Cuentos 
                  históricos de China
                 
                Xiao He y 
                  Han Xin
                 
                 Liu 
                  Bang (256-195 a.n.e.) y Xiang Yu (232-202 a.n.e.), destacadas 
                  personalidades que sirvieron respectivamente a los reinos Han 
                  y Chu, protagonizaron en el marco general de la guerra en la 
                  que dichos reinos se enzarzaron entre los años 206 y 202 a.n.e, 
                  una disputa muy singular: ambos estaban empeñados en ganar para 
                  sí - es decir, para su reino - al mayor número de personas talentosas. 
                  La lucha fue encarnizada y este episodio figura, junto a otros 
                  hechos verídicos, en los  Registros históricos , la conocida obra de Sima Qian. Esta historia 
                  se ha difundido bastante en China, tanto es así que  Xiao He y Han Xin , antigua pieza 
                  teatral de la dinastía Yuan (1271-1368) que recoge un episodio 
                  de la famosa disputa, sigue siendo una de las favoritas del 
                  público chino.
Liu 
                  Bang (256-195 a.n.e.) y Xiang Yu (232-202 a.n.e.), destacadas 
                  personalidades que sirvieron respectivamente a los reinos Han 
                  y Chu, protagonizaron en el marco general de la guerra en la 
                  que dichos reinos se enzarzaron entre los años 206 y 202 a.n.e, 
                  una disputa muy singular: ambos estaban empeñados en ganar para 
                  sí - es decir, para su reino - al mayor número de personas talentosas. 
                  La lucha fue encarnizada y este episodio figura, junto a otros 
                  hechos verídicos, en los  Registros históricos , la conocida obra de Sima Qian. Esta historia 
                  se ha difundido bastante en China, tanto es así que  Xiao He y Han Xin , antigua pieza 
                  teatral de la dinastía Yuan (1271-1368) que recoge un episodio 
                  de la famosa disputa, sigue siendo una de las favoritas del 
                  público chino.
                La historia que vamos a relatar comenzó cuando Xiao 
                  He (?-193 a.n.e.) --consejero de Liu Bang, primero, y luego 
                  su Primer Ministro--, llevado de su extrema estimación por los 
                  hombres inteligentes, se dirigió a Liu Bang para recomendarle 
                  a un hombre hasta entonces sin mayor figuración. Este hombre, 
                  cuya fecha de nacimiento se ignora y que murió en el año 196 
                  a.n.e., se llamaba Han Xin. Liu Bang aceptó la propuesta de 
                  Xiao He y concedió a Han Xin un puesto de no muy alto rango 
                  dentro de su ejército. Ese fue precisamente el origen del conflicto: 
                  descontento con el cargo, Han Xin, decidió abandonar el ejército 
                  de Liu Bang. Al enterarse de lo sucedido, Xiao He salió corriendo 
                  en su búsqueda en medio de una noche iluminada por la luna.
                Según los  Registros históricos , Han Xin, hombre de origen humilde, solía 
                  ir a la casa de Ting Zhang a pedir limosna. Al verlo, la mujer 
                  de éste le mostraba su desprecio poniendo los ojos en blanco. 
                  De vez en cuando, Han Xin pasaba verdadera hambre. En casos 
                  extremos, cuando no tenía ninguna otra alternativa, iba al río 
                  a pescar para ver si podía llevarse algo a la boca. Una vieja 
                  que solía estar allí lavando ropa se compadeció de su lamentable 
                  aspecto y empezó a darle de comer todos los días. Han se lo 
                  agradeció diciéndole: “Algún día le devolveré el favor que está 
                  haciéndome”. Inesperadamente, la anciana se puso furiosa y le 
                  dijo: “Le doy de comer sin esperar nada a cambio”. Han Xin se 
                  sorprendió pero quedó aun más agradecido. La miseria en que 
                  vivía Han, le acarreaba muchos problemas: con frecuencia era 
                  menospreciado por sus paisanos y ofendido por algunos canallas. 
                  Un día, un bandido le dijo en tono desafiante: “Veo que siempre 
                  llevas espada y que además eres fuerte; pero en realidad, no 
                  eres más que un cobarde. Si te crees valiente, mátame con tu 
                  espada; si no te atreves a hacerlo, tendrás que pasar por debajo 
                  de mis piernas” . Apenas hubo dicho esto, separó las piernas 
                  y esperó. Han Xin, conteniendo su cólera, pasó por debajo de 
                  las piernas de aquel bravucón. La gente, al ver este espectáculo, 
                  estalló en carcajadas. Han Xin permaneció inmutable y quedó 
                  aun más convencido de que no valía la pena arriesgar la vida 
                  por algo tan insignificante: sus secretas y elevadas aspiraciones 
                  estaban por encima de todo.
                Cuando en las postrimerías de la dinastía Qin se 
                  produjo una revuelta campesina, Han Xin se incorporó al ejército 
                  rebelde acaudillado por Xiang Yu, quien le asignó un cargo de 
                  oficial de rango inferior. A Han Xin esto no le agradó y abandonó 
                  a Xiang Yu para incorporarse a las filas de otro ejército rebelde, 
                  el dirigido por Liu Bang, quien al comienzo tampoco le prestó 
                  mucha atención. Descontento, Han buscó a Xiao He para charlar 
                  e intercambiar opiniones, especialmente sobre la situación de 
                  la guerra entre los reinos Chu (Xiang Yu) y Han (Liu Bang). 
                  Dando muestras de sus amplios conocimientos, formuló una serie 
                  de propuestas y estrategias para que Liu Bang venciera a Xiang 
                  Yu. Xiao He, asesor militar de Liu Bang, escuchó atentamente 
                  a Han Xin y, convencido de que era realmente un genio militar 
                  y de que su estrategia era en verdad muy práctica, lo recomendó 
                  inmediatamente a  Liu Bang.
                A pesar de los argumentos de Xiao He, Liu Bang seguía 
                  creyendo que Han Xin era un inútil: “Han Xin ha pedido limosna 
                  a Ting Zhang, ha estado viviendo a expensas de una vieja lavandera 
                  y fue humillado al ser obligado a pasar por debajo de las piernas 
                  de otro. No es más que un sinvergüenza y un cobarde”. Luego 
                  de decir esto, Liu Bang, haciendo caso omiso de la recomendación 
                  de Xiao He, dispuso que Han Xin ocupase un cargo de medio rango. 
                  
                Sabedor de esto, Han Xin esperó que llegara la madrugada 
                  para abandonar el cuartel general. Al enterarse de lo ocurrido, 
                  Xiao He se sintió muy afligido y decidió salir en su búsqueda 
                  para convecerlo de que regresara.
                Xiao He galopó en pos de Han Xin día y noche, hasta 
                  que una noche de luna le dio alcance en la orilla de un río 
                  y le rogó que regresara. Al ver a Xiao He jadeante y bañado 
                  de sudor, Han se conmovió tanto que volvió con él al cuartel 
                  general de Liu Bang.
                Liu Bang, por su parte, al ver que Xiao He no aparecía 
                  por ningún lado, se puso a buscarlo. Estaba entregado a este 
                  afán cuando ambos volvieron. Al ver a Xiao He, Liu Bang se puso 
                  muy contento pero se hizo el enojado y le dijo: “¿Por qué te 
                  fuiste a escondidas?”. Le respondió Xiao He gravemente: “No 
                  huí; lo que hice fue ir a buscar un tesoro, el tesoro de Estado 
                  que le permitirá conquistar el poder. Han Xin es un general 
                  incomparable. Si quiere alcanzar el poder, tendrá que concederle 
                  un puesto importante”. Estas palabras convencieron por fin a 
                  Liu Bang, quien aceptó la recomendación de Xiao He y nombró 
                  a Han Xin general. Xiao He hizo una última sugerencia que fue 
                  aceptada sin discusión: que la toma de posesión del cargo constituyese 
                  una solemne ceremonia. 
                Después de asumir el cargo de general, Han Xin, se 
                  consagró a la tarea de formar un ejército poderoso, tarea que 
                  cumplió con éxito incorporando nuevos oficiales, reforzando 
                  la disciplina e intensificando el entrenamiento militar. Gracias 
                  a todo ello, Liu Bang consiguió derrotar a Xiang Yu y unificar 
                  el país bajo la dominación de la dinastía Han.