NOVIEMBRE  2002

 

 

 

 

 

 

 

 


Los Lamentos de Meng Jiang Nü Derriban La Gran Muralla

Entre las muchas leyendas tejidas en torno a la Gran Muralla, una de las más conocidas es la de Meng Jiang Nü, o la mujer Meng, cuyos lamentos la derribaron.

Luego de haber conquistado seis estados y unificado el país en el año 221 a.n.e., el emperador Qin Shi Huang puso en marcha un grandioso proyecto consistente en unir los diferentes sectores de la muralla que habían construido los otros estados para defenderse de las incursiones de los  xiongnu , un pueblo nómada del norte. Tal obra llegó a ser conocida como la Gran Muralla.

Para acometer dicha empresa, envió a uno de sus generales con 500.000 trabajadores. Entre los conscriptos estaba Wan Xiliang, el marido de Meng Jiang Nü. Existen diferentes versiones sobre cómo llegaron a casarse. Una cuenta que Wan fue escogido entre muchos pretendientes por las familias Meng y Jiang. Según otra, un día la muchacha estaba en el jardín cuando de repente apareció un hombre que había saltado el muro para escaparse de los trabajos forzados. Ambos se enamoraron y decidieron casarse.

La noche de bodas, Wan Xiliang fue capturado por unos funcionarios de la corte. Antes de su partida, Meng Jiang Nü tomó una horquilla de jade blanco y la partió en dos y, entregándole una de las mitades a Wan, pronunció las siguientes palabras: “Mi corazón es es de un blanco tan puro como el jade. Guárdala para que me sientas a tu lado.”

Después de aquello no se volvió a saber nada de Wan Xiliang. Cuando llegó el otoño y empezaron a migrar los pájaros, Meng Jiang Nü recordó que su marido había partido con ropas livianas, de modo que le hizo algunos vestidos acolchados. Luego, se despidió de sus padres y salió en busca de Wan.

Un día se desmayó a la vera del camino a causa del hambre y el cansancio. Cuando volvió en sí, descubrió que estaba acostada en una cama de ladrillos muy confortable y caliente, y que la estaba cuidando una anciana de cabellos blancos. La anciana decidió acompañarla. Luego de tres días con sus noches, Meng Jiang Nü quiso despedirse de ella y agradecerle la gentileza. Sin embargo, cuando se volteó para dirigirse a ella, había desaparecido. Cuenta la leyenda que se trataba de un inmortal que, en recompensa a la devoción de Meng Jiang Nü, se había disfrazado de esta manera para cuidarla.

Al rato, se perdió y comenzó a errar por las montañas. De pronto escuchó una bandada de gansos salvajes. Parecía como si la estuvieran guiando. Decidió seguirlos y finalmente llegó a la Gran Muralla.

Allí vio a los trabajadores famélicos y vestidos con harapos. ¿Habría corrido su marido la misma suerte? Subió hasta una de las plataformas de los guardias y comenzó a gritar hasta desgañitarse. Pero no había señal de su marido. Luego se enteró por algunos paisanos de que Wan Xiliang había sido enviado a otro lugar. Fue allí, pero le dijeron que había muerto hacía tres días y que lo habían enterrado en la muralla. Meng Jiang Nü se pasó tres días seguidos gimiendo. El primer día, sus gritos atrajeron el viento y una tormenta de las montañas; el segundo día, el cielo se oscureció; y el tercero, las montañas se estremecieron. La muralla, en medio de un enorme estrépito, se abrió atrapando a los funcionarios y soldados Qin y dejando al descubierto los cadáveres de miles de conscriptos.

Meng Jiang Nü vio una mano que, sobresaliendo de entre los cadáveres, sostenía un trozo de jade. Al instante tuvo un colapso mortal.

Hay otra leyenda según la cual Qin Shi Huang, pese a sentirse agraviado por las acciones de Meng Jiang Nü, quiso convertirla en su concubina luego de contemplar su hermosura. Ella aceptó, pero con las siguientes condiciones: que se diera un entierro apropiado a Wan Xiliang, se le construyera un mausoleo y se levantara un monumento a todos los que habían muerto mientras trabajaban en la muralla. El mismo Qin Shi Huang debería llevar luto para demostrar arrepentimiento por lo que había hecho con los trabajadores. El emperador aceptó las condiciones y las cumplió. Tras haber cobrado venganza ridiculizando al emperador, Meng Jiang Nü se lanzó al mar.

Algunas leyendas afirman simplemente que, al descubrir que su marido había muerto, ella se lanzó al mar. Según se dice, esto ocurrió a unos seis kilómetros al este de la costa de Shanhaiguan, en el extremo oriental de la Gran Muralla. Allí, cerca de la roca donde se dice que ella estuvo buscando a su marido, fue construido un templo en su honor. Hay otra roca, al lado del mar, conocida como la Tumba de Meng Jaing Nü.

Esta leyenda perduró a través de las épocas como protesta contra la tiranía, figura incluida entre las canciones folclóricas de la dinastía Tang (618-907) y es el tema de una de las poesías de Li Bai (Li Po); en el período de las Cinco Dinastías, el poeta Guan Fu escribió sobre Meng Jiang Nü enviándole ropa a su marido; en la dinastía Song (1279-1368) sirvió de tema a una obra teatral; y en la dinastía Qing (1644-1911), el tema de varias óperas locales, algunas de las cuales siguen representándose.

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