Li
Wei y su museo de escultura
Por
ZHANG HUA
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Li
Wei cuida con esmero las piezas de su museo |
El Museo de Escultura Song Tang Zhai se encuentra
en el extremo este de Liulichang, calle muy conocida en Beijing
por su atmósfera impregnada de cultura tradicional y por la
cantidad de tiendecitas y puestos ambulantes donde se venden
antigüedades. Al llegar a la puerta de este museo y contemplar
el edificio que lo alberga, construido en tiempos de la dinastía
Yuan, Li Wei no puede evitar sentirse orgulloso. Este hombre
de cincuenta y tres años ha dedicado la mayor parte de su vida
a viajar en busca de esculturas desperdigadas por las viviendas
del pueblo. En el Museo de Escultura de Song Tang Zhai, fundado
por el propio Li Wei, se custodian y exhiben centenares de esculturas
de piedra, madera, jade y ladrillo halladas en Beijing, Shanxi,
Shaanxi, Anhui, Fujian y otras provincias del país. Muchas de
ellas son verdaderos tesoros, puesto que no pueden admirarse
ni siquiera en los museos de categoría nacional.
Li Wei no quiere que los visitantes de su museo se
pierdan ningún detalle interesante; por eso les aconseja iniciar
su visita contemplando la fachada del edificio y las piezas
expuestas en el escaparate. Se trata de un comienzo verdaderamente
extraordinario.
En efecto, desde el travieso mono de piedra labrado
en la pared y el dintel de piedra con 70 figuras esculpidas,
hasta los cimientos de piedra, pasando por las puertas y las
ventanas, que el tiempo ha ido arañando hasta llegar a la madera,
todo aquí parece dispuesto a contar historias de siglos y aun
de milenios atrás. La vieja barandilla situada ante la puerta
del museo estaba antes en Qianmen Dajie, la avenida comercial
más próspera de la antigua Beijing.
“¿Han visto algún edificio como el mío en Liulichang?
Seguro que no, porque además de ser el único de esta calle es
también el único de Beijing”, dijo Li Wei con una expresión
de legítimo orgullo claramente visible en su rostro.
La colección
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Fragmento
de un dintel de piedra esculpido, uno de los tesoros del
museo de Li Wei |
En la primera sala del museo se exhiben sus piezas
más valiosas: dos mendun
de la dinastía Yuan. El mendun
es un elemento de la arquitectura tradicional china. Más concretamente,
se trata de la pieza de piedra en la que antiguamente se fijaba
el eje de madera sobre el que giraba la puerta . Aparte de esta
función práctica, el mendun ofrecía a los dueños de la
vivienda la oportunidad de plasmar en él su ideario estético.
Muchos de ellos dieron rienda suelta a su imaginación y esculpieron
variados dibujos y motivos decorativos de significado implícito.
Por lo tanto, en un elemento arquitéctonico de espacio tan limitado
se concentran los testimonios de la cultura y las costumbres
populares de distintas épocas. Por otra parte, los mendun simbolizaban la jerarquía
feudal y la posición económica. En estos dos mendun se registra la historia de la etnia nómada del norte
que fundó el imperio Yuan tras conquistar las planicies centrales
de China, es decir, las cuencas central e inferior del río Huanghe,
ocupadas a la sazón por los han .
En uno de ellos aparece un nómada con patillas que ata con una
gran cadena de hierro a un qilin , animal mitológico emblema
de los han .
En el otro, se muestra a un qilin
que se inclina sobre la boca de un pozo muy bien decorado para
beber agua, escena que alude a la estrategia utilizada por los
gobernantes Yuan para garantizar el orden y la estabilidad en
su imperio. No obstante, lo cierto es que la dinastía Yuan no
duró mucho tiempo, ya que no tardó en ser derrocada por la etnia
han . En el seno de la nueva dinastía se formó de
inmediato un movimiento que clamaba venganza y que destruyó
o quemó todo aquello que conservase huellas de los Yuan, razón
por la cual los objetos de aquel período que han llegado hasta
nuestros días son tan escasos como valiosos.
Aparte de los mendun , la colección del museo incluye pórticos tallados procedentes
de distintas provincias del país: hay uno de piedra, traído
de Jiangxi; uno de ladrillo, proveniente de Shanxi; y uno de
madera, encontrado en Beijing. Cada uno presenta características
peculiares.
En la segunda sala hay una gran losa de más de dos
metros de longitud, cuyas esculturas en relieve representan
vívidamente la grandiosa escena del emperador saliendo de excursión.
Más de 60 personajes, 100 animales de buen augurio, numerosos
quioscos, torres, casas y frondosos árboles, diferentes todos
ellos unos de otros, se distribuyen armoniosamente a lo largo
y ancho de la losa. La esplendidez y grandiosidad de la escena
se ve realzada con el primoroso calado de la piedra.
“Lo que yo quiero hacer es reunir todas las obras
de escultura popular existentes en el país”, dijo Li Wei, quien
añadió que no le importa si las piezas de su colección provienen
de construcciones famosas o humildes viviendas. Para él, las
viviendas de Shanxi y Anhui son más sobresalientes, e incluso
mejores que el tradicional siheyuan (patio cuadrado limitado por habitaciones) de Beijing,
ya que “la gente que vivía lejos de la capital, es decir, lejos
del poder imperial, se atrevía a expresarse libremente y a esculpir
lo que de verdad le gustaba”.
Son muchos quienes le preguntan qué le llevó a fundar
un museo como éste. Li Wei responde muy emocionado: “Considero
todas las piezas coleccionadas como seres vivos de carne y hueso.
Mi mayor deseo es conocer el pasado y el presente de la cultura
china, y velar por su continuidad”.
Un sueño
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Elementos
arquitectónicos procedentes de diversos lugares del país |
El coleccionismo forma parte esencial de la vida
de Li Wei. Sus antepasados, funcionarios del gobierno feudal
de la dinastía Qing, fueron grandes coleccionistas. Li Wei recuerda
que las habitaciones laterales de la casa donde vivía cuando
era niño estaban repletas de toda clase de antigüedades. Sin
duda alguna, tal ambiente contribuyó a despertar su interés
por coleccionar objetos antiguos. Probablemente, la primera
pieza de su colección fue aquel mendun
que, convertido en caballo por la imaginación infantil, lo acompañó
desde los siete años hasta el final de su niñez.
Li Wei comenzó a dedicarse de lleno a coleccionar
esculturas y elementos arquitectónicos antiguos a los 16 años,
es decir, al inicio de la “revolución cultural”. Durante ese
período fueron destruidas 920.000 viviendas tradicionales de
la antigua ciudad de Beijing. Mezclados con los escombros, incontables
elementos arquitectónicos típicamente beijineses fueron utilizados
para rellenar fosos. El inmenso dolor que sintió Li Wei ante
aquella falta de sensibilidad histórica y artística sólo se
vio mitigado al tomar la siguiente decisión: “Cuando tenga suficiente
dinero, no descansaré hasta haber vuelto a poner todo en el
lugar que se merece”.
Cuando hace 20 años China comenzó a aplicar su política
de reforma y apertura, Li Wei fue uno de los primeros ciudadanos
chinos en prosperar económicamente gracias a su valiosa colección
filatélica, que incluía sellos de la dinastía Qing. Más tarde,
fue orientando su negocio hacia la colección de monedas antiguas
y otros objetos de valor histórico. Describiendo un círculo,
la vida de Li Wei volvió a su punto de partida, es decir, el
coleccionismo, lo que le permitió convertir en realidad el sueño
infantil de coleccionar esculturas y elementos arquitectónicas.
Pero no iba a ser un trabajo fácil. En los primeros
años, Li Wei recorrió en bicicleta casi todas las calles y callejones
de Beijing, y numerosas aldeas alejadas, tomando detalladas
notas de los objetos valiosos que encontraba. En ocasiones tenía
que visitar al dueño de la casa más de una vez, no siendo infrecuente
que gastase más dinero en los viajes y el transporte que en
la compra del objeto. A lo largo de ese proceso, el imparable
desarrollo urbanístico de Beijing y otras ciudades fue haciéndose
más y más evidente. La velocidad a la que desaparecían los objetos
que le interesaba coleccionar hacían su tarea cada vez más apremiante.
Perplejidad
Ahora hay dos cuestiones que dejan perplejo a Li
Wei. La primera es que se ha percatado de que las agencias de
turismo sólo dejan media hora a los turistas para recorrer Liulichang;
dado que su museo se encuentra en un extremo de esta calle,
los turistas llegan hasta él cuando ya es hora de irse. Y la
segunda es que en la Ley de Protección de Antigüedades de China
todavía no se han introducido modificaciones para permitir su
compra y venta, además de su exposición.