La antigua ciudad de Pingyao se muda
Por LI WUZHOU
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La
torre del mercado, una de las construcciones emblemáticas
de Pingyao
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El farol
rojo , película protagonizada por Gong Li, la estrella
de cine más famosa de China, se filmó en el Gran Patio de la
Casa Qiao, situada a unas decenas de kilómetros de Pingyao,
antigua ciudad donde hay más de cuatro mil viviendas parecidas
a la de Qiao. De no haber sido por el éxito de esta película,
es probable que la mayoría de ellas hubiesen desaparecido bajo
un bosque de edificios modernos. Siguiendo los consejos de un
experto, a partir de 1997 el gobierno distrital de Pingyao comenzó
a aplicar un plan para trasladar a 20.000 habitantes de esta
ciudad con el fin de devolverle su fisonomía original.
La ciudad de las dinastías Ming y Qing mejor conservada
La ciudad de Pingyao, situada en el centro de la
provincia de Shanxi, a 100 kilómetros de Taiyuan, su capital,
comenzó a construirse en la dinastía Zhou del Oeste (827 a.n.e.-782
a.n.e.). Hasta nuestros días ha llegado la muralla de ladrillos
y losas construida durante el tercer año del reinado de Hongwu,
emperador de la dinastía Ming. Con el fin de resolver el problema
del aprovisionamiento del ejército, el gobierno de dicha dinastía
promulgó políticas preferenciales y animó a los comerciantes
a transportar artículos y materiales desde el lejano y rico
oriente hasta estas ciudades fronterizas de importancia estratégica.
Fue así como surgieron numerosos comerciantes conocidos en la
historia de China como “jinshang” (denominación formada por
“jin”, abreviatura de la provincia de Shanxi, y “shang”, que
significa “comerciante”). En 1832, durante el reinado de Daoguang,
emperador de la dinastía Qing, se fundó en Pingyao el establecimiento
decano de la banca china: la firma Rishengchang. Los ricos comerciantes
de esta zona nos legaron gran cantidad de construcciones antiguas
que destacan por su grandiosidad.
La red de calles de Pingyao está formada por cuatro
anchas avenidas, ochos pequeñas calles y 72 callejones estrechos.
El eje central, que discurre de norte a sur, tiene su origen
en la sede oficial del gobierno, desde donde se extiende en
ambas direcciones dividiendo la ciudad de forma perfectamente
simétrica. En la calle Mingqing se concentran más de 30 edificios
de valor histórico. Sedes de compañías, casas de empeños, biaoju ,
posadas y tiendas de objetos de laca se alinean en esta calle
y, como si de un rollo de pintura se tratase, despliegan ante
el mundo la historia del desarrollo cultural, social, económico
y religioso de las dinastías Ming y Qing.
Resulta increíble que Pingyao haya llegado prácticamente
intacta hasta nuestros días. Se dice que su muralla de 12 metros
de altura evitó que las llamas de la guerra devorasen la ciudad.
Además, sus habitantes siempre han tratado sus casas con mucho
esmero, dado que están convencidos de que sus ladrillos y tejas
tienen vida propia y están bendecidas por los dioses. Durante
la “revolución cultural”, ni siquiera los jóvenes guardias rojos,
quienes en la cultura tradicional solamente veían vestigios
perniciosos del sistema feudal, se atrevieron a derruirlas,
ya que estaban habitadas, por lo que se limitaron a destruir
algunos adornos escultóricos. Según otra versión, como en aquella
época Pingyao era el distrito más pobre de Shanxi, el gobierno
distrital, si bien quería derribar las viviendas viejas y antiguas,
no pudo hacerlo por falta de fondos.
Sea como fuere, la antigua ciudad de Pingyao ha logrado
llegar casi intacta hasta el presente. Entre sus numerosas construcciones
de interés histórico destacan el Pabellón de los Miles de Budas
del Templo de Zhenguo, el Templo de Shuanglin, el Templo Taoísta
de Qingxu y el Gran Salón del Templo de Confucio, construcciones
todas ellas de más de mil años de antigüedad, así como 3.797
viviendas tradicionales, 387 de las cuales se conservan prácticamente
en su estado original.
Los habitantes
de la vieja ciudad se mudan
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Vista
exterior de la antigua ciudad de Pingyao |
El traslado de los habitantes de Pingyao está siendo
el mayor realizado en el mundo para proteger el Patrimonio Cultural
de la Humanidad. En 1997, el gobierno distrital trasladó primero
la sede del antiguo gobierno feudal y posteriormente fueron
abandonando la vieja ciudad 74 entidades y siete fábricas. El
próximo traslado será de mayores proporciones, puesto que afectará
no sólo a las fábricas y las instituciones gubernamentales,
sino también a las escuelas, a los hospitales y a 20.000 personas,
es decir, a la mitad de la población.
El nuevo núcleo de población que el gobierno distrital
planea construir estará situado al suroeste de la ciudad y contará
con todas las infraestructuras necesarias, así como con amplio
arbolado. Hasta la fecha, se han construido una escuela, un
hospital y una zona de viviendas dotada de todos los servicios.
Además, están construyéndose otras tres zonas de vivienda y
ya son más de las 400 familias
que se han instalados en 18 modernos bloques de viviendas. Si
la falta de fondos no lo impide, el traslado debería concluir
antes del 2005. Para entonces, las actividades más importantes
de Pingyao ya se estarán desarrollando en el nuevo núcleo de
población y en la vieja ciudad quedarán únicamente los servicios
imprescindibles para atender a quienes permanezcan en ella.
Sin embargo, Pingyao topa con el mismo obstáculo
que dificulta el desarrollo del resto del interior de China:
la pobreza. En primer lugar, el gobierno local carece de los
recursos económicos necesarios para conceder subsidios a quienes
desean trasladarse; y en segundo lugar, los habitantes de la
vieja ciudad son tan pobres que, a pesar de apoyar la decisión
tomada por el gobierno local, no tienen dinero suficiente para
comprar un departamento en la nueva zona de viviendas construida
fuera de Pingyao. Llevar a cabo un traslado de tal magnitud
en un distrito económicamente tan débil constituye realmente
una tarea muy ardua. Según Li Dingwu, gobernador del distrito,
los dirigentes y los habitantes de esta ciudad han tomado la
iniciativa y están buscando a grupos de inversionistas poderosos
que quieran ayudarles a trasladarse y que también puedan beneficiarse
del futuro desarrollo económico de Pingyao.
La historia
de Zhao Changben
Zhao Changben, nacido en 1938, es un trabajador jubilado
del Buró Distrital de Reliquias Culturales de Pingyao. La casa
donde vive se la dejó en herencia su abuelo, quien la compró
en 1874. Al igual que otras personas de su edad, cuando el gobierno
local le pidió que se preparara para trasladarse Zhao se mostró
reacio a abandonar su hogar. Pero al final no ha tenido más
remedio que hacer los preparativos, puesto que no es en absoluto
aconsejable que su mujer, afectada de una grave artritis, siga
viviendo en una vieja casa sin calefacción. Zhao, que ha dedicado
casi toda su vida a estudiar las antigüedades y las construcciones
tradicionales, se siente muy apenado. Además de fascinarle los
objetos del pasado, conoce muy bien las ventajas que ofrecen
las casas antiguas. Lo único que desea Zhao ahora es que cuando
se acerque su última hora le permitan volver a su vieja casa
para poder morir en el mismo lugar donde nació.
Como la mayoría de los jóvenes, Zhao Penghuan, segundogénito
de Zhao Changben, anhela trasladarse lo más pronto posible a
la nueva vivienda para poder disfrutar de todas las comodidades
que ofrecen los edificios modernos. Desde hace mucho tiempo
se siente incómodo viviendo en una casa vieja, ya que, por ejemplo,
tanto en plena noche como durante el frío invierno tiene que
ir al retrete público.
Zhao Pengtu, primogénito de Zhao Changben, es un
representante de los intelectuales chinos aficionados a la cultura
tradicional de nuestro país. Zhao Pengtu, que se dedica al diseño
de construcciones antiguas, está esperando a que las otras familias
que viven en su patio se trasladen para poner en práctica su
plan, que no es otro que el de devolver a dicho patio su aspecto
original. Dentro de su habitación se acumula una colección de
ventanas, mesas y sillas de madera talladas, así como incensarios
y otras antigüedades. Ni que decir tiene que Zhao Pengtu no
se resigna a vivir exactamente como lo hacían sus antepasados.
En efecto, al tiempo que se propone recuperar lo antiguo, está
diseñando una habitación para él decorada al estilo moderno,
que dispondrá también de cuarto de baño y de todo lo necesario
para poder conectarse a la Internet. Según la ley, en las construcciones
que gozan de protección prioritaria no pueden efectuarse restauraciones
que alteren su aspecto interior o exterior, pero si pueden realizarse
cambios dentro de ellas, siempre que éstos no afecten al aspecto
exterior de otras construcciones antiguas.
Pingyao
no quiere ser una segunda Chinon
Una noche me hospedé en una casa construida hace
trescientos años transformada en pensión. En ella, no sólo la
construcción mantenía su aspecto original, sino que todo lo
demás, mesas, sillas, armarios, espejos, lámparas, camas, colchones,
etcétera también eran de diseño antiguo; pero entre los ladrillos
descubrí un enchufe al que se podía conectar un ordenador portátil
para acceder a la Internet; en la habitación había también un
cuarto de baño que nada tenía que envidiar a los que hay en
los hoteles de tres estrellas. Por supuesto, en Pingyao jamás
habrá más de cien establecimientos de este tipo, ya que esta
es la cifra que el gobierno local ha fijado como límite. También
se ha fijado un número máximo de tiendas de souvenires y de
establecimientos dedicados a los turistas. Con tales restricciones
se quiere evitar que la antigua Pingyao se convierta en una
ciudad mercado o en un complejo cultural donde sólo se ven turistas,
tiendas y hoteles; lo que se pretende es, en definitiva, que
la ciudad siga viva, lo cual sólo es posible si sus habitantes
pueden llevar una vida como la que llevan los de cualquier otra
ciudad.
Resuelto a preservar la antigua fisonomía de Chinon,
el gobierno francés ordenó no tocar nada de esta ciudad.
Pero lo que sucedió fue que la brecha entre las condiciones
que ofrecían los viejos edificios y las exigencias planteadas
por la vida moderna se amplió hasta tal punto que la mayoría
de sus habitantes no quiso seguir viviendo allí. No cabe duda
de que el gobierno de Pingyao no pretende seguir este ejemplo.
Por lo tanto, su plan consiste en ampliar la superficie habitable
de las viviendas pertenecientes a las familias que permanecerán
en la ciudad y permitir a éstas que renueven la decoración interior,
la cocina y el cuarto de baño, para de este modo mejorar lo
más posible sus condiciones de vida. Las casas en muy mal estado
o en ruinas serán sustituidas por parques y jardines. Esta antigua
ciudad no podrá mantener su pulso vital a menos que sus habitantes
puedan llevar una vida normal, del mismo modo que las costumbres
populares y tradicionales sólo encuentran su expresión genuina
en la vida cotidiana.
Es preferible avanzar poco a poco que correr demasiado
y tener luego que arrepentirse de haber causado daños irreparables.
De ahí que antes de tomar una decisión importante, los habitantes
de Pingyao la estudien con detalle y la discutan una y otra
vez. Y es que lo que en el fondo desean es que sus descendientes
hereden una ciudad antigua pero viva, no una bella pero mortecina
reliquia cultural.