Caligrafía
china
Por GUILLERMO DAÑINO
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Exposición
de caligrafías celebrada con ocasión del XVI Congreso Nacional
del PCCh |
Hace unos días me encontré en
la Escuela de Bellas Artes de Nanjing con Zhang Wenjun, pintor
de paisajes, calígrafo notable y maestro. Conversando de su
tema preferido, la caligrafía, le faltaban las palabras.
Caligrafía y pintura tienen la misma raíz, no
sólo por utilizar los mismos materiales: pincel, tinta y papel.
Para ser pintor hay que ser calígrafo y viceversa. Decisión,
fuerza, agilidad, seguridad, sutileza y flexibilidad en el uso
del pincel, se logran practicando la escritura. Un calígrafo
era poeta, músico, grabador, erudito, funcionario del gobierno
y pintor.
Las relaciones entre caligrafía
y naturaleza son indirectas. Por esta razón, los críticos hablan
de las obras maestras con metáforas naturales: estos caracteres
son aves de presa que giran en torbellino o gaviotas que vuelan
sobre el mar; se ven rasgos como relámpagos o como piedras que
caen, serpientes danzarinas, rocas escarpadas o precipicios
abruptos.
A propósito de Wang Xizhi, del siglo cuarto, un crítico decía: “Su escritura
semeja a un tigre agazapado a las puertas del palacio del fénix,
un dragón que vuela en el paraíso terrestre”. La crítica se
hace con imágenes poéticas tomadas de la naturaleza: el tigre
es majestad, fuerza contenida, estatismo; el dragón, elasticidad,
vivacidad, dinamismo. Se sintetiza el espíritu de una obra mediante
una imagen.
La elegancia de los trazos caligráficos
se compara a los cuellos de los gansos; ciertos puntos son rocas
en la cumbre de una montaña o alas de pájaros; cierto estilo
se parece al peinado de las muchachas en contraste con la flores
que llevan en el pelo; otro es semejante a nubes espesas que
presagian tormenta o a cigarras ocultas en el follaje. La forma
propia de la caligrafía de Su Dongpo fue llamada “cerdos de
tinta” por gruesa y tosca. Pero el mismo Su Dongpo decía que
su escritura era como un río: en la planicie fluye con calma;
si encuentra montañas o rocas, las rodea, no puede ser retenida,
corre cuando lo necesita, se detiene si conviene. Se diría obra
natural y no creación humana.
La escritura progresa si se observa
con atención la naturaleza. Un calígrafo vio luchar a dos serpientes
y su estilo mejoró con rasgos que se trenzan, se amenazan, se
atacan. Otro observó el choque de las varas horizontales que
llevan los cargadores sobre los hombros cuando se disputan por
pasar la estrecha puerta de la muralla, y mejoró su composición.
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Obra
del eminente calígrafo Qigong |
La buena caligrafía se distingue
por sus trazos. Son buenos si semejan miembros humanos en los
que se aprecia hueso, carne, músculo, sangre, respiración y
vida. Se toma en cuenta la creación de cada carácter según su
composición original y de acuerdo a reglas muy precisas. Se
pueden variar trazos, eliminar, cambiar o conservar según el
caso. Se respetan las relaciones de las partes con el todo,
y el de las partes entre sí. El vacío, el blanco, es más importante
que lo escrito, por eso hay que calcularlo tanto como la tinta
en el momento de apoyar el pincel. Ritmos de alternancia, armonía
de movimientos, maneras de combinar y componer.
Dos estilos principales: preverlo
todo o improvisar. Al primero lo llaman confuciano, al segundo
taoísta; y se dice que el estado de ebriedad estimula la imaginación.
Según una de las más conocidas
versiones, las seis habilidades del caballero son: el tiro con
arco, el juego del wei
qi , la equitación, la música, la pintura y la caligrafía.
De todas ellas, la caligrafía fue siempre considerada la primera.