Universidad de Shenzhen. Pero la Universidad Virtual está
agrupando a todo tipo de personas de talento y sus avances tecnológicos
con el ímpetu de un gran torbellino.
A los shenzheneses les fascina soñar, pero no por
ello dejan de ser prácticos. “Si quiere saber hasta qué punto
los shenzheneses son personas esencialmente prácticas, lea lo
que publicaron los periódicos antes y después del 1 de julio
del 2002”, dijo el director de una compañía informática. Éste
añadió: “El 1 de julio del 2002 se conmemoró el 80 aniversario
de la fundación del Partido Comunista de China, celebración
en la que los dirigentes estatales pronunciaron importantes
discursos. Con la eficiencia que los caracteriza, los shenzheneses
organizaron una serie de actividades para estudiar el contenido
de dichos discursos. Al cabo de tres días, los principales medios
de comunicación publicaron un reportaje en el que se llegaba
a la conclusión de que el trabajo prioritario que debía llevar
a cabo el gobierno municipal en la próxima etapa era el de perfeccionar
sus leyes y estipulaciones. Al poco tiempo, se publicó una serie
de leyes y estipulaciones revisadas. En otros lugares, se emplean
días y más días en leer y estudiar los discursos en innumerables
reuniones que exigen a sus muchos participantes grandes dosis
de concentración y energía. Pero Shenzhen no puede permitirse
aminorar el paso de su construcción”.
El respeto a la libertad, a la personalidad, a los
conocimientos y a la inteligencia hace de Shenzhen una ciudad
siempre atractiva y próspera.
En la avenida de Shennan hay un gigantesco retrato
de Deng Xiaoping, ante el cual se toman fotos los turistas que
visitan la ciudad. Ya han pasado 20 años desde que Deng Xiaoping
efectuó su visita de inspección y fundó la Zona Económica Especial
de Shenzhen. A lo largo de estas dos décadas, Shenzhen ha ido
dejando de ser como un niño para transformarse en un adulto,
proceso en el que sus horizontes espirituales y culturales no
han cesado de ampliarse.