DICIEMBRE  2002

 

 

 

 

 

 

 

 


Li Wei y su museo de escultura

Por ZHANG HUA

Li Wei cuida con esmero las piezas de su museo

El Museo de Escultura Song Tang Zhai se encuentra en el extremo este de Liulichang, calle muy conocida en Beijing por su atmósfera impregnada de cultura tradicional y por la cantidad de tiendecitas y puestos ambulantes donde se venden antigüedades. Al llegar a la puerta de este museo y contemplar el edificio que lo alberga, construido en tiempos de la dinastía Yuan, Li Wei no puede evitar sentirse orgulloso. Este hombre de cincuenta y tres años ha dedicado la mayor parte de su vida a viajar en busca de esculturas desperdigadas por las viviendas del pueblo. En el Museo de Escultura de Song Tang Zhai, fundado por el propio Li Wei, se custodian y exhiben centenares de esculturas de piedra, madera, jade y ladrillo halladas en Beijing, Shanxi, Shaanxi, Anhui, Fujian y otras provincias del país. Muchas de ellas son verdaderos tesoros, puesto que no pueden admirarse ni siquiera en los museos de categoría nacional.

Li Wei no quiere que los visitantes de su museo se pierdan ningún detalle interesante; por eso les aconseja iniciar su visita contemplando la fachada del edificio y las piezas expuestas en el escaparate. Se trata de un comienzo verdaderamente extraordinario.

En efecto, desde el travieso mono de piedra labrado en la pared y el dintel de piedra con 70 figuras esculpidas, hasta los cimientos de piedra, pasando por las puertas y las ventanas, que el tiempo ha ido arañando hasta llegar a la madera, todo aquí parece dispuesto a contar historias de siglos y aun de milenios atrás. La vieja barandilla situada ante la puerta del museo estaba antes en Qianmen Dajie, la avenida comercial más próspera de la antigua Beijing.

“¿Han visto algún edificio como el mío en Liulichang? Seguro que no, porque además de ser el único de esta calle es también el único de Beijing”, dijo Li Wei con una expresión de legítimo orgullo claramente visible en su rostro.

La colección

Fragmento de un dintel de piedra esculpido, uno de los tesoros del museo de Li Wei

En la primera sala del museo se exhiben sus piezas más valiosas: dos  mendun  de la dinastía Yuan. El  mendun  es un elemento de la arquitectura tradicional china. Más concretamente, se trata de la pieza de piedra en la que antiguamente se fijaba el eje de madera sobre el que giraba la puerta . Aparte de esta función práctica, el  mendun  ofrecía a los dueños de la vivienda la oportunidad de plasmar en él su ideario estético. Muchos de ellos dieron rienda suelta a su imaginación y esculpieron variados dibujos y motivos decorativos de significado implícito. Por lo tanto, en un elemento arquitéctonico de espacio tan limitado se concentran los testimonios de la cultura y las costumbres populares de distintas épocas. Por otra parte, los  mendun  simbolizaban la jerarquía feudal y la posición económica. En estos dos  mendun  se registra la historia de la etnia nómada del norte que fundó el imperio Yuan tras conquistar las planicies centrales de China, es decir, las cuencas central e inferior del río Huanghe, ocupadas a la sazón por los  han . En uno de ellos aparece un nómada con patillas que ata con una gran cadena de hierro a un  qilin , animal mitológico emblema de los  han . En el otro, se muestra a un  qilin  que se inclina sobre la boca de un pozo muy bien decorado para beber agua, escena que alude a la estrategia utilizada por los gobernantes Yuan para garantizar el orden y la estabilidad en su imperio. No obstante, lo cierto es que la dinastía Yuan no duró mucho tiempo, ya que no tardó en ser derrocada por la etnia  han . En el seno de la nueva dinastía se formó de inmediato un movimiento que clamaba venganza y que destruyó o quemó todo aquello que conservase huellas de los Yuan, razón por la cual los objetos de aquel período que han llegado hasta nuestros días son tan escasos como valiosos.

Aparte de los  mendun , la colección del museo incluye pórticos tallados procedentes de distintas provincias del país: hay uno de piedra, traído de Jiangxi; uno de ladrillo, proveniente de Shanxi; y uno de madera, encontrado en Beijing. Cada uno presenta características peculiares.

En la segunda sala hay una gran losa de más de dos metros de longitud, cuyas esculturas en relieve representan vívidamente la grandiosa escena del emperador saliendo de excursión. Más de 60 personajes, 100 animales de buen augurio, numerosos quioscos, torres, casas y frondosos árboles, diferentes todos ellos unos de otros, se distribuyen armoniosamente a lo largo y ancho de la losa. La esplendidez y grandiosidad de la escena se ve realzada con el primoroso calado de la piedra.

“Lo que yo quiero hacer es reunir todas las obras de escultura popular existentes en el país”, dijo Li Wei, quien añadió que no le importa si las piezas de su colección provienen de construcciones famosas o humildes viviendas. Para él, las viviendas de Shanxi y Anhui son más sobresalientes, e incluso mejores que el tradicional  siheyuan  (patio cuadrado limitado por habitaciones) de Beijing, ya que “la gente que vivía lejos de la capital, es decir, lejos del poder imperial, se atrevía a expresarse libremente y a esculpir lo que de verdad le gustaba”.

Son muchos quienes le preguntan qué le llevó a fundar un museo como éste. Li Wei responde muy emocionado: “Considero todas las piezas coleccionadas como seres vivos de carne y hueso. Mi mayor deseo es conocer el pasado y el presente de la cultura china, y velar por su continuidad”.

Un sueño

Elementos arquitectónicos procedentes de diversos lugares del país

El coleccionismo forma parte esencial de la vida de Li Wei. Sus antepasados, funcionarios del gobierno feudal de la dinastía Qing, fueron grandes coleccionistas. Li Wei recuerda que las habitaciones laterales de la casa donde vivía cuando era niño estaban repletas de toda clase de antigüedades. Sin duda alguna, tal ambiente contribuyó a despertar su interés por coleccionar objetos antiguos. Probablemente, la primera pieza de su colección fue aquel  mendun  que, convertido en caballo por la imaginación infantil, lo acompañó desde los siete años hasta el final de su niñez.

Li Wei comenzó a dedicarse de lleno a coleccionar esculturas y elementos arquitectónicos antiguos a los 16 años, es decir, al inicio de la “revolución cultural”. Durante ese período fueron destruidas 920.000 viviendas tradicionales de la antigua ciudad de Beijing. Mezclados con los escombros, incontables elementos arquitectónicos típicamente beijineses fueron utilizados para rellenar fosos. El inmenso dolor que sintió Li Wei ante aquella falta de sensibilidad histórica y artística sólo se vio mitigado al tomar la siguiente decisión: “Cuando tenga suficiente dinero, no descansaré hasta haber vuelto a poner todo en el lugar que se merece”.

Cuando hace 20 años China comenzó a aplicar su política de reforma y apertura, Li Wei fue uno de los primeros ciudadanos chinos en prosperar económicamente gracias a su valiosa colección filatélica, que incluía sellos de la dinastía Qing. Más tarde, fue orientando su negocio hacia la colección de monedas antiguas y otros objetos de valor histórico. Describiendo un círculo, la vida de Li Wei volvió a su punto de partida, es decir, el coleccionismo, lo que le permitió convertir en realidad el sueño infantil de coleccionar esculturas y elementos arquitectónicas.

Pero no iba a ser un trabajo fácil. En los primeros años, Li Wei recorrió en bicicleta casi todas las calles y callejones de Beijing, y numerosas aldeas alejadas, tomando detalladas notas de los objetos valiosos que encontraba. En ocasiones tenía que visitar al dueño de la casa más de una vez, no siendo infrecuente que gastase más dinero en los viajes y el transporte que en la compra del objeto. A lo largo de ese proceso, el imparable desarrollo urbanístico de Beijing y otras ciudades fue haciéndose más y más evidente. La velocidad a la que desaparecían los objetos que le interesaba coleccionar hacían su tarea cada vez más apremiante.

Perplejidad

Ahora hay dos cuestiones que dejan perplejo a Li Wei. La primera es que se ha percatado de que las agencias de turismo sólo dejan media hora a los turistas para recorrer Liulichang; dado que su museo se encuentra en un extremo de esta calle, los turistas llegan hasta él cuando ya es hora de irse. Y la segunda es que en la Ley de Protección de Antigüedades de China todavía no se han introducido modificaciones para permitir su compra y venta, además de su exposición.

Dirección : 24, calle Baiwanzhuang, Beijing, 100037, China
Fax : 86-10-68328338
Sitio Web : http://www.chinatoday.com.cn
E-mail: chinahoy@chinatoday.com.cn
Todos los derechos reservados: China hoy