El
poeta de la luna y el vino
Por
GUILLERMO DAÑINO
Li
Taipo o Li Bai (701 -762), de la dinastía Tang (618-907), es
el máximo poeta de toda la historia literaria de China.
Su imagen de hombre libre, alegre ,enérgico, amigable,
espontáneo y simpático; su amor por la embriaguez que sin pretensiones
ofrece estados trascendentales de la mente; su fidelidad a los
amigos de toda clase social; su admiración
por la naturaleza y su devoción por la armonía universal,
en el más puro estilo taoísta, son características tan personales
que no sólo lo definen, sino que nos lo acercan como a un ser
muy humano, desbordante de vida.
Su obra, a pesar de la lejanía cultural y temporal,
tiene la virtud de despertar en nosotros un renovado gozo estético.
Admiramos, en virtud de la palabra bien dicha, su
gran personalidad y su genial sentido artístico. En versos sencillos,
de frases sobrias, elegantes, sugiere un mundo propio y a la
vez universal, de resonancias intensas para la sensibilidad
de todos los lectores. Leerlo es tener la vivencia de un poeta
que pertenece a la humanidad.
Teniendo en cuenta tan sólo las dimensiones chinas
de su popularidad y difusión, se puede afirmar, sin lugar a
dudas, que Li Bai ha sido y sigue siendo el poeta más leído
en la historia del mundo.
Leyendo la leyenda
La leyenda de Li Bai es blanca si se relaciona con
la historia de su nombre propio. El apellido Li, que significa
ciruelo, fue heredado de su padre. Pero su nombre propio tiene
una leyenda blanca como origen. En efecto, se dice que la víspera
del nacimiento del poeta, la madre soñó que se le acercaba una
enorme estrella blanca, la más brillante del firmamento. Como
en chino a Venus se le llama “la gran blanca” o “la estrella
blanca”, la madre eligió el nombre de este planeta como nombre
propio de la criatura que nacería al día siguiente: Tai Bai,
o simplemente Bai, Taipo o Po en pronunciación regional y antigua
. “Bai” o “Po” significan “blanco”. “Tai Bai” o “Tai Po” significan
“el gran blanco” o “la estrella Venus”.
Es
blanca la leyenda de Li Bai como blanca es la luna llena, amiga
entrañable que le inspirara bellas metáforas y numerosos poemas
. Tal es el caso, entre otros muchos, del poema que dice:
Bebo solo bajo la luna
Con mi jarro de vino entre flores,
Sin amigos, bebo solo.
Levanto la copa e invito a la luna
Y somos tres con mi sombra.
La luna no sabe beber,
Mi sombra sólo acierta a seguirme.
Pero pronto nos hacemos amigos,
Y alegres disfrutamos la primavera.
Canto y la luna a mi ritmo se balancea,
Danzo y mi sombra tropieza y titubea.
Sobrios, compartimos nuestro gozo,
Ebrios, todo se esfuma de nuestra vista.
¡Que nos encontremos en el río de nubes,
para alegrarnos
por siempre en las alturas!
Para muchos, el color propio de la leyenda de Li
Bai es el rojo. No el rojo bermejo de los arreboles, ni el violento
de las amapolas o el de diversos matices de las rosas, ni el
rojo sangre de la tragedia, ni el desteñido y sucio de las guerras
y la sangre derramada.
El rojo propio de esta leyenda es el rojo del vino.
El rojo del licor que lo acompañó en su soledad, que lo consoló
en su desgracia, que lo inspiró en diversos momentos de su dramática
existencia.
Copa en mano, pregunto a la luna
Al límpido cielo, ¿cuándo llegaste?
Te pregunto, levantando mi copa.
No puedo trepar hasta tu espléndida lumbre,
Aunque fiel me acompañes para siempre.
...
Antiguos y presentes pasan como las aguas del río
Y todos aprecian el resplandor de la misma luna.
¿Que más podría desear, mientras canto y bebo,
sino verte
repetida en el fondo de mi copa dorada?
La amistad es una tradición muy arraigada en el pueblo
y en la poesía de China. La amistad con los amigos, así como
la amistad con cielos y tierra, es el ideal de la armonía del
universo.
De noche, con mis amigos
Purificados de mil años de tristeza,
¡bebamos juntos cien jarras de vino!
¡Ah¡ ¡Qué agradable conversar toda la noche!
¡La luna espléndida no nos deja dormir!
Ebrios, recostados sobre la montaña vacía,
Nos cubrirá el cielo amigo y la tierra será
Nuestro lecho.