Turistas
mexicanos hablan de China
Por
LI DEMING
 |
Turistas
mexicanos ante el Palacio Taihe (Armonía Suprema) del Museo
Imperial (en la “Ciudad Prohibida”) |
En el otoño dorado de Beijing, la mejor estación
del año, un grupo de 14 turistas mexicanos realizaron una viaje
de más de tres semanas por China, cubriendo un largo itinerario
y visitando con gran interés y singular admiración las siguientes
ciudades y lugares de valor turístico e histórico: Beijing,
Datong, la montaña de Wutai, Taiyuan, Zhengzhou, Luoyang, Xi´an,
Wuhan, Chongqing, Leshan,
Chengdu, Lhasa y Hong Kong; además, hicieron un maravilloso
recorrido por el río Yangtsé. Todos ellos coincidieron en señalar
que nunca habían imaginado que este viaje pudiera ser tan magnífico
e instructivo. Cada uno de estos catorce mexicanos partieron
de su país con una idea totalmente distinta de lo que encontrarían
al otro lado del Océano Pacífico. Al llegar a China, algunos
de ellos vieron desmentidas sus ideas y otros se enamoraron
de las montañas y del cielo de este inmenso y milenario país
oriental.
Lo que más les impresionó de su viaje fue comprobar
lo bien que se conservan los monumentos históricos en diversos
lugares y lo modernas que son algunas ciudades chinas, puesto
que casi no tienen nada que envidiar a las del mundo occidental.
Todos manifestaron su sorpresa: nadie esperaba encontrarse con
un país tan moderno, una China con tanto movimiento comercial
y que ha cosechado tantos éxitos en tan poco tiempo. Pero lo
que les causó mayor asombro fue constatar que en tan sólo cuatro
años, China, y en particular Beijing, han experimentado un crecimiento
económico espectacular; para comprobarlo basta observar a las
legiones de jóvenes que consumen toda clase de productos modernos
en las calles y los grandes centros comerciales. “Esto habla
elocuentemente del poder adquisitivo de una clase media creciente”,
comentaba la señora Acacia Engfui, quien hace cuatro años visitó
Beijing y otras ciudades chinas. Acacia Engfui, presidenta del
Centro de Relaciones Culturales México-China, lleva mucho tiempo
trabajando con gran entusiasmo en el fomento de los intercambios
culturales entre ambos países. Su centro dirige una clínica
donde doctores chinos especialistas en medicina tradicional
atienden diariamente a un buen número de pacientes, por medio
tanto de la acupuntura y la moxibustión, como de masajes terapéuticos.
Por otro lado, en dicho centro se imparten clases de kongfu
y de medicina tradicional china. Además, Acacia Engfui, que
es muy buena amiga de los estudiantes chinos, ha alojado a muchos
de ellos en su casa.
 |
Bajo
la protección del Buda Gigante de Datong |
Al comprobar el poder adquisitivo de los ciudadanos
chinos, el señor Rodrigo Tava, uno de los turistas del grupo,
pasado el primer momento de sorpresa, empezó a pensar en hacer negocios con China, puesto que como él dijo: “mi fábrica de
ropa en Jalisco podría crecer más si pudiera contactar con fabricantes
chinos”. Ojalá que este viaje turístico por China sea el preludio
de futuros y fructíferos viajes de negocios.
Durante su estancia en Beijing, los visitantes mexicanos
se mostraron gratamente sorprendidos por las amplias y rápidas
vías de circunvalación, los puentes a desnivel bien iluminados
y las modernas vías de comunicación de la capital china, muchas
de ellas aún inexistentes en México. En resumen, todo el grupo
quedó admirado ante las obras infraestructurales ya realizadas
o que están llevándose a cabo pensando en el pujante desarrollo
actual que seguramente continuará. María Elena Isaguirre dijo
que la imagen que ahora tenía de China era muy diferente de
la que se había forjado mirando películas y leyendo libros y
artículos sobre nuestro país. Este viaje por China les permitió
a ella -- y también a los demás componentes del grupo-- ver
cosas completamente distintas y comprobar que en las zonas visitadas
todavía se conservan modos de vida y costumbres tradicionales.
Gratamente impresionados, los viajeros mexicanos elogiaron la
preservación de las bellezas naturales; la arquitectura tradicional
que aún puede admirarse en algunas provincias; los impresionantes
paisajes del Tibet y el río Yangtzé; las antiquísimas obras
arquitectónicas y artísticas, como la Gran Muralla, el Museo
Imperial (en la Ciudad Prohibida), el Palacio de Verano y el
Templo del Cielo, en Beijing; las Grutas de Longgang, en Datong;
la ciudad de Xi´an, con sus guerreros y corceles de terracota;
el Buda gigante de Leshan; y el Palacio de Potala, así como
otros templos y monasterios de Lhasa. Nuestros amigos mexicanos
estaban muy contentos de haber elegido esta ruta del budismo,
ya que tanto en Beijing como en
Datong, tanto en la montaña de Wutai como en Luoyang,
Leshan, Xi´an y Lhasa abundan los lugares históricos y sagrados
de esta religión; lo más interesante, y lo que ni siquiera habían
imaginado antes de iniciar este viaje, fue que pudieron charlar
con los monjes de la montaña Wutai, los monjes de Lhasa que
viven dentro de la ciudad sagrada y con los monjes de Shaolin,
en Zhengzhou.
Tal vez lo único que lamentaron los viajeros fue
el descuido de los servicios sanitarios. Todos quedaron extrañados
al constatar que, a pesar de la profusión de medios modernos
y avances tecnológicos, en los servicios todavía no se usa cloro.
Sin embargo, este hecho fue sólo una nimio detalle dentro de
la gran aventura que implica descubrir un mundo nuevo, el mundo
de China. Un mundo que vale la pena volver a visitar después
de dejar pasar un par de años.