ENERO 2003

 

 

 

 

 

 

 

 


El sol sale por Shenzhen

 

Por nuestra reportera HOU RUILI

Retrato de Deng Xiaoping en la calle Shenzhen

Shenzhen, una ciudad subtropical de la costa sur de China llena de esperanza en el futuro.

La ciudad de Shenzhen sólo tiene 23 años de vida. En efecto, antes de 1979 era un lugar casi desierto cuyos habitantes no sabían lo que era la industria ni la ciudad. La construcción de la zona especial de Shenzhen comenzó a fines de 1979 con la llegada de un grupo de obreros especializados en un tren militar.

Al poco tiempo, en lo que hasta entonces había sido una sencilla aldea de pescadores empezaron a alzarse grandes edificios, a entrecruzarse carreteras y a extenderse las zonas verdes. En la etapa inicial, el Estado aportó obreros e instalaciones, pero finalizada aquélla, éste no invirtió más en la construcción de la flamante zona especial y se limitó a promover la aplicación de la política de apertura.

Para un país como China, cerrado al resto del mundo durante siglos, el concepto de apertura no iba a ser fácil de asimilar. Pero los menos de 2.000 kilómetros cuadrados de Shenzhen estaban llamados a convertirse en una ventana de la apertura de nuestro país al resto del mundo. A través de ella, entrarían de forma masiva capitales, mercancías y personas procedentes del exterior, y los chinos mirarían más allá de su país y darían los primeros pasos en su camino hacia la consecución de los niveles internacionales más avanzados.

Shenzhen se ha caracterizado siempre por la práctica de la economía de mercado. Para los chinos, acostumbrados a la economía planificada y sin apenas experiencia en el funcionamiento del mercado, la introducción de este nuevo sistema económico representaba tanto oportunidades como desafíos. Jóvenes muy bien preparados llegaron a Shenzhen procedentes de diferentes lugares para trabajar. Se calcula que el 98 por ciento de los habitantes de esta ciudad son oriundos de otras zonas del país. Su media de edad es de 29 años, de ahí el sobrenombre de “la ciudad más joven del mundo”. Lo cierto es que la dedicación de estos jóvenes al trabajo ha inyectado un gran vigor al desarrollo de esta ciudad.

Una ciudad pionera

En agosto de 1980, la Asamblea Popular Nacional ratificó los  Reglamentos de la zona económica especial de la provincia de Guangdong . A partir de esa fecha, Shenzhen se convirtió en una de las primeras zonas económicas especiales del país, es decir, las zonas donde comenzó a aplicarse la política de apertura con el objetivo de absorber el capital foráneo necesario para desarrollar la economía. Desde entonces también, China empezó a intensificar su comercio exterior y a explorar la vía de desarrollo más acorde con sus características.

Según los especialistas, la revolución democrática se prolongó más de 30 años, desde 1911, año en que Sun Yat-Sen dirigió la insurrección, hasta 1949, año de la fundación de la República Popular China; la experiencia de la construcción del socialismo duró también 30 años, desde 1949 hasta 1979; y la transición de la economía planificada a la de mercado requerirá entre 30 y 50 años.

El establecimiento de la zona económica especial (en adelante, simplemente zona especial) de Shenzhen marcó el comienzo de la economía de mercado. Dicho de otro modo, esta zona desempeñó el papel de precursora y guía del desarrollo de China.

Hace tan solo 23 años, Shenzhen era una aldea de pescadores con una población de menos de 30.000 habitantes y un nivel de vida muy bajo; ahora, en cambio, es una metrópoli internacional.

Las siguientes cifras hablan por sí mismas.

  Año 2001 Incremento anual Puesto nacional 
Valor producción total 195.400 millones RMB 29.5%  4
Valor producción industrial 309.700 millones RMB 46.4% 2
Ingresos financieros 26.200 millones RMB 39.6% 3
Producción per cápita 523.700 dólares 14.9% 1
Ingresos per cápita 23.544 RMB   1
Valor comercio exterior 68.600 millones RMB 39.1% 1
Valor exportaciones 37.500 millones RMB   1  

                                                                          

 Pionera de la apertura

Embarcaciones de la flota pesquera

¿Qué ha imprimido tal velocidad al desarrollo de Shenzhen? La política de apertura. En efecto, si esta ciudad no hubiese experimentado en la práctica la viabilidad de dicha política, no cabe duda de que jamás se habría configurado una apertura de múltiples niveles y dimensiones.

Ya en 1979, el Gobierno decidió aplicar políticas más flexibles en las provincias de Guangdong y Fujian, y conceder a éstas mayores competencias en el ámbito del comercio exterior, para que de este modo pudiesen aprovechar al máximo las ventajas que les ofrecía su cercanía a Hong Kong, Macao y Taiwan.

El nutrido grupo de obreros especializados que llegó a Shenzhen en mayo de 1980 elaboró un plan general para la construcción de la zona especial y adoptó medidas concretas al respecto. Su llegada señaló el inicio de la construcción de las infraestructuras de las zonas especiales de Zhuhai y Shenzhen. Esta última invirtió un préstamo estatal de 30 millones de yuanes, así como parte de sus ingresos financieros, en su construcción urbanística y el mejoramiento de su ambiente inversor. Al mismo tiempo, tomó la medida de reinvertir sus beneficios, medida con la que resolvió el problema de la insuficiencia de capital.

El valor de los cerca de 600 contratos de utilización de capital foráneo con los que ya contaba la zona especial de Shenzhen a fines de 1981, es decir, un año después de su fundación, ascendía a 200 millones de dólares.

Este primer éxito animó a los shenzheneses a seguir firmemente el camino marcado por la política de apertura. Sin embargo, ese período inicial no estuvo exento de polémicas centradas en cuestiones como las siguientes: “¿Necesitamos realmente una zona especial?”; “el establecimiento de una zona especial, ¿constituye un triunfo o un fracaso?”; y “¿cómo se impulsa el desarrollo de una economía orientada al exterior?”.

Hoy día, Shenzhen mantiene relaciones comerciales con más de 120 países y regiones, y sus exportaciones representan la séptima parte del total nacional. Hasta fines del 2001, esta zona especial atrajo 27.000 proyectos de inversión foránea provenientes de más de 70 países y regiones, lo que supuso el aprovechamiento de 26.600 millones de dólares. Por otra parte, en Shenzhen ya han invertido cerca de 90 empresas situadas entre las 500 más poderosas del mundo. Además, están produciéndose cambios positivos: antes, los empresarios extranjeros acudían a esta ciudad simplemente para instalar sus fábricas, mientras que ahora establecen también centros de investigación y de desarrollo; antes, dichos empresarios contrataban a obreros provenientes de tierras lejanas, mientras que ahora se aprecia un aumento de la mano de obra extranjera, de la que forman parte administradores, técnicos e incluso voluntarios.

En realidad, la economía actual de Shenzhen es bastante distinta de la anterior: la industria ha dejado de ser exclusivamente de procesamiento para dar cabida al diseño y la fabricación; el comercio exterior ya no es únicamente indirecto, sino también directo; y las pequeñas y medianas empresas se han convertido en grupos internacionales.

Los expertos han encontrado la clave de la velocidad del desarrollo de Shenzhen que tanto admira al resto del mundo: es una ciudad que, al estar orientada al exterior, constituye un gigantesco centro exportador, lo que le proporciona las condiciones necesarias para utilizar diversos recursos procedentes de todo el mundo y le ha permitido superar la etapa de predominio de la industria ligera para entrar en la etapa de preponderancia de la industria de tecnología punta.

En Shenzhen han realizado cuantiosas inversiones marcas internacionales tan conocidas como Compaq, IBM, Philips, Wal-Mart, Samsung, Castrol, Seagate y Sanyo. La industria de tecnología punta, donde se fabrican  computadoras IBM, los sensores estadounidenses de temperatura fija BTR y los chips electrónicos Fuyifa, ocupa más del 90 por ciento de los 1,65 kilómetros cuadrados de la zona franca de Futian.

La apertura ha traído beneficios y desarrollo. Cinco años después de su comienzo, una oleada de apertura barrió todo el país. Ahora, en las zonas económicas especiales, el litoral y determinados puntos del interior, la apertura es multidireccional. En China hay actualmente  359 ciudades y distritos que aplican la política de apertura, lo que representa una población de 300 millones de habitantes. Los frentes de ampliación de la apertura componen el motor más potente del desarrollo de la economía china.

Una China abierta hace mayores contribuciones al desarrollo mundial. Se calcula que entre 1995 y el 2004 nuestro país habrá captado 744.000 millones de dólares en inversiones destinadas a la construcción de infraestructuras. Este gran mercado atraerá a los inversionistas extranjeros y, tal como en 1997 predijeron los funcionarios de la OMC tras visitar Beijing y Shanghai, “China será un importante factor del crecimiento económico mundial”.

Pionera del mercado

Un comerciante debe conocer bien el mercado, de lo contrario fracasa. Los shenzheneses han aprendido a conocer el mercado por medio de la experiencia. Chen Zhiming, miembro de la primera generación de trabajadores llegados a Shenzhen, al principio simultaneó su actividad laboral con los estudios. Como las buenas oportunidades suelen acompañar a las personas inteligentes, después de unos años dedicado al sector de los bienes inmuebles, Chen, cuando tenía sólo 30 años, se hizo millonario. Pero al cabo de dos años, a consecuencia de una mala inversión, se vio envuelto en un litigio por deudas. Habiendo aprendido la lección, Chen se volvió más sensato y empezó de nuevo. Así son los shenzheneses: los fracasos no hacen sino aumentar su tenacidad.

El triunfo de la reforma del mercado de Shenzhen sentó una buena base para la definición de los objetivos de la reforma del sistema económico en el resto del país.

Entre 1980 y 1984, período inicial de la zona especial, Shenzhen se dedicó a explorar el mercado. Fue en dicho período cuando se introdujo el mecanismo de competencia en la gestión de la construcción, convocándose licitaciones abiertas para poder elegir las mejores ofertas. Posteriormente, se llevó a cabo la reforma de los sistemas de precios, de circulación de mercancías, de trabajo y salarios, y de distribución de viviendas, con lo que gradualmente fue formándose un nuevo mecanismo de administración regido por el mercado.

Entre 1985 y 1991, Shenzhen llevó a cabo una reforma global de sus mecanismos de gestión del mercado, reforma que afectó a los sistemas relacionados con el suelo, la responsabilidad de las empresas, las acciones, las finanzas y la administración de los bienes estatales. La culminación de tales reformas supuso la desaparición de la economía planificada.

A partir de 1992, Shenzhen, resuelta a convertirse en la primera ciudad china regida por la economía de mercado socialista, concentró sus esfuerzos en la reforma de las empresas estatales, para lo cual se establecieron el sistema de gestión de los bienes estatales y el de seguridad social, modificándose al mismo tiempo las funciones gubernamentales. Todo ello permitió establecer un marco para el desarrollo de la economía de mercado socialista, sistema que, tras ser aprobado por el Comité de la Reforma de Estado en mayo de 1995, proporcionó experiencias válidas para la aplicación de la reforma en el resto del país.

A lo largo de estos 23 años de exploración, en Shenzhen ha ido formándose un buen mercado financiero, laboral, inmobiliario, tecnológico, de productos, etcétera.

Pionera de la modernización

El Valle de la Alegría, parque de atracciones equipado con tecnología punta

La meta de Shenzhen consistente en alcanzar la modernización en el 2005, convirtiéndose así en la primera ciudad china en lograrlo, ha llamado la atención de todo el país. Frente a Shanghai, ciudad que en la década de 1990 experimentó un espectacular crecimiento, Guangzhou, ciudad de amplia apertura, y Beijing, centro político y económico del país, la meta que se ha fijado Shenzhen supone un gran desafío.

Yu Youjun, su alcalde, tras larga reflexión, sintetizó el contenido de la modernización en los diez puntos siguientes: industrialización, urbanización, perfeccionamiento del mercado, construcción de la red de información, economía desarrollada, democracia política, justicia social, divulgación de la educación, buen nivel de vida del pueblo y desarrollo sostenible de la sociedad. Partiendo de dichos puntos, se han elaborado 42 índices relacionados con el desarrollo urbanístico, la protección del medio ambiente y el mejoramiento de la calidad de vida. El objetivo último de Shenzhen es llegar al nivel de los países relativamente desarrollados. En cuanto a los ingresos per cápita, la meta de Shenzhen (7.600 dólares) es más ambiciosa que la de Beijing. Según muestran estos 42 índices,  Shenzhen debe desarrollar su economía, elevar el nivel de vida de su población y fomentar el desarrollo sostenible de la sociedad. ¿Cómo alcanzar este objetivo en sólo dos años? El alcalde Yu Youjun confía plenamente en la gran ventaja de Shenzhen: las políticas preferenciales.

Gracias a los 23 años que lleva gozando de las políticas preferenciales del Estado, esta zona especial ha logrado un desarrollo completo de la sociedad y se ha mantenido a la cabeza del país, sobre todo por lo que hace a la economía orientada al exterior. El Gobierno central ha autorizado a Shenzhen a efectuar ensayos y a introducir novedades en la reforma y la apertura para potenciar su papel de pionera del desarrollo nacional.

Tras la incorporación de China en la OMC, la apertura de nuestro país se concentra en los aspectos comerciales. La mayor flexibilidad de Shenzhen facilita la entrada de capitales foráneos en los sectores bancario, financiero, comercial, turístico, de seguros, de servicios de información y de consultoría. Según reveló Yu Youjun, el nivel actual de aprovechamiento de capitales foráneos es el más elevado de la historia de Shenzhen, adonde en el 2003 llegará una nueva oleada de dichos capitales formada por las inversiones de grandes empresas transnacionales y de diez de las 500 empresas más poderosas del mundo.

No cabe duda de que Shenzhen es una ciudad pionera. Entre los años 2001 y 2005 invertirá en la construcción de infraestructuras y aprovechará activamente capitales extranjeros por un valor equivalente al de los captados en los 20 años precedentes. Con la duplicación del valor global de su industria, Shenzhen se situará en la vanguardia de la modernización, mientras que el resto de China entrará de lleno en una etapa caracterizada por la consecución de un nivel de vida modestamente acomodado.

Camino de la metrópoli internacional

De Shenzhen y Hong Kong nace un centro económico internacional

 Dado que la exportación constituye un potente motor del crecimiento de la economía china, la construcción de un centro económico internacional que contribuya a ampliar los contactos de nuestro país con el mercado internacional reviste una singular importancia. Hong Kong es un puerto franco que opera conforme a las leyes internacionales. Si Shenzhen y Hong Kong se unen en un todo orgánico e integrado, China no tardará en contar con un centro económico de primera categoría mundial

La vía ferroviaria Guangzhou-Shenzhen

En la estación ferroviaria de Shenzhen un llamativo letrero indica el andén de donde parten los trenes con destino a Hong Kong, como queriendo recordar a los viajeros que esta región administrativa especial china se halla a un tiro de piedra.

A vista de pájaro, Hong Kong y Shenzhen parecen hermanas gemelas. Su superficie es respectivamente de 1.097 y 1.958 kilómetros cuadrados, extensiones que sumadas representan una tercera parte de la superficie de Tianjin, menos de la mitad de la de Shanghai y menos de una quinta parte de la de Beijing. Además, tanto la población de Hong Kong como la de Shenzhen es de alrededor de siete millones de habitantes, lo que sitúa su densidad demográfica conjunta muy por encima de la de Beijing. Desde junio de 1997, momento del retorno de Hong Kong a la patria, los habitantes de ambas ciudades pueden ir de una a otra con total libertad. En pocos lugares del mundo hay dos grandes ciudades tan cercanas y unidas por vínculos económicos tan estrechos.

De hecho, Shenzhen y Hong Kong, sea por la construcción de infraestructuras, sea por el estilo de vida de sus habitantes, están convirtiéndose poco a poco en una sola ciudad, como demuestran los siguientes ejemplos. La central nuclear de Dayawan, en Shenzhen, suministra energía eléctrica a más de la mitad de la población de Hong Kong; el agua potable de esta región proviene exclusivamente de Shenzhen, que le suministra anualmente 1.100 millones de metros cúbicos de agua provenientes del río Dongjiang; la mayor parte de la carne, el pescado, las verduras, los huevos y la leche que hay en los mercados de Hong Kong proceden también de Shenzhen.

Desde hace unos años, existe una línea regular de autobuses que cubre el trayecto entre las ciudades de Shenzhen y Hong Kong. Muchos habitantes de ésta suelen desplazarse a aquélla una vez a la semana para comprar artículos de uso diario. Según diversos estudios, en Hong Kong el precio del suelo es siete u ocho veces más caro que en Shenzhen, razón por la cual cada vez son más los hongkoneses que deciden comprar una casa o un apartamento en la ciudad vecina.

Todas las mañanas, grupos de niños con sus uniformes colegiales entran corriendo en las dependencias de la aduana de Luohu y cumplen los trámites requeridos para pasar a Hong Kong, que es donde está su escuela; a las cuatro de la tarde, esos mismos niños pasan de nuevo por dicha aduana en el camino de vuelta a sus hogares. Hace unos años, eran nada más unas decenas, pero hoy día son ya 2.000. A pesar de ser residentes permanentes de Hong Kong, estos niños viven en Shenzhen porque sus padres tienen aquí su vivienda o su negocio. Por lo general, los hongkoneses prefieren las viviendas de Luohu, el distrito limítrofe con Hong Kong.

Para facilitar las comunicaciones, los gobiernos de uno y otro lado promueven activamente los proyectos de construcción de infraestructuras, entre las que destacan la segunda fase de las obras de encauzamiento del río Shenzhen, concluida en junio del 2000, así como la primera fase de la ampliación del túnel de Luomazhou, paso que cruza la frontera. Por otra parte, están haciéndose los preparativos de otros proyectos, como el de la vía fluvial de Tonggu, el del paso del Oeste y el de la zona peatonal de Luomazhou. Además, el gobierno de la región administrativa especial de Hong Kong planea construir una segunda línea férrea prolongando las de Shangshui y Luomazhou.

Dado que la mano de obra de Hong Kong es tres veces más cara que la de Shenzhen, y debido a las limitaciones gubernamentales relativas a los intercambios de personal, materiales y fondos, durante cierto tiempo la dirección del flujo era de Hong Kong a Shenzhen. Esa tendencia se agudizó cuando la prensa hongkonesa publicó los precios de las viviendas situadas cerca de la aduana de Luohu, ya que numerosos habitantes de dicha región decidieron entonces invertir y avecindarse en Shenzhen. En el 2001, las inversiones de Hong Kong en Shenzhen fueron de 1.940 millones de dólares, cifra que supuso el 53,84 por ciento de las inversiones foráneas en esta ciudad. Desde 1979, año en que se fundó la zona económica especial de Shenzhen, hasta el 2001, las personas de negocios hongkonesas han establecido aquí más de 9.300 empresas de capital exclusivo y han invertido 16.720 millones de dólares, cifra que representa el 62,8 por ciento de las inversiones extranjeras.

Pero en estos últimos años, ese flujo unidireccional ha ido convirtiéndose gradualmente en bidireccional. Según datos de las agencias de viajes más importantes, el número de shenzheneses que se desplazan a Hong Kong durante el fin de semana para viajar o hacer compras va en alza. Los shenzheneses están transformándose para Hong Kong en un importante grupo de consumidores, puesto que gastan una media de  cinco mil yuanes per cápita.

La playa artificial del Valle de la Alegría

Según un guía turístico de una agencia que organiza viajes diarios a Hong Kong, sus clientes compran prendas de vestir de marcas prestigiosas, relojes de pulsera de calidad, productos digitales, etcétera. Estos “turistas” no gastan menos de mil yuanes y algunos gastan más de cien mil. Muchos van a Hong Kong para asistir a conciertos, presenciar espectáculos y ver películas. Los martes y miércoles son los días que más atraen a los cinéfilos, ya que por sólo 25 yuanes pueden ver los últimos estrenos.

Estos contactos no sólo hacen de Shenzhen la ciudad portuaria más activa de la parte continental de China, sino que también animan a esta zona y a su vecina Hong Kong a fundirse en una conurbación, paso que China está obligada a dar para alcanzar y mantener el trepidante ritmo de desarrollo de la economía internacional. En opinión de Le Zheng, decano de la Academia de Ciencias Sociales de Shenzhen, si Shenzhen y Hong Kong se aliasen y aprovechasen plenamente sus ventajas, la conurbación resultante sería una metrópoli internacional de primera categoría. Debido a lo limitado de sus recursos, a Hong Kong le resultaría muy difícil alcanzar esa meta por sí misma; como mucho, podría llegar a ser una ciudad internacional de segunda categoría y un centro comercial de importancia regional.

Cuando Yu Youjun, alcalde de Shenzhen, se entrevistó en Hong Kong con Tung Chee Hwa, gobernador de dicha región administrativa especial, ambos acordaron que sus respectivas jurisdicciones debían andar cogidas de la mano y desarrollarse conjuntamente para beneficio mutuo. Ello exige que a la hora de elaborar las políticas se tome en consideración la necesidad de ajustar recíprocamente los recursos de ambas partes y de complementar sus ventajas, con el fin de configurar un conjunto económico más fuerte y, por lo tanto, más competitivo en el mercado internacional. Yu declaró al respecto: “De materializarse este proyecto, Shenzhen, Hong Kong y el delta del río Zhujiang formarían la región más competitiva y vigorosa no ya de la región Asia-Pacífico, sino del mundo entero”.

La región administrativa especial de Hong Kong, centro financiero internacional y centro mundial de circulación de mercancías, está muy bien comunicada por vía tanto marítima como aérea. Pero debido al elevado coste de la mano de obra, la industria manufacturera no puede sobrevivir en ella y debe trasladarse a otro lugar. Teniendo en cuenta su situación geográfica y los singulares lazos que la unen con dicha región, Shenzhen es el lugar ideal. Son muchas las grandes empresas que han trasladado su sede principal de Hong Kong a Shenzhen. Una de ellas ha sido Wal-Mart, empresa que figura entre las 500 más poderosas del mundo, la cual si bien tenía previsto establecer sendos centros comerciales en Singapur y Hong Kong, finalmente decidió fusionarlos en uno solo y establecerlo en Shenzhen, donde ha construido el rascacielos que lleva su nombre.

Aparte del bajo coste de la mano de obra, Shenzhen cuenta con recursos muy valiosos, como son la investigación y la explotación científica y tecnológica. Algunas de sus industrias ya han demostrado su competitividad en el mercado mundial, como el Grupo Huawei, fabricante de fibra óptica y productos de telecomunicaciones.

Empleado shenzhenés andando con prisa

A este respecto, el alcalde de Shenzhen comentó lo siguiente: “Antes sólo considerábamos la cooperación en infraestructuras, pero ahora tanto Tung Chee Hwa como el gobierno municipal al que represento deseamos extender nuestra colaboración a la tecnología punta y los servicios comerciales. Estamos muy satisfechos de coincidir en un punto tan importante como éste. Actualmente, por ejemplo, los cheques pueden utilizarse indistinta y libremente en ambas zonas. Los bancos hongkoneses están interesados en venir a Shenzhen para expandir sus negocios, mientras que los bancos shenzheneses desean ampliar sus operaciones con RMB en Hong Kong. Nuestra ciudad acoge con los brazos abiertos a los abogados, los contables y los expertos en finanzas procedentes de Hong Kong, quienes, como es sabido, son excelentes conocedores de las prácticas internacionales. Por otra parte, estamos esforzándonos por potenciar la cooperación en el ámbito de los puertos y los aeropuertos”. Todo ello significa que, en lugar de enzarzarse en una competitividad estéril, ambas zonas buscan espacios nuevos y más amplios para llevar a cabo una cooperación fructífera que impulse el desarrollo conjunto.

¿Cuándo será una metrópoli internacional?

La globalización económica, el agrupamiento regional, la revolución tecnológica e informática, así como la economía del conocimiento plantean nuevas exigencias a las ciudades decididas a permanecer en la vanguardia mundial de la modernización.

Una metrópoli internacional debe, en primer lugar, ejercer una poderosa influencia social y ser capaz de fomentar el desarrollo y la internacionalización de las ciudades vecinas. Shenzhen, Hong Kong y otras ciudades del delta del río Zhujiang están vinculadas no sólo por la construcción de infraestructuras sino también por la existencia de estrechas relaciones económicas. Propulsada por Shenzhen y Hong Kong, la economía del delta del río Zhujiang se halla en pleno desarrollo.

En segundo lugar, una ciudad que aspire a convertirse en metrópoli internacional debe ser capaz de desempeñar las funciones más modernas; dicho de otro modo, sus recursos humanos, financieros, tecnológicos, informáticos y comerciales deben disponer de un acceso fluido a los mercados internacionales.

Con respecto a la modernidad de las funciones de una ciudad, las avanzadas infraestructuras de transporte y comunicaciones con las que cuenta Shenzhen, entre las que cabe destacar sus 15 puertos (12 de primera categoría y cinco de segunda),  garantizan la ágil circulación de un amplio volumen de pasajeros y de mercancías. Por la aduana de Shenzhen pasan más de la mitad de las personas que entran en China y las tres cuartas partes de los vagones de mercancías que llegan a nuestro país. Al disponer de un sistema de transporte y comunicaciones tridimensional totalmente abierto formado por vías terrestres, fluviales, marítimas y aéreas, desde aquí las personas y las mercancías pueden trasladarse rápidamente a cualquier lugar del mundo.

En la actualidad Shenzhen es el centro de comercio exterior más importante de China, como lo demuestra el hecho de que durante ocho años consecutivos el volumen global de sus importaciones y exportaciones haya sido el mayor de las grandes ciudades del país, alcanzando en el 2001 un valor de 37.500 millones de dólares, cifra equivalente a la suma del valor del comercio exterior de Beijing y de Shanghai, y que representó el 15 por ciento del total nacional.

Las modernas redes de telecomunicaciones de Shenzhen permiten asimismo reunir, procesar y transmitir la información de forma rápida y precisa.

La planificación y la construcción urbanísticas de esta ciudad avanzan a un ritmo acelerado. Además, su nivel de gestión urbanística ha logrado el reconocimiento de la comunidad internacional. En el 2000, Shenzhen fue designada “Ciudad Internacional Ajardinada” y fue incluida por la ONU en la lista de los “500 Lugares con Mejor Protección del Medio Ambiente”, de los cuales sólo ocho son ciudades. Shenzhen, la primera ciudad china en alcanzar tal distinción, fue elegida por unanimidad.

En Shenzhen es fácil percibir la creciente eficacia y el perfeccionamiento gradual tanto de su gobierno como de su sistema legal.

En tercer lugar, una metrópoli internacional no debe limitar su economía a un solo sector, sino diversificarla. Por lo tanto, es necesario que la industria manufacturera ceda su predominancia al sector terciario. La industria manufacturera de Shenzhen, pilar de su estructura económica, está siendo reemplazada paulatinamente por la industria de servicios.

El portaaviones Minsk abierto a las visitas turísticas

En cuarto lugar, una metrópoli internacional no debe consistir únicamente en un centro de actividades económicas, sino que debe ser también un emporio de la ciencia, la tecnología, la educación y la cultura. La combinación de la ciencia y la tecnología con la economía constituye uno de los rasgos más prominentes de las metrópolis internacionales. En la década de 1990, el valor de la producción de la industria de tecnología punta de Shenzhen representó tan solo el 8 por ciento del valor total de su producción industrial; ahora, en cambio, dicha proporción es del 47 por ciento.

Shenzhen es la ciudad china con mayor número de internautas y mayor consumo de productos informáticos, y la única ciudad en la que no se habla dialecto. Esta joven y pujante zona económica especial alberga un número creciente de actividades internacionales de gran envergadura y cada día acoge a más turistas extranjeros. En resumen, son muchos los indicios que revelan que Shenzhen está transformándose en una metrópoli internacional.

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