Economía
y comercio de China
Por
Andrés Humberto Chong
Geng
Al iniciarse el siglo XXI, China ha logrado salir
indemne de las crisis y mantenerse como una “isla”, y ha contribuido
a la estabilidad de la región. Sin embargo, esto no quiere decir
que esté libre del impacto de las turbulencias económicas mundiales,
dada su cada vez mayor interaccion con el resto del mundo.
A juzgar por los principales indicadores económicos,
y a pesar de los problemas que se originan en su economía, en
pleno tránsito de la planificación central a la economía de
mercado, China ha logrado en los últimos años un alto crecimiento
económico, con tasas cercanas al 8%. El comercio exterior ha
mantenido un superávit comercial, lo que le permite disponer
de una de las mayores reservas de divisas del mundo.
A pesar de que la situación económica general de
China ha mejorado notablemente, existen todavía problemas estructurales
serios por corregir, entre ellos la debilidad de la base agrícola,
la irracionalidad de su estructura económica y las deudas incobrables
resultado en buena medida de un sistema bancario obsoleto. Muchas
empresas están fuertemente endeudadas, trabajan a pérdida y
se ven obligadas a despedir a parte de su personal; todos estos
problemas han provocado una gran preocupación en el Gobierno
Central.
Con estos antecedentes, China planea reajustar aun
más su estructura económica a fin de mantener un desarrollo
saludable. En los últimos años el país ha fortalecido su poderío
económico integral mediante el aumento de la inversión y la ejecución
de nuevos proyectos. En este proceso de reestructuración económica,
China ha prestado especial atención a la mejora de la calidad
y la eficiencia, y ha conseguido grandes éxitos en la construcción
económica, desarrollando las industrias básicas y creando una
nueva fuerza dinámica y económica; pero este progreso aún no
ha satisfecho las expectativas.
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Calle comercial
de Beijing |
A medida que se liberaliza la economía, el flujo
de capitales extranjeros es cada vez mayor. El Gobierno chino
se esfuerza por mejorar el ambiente inversor poniendo un mayor
énfasis en la construcción de infraestructuras, tanto por su
magnitud como por la cantidad de proyectos que requieren inversiones foráneas.
Los pedidos de importación abarcan productos de alta tecnología,
equipos para el desarrollo de la construcción económica, productos
agro-industriales y materias primas. Los fondos para estas importaciones
están asegurados, aunque para lograr la estabilidad de su economía,
China seguirá insistiendo en la política de mutuo beneficio.
El Gobierno chino es consciente de que se requieren
mayores esfuerzos, a fin de desarrollar nuevas industrias --
especialmente las de tecnología-- y formar grandes conglomerados
que puedan ser competitivos en los mercados internacionales.
También se debe acelerar la actual reforma de la vivienda en
consonancia con el incremento de la construcción de nuevas viviendas
tanto en las ciudades como en el campo, lo cual a su vez traerá
un mayor desarrollo de la industria de la construcción.
Un sector que debe destacarse es el relacionado con
el turismo, que, a pesar de las crisis en la zona y la contracción
de otras áreas económicas, ha mostrado en los últimos años un
robusto desarrollo y ha continuado con la tendencia creciente
de años anteriores. Según las informaciones disponibles, China
ha recibido en los últimos años más de 60 millones anuales de
turistas extranjeros e internamente se registran también desplazamientos
de alrededor de 700 millones de viajeros por año. Este gran
movimiento de personas genera unos ingresos de alrededor de
45 mil millones de dólares, de los cuales alrededor de 13 mil
millones representan ingresos netos del exterior, lo que equivale
aproximadamente al 1.5 por ciento del PIB chino.
La crisis asiática pasará a la historia como una
de las peores crisis económicas del siglo XX. Este período será
recordado por la recesión, la fluctuación de las monedas, los
cambios políticos y el final del llamado “milagro asiático”.
Hasta entonces el mundo contempló maravillado la fuerza de los
“tigres de la economía”. Hasta hoy día los inversionistas no
pueden creer que los gobiernos que lograron grandes crecimientos
para sus economías sean incapaces de salir de la recesión.
El siglo XX ha sido testigo de que parte de las crisis
son financieras y están relacionadas con el movimiento de las
monedas. Así, la crisis de los países asiáticos estuvo marcada
por un sorpresivo cambio en los precios de sus activos. Los
especialistas calculan que alrededor de 2 billones de dólares
de riqueza financiera desaparecieron de Asia. El ingreso se
redujo alarmantemente y los costos sociales continúan incrementándose.
Según economistas de importantes instituciones financieras,
“esta crisis de deuda” se debió principalmente al exceso de
crédito internos y a la entrada masiva de capitales a corto
plazo para financiar gastos de los gobiernos.
A juicio de los economistas, una de las principales
causas de la crisis asiática fue la sobrevaloración de sus monedas
locales, utilizando el tipo de cambio como “ancla” para controlar
la inflación. Ello motivó un desequilibrio del comercio, acumulando
grandes déficit en cuenta corriente, lo que llevó a los países
a una de las mayores devaluaciones de sus monedas. Se pudo apreciar
que estos países tenían algo en común: el sostenido déficit
en sus balanzas de pagos internacionales.
En tales circunstancias, una vez que el capital foráneo
se reduce o deja de afluir, se produce una fuga de capitales
y los efectos se ven agravados por la crisis de confianza provocada
por las dificultades en el cobro y la consiguiente devaluación
de las monedas. Hasta el momento, China se mantiene al margen
de las turbulencias financieras; sus exportaciones han sido
afectadas ligeramente; su economía mantiene su ritmo de crecimiento;
el nivel de la deuda externa se mantiene por debajo de los límites
admitidos internacionalmente y las inversiones extranjeras continúan
llegando.
Las autoridades chinas han sacado varias lecciones
de la crisis financiera de Asia. Si un país desea mantener un
desarrollo estable de su economía, tiene que persistir en el
mantenimiento del control macroeconómico, mantener un sistema
financiero sano y estable, aplicar un sistema monetario razonable,
contar con suficientes reservas de divisas y promover una apertura
financiera prudente.
Por otro lado, una de las medidas más importantes
adoptadas por el Gobierno chino ha sido expandir la demanda
interna con el fin de asegurar la consecución de las metas fijadas
para el crecimiento macro y microeconómico. En tal sentido,
se ha incrementado la inversión en infraestructuras agrícolas,
en transportes y comunicaciones, en redes eléctricas rurales,
en la construcción de silos para cereales y en la construcción
de infraestructuras urbanas.
Asimismo, el Gobierno ha reajustado su política de
préstamos bancarios y los reglamentos sobre la inversión y el
acceso al mercado de capitales, con el objeto de estimular a
las empresas a realizar inversiones. Entre otras medidas adoptadas
para activar el consumo destacan la reforma del régimen de viviendas,
la expansión de los créditos y el desarrollo del turismo. Los
ingresos de la población rural han aumentado y el Gobierno ha
realizado más esfuerzos para mejorar el suministro de energía
y agua, y la red viaria, así como para promover el desarrollo
de pequeños núcleos de población. Los salarios de los empleados
públicos también se han incrementado.
El comercio exterior de China ha tenido algunas dificultades
debido a la ralentización del
crecimiento de la economía mundial. Los principales países
en desarrollo, que son los principales socios comerciales de
China, ven que el crecimiento económico es lento y no vislumbran
signos de recuperación a corto plazo. Los datos sobre las exportaciones
chinas mostraban un ligero crecimiento hasta la primera mitad
del 2001, pero en junio éstas cayeron desde una tasa de dos
dígitos hasta valores negativos. Esta situación se vio agravada
por los atentados que tuvieron lugar el 11 de septiembre contra
las torres gemelas de Nueva
York. Por todo ello, en el 2001 las exportaciones netas contribuyeron
negativamente al crecimiento del PIB.
También se han tomado otras importantes medidas,
como la aceleración de la reforma de las políticas relacionadas
con el comercio exterior, concretada en la suavización de las
restricciones impuestas a las exportaciones de las empresas
no estatales y la intensificación de la lucha contra el contrabando.
Asimismo, se está animando a las empresas nacionales a tener
un buen comportamiento económico para que puedan hacer nuevos
negocios fuera de China, utilizando tecnología y equipos propios
para incrementar sus exportaciones mediante el montaje y procesamiento
en el extranjero. Estas operaciones se desarrollan principalmente
en el campo de la industria ligera.
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Un próspero
supermercado |
Su ingreso en la Organización Mundial del Comercio
(OMC) ha ido acompañado de la firma de acuerdos bilaterales
con los países miembros. Ello implica que China se ha comprometido
a adecuar gradualmente sus estructuras económicas y legales
a las prácticas del comercio internacional libre y competitivo;
y lo que es más importante, significa que la comunidad internacional
ha reconocido el proceso de modernización y reforma económica
de China, hecho que la convierte en un socio confiable, cuya
economía sabrá desenvolverse como cualquier economía moderna
interesada en desarrollar las relaciones económicas y comerciales
con el resto del mundo.
Desafortunadamente, en ciertos sectores de la clase
política y empresarial latinoamericana existe todavía un gran
desconocimiento del tremendo potencial de este país; más aun
si tenemos en cuenta que China, con Hong Kong y Macao, lleva
camino de convertirse en pocos años en una de las primeras potencias
económicas mundiales.
Bajo esta realidad expectante, China debe ejercer el liderazgo de los países en
desarrollo en razón de ser el más poblado de ellos, tener la
mayor economía y el mayor poder militar. En tal sentido, desde
hace varios años China viene fortaleciendo sus vínculos con
países de América Latina, Asia y África, zonas geográficas que, por la complementariedad
de sus economías, pueden
convertirse en importantes aliados, no sólo en el terreno político,
sino también y principalmente en los ámbitos económico y comercial.