ENERO 2003

 

 

 

 

 

 

 

 


Algunos aspectos económicos de China

 

Por Andrés Humberto Chong Geng

Nuevo aspecto de un distrito de Beijing

Hasta finales del siglo XX la economía China logró un “suave aterrizaje”, hecho que ejerció una influencia positiva en la contención de su sobrecalentamiento. Este éxito se debió a las medidas adoptadas por el Gobierno chino desde principios de 1990.

El resultado de las políticas adoptadas para contrarrestar el recalentamiento de la economía se puede apreciar en el movimiento del ciclo económico en la década de 1990, periodo en el que la diferencia entre la cumbre y el fondo fue de 4,5 puntos porcentuales, lo que supone una mínima fluctuación, si se compara con el periodo transcurrido desde que en 1949 se fundó la República Popular China.

Los estudios realizados por economistas de la Academia China de Ciencias Sociales indican que el país registró un rápido desarrollo en el programa de reforma, apertura y modernización entre 1991 y principios de 1993, situación que fue seguida por el sobre calentamiento de la economía y el desorden del sistema financiero.

A fin de corregir esta situación, China aplicó la teoría de Deng Xiaoping, que propugnaba la construcción de un socialismo con características chinas, así como una serie de medidas para intensificar el control macroeconómico y una adecuación progresiva de las operaciones económicas del país.

China puso en práctica estas medidas con cautela y después de años de esfuerzos se pudieron apreciar los éxitos. El país aprendió luego las amargas lecciones consecuencia del “aterrizaje duro”, con una drástica caída de la economía propiciada por el rápido crecimiento económico de las postrimerías de los años 50. En 1958, se registró la mayor tasa de crecimiento económico, un 22 por ciento, tasa que se mantuvo muy poco tiempo, dado que entre 1959 y 1961 se produjo un crecimiento negativo del 29 por ciento.

Exposición internacional de instrumental médicos (Beijing)

Entre 1958 y 1962 las pérdidas económicas de China superaron los 21.000 millones de dólares; y aun cuando en 1964 el país logro una recuperación económica, el desarrollo económico nacional se retrasó en alrededor de siete años.

Posteriormente, en 1986, China tuvo un fallido “aterrizaje blando”. En efecto, a pesar de que entre 1982 y 1985 se tomaron medidas para controlar el sobrecalentamiento de la economía, entre 1989 y 1991 la inflación experimentó  un rápido ascenso, lo que obligó al país a poner en práctica programas de austeridad.

Gracias a las medidas de macrocontrol aplicadas desde principios de los años 90, se ha producido resultados alentadores en la situación macroeconómica del país. China lidera el grupo de las grandes economías en términos de crecimiento, con tasas del 7,8, el 7,1, el 8,2 y el 7,3 por ciento en 1998, 1999, el 2000 y el 2001, respectivamente; y se espera que, pese a la recesión mundial, dicha tasa alcance este año el 7 por ciento. Según pronostica el FMI (Fondo Monetario Internacional), en el 2010, la economía China triplicará a la de Japón y representará la quinta parte del PIB (Producto Interior Bruto) mundial, mientras que a las economías de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, les corresponderán, respectivamente, un 17, un 18 y un 7 por ciento.

En el aspecto interno, el continuo aumento de los ingresos y el sano comportamiento de la economía nacional han permitido que la suma del ahorro de la población rural y la urbana haya alcanzado los 446.000 millones de dólares, pese a que el Banco Central recortó en varias ocasiones los tipos de interés y suspendió el subsidio a la tasa de interés de los depósitos. El descenso de la inflación ha contribuido al aumento de las ganancias reales de los depósitos bancarios, hecho que se ha convertido en un importante factor en el incremento de los ahorros individuales.

El nivel de vida de los chinos ha mejorado debido al incremento continuo de sus ingresos. En las familias de las áreas urbanas, el gasto medio de vida per cápita se sitúa en alrededor de 550 dólares, lo que representa un aumento de aproximadamente un 4 por ciento. Al mismo tiempo, en las familias de las áreas rurales, la media de ingresos netos per cápita es de alrededor de 250 dólares, cifra que supone un incremento aproximado del 8 por ciento y que es consecuencia del aumento de los precios de acopio de cereales fijados por el Estado, así como del incremento substancial de su volumen de producción.

En 1997 se asignó con carácter anual una partida presupuestaria adicional de unos 180 millones de dólares a la promoción del crecimiento económico de las áreas azotadas por la pobreza. Cuando se pusieron en marcha las reformas económicas, había en nuestro país unos 250 millones de pobres, es decir, de ciudadanos cuyos ingresos eran de cinco dólares mensuales; a lo largo de los años siguientes, ese número decreció con gran rapidez, principalmente debido a la devolución de tierras a los campesinos; sin embargo, en los últimos años ese decrecimiento ha sido lento. Según datos proporcionados por el Gobierno, a finales del siglo XX la pobreza había sido erradicada de las áreas rurales, lo que significaba que 65 millones de campesinos habían salido de esta situación.

Entre los principales causas del lento crecimiento económico de las áreas pobres destacan la baja calidad de la población, la insuficiencia de fondo para la educación y la administración deficiente. Llamo la atención a estas zonas para erradicar la pobreza mediante la ciencia, la tecnología y la educación, así como practicar la planificación familiar y elevar la calidad de la población.

En el 2001, el volumen del comercio exterior totalizo 509.800 millones de dólares y la balanza comercial se mantuvo básicamente equilibrada. Las reservas de divisas de China se ampliaron hasta alcanzar en julio de 2001 un total de 180.800 millones, las mayores después de las de Japón. Esta cifra no puede considerarse elevada si tomamos en cuenta en diciembre del 2000 la deuda externa de China era de 145.730 millones de dólares.

El incremento de las divisas extranjeras se ha debido sobre todo a la cada vez mayor competitividad de los productos chinos en el mercado internacional y a los ajustes macroeconómicos que viene aplicando el Gobierno. Este substancial incremento de las divisas le permitirá a China ocupar una posición mas favorable en los intercambios económicos, así como conciliar las políticas de reforma y apertura del país.

Desarrollo y tendencia del mercado chino

China, país de ancestral historia, ha padecido durante mucho tiempo (entre mediados de los siglos XIX y XX), las agresiones y la explotación colonialistas. En 1949, con una economía deprimida y un pueblo debatiéndose en la miseria, se fundó la República Popular China. Este hecho encaminó a este antiguo país por la senda de un desarrollo independiente y autodeterminado. A partir de las postrimerías de la década de 1970, con puesta en práctica de la teoría de Deng Xiaoping sobre la construcción de un socialismo con peculiaridades chinas, el país irrumpió en una nueva fase: la de la reforma y la apertura.

A lo largo de los más de 20 años transcurridos desde entonces, la economía china ha mantenido su ímpetu de desarrollo acelerado, ha logrado una mejora sensible de las condiciones de vida de la población y un franco aumento del potencial económico nacional. Asimismo han venido expandiéndose la cooperación y los intercambios entre China y el resto del mundo, lo que se manifiesta en el ritmo de crecimiento de sus exportaciones, cuya tasa anual media es de alrededor del 15 por ciento.

Central eléctrica eólica en la pradera de Mongolia Interior

El inmenso potencial económico, los promisorios horizontes de mercado y el auspicioso ambiente de inversión ha animado a numerosas personas de negocios del exterior a realizar inversiones directas, que ya superan los 400.000 millones de dólares y desempeñan un papel muy positivo en la modernización de China.

A mediados de los años noventa, el Estado chino trazó las metas de desarrollo para el último lustro del siglo XX y los tres quinquenios subsiguientes. Con ello logró que en ese último lustro el PNB (producto nacional bruto) creciese un 8 por ciento anual, de modo que en el año 2000 éste, en términos per capita, triplicó al de 1980; al mismo tiempo, se consiguió establecer la estructura preliminar de la economía de mercado socialista. En el primer decenio del presente siglo la economía nacional seguirá creciendo a un ritmo rápido, lo que sentará una sólida base para la materialización de la modernización.

En un estudio sobre Asia realizado por  The Economist , se considera que China, incluida la región administrativa especial de Hong Kong, constituye una sola Zona Económica con sus propias áreas de influencia; según dicho estudio, dentro de unos años esta zona igualará o superará en riqueza a la zona de los Estados Unidos y los ciudadanos chinos repartidos por diversos países de la misma tendrá acceso directo o serán dueños de grandes multinacionales. Se estima que los negocios de propiedad china en el exterior serán semejantes o superiores a la de los japoneses en términos de inversiones e industrias.

Las reformas económicas de estilo occidental, bautizadas como “economía de mercado socialista con características chinas”, ha creado una masa de 60 millones de chinos con altos ingresos, que ha sido capaz de comprar más de 100.000 autos de lujo al año, demanda que en el futuro rebasará las 550.000 unidades anuales.

La demanda de todo tipo de bienes vendrá desde China y de los países de la región Asia-Pacífico y China crecerá unida a esta región, puesto que Europa está lejos y América Latina y África aun no se han reorganizado para aumentar su comercio con China. Las excepciones podrían ser Brasil y Chile, cuyos firmes vínculos con nuestro país podría ir multiplicándose. Para América Latina, esta zona podría catalogarse de estratégica, por lo que el comercio exterior debería orientarse hacia la Cuenca del Pacífico.

En este sentido, China y los países latinoamericanos poseen la doble ventaja de estar enlazados por los intercambios amistosos y de compartir el lenguaje de los países en vías de desarrollo.

(Andrés Humberto Chong Geng, economista peruano y consultor económico y comercial de una empresa en China.)

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