Golmud, la cordillera Kunlun y el ferrocarril Qinghai-Tíbet
Por
SHEN HONGLEI
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Frutas frescas
y variadas de Golmud |
No
hace mucho, la Televisión Central de China emitió por su canal
vía satélite un programa en el que el joven subgobernador de
Qinghai comenzaba la presentación de esta provincia al resto
del mundo con estas palabras: “Qinghai es un bello lugar”.
Por detrás
de él iban pasando bellas imágenes: las aguas de un río precipitándose
por una garganta; las encrespadas olas del lago salado de Chaka;
y la construcción de la línea férrea Qinghai-Tíbet a través
de la cordillera Kunlun. Mucha gente sueña con visitar la lejana
y maravillosa meseta Qinghai-Tíbet. Por fin he tenido la oportunidad
de ir desde el interior de la provincia de Qinghai, situada
en el norte de la meseta Qinghai-Tíbet, hasta Golmud, de cruzar
la cordillera Kunlun y de ver las obras de la línea férrea que
llegará hasta Lhasa, capital de la región autónoma de Tíbet.
Golmud,
una ciudad nacida con las carreteras
Dos horas y diez minutos en avión bastan para cubrir
los 1.150 kilómetros que separan
Beijing y Xining, capital de la provincia de Qinghai,
desde donde una línea férrea casi completamente recta lleva
a Golmud.
Al atardecer, sentado junto a la ventanilla del tren,
contemplé un río de aguas cristalinas deslizándose por la llanura
verde oscuro y lejanas montañas que el sol poniente teñía de
rojo brillante. La parte occidental de la cordillera Kunlun
es muy elevada, mientras que la oriental desciende suavemente.
Ante mí surgía un mundo misterioso. Ocho horas después llegué
a la ciudad de Golmud, situada en la depresión de Chaidamu.
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La refinería de petróleo
de Golmud inmersa en un mar de girasoles |
Esta depresión, una de las cuatro mayores de China,
ha sido muy conocida desde la antigüedad debido a su vastedad.
Golmud se encuentra en el borde sur de la depresión de Chaidamu.
A partir de 1954, la construcción de la carretera Qinghai-Tíbet
fue trayendo hasta este lugar a un número creciente de trabajadores,
que se distribuyeron por casi todos los rincones del desierto
Gobi, poniendo así fin a su milenaria soledad. Pronto empezó
a oírse a los primeros vendedores voceando sus mercancías y
la llegada de todo tipo de productos y materiales ya no se interrumpió.
En la década de 1980, Golmud dio su primer paso hacia su transformación
en una ciudad industrial al ser ratificada por el Consejo de
Estado como ciudad de nivel distrital subordinada a una prefectura.
Desde entonces, se han abierto en Golmud el campo de gas de
Sebei, una refinería de petróleo y la primera gran fábrica de
potasa de China, industrias que se han convertido en los pilares
económicos de la ciudad.
El ruido de los trenes, los camiones y los aviones
cargados de mercancías ha sustituido al sonido del qiang (flauta de una antigua etnia china) y de las campanillas
de los camellos, antiguos animales de carga. En Golmud hay cada
vez más tiendas y bares, y tanto la conexión a Internet como
el suministro de gas natural están garantizados. De vez en cuando,
se ve a parejas chinas o extranjeras paseando por las calles
bajo los sauces.
En las zonas verdes de la calle de Kunlun, que se
halla en plena transformación, hay pequeños puentes y caminos
pavimentados con piedrecitas de colores. La amplitud de la carretera
nacional No. 109, que es la que va hasta la refinería de petróleo,
es la envidia de los conductores de las grandes ciudades que
quedan atrapados en los atascos de tráfico. En un hotel de Golmud
vi a cuatro turistas alemanes que acababan de llegar. Cuando
el guía les advirtió del soroche, le dijeron: “No, no es nada;
nuestro destino es Tíbet, el "techo del mundo".
El desfiladero
de la cordillera Kunlun
Ya estoy en este desfiladero; un paso más y llegaré
a Tíbet. Más de 800 kilómetros de la distancia que hay desde
Xining hasta Lhasa pasando por el desfiladero de Kunlun se encuentran
a más de 4.500 metros de altura sobre el nivel de mar. La cordillera
Kunlun, que arranca de la meseta del Pamir, tiene una longitud
de 2.500 kilómetros y una altura sobre el nivel del mar que
oscila entre los 5.500 y 6.000 metros, por lo que sus cumbres
están cubiertas de nieves perpetuas. El desfiladero de Kunlun,
situado a 4.767 metros de altura y en medio de la cordillera
del mismo nombre, es la única entrada a Tíbet desde las provincias
de Qinghai y de Gansu, y es también un paso estratégico de la
carretera Qinghai-Tíbet.
Desde hace más de 1.300 años, este desfiladero viene
desempeñando una importante función. Hace más de 13 siglos,
Wencheng, princesa de la dinastía Tang, tuvo que pasar por aquí
para reunirse con el que iba ser su esposo, SongTsen Gambo,
por aquel entonces máximo gobernante de Tíbet. Según se dice,
la princesa Wencheng, que había partido de Chang´an, capital
de la dinastía Tang, tardó tres años en llegar a Lhasa. La ruta
que siguió fue la misma que utilizaría después el Gobierno chino
para hacer llegar su ayuda al pueblo Tíbetano.
En 1951 se produjo la liberación pacífica de Tíbet.
Ese mismo año, el gobierno reunió más de 4.000 camellos, es
decir, la décima parte de los que había en todo el país, para
formar una brigada que tenía por misión transportar recursos
materiales hasta Tíbet. Pero debido a lo adverso de las condiciones,
casi cada tres kilómetros morían 12 camellos. Consciente de
la necesidad de rectificar tal situación, a lo largo de cinco
años China empleó a más de 100.000 militares y civiles en la
construcción de los 4.360 kilómetros de las carreteras Sichuan-Tíbet
y Qinghai-Tíbet, cuya altitud media es de 4.000 metros sobre
el nivel de mar. Todavía hoy, los 1.948 kilómetros de la carretera
Qinghai-Tíbet siguen siendo “el Canal de Suez del 'techo del
mundo'”, puesto que por ella se transporta el 90 por ciento
de los productos y materiales que llegan a Tíbet.
Decidido a resolver el problema planteado por el
suministro de petróleo a Tíbet, en 1977 el Gobierno construyó
un oleoducto de 1.080 kilómetros que va de Golmud a Lhasa atravesando
la cordillera Kunlun. Esta infraestructura desempeña un papel
esencial en el transporte de recursos energéticos desde el interior
de China hasta el “techo del mundo”.
El 1997 llegó a Tíbet el primer cable de fibra óptica.
El tendido de dicho cable, que empieza en Lanzhou, pasa por
Xining y termina en Lhasa, y cuya longitud es de 2.739 kilómetros,
acabó con la dependencia de las transmisiones vía satélite.
Jiang Haitao, el reportero de la compañía que tendió este cable,
me dijo: “Mientras la unidad de la policía armada a la que yo
pertenecía estaba tendiendo el cable, uno de mis compañeros
contrajo un grave pulmonía. Se decidió evacuarlo con helicóptero
para intentar salvarle la vida, pero durante su traslado se
quedó sin respiración a causa de una hemorragia cerebral provocada
por un enfisema pulmonar”. Los nombres grabados en una lápida
funeraria nos recuerdan que el desfiladero de Kunlun
era “un corredor vedado a la vida”.
El 24 de diciembre del 2001 se abrió en Tíbet el
primer túnel de la línea ferroviaria. Qinghai-Tíbet y la luz
del nuevo siglo recorrió 1.300 años de historia para iluminar
la cuenca de Lhasa. Anteriormente, el Primer Ministro Zhu Rongji
en Golmud y el Viceprimer Ministro Wu Bangguo en las cercanías
de Lhasa participaron en sendas ceremonias celebradas donde
iba a perforarse dicho túnel. Las relaciones entre los han y los Tíbetanos han entrado en
una nueva época.
La línea
férrea Qinghai-Tíbet avanza día a día
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La construcción
del ferrocarril Qinghai-Tíbet permitirá la explotación de
los abundantes recursos del lago salado de Chaka |
Tras llegar a la meseta de Qinghai-Tíbet, la frase
oída con mayor frecuencia es “sobre el nivel del mar”. Antes
de incorporarse a las tareas de construcción, los trabajadores
deben seguir un curso de entrenamiento impartido en Golmud para
facilitar su adaptación a las rigurosas condiciones de la meseta.
Al llegar a Nachitai, situado a unas decenas de kilómetros de
Golmud, comienzan a notar los efectos del soroche y tienen que
descansar de vez en cuando. Por este motivo, en los lugares
donde está construyéndose la línea férrea hay una bombona de
oxígeno por cada tres personas.
Todas las mañanas tiene lugar una escena muy interesante.
Antes de partir, los machotes trabajadores, de unos 30 años,
se untan los labios con una pomada protectora y se embadurnan
la cara con crema de protección solar, al tiempo que se recomiendan
unos a otros: “¡Ponte el sombrero y el pañuelo!”. Algunos grupos
de construcción han comprado a sus trabajadores vasos fabricados
con un nanocompuesto.
Al referirme las condiciones del lugar donde trabajan,
un cuadro me dijo muy serio: “Nosotros, los cuadros, tenemos
la responsabilidad no sólo de dirigir a los trabajadores en
la construcción de esta línea férrea, sino también de asegurarnos
de que vuelvan a sus hogares”. Sólo quienes han llegado hasta
aquí pueden comprender la profunda verdad que encierran estas
palabras. En una película china titulada Una hierba de la cordillera Kunlun
se muestra la vida cotidiana de quienes en la década de 1950
ayudaron a Tíbet. Siempre me extrañó que en una cordillera tan
grande como la de Kunlun no hubiera ni un árbol. Cuando llegué
a Tíbet lo comprendí: la falta de oxígeno impide el crecimiento
de la mayoría de las plantas. Y cuando uno menos se lo piensa,
le ataca el soroche. A pesar de lo desfavorable de las condiciones,
la construcción de puentes y el tendido de la vía avanzan día
a día.
Sobre el escritorio del presidente del Sindicato
del Buró N.º 1 de Ingeniería Ferroviaria de China hay un montón
de cartas enviadas por jubilados. Uno de ellos, llamado Yin
Yuliang, escribió estas palabras: “Cuando en los programas de
noticias veo las consignas de nuestro buró en las pancartas
que ondean en el lugar de las obras, no puedo reprimir mi entusiasmo.
¡Me siento orgulloso de estos trabajadores! Cuando los trenes
comiencen a circular por la nueva línea de ferrocarril, la meseta
Qinghai-Tíbet estará mucho más cerca”.
Por el
camino, algunos recogen piedras o ponen una plantita entre las
hojas de su cuaderno. Sólo quienes han estado aquí pueden saber
lo orgullosa y elegante que puede llegar a ser una simple brizna
de hierba.