DICIEMBRE  2002

 

 

 

 

 

 

 

 


Golmud,  la cordillera Kunlun  y el ferrocarril Qinghai-Tíbet

 

Por SHEN HONGLEI

Frutas frescas y variadas de Golmud

No hace mucho, la Televisión Central de China emitió por su canal vía satélite un programa en el que el joven subgobernador de Qinghai comenzaba la presentación de esta provincia al resto del mundo con estas palabras: “Qinghai es un bello lugar”.

Por detrás de él iban pasando bellas imágenes: las aguas de un río precipitándose por una garganta; las encrespadas olas del lago salado de Chaka; y la construcción de la línea férrea Qinghai-Tíbet a través de la cordillera Kunlun. Mucha gente sueña con visitar la lejana y maravillosa meseta Qinghai-Tíbet. Por fin he tenido la oportunidad de ir desde el interior de la provincia de Qinghai, situada en el norte de la meseta Qinghai-Tíbet, hasta Golmud, de cruzar la cordillera Kunlun y de ver las obras de la línea férrea que llegará hasta Lhasa, capital de la región autónoma de Tíbet.

Golmud, una ciudad nacida con las carreteras

Dos horas y diez minutos en avión bastan para cubrir los 1.150 kilómetros que separan  Beijing y Xining, capital de la provincia de Qinghai, desde donde una línea férrea casi completamente recta lleva a Golmud.

Al atardecer, sentado junto a la ventanilla del tren, contemplé un río de aguas cristalinas deslizándose por la llanura verde oscuro y lejanas montañas que el sol poniente teñía de rojo brillante. La parte occidental de la cordillera Kunlun es muy elevada, mientras que la oriental desciende suavemente. Ante mí surgía un mundo misterioso. Ocho horas después llegué a la ciudad de Golmud, situada en la depresión de Chaidamu.

La refinería de petróleo de Golmud inmersa en un mar de girasoles

Esta depresión, una de las cuatro mayores de China, ha sido muy conocida desde la antigüedad debido a su vastedad. Golmud se encuentra en el borde sur de la depresión de Chaidamu. A partir de 1954, la construcción de la carretera Qinghai-Tíbet fue trayendo hasta este lugar a un número creciente de trabajadores, que se distribuyeron por casi todos los rincones del desierto Gobi, poniendo así fin a su milenaria soledad. Pronto empezó a oírse a los primeros vendedores voceando sus mercancías y la llegada de todo tipo de productos y materiales ya no se interrumpió. En la década de 1980, Golmud dio su primer paso hacia su transformación en una ciudad industrial al ser ratificada por el Consejo de Estado como ciudad de nivel distrital subordinada a una prefectura. Desde entonces, se han abierto en Golmud el campo de gas de Sebei, una refinería de petróleo y la primera gran fábrica de potasa de China, industrias que se han convertido en los pilares económicos de la ciudad.

El ruido de los trenes, los camiones y los aviones cargados de mercancías ha sustituido al sonido del  qiang  (flauta de una antigua etnia china) y de las campanillas de los camellos, antiguos animales de carga. En Golmud hay cada vez más tiendas y bares, y tanto la conexión a Internet como el suministro de gas natural están garantizados. De vez en cuando, se ve a parejas chinas o extranjeras paseando por las calles bajo los sauces.

En las zonas verdes de la calle de Kunlun, que se halla en plena transformación, hay pequeños puentes y caminos pavimentados con piedrecitas de colores. La amplitud de la carretera nacional No. 109, que es la que va hasta la refinería de petróleo, es la envidia de los conductores de las grandes ciudades que quedan atrapados en los atascos de tráfico. En un hotel de Golmud vi a cuatro turistas alemanes que acababan de llegar. Cuando el guía les advirtió del soroche, le dijeron: “No, no es nada; nuestro destino es Tíbet, el "techo del mundo".

El desfiladero de la cordillera Kunlun

Ya estoy en este desfiladero; un paso más y llegaré a Tíbet. Más de 800 kilómetros de la distancia que hay desde Xining hasta Lhasa pasando por el desfiladero de Kunlun se encuentran a más de 4.500 metros de altura sobre el nivel de mar. La cordillera Kunlun, que arranca de la meseta del Pamir, tiene una longitud de 2.500 kilómetros y una altura sobre el nivel del mar que oscila entre los 5.500 y 6.000 metros, por lo que sus cumbres están cubiertas de nieves perpetuas. El desfiladero de Kunlun, situado a 4.767 metros de altura y en medio de la cordillera del mismo nombre, es la única entrada a Tíbet desde las provincias de Qinghai y de Gansu, y es también un paso estratégico de la carretera Qinghai-Tíbet.

Desde hace más de 1.300 años, este desfiladero viene desempeñando una importante función. Hace más de 13 siglos, Wencheng, princesa de la dinastía Tang, tuvo que pasar por aquí para reunirse con el que iba ser su esposo, SongTsen Gambo, por aquel entonces máximo gobernante de Tíbet. Según se dice, la princesa Wencheng, que había partido de Chang´an, capital de la dinastía Tang, tardó tres años en llegar a Lhasa. La ruta que siguió fue la misma que utilizaría después el Gobierno chino para hacer llegar su ayuda al pueblo Tíbetano.

En 1951 se produjo la liberación pacífica de Tíbet. Ese mismo año, el gobierno reunió más de 4.000 camellos, es decir, la décima parte de los que había en todo el país, para formar una brigada que tenía por misión transportar recursos materiales hasta Tíbet. Pero debido a lo adverso de las condiciones, casi cada tres kilómetros morían 12 camellos. Consciente de la necesidad de rectificar tal situación, a lo largo de cinco años China empleó a más de 100.000 militares y civiles en la construcción de los 4.360 kilómetros de las carreteras Sichuan-Tíbet y Qinghai-Tíbet, cuya altitud media es de 4.000 metros sobre el nivel de mar. Todavía hoy, los 1.948 kilómetros de la carretera Qinghai-Tíbet siguen siendo “el Canal de Suez del 'techo del mundo'”, puesto que por ella se transporta el 90 por ciento de los productos y materiales que llegan a Tíbet.

Decidido a resolver el problema planteado por el suministro de petróleo a Tíbet, en 1977 el Gobierno construyó un oleoducto de 1.080 kilómetros que va de Golmud a Lhasa atravesando la cordillera Kunlun. Esta infraestructura desempeña un papel esencial en el transporte de recursos energéticos desde el interior de China hasta el “techo del mundo”.

El 1997 llegó a Tíbet el primer cable de fibra óptica. El tendido de dicho cable, que empieza en Lanzhou, pasa por Xining y termina en Lhasa, y cuya longitud es de 2.739 kilómetros, acabó con la dependencia de las transmisiones vía satélite. Jiang Haitao, el reportero de la compañía que tendió este cable, me dijo: “Mientras la unidad de la policía armada a la que yo pertenecía estaba tendiendo el cable, uno de mis compañeros contrajo un grave pulmonía. Se decidió evacuarlo con helicóptero para intentar salvarle la vida, pero durante su traslado se quedó sin respiración a causa de una hemorragia cerebral provocada por un enfisema pulmonar”. Los nombres grabados en una lápida funeraria nos recuerdan que el desfiladero de Kunlun  era “un corredor vedado a la vida”.

El 24 de diciembre del 2001 se abrió en Tíbet el primer túnel de la línea ferroviaria. Qinghai-Tíbet y la luz del nuevo siglo recorrió 1.300 años de historia para iluminar la cuenca de Lhasa. Anteriormente, el Primer Ministro Zhu Rongji en Golmud y el Viceprimer Ministro Wu Bangguo en las cercanías de Lhasa participaron en sendas ceremonias celebradas donde iba a perforarse dicho túnel. Las relaciones entre los  han  y los Tíbetanos han entrado en una nueva época.

La línea férrea Qinghai-Tíbet avanza día a día

La construcción del ferrocarril Qinghai-Tíbet permitirá la explotación de los abundantes recursos del lago salado de Chaka

Tras llegar a la meseta de Qinghai-Tíbet, la frase oída con mayor frecuencia es “sobre el nivel del mar”. Antes de incorporarse a las tareas de construcción, los trabajadores deben seguir un curso de entrenamiento impartido en Golmud para facilitar su adaptación a las rigurosas condiciones de la meseta. Al llegar a Nachitai, situado a unas decenas de kilómetros de Golmud, comienzan a notar los efectos del soroche y tienen que descansar de vez en cuando. Por este motivo, en los lugares donde está construyéndose la línea férrea hay una bombona de oxígeno por cada tres personas.

Todas las mañanas tiene lugar una escena muy interesante. Antes de partir, los machotes trabajadores, de unos 30 años, se untan los labios con una pomada protectora y se embadurnan la cara con crema de protección solar, al tiempo que se recomiendan unos a otros: “¡Ponte el sombrero y el pañuelo!”. Algunos grupos de construcción han comprado a sus trabajadores vasos fabricados con un nanocompuesto.

Al referirme las condiciones del lugar donde trabajan, un cuadro me dijo muy serio: “Nosotros, los cuadros, tenemos la responsabilidad no sólo de dirigir a los trabajadores en la construcción de esta línea férrea, sino también de asegurarnos de que vuelvan a sus hogares”. Sólo quienes han llegado hasta aquí pueden comprender la profunda verdad que encierran estas palabras. En una película china titulada  Una hierba de la cordillera Kunlun  se muestra la vida cotidiana de quienes en la década de 1950 ayudaron a Tíbet. Siempre me extrañó que en una cordillera tan grande como la de Kunlun no hubiera ni un árbol. Cuando llegué a Tíbet lo comprendí: la falta de oxígeno impide el crecimiento de la mayoría de las plantas. Y cuando uno menos se lo piensa, le ataca el soroche. A pesar de lo desfavorable de las condiciones, la construcción de puentes y el tendido de la vía avanzan día a día.

Sobre el escritorio del presidente del Sindicato del Buró N.º 1 de Ingeniería Ferroviaria de China hay un montón de cartas enviadas por jubilados. Uno de ellos, llamado Yin Yuliang, escribió estas palabras: “Cuando en los programas de noticias veo las consignas de nuestro buró en las pancartas que ondean en el lugar de las obras, no puedo reprimir mi entusiasmo. ¡Me siento orgulloso de estos trabajadores! Cuando los trenes comiencen a circular por la nueva línea de ferrocarril, la meseta Qinghai-Tíbet estará mucho más cerca”.

Por el camino, algunos recogen piedras o ponen una plantita entre las hojas de su cuaderno. Sólo quienes han estado aquí pueden saber lo orgullosa y elegante que puede llegar a ser una simple brizna de hierba.     

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