Los
Lamentos de Meng Jiang Nü Derriban La Gran Muralla
Entre las muchas leyendas tejidas en torno a la Gran
Muralla, una de las más conocidas es la de Meng Jiang Nü, o
la mujer Meng, cuyos lamentos la derribaron.
Luego
de haber conquistado seis estados y unificado el país en el
año 221 a.n.e., el emperador Qin Shi Huang puso en marcha un
grandioso proyecto consistente en unir los diferentes sectores
de la muralla que habían construido los otros estados para defenderse
de las incursiones de los xiongnu ,
un pueblo nómada del norte. Tal obra llegó a ser conocida como
la Gran Muralla.
Para acometer dicha empresa, envió a uno de sus generales
con 500.000 trabajadores. Entre los conscriptos estaba Wan Xiliang,
el marido de Meng Jiang Nü. Existen diferentes versiones sobre
cómo llegaron a casarse. Una cuenta que Wan fue escogido entre
muchos pretendientes por las familias Meng y Jiang. Según otra,
un día la muchacha estaba en el jardín cuando de repente apareció
un hombre que había saltado el muro para escaparse de los trabajos
forzados. Ambos se enamoraron y decidieron casarse.
La noche de bodas, Wan Xiliang fue capturado por
unos funcionarios de la corte. Antes de su partida, Meng Jiang
Nü tomó una horquilla de jade blanco y la partió en dos y, entregándole
una de las mitades a Wan, pronunció las siguientes palabras:
“Mi corazón es es de un blanco tan puro como el jade. Guárdala
para que me sientas a tu lado.”
Después de aquello no se volvió a saber nada de Wan
Xiliang. Cuando llegó el otoño y empezaron a migrar los pájaros,
Meng Jiang Nü recordó que su marido había partido con ropas
livianas, de modo que le hizo algunos vestidos acolchados. Luego,
se despidió de sus padres y salió en busca de Wan.
Un día se desmayó a la vera del camino a causa del
hambre y el cansancio. Cuando volvió en sí, descubrió que estaba
acostada en una cama de ladrillos muy confortable y caliente,
y que la estaba cuidando una anciana de cabellos blancos. La
anciana decidió acompañarla. Luego de tres días con sus noches,
Meng Jiang Nü quiso despedirse de ella y agradecerle la gentileza.
Sin embargo, cuando se volteó para dirigirse a ella, había desaparecido.
Cuenta la leyenda que se trataba de un inmortal que, en recompensa
a la devoción de Meng Jiang Nü, se había disfrazado de esta
manera para cuidarla.
Al rato, se perdió y comenzó a errar por las montañas.
De pronto escuchó una bandada de gansos salvajes. Parecía como
si la estuvieran guiando. Decidió seguirlos y finalmente llegó
a la Gran Muralla.
Allí vio a los trabajadores famélicos y vestidos
con harapos. ¿Habría corrido su marido la misma suerte? Subió
hasta una de las plataformas de los guardias y comenzó a gritar
hasta desgañitarse. Pero no había señal de su marido. Luego
se enteró por algunos paisanos de que Wan Xiliang había sido
enviado a otro lugar. Fue allí, pero le dijeron que había muerto
hacía tres días y que lo habían enterrado en la muralla. Meng
Jiang Nü se pasó tres días seguidos gimiendo. El primer día,
sus gritos atrajeron el viento y una tormenta de las montañas;
el segundo día, el cielo se oscureció; y el tercero, las montañas
se estremecieron. La muralla, en medio de un enorme estrépito,
se abrió atrapando a los funcionarios y soldados Qin y dejando
al descubierto los cadáveres de miles de conscriptos.
Meng Jiang Nü vio una mano que, sobresaliendo de
entre los cadáveres, sostenía un trozo de jade. Al instante
tuvo un colapso mortal.
Hay otra leyenda según la cual Qin Shi Huang, pese
a sentirse agraviado por las acciones de Meng Jiang Nü, quiso
convertirla en su concubina luego de contemplar su hermosura.
Ella aceptó, pero con las siguientes condiciones: que se diera
un entierro apropiado a Wan Xiliang, se le construyera un mausoleo
y se levantara un monumento a todos los que habían muerto mientras
trabajaban en la muralla. El mismo Qin Shi Huang debería llevar
luto para demostrar arrepentimiento por lo que había hecho con
los trabajadores. El emperador aceptó las condiciones y las
cumplió. Tras haber cobrado venganza ridiculizando al emperador,
Meng Jiang Nü se lanzó al mar.
Algunas leyendas afirman simplemente que, al descubrir
que su marido había muerto, ella se lanzó al mar. Según se dice,
esto ocurrió a unos seis kilómetros al este de la costa de Shanhaiguan,
en el extremo oriental de la Gran Muralla. Allí, cerca de la
roca donde se dice que ella estuvo buscando a su marido, fue
construido un templo en su honor. Hay otra roca, al lado del
mar, conocida como la Tumba de Meng Jaing Nü.
Esta leyenda perduró a través de las épocas como
protesta contra la tiranía, figura incluida entre las canciones
folclóricas de la dinastía Tang (618-907) y es el tema de una
de las poesías de Li Bai (Li Po); en el período de las Cinco
Dinastías, el poeta Guan Fu escribió sobre Meng Jiang Nü enviándole
ropa a su marido; en la dinastía Song (1279-1368) sirvió de
tema a una obra teatral; y en la dinastía Qing (1644-1911),
el tema de varias óperas locales, algunas de las cuales siguen
representándose.