La
mirada de un fotógrafo francés
Al igual que otros muchos occidentales,
antes de venir a China el famoso fotógrafo francés Hervé Bruhat se preguntaba una y otra
vez: ¿Habrá perdido China su idiosincrasia en la vorágine
del actual proceso de globalización?.
Hervé llegó el 1 de octubre a Beijing
para tomar fotos que se expondrán en la Fiesta Cultural Sino-Francesa
del 2003. Su objetivo es formar una colección de fotografías
que contrasten con las tomadas por su compatriota Albert Ken
a principios del siglo XX.
Obviamente, las imágenes
que ha captado con sus cámaras muestran una China totalmente
distinta a la de hace un siglo. China se ha convertido
en una gran potencia de la tecnología de la información. Los
teléfonos móviles y los ordenadores que se utilizan aquí son
más modernos que los que se utilizan en Francia. El móvil que
utiliza mi chofer en China es uno de los modelos más nuevos
que pueden encontrarse en Francia. En las líneas de metro chinas
los móviles funcionan, mientras que en las de mi país no se
pueden utilizar porque no llega la señal
La antigua catedral de la
bulliciosa avenida comercial de Wang Fujing sigue en pie. En
una vieja foto en blanco y negro, se ve un rickshaw
avanzando contra el helado viento por delante de la catedral;
en la foto tomada por Hervé,
la elegancia de la recién restaurada catedral se ve realzada
por la iluminación nocturna; y la antigua calle llena de barro
es ahora una amplia plaza donde la gente se sienta a descansar
y charlar tranquilamente junto a las bicicletas aparcadas. La
bandera roja de cinco estrellas flamea al viento en una esquina
de la plaza.
En las caras de la
foto en blanco y negro se percibe preocupación y tristeza; pero
en la foto que yo he tomado la gente irradia tranquilidad. Quizás
ello se debe a que antes China no era un país independiente,
sino que estaba sometido a gobiernos extranjeros; ahora, en
cambio, China no sólo es un estado soberano, sino que se desarrolla
a un ritmo que asombra al mundo. Por eso he querido que en esta
foto saliese la bandera nacional.
Durante su estancia en Beijing,
Hervé ha sabido penetrar la idiosincrasia
de China y de los chinos. La práctica del taijiquan ,
por ejemplo, no es algo minoritario, sino una costumbre muy
extendida entre el pueblo. Seguramente la globalización introducirá
algunos cambios en el estilo de vida de los chinos, pero en
la civilización china hay cosas tan profundamente enraizadas
que nunca cambiarán.