La
trotamundos Liao Jia
Por
Yan Xiaohong
 |
Liao
Jia tomando nota de lo que ve y oye durante el viaje |
“En la escuela secundaria, mi asignatura favorita
era la geografía”, dice Liao Jia, una chica bajita vestida con
chándal y zapatillas de deporte, al recordar sonriente su niñez.
Y añade: “Quizá porque los libros de geografía no saciaban mi
sed de conocimientos, soñaba con que algún día podría salir
de casa para ver el mundo con mis propios ojos”.
Liao está haciendo realidad el sueño que ha acariciado
durante tanto tiempo. En los diez viajes que entre los años
1996 y 2000 hizo por territorio chino, esta joven beijinesa,
al volante de su Fiat Uno, recorrió 80.000 kilómetros, pasando
por todas las provincias, regiones autónomas y ciudades de nuestro
país, excepto Tíbet, Hainan y Chongqing. Con este bagaje de
experiencias, Liao dejó de ser una simple aficionada al turismo
automovilístico para convertirse en toda una trotamundos. En
el año 2001 fue el primer viajero que dio la vuelta al continente
eurasiático en automóvil y la primera mujer china que realizó
una expedición por el extranjero.
El 7 de julio del 2002, Liao hizo de nuevo las maletas
y emprendió un viaje de 60.000 kilómetros que en los próximos
seis meses la llevará por las 31 provincias, ciudades y regiones
autónomas chinas.
No cabe duda de que a raíz de la entrada del automóvil
en la vida cotidiana del pueblo chino se están produciendo numerosas
anécdotas. Liao, una automovilista no profesional, nunca ha
estudiado mecánica y su constitución física no es muy fuerte.
Sin embargo, con un computador y una cámara informa día a día
sobre lo que ve y oye durante el viaje, información que está
despertando el interés de muchos de sus compatriotas.
Cosecha
inesperada
Tras graduarse en la Universidad del Pueblo Chino
en 1991, Liao trabajó un tiempo en Shenzhen. A partir de 1993,
comenzó a trabajar en una agencia publicitaria de Beijing.
Su nuevo trabajo le ofrecía muchas oportunidades
de salir de la oficina y de viajar a otras ciudades. En su tiempo
libre, le gustaba visitar los lugares turísticos cercanos a
las ciudades. En el verano de 1996, su interés excesivo por
los lugares pintorescos le hizo perder a muchos e importantes
clientes. La desalentada muchacha decidió ir a Tíbet a disipar
su melancolía y empezar una vida normal después de su regreso.
Sin embargo, los viajes en taxi por Tíbet, lejos
de ayudarla a volver a una vida normal, suscitaron en ella una
gran fascinación por los hermosos paisajes de la meseta y avivaron
el deseo tanto tiempo escondido en su corazón. De repente, Liao
se dijo a sí misma que, si tuviera un automóvil, su viaje, a
pesar de las duras condiciones naturales de Tíbet, podría ayudarla
a desahogarse.
Ese viaje cambió totalmente su vida: “Sí, viajaría
en automóvil por todo el mundo”, se prometió Liao.
Al cabo de un mes, después de haber rodado su flamante
Fiat Uno durante cinco semanas, Liao recorrió casi 2.500 kilómetros
para llegar a la península de Shandong. El éxito de este viaje
convirtió a Liao en una apasionada de los viajes en automóvil.
Desde entonces, nada le ha hecho cambiar de opinión.
Una vida
diferente
 |
A
la espera de cruzar el río en la montañosa ciudad de Chonqing |
Como si estuviese poseída, Liao dedica todas sus
fuerzas, todo su tiempo y todo su dinero en los viajes. Sus
amigos y familiares creen que ha perdido el juicio. “Si tuviera
que explicar qué es lo que me atrae - dijo Liao- diría que son
los innumerables paisajes y los descubrimientos sorprendentes,
así como la sensación de libertad que experimento al sentarme
frente al volante. Esta libertad me encanta y me fascina.”
En su opinión, los viajes pueden ser muy románticos.
Una vez, mientras circulaba por el corredor de Hexi (oeste del
río Huanghe, provincia de Gansu) al llegar a Ma Pingshuang un
fuerte viento proveniente de Mongolia Interior barría la recta
y plana carretera. Como su coche sólo pesaba 840 kilos, tenía
que sujetar el volante con mucha fuerza para no perder el control
del vehículo. De pronto, aparecieron ante sus ojos las ruinas
de la Gran Muralla de la dinastía Ming. La antigua Gran Muralla,
se levantaba en el desierto de Gobi a ambos lados de la carretera,
en compañía de la cumbre principal de la cordillera Qilian cubierta
de nieve. Bajo el resplandeciente sol veraniego se dibujó un
paisaje de una belleza arrobadora: en el agua que afloraba sobre
la carretera se reflejaban la montaña nevada y la Gran Muralla.
Ante tal belleza natural, Liao experimentó una emoción indescriptible
y su corazón se colmó de nobles sentimientos. Mientras tanto,
su automóvil avanzaba, dejando atrás el polvo, por ese paisaje
de ensueño formado por la naturaleza, la historia y el ser humano.
Liao dice que lo que más le gusta son las puestas
de sol. El año pasado, durante su vuelta al continente euroasiático,
en un autopista española apretó a fondo el acelerador con el
único propósito de llegar a la playa de San Sabastián antes
del ocaso y poder así contemplar el sol poniente. Siempre que
el Sol se despide de la Tierra, la melancolía de ese momento
le hace suspirar.
Además del componente romántico, ese viaje presentó
unas penalidades y una penuria que pocos pueden imaginar. A
menudo Liao pasaba el día sin comer otra cosa que pan seco.
Al regresar de aquel viaje por 31 países, estaba exhausta y
apenas podía levantar
los brazos. De camino a Beijing, sufrió una repentina úlcera
gástrica acompañada de alta fiebre. Al reencontrarse con sus
amigos beijineses, lo único que les dijo fue: “Sólo me quedan
60 yuanes; tengo que ir a cobrar los artículos que he escrito”.
Un plan
muy ambicioso
Liao está cumpliendo su plan de recorrer una vez
más toda China en automóvil. Antes de partir, dijo: “Desde que
en otoño de 1996 fui por primera vez a Shandong hasta que en
el año 2001 regresé del continente euroasiático han pasado cinco
años. Durante este tiempo he llegado por fin a comprender el
valor de la vida de los viajeros en automóvil. Ese valor no
radica en los viajes que he hecho, sino en el incipiente mercado
de vehículos familiares. Los automóviles están comenzando a
entrar en la vida de las familias chinas. En Beijing, por ejemplo,
ya hay 540.000 automóviles privados. Pero cada vez son más los
automovilistas que se preguntan para qué sirven los coches.
Tengo que ayudarlos a encontrar una respuesta”. Liao, cada día
más madura, justificó así su actual viaje.
 |
El
coche de Liao Jia ante la Torre Eiffel (Francia) |
Con datos de primera mano y de acuerdo con las prácticas
internacionales, está intentando clasificar los paisajes por
donde pasa en varias categorías: por ejemplo, las carreteras
con vistas de interés paisajístico están marcadas en verde.
Liao es autora de la primera guía automovilística china que
toma en consideración este tipo de datos. Y ha escogido un vehículo
de tracción a dos ruedas por creer que es el de uso más extendido.
Libre
como el viento
En otoño de 1997, Liao, recién regresada a Beijing,
leyó un reportaje sobre el rally
Beijing-París. Esa noticia desplazó su atención de las carreteras
nacionales a la carretera que une las costas del Pacífico y
el Atlántico a través del continente euroasiático. Al comienzo,
sólo pensaba en conducir desde Beijing hasta Moscú o París.
Pero tras informarse a fondo, descubrió que hasta entonces nadie
había hecho un viaje alrededor de Europa desde dos frentes sur
y norte. Este descubrimiento le produjo una gran excitación.
Ardiendo en deseos de ponerse en marcha, en el 2001 hizo realidad
su sueño de dar la vuelta al continente eurasiático en automóvil.
Este viaje, junto con el que había hecho por toda
China, le hizo sentirse “sin trabas”, como ella misma dice.
Con un brillo de legítimo orgullo en sus ojos, Liao dijo: “Vivo
sola en Beijing y sigo soltera. Mis padres viven lejos, en Hong
Kong. Sus cotorreos no llegan a mis oídos y no estoy atada a
ningún trabajo. Además, con lo que hecho estos últimos años
he podido comprarme un carro. Todo esto me ha permitido liberarme
como mujer y hacerme dueña de mí misma”.
Cuando no viaja, a Liao le gusta sentarse a escribir
en las cafeterías. El navegar cada día por la Internet se ha convertido para ella en una obligación,
ya que los datos que encuentra le resultan muy útiles para preparar
sus viajes. Hace unos años, cuando hacía poco tiempo que había
aprendido a conducir, su experiencias viajeras eran muy limitadas.
En aquella época se dedicó a navegar por la Internet para aprovechar
las experiencias de los viajeros extranjeros. De este modo conoció
a muchos expedicionarios extranjeros de gran prestigio. Siempre
que encontraba una nueva dirección relacionada con los grandes
viajes en automóvil, se pasaba la noche navegando. Al tiempo
que leía los artículos de los colegas más experimentado, planeaba
su propio viaje.
Una vez, en casa de un amigo, escuchó una canción
de una cantante irlandesa que decía: “Caminando, seré libre”.
Esta canción se ha convertido en su favorita, ya que expresa
a la perfección lo que le empuja a viajar.