DICIEMBRE  2002

 

 

 

 

 

 

 

 


La antigua ciudad de Pingyao se muda

Por LI WUZHOU

La torre del mercado, una de las construcciones emblemáticas de Pingyao

El farol rojo , película protagonizada por Gong Li, la estrella de cine más famosa de China, se filmó en el Gran Patio de la Casa Qiao, situada a unas decenas de kilómetros de Pingyao, antigua ciudad donde hay más de cuatro mil viviendas parecidas a la de Qiao. De no haber sido por el éxito de esta película, es probable que la mayoría de ellas hubiesen desaparecido bajo un bosque de edificios modernos. Siguiendo los consejos de un experto, a partir de 1997 el gobierno distrital de Pingyao comenzó a aplicar un plan para trasladar a 20.000 habitantes de esta ciudad con el fin de devolverle su fisonomía original.

La ciudad de las dinastías Ming y Qing mejor conservada

La ciudad de Pingyao, situada en el centro de la provincia de Shanxi, a 100 kilómetros de Taiyuan, su capital, comenzó a construirse en la dinastía Zhou del Oeste (827 a.n.e.-782 a.n.e.). Hasta nuestros días ha llegado la muralla de ladrillos y losas construida durante el tercer año del reinado de Hongwu, emperador de la dinastía Ming. Con el fin de resolver el problema del aprovisionamiento del ejército, el gobierno de dicha dinastía promulgó políticas preferenciales y animó a los comerciantes a transportar artículos y materiales desde el lejano y rico oriente hasta estas ciudades fronterizas de importancia estratégica. Fue así como surgieron numerosos comerciantes conocidos en la historia de China como “jinshang” (denominación formada por “jin”, abreviatura de la provincia de Shanxi, y “shang”, que significa “comerciante”). En 1832, durante el reinado de Daoguang, emperador de la dinastía Qing, se fundó en Pingyao el establecimiento decano de la banca china: la firma Rishengchang. Los ricos comerciantes de esta zona nos legaron gran cantidad de construcciones antiguas que destacan por su grandiosidad.

La red de calles de Pingyao está formada por cuatro anchas avenidas, ochos pequeñas calles y 72 callejones estrechos. El eje central, que discurre de norte a sur, tiene su origen en la sede oficial del gobierno, desde donde se extiende en ambas direcciones dividiendo la ciudad de forma perfectamente simétrica. En la calle Mingqing se concentran más de 30 edificios de valor histórico. Sedes de compañías, casas de empeños,  biaoju , posadas y tiendas de objetos de laca se alinean en esta calle y, como si de un rollo de pintura se tratase, despliegan ante el mundo la historia del desarrollo cultural, social, económico y religioso de las dinastías Ming y Qing.

Resulta increíble que Pingyao haya llegado prácticamente intacta hasta nuestros días. Se dice que su muralla de 12 metros de altura evitó que las llamas de la guerra devorasen la ciudad. Además, sus habitantes siempre han tratado sus casas con mucho esmero, dado que están convencidos de que sus ladrillos y tejas tienen vida propia y están bendecidas por los dioses. Durante la “revolución cultural”, ni siquiera los jóvenes guardias rojos, quienes en la cultura tradicional solamente veían vestigios perniciosos del sistema feudal, se atrevieron a derruirlas, ya que estaban habitadas, por lo que se limitaron a destruir algunos adornos escultóricos. Según otra versión, como en aquella época Pingyao era el distrito más pobre de Shanxi, el gobierno distrital, si bien quería derribar las viviendas viejas y antiguas, no pudo hacerlo por falta de fondos.

Sea como fuere, la antigua ciudad de Pingyao ha logrado llegar casi intacta hasta el presente. Entre sus numerosas construcciones de interés histórico destacan el Pabellón de los Miles de Budas del Templo de Zhenguo, el Templo de Shuanglin, el Templo Taoísta de Qingxu y el Gran Salón del Templo de Confucio, construcciones todas ellas de más de mil años de antigüedad, así como 3.797 viviendas tradicionales, 387 de las cuales se conservan prácticamente en su estado original.

Los habitantes de la vieja ciudad se mudan

Vista exterior de la antigua ciudad de Pingyao

El traslado de los habitantes de Pingyao está siendo el mayor realizado en el mundo para proteger el Patrimonio Cultural de la Humanidad. En 1997, el gobierno distrital trasladó primero la sede del antiguo gobierno feudal y posteriormente fueron abandonando la vieja ciudad 74 entidades y siete fábricas. El próximo traslado será de mayores proporciones, puesto que afectará no sólo a las fábricas y las instituciones gubernamentales, sino también a las escuelas, a los hospitales y a 20.000 personas, es decir, a la mitad de la población.

El nuevo núcleo de población que el gobierno distrital planea construir estará situado al suroeste de la ciudad y contará con todas las infraestructuras necesarias, así como con amplio arbolado. Hasta la fecha, se han construido una escuela, un hospital y una zona de viviendas dotada de todos los servicios. Además, están construyéndose otras tres zonas de vivienda y ya son más de las 400  familias que se han instalados en 18 modernos bloques de viviendas. Si la falta de fondos no lo impide, el traslado debería concluir antes del 2005. Para entonces, las actividades más importantes de Pingyao ya se estarán desarrollando en el nuevo núcleo de población y en la vieja ciudad quedarán únicamente los servicios imprescindibles para atender a quienes permanezcan en ella.

Sin embargo, Pingyao topa con el mismo obstáculo que dificulta el desarrollo del resto del interior de China: la pobreza. En primer lugar, el gobierno local carece de los recursos económicos necesarios para conceder subsidios a quienes desean trasladarse; y en segundo lugar, los habitantes de la vieja ciudad son tan pobres que, a pesar de apoyar la decisión tomada por el gobierno local, no tienen dinero suficiente para comprar un departamento en la nueva zona de viviendas construida fuera de Pingyao. Llevar a cabo un traslado de tal magnitud en un distrito económicamente tan débil constituye realmente una tarea muy ardua. Según Li Dingwu, gobernador del distrito, los dirigentes y los habitantes de esta ciudad han tomado la iniciativa y están buscando a grupos de inversionistas poderosos que quieran ayudarles a trasladarse y que también puedan beneficiarse del futuro desarrollo económico de Pingyao.

La historia de Zhao Changben

Zhao Changben, nacido en 1938, es un trabajador jubilado del Buró Distrital de Reliquias Culturales de Pingyao. La casa donde vive se la dejó en herencia su abuelo, quien la compró en 1874. Al igual que otras personas de su edad, cuando el gobierno local le pidió que se preparara para trasladarse Zhao se mostró reacio a abandonar su hogar. Pero al final no ha tenido más remedio que hacer los preparativos, puesto que no es en absoluto aconsejable que su mujer, afectada de una grave artritis, siga viviendo en una vieja casa sin calefacción. Zhao, que ha dedicado casi toda su vida a estudiar las antigüedades y las construcciones tradicionales, se siente muy apenado. Además de fascinarle los objetos del pasado, conoce muy bien las ventajas que ofrecen las casas antiguas. Lo único que desea Zhao ahora es que cuando se acerque su última hora le permitan volver a su vieja casa para poder morir en el mismo lugar donde nació.

Como la mayoría de los jóvenes, Zhao Penghuan, segundogénito de Zhao Changben, anhela trasladarse lo más pronto posible a la nueva vivienda para poder disfrutar de todas las comodidades que ofrecen los edificios modernos. Desde hace mucho tiempo se siente incómodo viviendo en una casa vieja, ya que, por ejemplo, tanto en plena noche como durante el frío invierno tiene que ir al retrete público.

Zhao Pengtu, primogénito de Zhao Changben, es un representante de los intelectuales chinos aficionados a la cultura tradicional de nuestro país. Zhao Pengtu, que se dedica al diseño de construcciones antiguas, está esperando a que las otras familias que viven en su patio se trasladen para poner en práctica su plan, que no es otro que el de devolver a dicho patio su aspecto original. Dentro de su habitación se acumula una colección de ventanas, mesas y sillas de madera talladas, así como incensarios y otras antigüedades. Ni que decir tiene que Zhao Pengtu no se resigna a vivir exactamente como lo hacían sus antepasados. En efecto, al tiempo que se propone recuperar lo antiguo, está diseñando una habitación para él decorada al estilo moderno, que dispondrá también de cuarto de baño y de todo lo necesario para poder conectarse a la Internet. Según la ley, en las construcciones que gozan de protección prioritaria no pueden efectuarse restauraciones que alteren su aspecto interior o exterior, pero si pueden realizarse cambios dentro de ellas, siempre que éstos no afecten al aspecto exterior de otras construcciones antiguas.

Pingyao no quiere ser una segunda Chinon

Una noche me hospedé en una casa construida hace trescientos años transformada en pensión. En ella, no sólo la construcción mantenía su aspecto original, sino que todo lo demás, mesas, sillas, armarios, espejos, lámparas, camas, colchones, etcétera también eran de diseño antiguo; pero entre los ladrillos descubrí un enchufe al que se podía conectar un ordenador portátil para acceder a la Internet; en la habitación había también un cuarto de baño que nada tenía que envidiar a los que hay en los hoteles de tres estrellas. Por supuesto, en Pingyao jamás habrá más de cien establecimientos de este tipo, ya que esta es la cifra que el gobierno local ha fijado como límite. También se ha fijado un número máximo de tiendas de souvenires y de establecimientos dedicados a los turistas. Con tales restricciones se quiere evitar que la antigua Pingyao se convierta en una ciudad mercado o en un complejo cultural donde sólo se ven turistas, tiendas y hoteles; lo que se pretende es, en definitiva, que la ciudad siga viva, lo cual sólo es posible si sus habitantes pueden llevar una vida como la que llevan los de cualquier otra ciudad.

Resuelto a preservar la antigua fisonomía de Chinon, el gobierno francés ordenó no tocar nada de esta ciudad. Pero lo que sucedió fue que la brecha entre las condiciones que ofrecían los viejos edificios y las exigencias planteadas por la vida moderna se amplió hasta tal punto que la mayoría de sus habitantes no quiso seguir viviendo allí. No cabe duda de que el gobierno de Pingyao no pretende seguir este ejemplo. Por lo tanto, su plan consiste en ampliar la superficie habitable de las viviendas pertenecientes a las familias que permanecerán en la ciudad y permitir a éstas que renueven la decoración interior, la cocina y el cuarto de baño, para de este modo mejorar lo más posible sus condiciones de vida. Las casas en muy mal estado o en ruinas serán sustituidas por parques y jardines. Esta antigua ciudad no podrá mantener su pulso vital a menos que sus habitantes puedan llevar una vida normal, del mismo modo que las costumbres populares y tradicionales sólo encuentran su expresión genuina en la vida cotidiana.

Es preferible avanzar poco a poco que correr demasiado y tener luego que arrepentirse de haber causado daños irreparables. De ahí que antes de tomar una decisión importante, los habitantes de Pingyao la estudien con detalle y la discutan una y otra vez. Y es que lo que en el fondo desean es que sus descendientes hereden una ciudad antigua pero viva, no una bella pero mortecina reliquia cultural.

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