FEBRERO 2003

 

 

 

 

 

 

 

 


                             Los anhelos culturales de Shenzhen

 

Por SHEN HONGLEI

En un barrio de viviendas de Shenzhen se levanta un grupo escultórico de bronce con estatuas de tamaño natural: un hombre de negocios llamando por el móvil, un barrendero barriendo la calle, una estudiante con su bicicleta. Junto a él, hay una lápida de mármol negro de forma irregular con la siguiente inscripción:

“29 de diciembre de 1999

Un día en la vida de los shenzheneses

Un día como otro y personas como las demás

La historia en piedra

La historia de la ciudad...”

Es una instantánea de un día cualquiera en Shenzhen. Los nombres y las profesiones de los personajes son verdaderos. Se trata de personas normales y corrientes, como las que pueden encontrarse en cualquier ciudad. Pero al visitar Shenzhen y establecer contactos con sus habitantes, enseguida se advierte en ellos un espíritu indomable. Bajo los fenómenos superficiales de la ciudad, se perciben los anhelos culturales de los shenzheneses. Y es que Shenzhen no es simplemente un producto del despegue económico de China ni una aldea de pescadores que crece sin cesar.

                                                                                      ----La Redacción

Un pie en el pueblo natal y otro en el mundo

Hace unas décadas, Shenzhen no era más que un pequeño pueblo de pescadores.

Una parada de autobús de la estación ferroviaria de Shenzhen sigue llamándose “Pueblo de pescadores”, como si quisiera recordar la historia de esta pujante ciudad.

Hace más de 700 años, el último emperador de la dinastía Song del Sur se exilió a este lugar y finalmente se suicidó arrojándose al mar en la bahía de Shenzhen. Los más de seis mil supervivientes que escaparon con él de su tierra natal vivieron errando por estos contornos y con el tiempo pasaron a ser conocidos como  kejiaren  (huéspedes en tierra extraña) y llegaron a formar una etnia independiente.

A primera vista, quienes viven en Shenzhen son personas de paso. En esta ciudad es muy normal encontrarse con que las decenas de personas que están esperando el autobús proceden de puntos diferentes del país. Sin embargo, todas ellas encuentran el calor familiar en la Ciudad de Huaqiao (chinos que viven fueran del país), el Parque China en Miniatura y la Aldea de la Culturas Étnicas de China.

En el Parque China en Miniatura pueden admirarse las reliquias históricas y los paisajes naturales más conocidos del país, reproducidos a pequeña escala y conforme a su distribución geográfica. En la Aldea de las Culturas Étnicas hay 24 pueblos empalizados representativos de 21 etnias minoritarias. Las rocas que hay en estos pueblos han sido transportadas desde los lugares originarios; los actores y actrices que viven en ellos y representan a diario escenas cotidianas de sus respectivas nacionalidades, son miembros de las etnias correspondientes y llevan trajes tradicionales auténticos.

Wang Gang, joven subdirector general del holding Ciudad de Huaqiao S.A., ha dedicado diez años y grandes esfuerzos a la construcción de la Aldea de las Culturas Étnicas: “Los chinos, a pesar de vivir y trabajar en diferentes lugares del país y del mundo, estamos muy apegados a nuestro pueblo natal y a nuestra familia. Este sentimiento guía el trabajo que se realiza en la Ciudad de Huaquiao, que se esfuerza por ayudar a los forasteros de Shenzhen a hacer realidad su sueño familiar. En China conviven 56 etnias; y en Shenzhen conviven más de 20.000 miembros de minorías étnicas. Todos los años, al llegar la fiesta de la luna, colgamos faroles rojos en la Aldea y organizamos una gran velada para que los nuevos shenzheneses puedan celebrar juntos y alegremente esta fiesta tradicional china de carácter esencialmente familiar.

En el teatro de la Aldea suelen ofrecerse espectáculos nocturnos de cantos y danzas de las minorías étnicas. Tuve ocasión de presenciar  Indumentaria Oriental , un espectáculo inspirado en los trajes chinos. Al ver a un pavo real danzando acompasadamente con una bailarina, me decidí a entrevistar al director artístico del espectáculo, quien, según me dijeron, lleva cinco años en Shenzhen, adonde llegó procedente de las praderas del norte. “¿Por qué vino a Shenzhen, una ciudad que hace sólo unos años era un desierto cultural?”. Muy emocionado, el director me respondió: “Soy chino y, como tal, llevo enraizada en mi corazón la cultura de las 56 etnias de China, cultura que, vaya adonde vaya, no puedo olvidar ni abandonar”. A su parecer, los habitantes de Shenzhen rebosan de nuevas ideas, energía y entusiasmo. “Esta ciudad te permite experimentar y buscar cosas que nunca has hecho”, añadió.

La Ciudad de Huaquiao, situada en la avenida Shennan, ocupa una superficie de 4,8 kilómetros cuadrados. Si el Parque de China en Miniatura y la Aldea de Culturas Étnicas transmiten nobles sentimientos patrióticos, los rascacielos, los modernos edificios de oficinas y el gran parque de atracciones de esta “ciudad”, en cuya construcción se invirtieron 20.000 millones de yuanes, nos permiten conocer los aspectos más innovadores de Shenzhen.

En el Valle de la Alegría, un gran parque de atracciones, los excitados gritos de los visitantes animan a probar las diversiones. Wang Gang, su gerente general, dijo: “Para hacer cualquier cosa en Shenzhen es indispensable tener una mentalidad comercial. Nos esforzamos al máximo para que los visitantes encuentren aquí la emoción, la alegría y la sensación de libertad que andan buscando; de acuerdo con la inexorable ley del mercado, si no lo consiguiéramos nuestra iniciativa empresarial estaría abocada al fracaso”.

Como muy bien dijo Wang, Shenzhen sabe aprovechar las experiencias ajenas y es muy consciente de que ahora tiene la oportunidad de darse a conocer al resto del mundo. El Museo Ventana del Mundo reúne las construcciones más representativas del planeta. En su auditorio vi a una bailarina rusa de ojos azules y cabello rubio bailando alegremente al compás de la música. Lejos de conformarse con ser una de las ciudades más desarrolladas de China, Shenzhen está decidida a convertirse en una metrópoli internacional.

El metro de Shenzhen

Construcción del metro de Shenzhen

Mucha gente que viene de otras provincias o del extranjero cree que Shenzhen es Hong Kong, puesto que por todas partes se ven edificios altos y hay más construcciones de cristal que en Seúl, capital de Corea del Sur. La avenida Shennan, con sus seis carriles, junto con las anchas calles y los puentes a desnivel configuran una excelente red viaria. En la actualidad, el parque automovilístico de Shenzhen cuenta con alrededor de 300.000 vehículos, número que aumenta a un ritmo de 300 automóviles al día. Por lo tanto, es evidente que las comunicaciones viarias de la ciudad deben mejorarse sin cesar.

Al abordar el problema del tráfico de Shenzhen, Yu Youjun, su joven alcalde, formuló estos tres principios, “En primer lugar, acelerar la construcción de las vías de circulación; en segundo lugar, ensanchar las existentes; y en tercer lugar, hacer hincapié en la planificación, tomando como lema ´reducir el número de pasos elevados e impulsar la construcción del metro´”.

A juicio de muchos ciudadanos, la construcción del metro pondrá la ciudad patas arriba y la llenará del polvo. Pero lo cierto es que la zona donde está construyéndose el metro está aislada por un muro diseñado artísticamente cuyo color armoniza con el entorno. Las vías avanzan silenciosamente bajo tierra y en un ambiente limpio y agradable. En la sede de la empresa Metro de Shenzhen S.A. me entrevisté con Liu Kading, ingeniero general adjunto de las obras. El ingeniero Liu, miembro del equipo de diseñadores de los metros de Shanghai y Guangzhou, me explicó lo siguiente: “La construcción del metro de Shenzhen está relacionada no sólo con la mejora del tráfico y el desarrollo económico, sino también con la cultura y la construcción de una ciudad más humana. De ahí que hayamos invertido 2.000 millones de yuanes para lograr una construcción y un diseño humanizados”.

Quienes han tomado el metro en otras ciudades seguramente comparten esta experiencia: cuando el tren llega a la estación, los viajeros desprevenidos retroceden instintivamente unos pasos al sentir su fuerte rebufo. Pero el metro de Shenzhen, además de ahorrar un 40 por ciento de energía, es el primero de China que cuenta con paneles que amortiguan el ruido y el viento. Aparte de estos paneles protectores y la ausencia de barreras arquitectónicas, el metro de Shenzhen dispone de los retretes públicos más avanzados de China. Un teniente de alcalde de Shenzhen ha inspeccionado varias veces estas instalaciones para resolver el problema de los malos olores.

Yin Xiaoxing, un poeta paralítico, me dijo: “Una vez entré en el ascensor de un edificio de Shenzhen con mi silla de ruedas. Cuando por el espejo que tenía enfrente vi que se cerraba la puerta del ascensor, rompí a llorar”. Yin estaba conmovido por la consideración que Shenzhen muestra hacia los disminuidos físicos y, al mismo tiempo, se sentía muy contento de que sus amigos paralíticos pudiesen utilizar ascensores sin ningún temor y con todas las facilidades. No cabe duda de que la ausencia de barreras arquitectónicas en el metro de Shenzhen facilitará enormemente su utilización a Yin Xiaoxing y sus amigos.

El 31 de agosto del 2002 el metro de Shenzhen, todavía en obras, se abrió al público. Huang Weibiao no pudo controlarse y dijo suspirando: “¡Es maravilloso! Es una obra grandiosa, como la del metro de Moscú. Desde que en 1990 vi la película  El último tren del metro de París  he anhelado que en mi ciudad hubiese metro; hoy, este sueño se ha hecho realidad”.

La primera fase de la construcción cubre lugares de 600 mil metros cuadrados, entre los cuales 110 mil son caminos de la ciudad. El metro de Shenzhen se inaugurará oficialmente en enero del 2004.

A partir de la estación situada entre las avenidas Shennan y Binhe, la línea de metro se extiende hacia el oeste a lo largo de 20 kilómetros uniendo barrios de oficinas, zonas comerciales y viviendas de lujo.

La construcción de un kilómetro de línea de metro exige una inversión media de 544 millones de yuanes. La aportación financiera del gobierno municipal asciende al 70 por ciento de la inversión total. El horario de servicio del metro será de 6 de la mañana a 12 de la noche. “El metro llevará a los trabajadores al punto de la ciudad al que deseen ir. Su trabajo contribuye al embellecimiento y la prosperidad de la ciudad; por lo tanto, la ciudad debe agradecerles de algún modo su contribución”.

El futuro enlace del metro de Shenzhen con el de Hong Kong supondrá un ahorro no sólo de tiempo, sino también de dinero, puesto que no será necesario pagar el costoso billete de transbordo de avión. Se dice que el precio del billete de la línea Shenzhen-Hong Kong no sobrepasará los cien yuanes. Lo que unirá Shenzhen y Hong Kong no sólo será un río, sino un agradable viaje en metro durante el que podrá leerse el periódico de la mañana.

Paisajes urbanos

En marzo del 2002, los cónsules de más de veinte países acreditados en China visitaron Shenzhen a invitación del alcalde Yu Youjun. Al contemplar la bella ciudad, dijeron llenos de admiración: “Shenzhen es una ciudad con valores culturales, hecho que la mantiene siempre viva en el corazón de las gentes”.

A lo largo de sus veinte años de desarrollo, el casco urbano de Shenzhen ha pasado de tres kilómetros cuadrados a 300. Por otra parte, su planificación urbanística recibió el premio otorgado por la Asociación Internacional de Arquitectos, con lo que Shenzhen se convirtió en la primera ciudad de Asia en obtener tal galardón.

En una pequeña calle de la antigua ciudad de Lijiang (provincia de Yunnan), un periodista de Shenzhen estaba charlando con un anciano de la etnia  naxi . De repente, el anciano le preguntó: “Mi hijo me ha dicho que en Shenzhen hay un edificio tan alto que los días de lluvia las nubes lo cubren hasta la mitad; ¿es cierto?”.

Ese edificio se llama Palacio Diwang (emperador de la tierra). Cuando fui a Shenzhen por primera vez, me puse a buscar la Mansión del Comercio Internacional, símbolo de la “velocidad de Shenzhen” en los primeros años de la reforma y la apertura. Pero no me resultó fácil. Al final, el taxista señaló un edificio gris con unas decenas de pisos menos que el Palacio Diwang escondido detrás de este edificio azul.

Hace veinte años, la Mansión del Comercio Internacional llamó la atención de toda China, no sólo por la asombrosa rapidez con la que se construyó, sino también por la originalidad de su diseño. No obstante, las construcciones de aquellos años pecaban de presunción, como muchos de quienes acudieron a Shenzhen atraídos por la posibilidad de enriquecerse de la noche a la mañana. Al pasar por delante del Teatro de Shenzhen, construido en aquella época, y ver su forma de tortuga dorada, mucha gente no puede evitar sonreír y decir suspirando: “Este edificio refleja muy bien el talante del Shenzhen de aquel entonces, muy parecido al de los nuevos ricos que se forraban de oro incluso los dientes”.

Comparado con el Palacio Diwang de 68 pisos, aquel edifico del que los shenzheneses se sentían tan orgullosos parece un enano. La avenida Shennan recorre más de 30 kilómetros atravesando la ciudad de este a oeste. El Centro del Pueblo, actualmente en construcción, desplazará el centro urbano hacia el sur. El desarrollo urbanístico de Shenzhen ha entrado en una nueva etapa.

En diciembre de 1998, se iniciaron las seis obras del Centro del Pueblo. A pesar de que todavía no está terminado, el Centro del Pueblo, de primera categoría internacional, es ya el complejo de construcciones públicas más representativo de Shenzhen. El techo de su edificio principal, cuya forma recuerda las alas extendidas de un pájaro gigantesco, tiene una longitud de 560 metros. Debajo de las “alas” habrá un auditorio cuya construcción, a juicio del prestigio arquitecto chino Wu Liangyong, constituye ya una gesta dentro de la historia de la arquitectura china. Su maqueta se halla actualmente expuesta en el Museo de Frankfurt.

Chen Yixin, director del Buró de Recursos Territoriales Nacionales y uno de sus diseñadores, me explicó que la realización del proyecto del Centro del Pueblo se adjudicó mediante una licitación pública internacional. Los licitantes dieron lo mejor de sí y presentaron numerosos diseños de extraordinaria calidad que materializaban  diferentes experiencias y facetas culturales. El diseño ganador subraya la grandiosidad y la simetría, y destaca por el poder expansivo del componente visual.

A medida que una señorita tecleaba en una computadora, en la gigantesca pantalla del salón de maquetas fue apareciendo un amplio complejo de construcciones, en cuyo centro se apreciaba una colina que me llamó la atención. Luego supe que fueron unos arquitectos japoneses quienes la salvaron, ya que según el proyecto original debía ser allanada y pavimentada. Aquella colina es ahora un jardín que rivaliza con la Montaña de la Flor de Loto, situada en el sur. Los arquitectos chinos levantaron diez metros más la “cinta flotante”, adorno arquitectónico del principal edificio del Centro del Pueblo, a fin de que pueda contemplarse la verde Montaña de la Flor de Loto, que de este modo se integra armoniosa y exquisitamente en el diseño general. A sugerencia de varios arquitectos procedentes de Chicago, en las construcciones que daban a la calle finalmente se conservó el  qilou , elemento arquitectónico tradicional relegado al olvido por la arquitectura china moderna, a pesar de lo adecuado que resulta para el clima meridional.

Hace siglos, los lugareños inventaron el  qilou , un pasillo cubierto construido aprovechando el primer piso de los edificios que daban a  la calle, para que cuando lloviese los viandantes pudieran desplazarse sin molestias. La imagen de la gente resguardándose de la lluvia bajo un  qilou  es una de las más vívidas y representativas de las ciudades costeras del sur de China. Además, la palabra  qilou  suena bien en los dialectos del norte, de modo que se ha popularizado en el resto del país.

Dirigiendo la mirada al sur desde los 384 metros de altura a los que se halla el último piso del Palacio Diwang, se contempla todo Hong Kong. Como un fino hilo, el serpenteante río Shenzhen une en una misma costura las ciudades de Shenzhen y Hong Kong. Eso me recordó un comentario que se hacía en el telefilm  Cien años de Shenzhen y Hong Kong : “Quienes nunca han estado en Shenzhen no saben lo cerca que está de Hong Kong; y quienes nunca han estado en Hong Kong desconocen su afecto por Shenzhen”.

Estudiar y progresar continuamente

Shenzhen es una ciudad de inmigrantes. Al llegar la Fiesta de la Primavera, la celebración anual más importante de China, los shenzheneses levantan el vuelo como aves migratorias y se dirigen a su pueblo natal, dejando Shenzhen prácticamente desierta.

La inmensa mayoría de los 4.300.000 habitantes de esta ciudad provienen de muchos lugares diferentes, pero todo ellos hablan el mismo dialecto, el  putonghua  (chino mandarín); antes no se conocían, pero ahora todos son shenzheneses. Shenzhen es lo que es hoy gracias a sus esfuerzos y su laboriosidad.

Una noche pasé por el Palacio Diwang y vi a lo lejos un edificio con todas sus ventanas iluminadas. Eran las nueve y media. De repente, por la puerta principal de ese edificio una multitud comenzó a salir en tropel. Me acerqué y vi un gran letrero que decía: “Instituto de Educación para Adultos”.

Huang Xiaorong, secretaria de una compañía, ya posee el título licenciada, pero todos los días, al terminar su jornada laboral, se apresura a venir hasta aquí para seguir aprendiendo inglés. En este instituto también estudian directores y responsables de entidades estatales y de empresas que desean obtener el título de posgraduado o de doctor. Anzi, una joven procedente del campo, obtuvo su título universitario en este instituto. Tras más de diez años de esfuerzos, Anzi alcanzó el éxito. En su novela autobiográfica  Posada de mi juventud  hay un lema, “Todos tienen la oportunidad de encontrar un lugar bajo el sol”, que, transmitido de boca en boca, anima a muchos jóvenes que vienen a esta ciudad a trabajar con ilusión para hacer realidad sus sueños.

Los shenzheneses no escatiman el dinero a la hora de comprar libros. Los días festivos las bibliotecas están repletas de lectores cuyo promedio de edad oscila entre los veinte y los treinta años. A los shenzheneses les gusta estudiar y, además, saben cómo hacerlo. Hace cuatro años, un conocido mío trabajaba de chófer en una compañía inmobiliaria. Después de ver ir y venir a tantos compradores de viviendas, decidió probar suerte como vendedor de viviendas. Pronto empezó a aprovechar su tiempo libre para realizar estudios de mercado y analizar detenidamente la estructura de los diferentes tipos de vivienda, con todo lo cual acumuló una gran cantidad de información. Un día, el chófer de su gerente se puso enfermo y tuvo que sustituirlo, circunstancia que aprovechó para pedirle que le permitiera pasar al departamento de ventas. Ahora ya es gerente general de la compañía.

Al hablar de las relaciones humanas en Shenzhen, casi todas las personas a las que entrevisté mencionaron la palabra “igualdad”. Las experiencias e impresiones de todas ellas son similares: cualquiera que vaya a Beijing y entre en una oficina estatal, aunque sea la de correos, siempre nota algo que le recuerda que es un forastero. La altanería de los beijineses es un aviso de que en esta ciudad imperial hay murallas por todas partes. En Shenzhen, todas las personas son iguales, existan o no relaciones de parentesco entre ellas, de manera que aquí no hay lugar para el nepotismo.

Gracias a la Universidad Virtual, desde Shenzhen es posible seguir los cursos de las academias más prestigiosas del país

La Feria de Tecnología Punta de China se celebró por primera vez en 1999, en sustitución de la ya tradicional Feria de la Fruta. El gerente general de Kexing Biotech S.A de Shenzhen dijo lleno de orgullo: “No sé de dónde salieron tantos aficionados a la ciencia y la tecnología, pero aquel día los cientos de miles metros cuadrados del pabellón de la feria estaban llenos de gente. Esa escena era un fiel reflejo de las ganas de aprender de los shenzheneses”. Como dijo el gerente general de la citada compañía, la Feria Industrial de Shanghai es la más antigua; la Semana Tecnológica de Beijing, la que tiene mayor repercusión en la sociedad; la Feria Agrícola de Xi´an, las más joven y vivaz; pero la de Shenzhen es la de mayor envergadura y la más fructífera. Refiriéndose a la Feria de Tecnología Punta de China, el vicepremier británico John Prescott declaró: “Aquí se encuentra la flor y nata de China, y se ve un avance de lo que este país será en el futuro. La tecnología punta está desarrollándose a un ritmo asombroso”.

Frente a un edificio del Parque de Tecnología Punta de Shenzhen ondean varias banderas con los nombres de algunas de las universidades más famosas de China: la Universidad Qinghua, la Universidad de Beijing, la Universidad de Ciencias e Ingeniería de Beijing, la Universidad de Comunicaciones de Shanghai, etcétera. Estamos en la primera y única universidad virtual de China.

La Universidad Virtual, cuyo nombre original era Universidad por Internet, carece de campus, puesto que la enseñanza se imparte mediante la conexión por Internet con diferentes universidades del país. Además, dichas universidades han establecido sus oficinas en un mismo punto del Parque de Tecnología Punta de Shenzhen, con el fin de facilitar los intercambios directos con las empresas. Así, éstas pueden obtener ayuda de aquéllas en ámbitos como la formación de personal, la transferencia de aplicaciones tecnológicas y la orientación de las inversiones, mientras que las universidades reciben apoyo económico y realizan estudios específicos y prácticos. Por lo tanto, es comprensible que muchas y prestigiosas universidades chinas intenten izar aquí su bandera. 

Son muchos quienes opinan que Shenzhen es una ciudad muy competitiva en todos los ámbitos menos en el educativo, ya que en toda la ciudad sólo hay un centro de enseñanza superior: la Universidad de Shenzhen. Pero la Universidad Virtual está agrupando a todo tipo de personas de talento y sus avances tecnológicos con el ímpetu de un gran torbellino.

A los shenzheneses les fascina soñar, pero no por ello dejan de ser prácticos. “Si quiere saber hasta qué punto los shenzheneses son personas esencialmente prácticas, lea lo que publicaron los periódicos antes y después del 1 de julio del 2002”, dijo el director de una compañía informática. Éste añadió: “El 1 de julio del 2002 se conmemoró el 80 aniversario de la fundación del Partido Comunista de China, celebración en la que los dirigentes estatales pronunciaron importantes discursos. Con la eficiencia que los caracteriza, los shenzheneses organizaron una serie de actividades para estudiar el contenido de dichos discursos. Al cabo de tres días, los principales medios de comunicación publicaron un reportaje en el que se llegaba a la conclusión de que el trabajo prioritario que debía llevar a cabo el gobierno municipal en la próxima etapa era el de perfeccionar sus leyes y estipulaciones. Al poco tiempo, se publicó una serie de leyes y estipulaciones revisadas. En otros lugares, se emplean días y más días en leer y estudiar los discursos en innumerables reuniones que exigen a sus muchos participantes grandes dosis de concentración y energía. Pero Shenzhen no puede permitirse aminorar el paso de su construcción”.

El respeto a la libertad, a la personalidad, a los conocimientos y a la inteligencia hace de Shenzhen una ciudad siempre atractiva y próspera.

En la avenida de Shennan hay un gigantesco retrato de Deng Xiaoping, ante el cual se toman fotos los turistas que visitan la ciudad. Ya han pasado 20 años desde que Deng Xiaoping efectuó su visita de inspección y fundó la Zona Económica Especial de Shenzhen. A lo largo de estas dos décadas, Shenzhen ha ido dejando de ser como un niño para transformarse en un adulto, proceso en el que sus horizontes espirituales y culturales no han cesado de ampliarse.

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