SEPTIEMBRE  2002

 

 

 

 

 

 

 

 


La relativa novedad del peinado de Ronaldo

Por HUO JIANYING

Niños con el mismo peinando que Ronaldo divirtiéndose y refrescándose con el agua

Aparte de ser una estrella del fútbol, parece que Ronaldo quiere contribuir a la innovación de la peluquería. En la última edición de los Campeonatos Mundiales de Fútbol, el jugador brasileño apareció con un peinado totalmente diferente que se ha puesto de moda en todo el mundo, a pesar de que los comentarios al respecto no son tan favorables como los suscitados por sus habilidades futbolísticas.

Nada nuevo para los chinos

Un peluquero brasileño explicó que desde el inicio de la mencionada competición hasta la fecha, 50 clientes le han pedido que les cortara el pelo como a Ronaldo. Este tipo de peinado cuesta por lo menos un dólar estadounidense, cantidad nada despreciable en un país como Brasil.

Sin embargo, una muchacha brasileña reaccionó así ante esta nueva moda: “¡Dios mío! ¿Por qué se le ocurriría a Ronaldo cortarse el pelo de esta manera? Mi novio se lo ha cortado igual, pero lo he obligado a raparse, porque a mí no me gusta nada”.

A la mujer de Ronaldo tampoco le ha gustado mucho el nuevo peinado de su marido, pero dice que lo tolerará si es verdad que trae buena suerte al “crack” brasileño. 

Parece, pues, que este peinado no goza de la aceptación de las mujeres. Según algunos reportajes, Ronaldo pidió disculpas a las madres disgustadas porque sus hijos se habían pelado como él. 

Las populares figurillas de arcilla de Wuxi

Este peinado ha llamado mucho la atención en Occidente, pero para los chinos es tan común que hasta tiene un cariñoso nombre: afu. Este es el corte de pelo que suele hacerse a los niños en verano, ya que además de ser un peinado muy fresco, facilita la limpieza.

Afu es también el nombre de unas figurillas de arcilla de Huishan (ciudad de Wuxi, provincia de Jiangsu) que representan a un muchacho que, según se dice, sacrificó su vida para salvar a su pueblo de los diablos. A fin de preservar su memoria, sus paisanos modelaron figurillas de arcilla a su imagen, a las que posteriormente se añadieron figurillas femeninas. Aún hoy, muchos chinos depositan sus bendiciones y buenos deseos en estas rollizas figuras de niños y niñas. El cabello de las niñas se recoge en sendos rodetes a uno y otro lado de la cabeza, mientras que el de los niños, el afu, consiste en rapar toda la cabeza menos la parte anterior, donde el pelo se recorta en forma de melocotón. Al peinado afu también se le llama liuhaier, nombre con el que se conocen los peinados en los que los cabellos caen sobre la frente o se trenzan por detrás de la cabeza. 

Símbolo de la mayoría de edad

Antiguamente, cuando los hijos varones de las familias nobles alcanzaban la mayoría de edad, se celebraba una ceremonia llamada guanli.

En la dinastía Zhou (siglo XI a.C. -256 a.C.), el guanli solía celebrase en el templo de los antepasados de la familia cuando el joven cumplía 20 años. Presidida por el padre y presenciada por numerosos invitados, dicha ceremonia constaba de tres ritos en los que se entregaba al joven tres tipos de guan (corona): la primera, de lino negro, simbolizaba la preeminencia de la nobleza; la segunda, hecha de piel, representaba que de ahí en adelante el joven estaba obligado a prestar servicios militares; y la tercera, de lino rojo oscuro, simbolizaba su derecho a intervenir en las actividades públicas.

Faji de jade

Ni que decir tiene que en las familias comunes y corrientes esta ceremonia era mucho más sencilla, puesto que lo único que hacía el joven era recogerse el pelo suelto formando un moño y sujetarlo con un pañuelo. Por lo tanto, antiguamente los niños llevaban el cabello suelto y los adultos lo llevaba recogido.

Hoy en día se suele creer que el guan era una especie de gorro. Sin embargo, no lo era, puesto que con él la cabeza no quedaba totalmente cubierta. En realidad, era una especie de corona que servía para recoger y atarse el pelo formando un rodete. Sus diversas formas, dependientes del material empleado (oro, jade, bambú, piel o lino), simbolizaban las diferencias en posición social y situación económica.

Por lo general, una muchacha solía considerarse adulta y casadera al cumplir los 15 años. Las jóvenes que accedían a esta nueva situación debían trenzarse el pelo, enrollarlo formando un moño y sujetarlo con un tipo de horquilla llamada ji, de ahí que las ceremonias celebradas con ocasión de la mayoría de edad de las jóvenes se llamasen jili.

Las mujeres de la antigüedad pusieron de moda diferentes peinados modificando la forma y la posición del moño. En la dinastía Tang (618-907), las mujeres empezaron a utilizar pelucas para hacer gala de una cabellera más abundante y suntuosa, y a adornarse el pelo con joyas, oro, plata, flores de seda o simples peines de bambú o madera, todo lo cual refleja la vida holgada de aquella época. 

La importancia vital del peinado

Según Confucio, fundador del confucionismo, el cabello, al igual que el cuerpo, se hereda de los progenitores, por lo que su idóneo cuidado marca el inicio del amor filial. Para él, la protección del cabello no sólo tenía que ver con la imagen personal, sino también con las virtudes humanas.

Durante mucho tiempo, el descuido en el vestir fue considerado una descortesía imperdonable e incluso una ofensa. Se cuenta que cuando, en una batalla de la guerra civil del reino de Wei, a Zilu le cortaron la cinta que ataba su rodete, este discípulo de Confucio dijo gritando que “el virtuoso prefiere morir antes que soltarse el pelo” y dejó su arma en el suelo para recogérselo, ocasión que el enemigo aprovechó para matarlo.

Durante el período de los Tres Reinos Combatientes, Cao Cao (155-220), soberano de uno de los tres reinos, prohibió la destrucción de los campos de cultivo y amenazó con la pena de muerte a todo aquel que contraviniera su interdicción. Pero cierto día, su cabalgadura se asustó, se echó a galopar alocadamente por el campo y dañó muchos cultivos en verde. Según la ley, el soberano debía ser ejecutado. No obstante, siendo como era la máxima autoridad de un reino feudal, resultaba inconcebible que se le aplicara la pena de muerte por violar una ley que él mismo había promulgado. Como es natural, ninguno de sus súbditos tuvo el valor de exigir la ejecución del castigo. Al final, Cao Cao se cortó simbólicamente la cabeza cortándose el pelo. Esto que hoy puede parecernos un mero ardid para escapar a la justicia constituía en la antigüedad un castigo muy severo. Esta tradición de valorar el cabello tanto como la vida se prolongó hasta mediados del siglo XVII.

El cabello o la vida

En la pintura tradicional   Cien niños  aparecen diversos peinados infantiles

En 1644, la etnia manchú fundó la dinastía Qing y empezó a gobernar toda China. A diferencia del peinado de Ronaldo, el de los manchúes consistía en raparse el cabello de la parte delantera de la cabeza y dejar crecer desde el nacimiento el de la parte trasera, con el que se hacía una trenza. En su afán de consolidar el poder de los manchúes, inferiores en número a los han, el gobierno Qing puso en práctica políticas muy severas tendentes a aislar al país del resto del mundo y a eliminar todo vestigio de la dinastía precedente (la Ming). En junio y julio de 1645, dicho gobierno promulgó sendos edictos en los que se ordenaba a los hombres vestirse y peinarse al estilo manchú, y se formulaba la siguiente advertencia: “Los indecisos recibirán el mismo castigo que los renegados y quienes no acaten las leyes del gobierno serán ejecutados sin piedad”. De este hecho histórico procede el dicho chino “cabeza sin pelo o pelo sin cabeza”.

Fueron muchos quienes prefirieron morir antes que acatar esa orden, contra la que incluso se produjeron varios levantamientos en algunas zonas situadas al sur del río Yangtsé. Aunque esta feroz resistencia fue en vano, quienes sacrificaron sus vidas salvaron de este modo su integridad y dignidad. Durante los 260 años de gobierno de la dinastía Qing, la mitad de los chinos perdieron la mitad del cabello. Lo más triste era que aquellas trenzas, parecidas a colas de caballo, y las bocamangas del traje tradicional de los manchúes, similares a los cascos de este cuadrúpedo, no sólo limitaban la libertad de movimientos, sino que en cierto sentido embotaban el pensamiento, contribuyendo con ello a obstaculizar el avance de la sociedad.

En los últimos años de la dinastía Qing, el levantamiento Taiping Tianguo barrió todo el país. Una de sus propuestas revolucionarias era la de restablecer el peinado Ming, razón por la que el gobierno Qing se refería a veces a los insurrectos con el nombre de “tropa de pelo largo”. La sublevación fue sofocada y a quienes participaron en ella se les cortó el pelo junto con la cabeza. Los gobernantes de la dinastía Qing lograron así conservar sus trenzas, pero lo que no pudieron retener durante mucho más tiempo fue el poder.

Después de que la Revolución Democrática de 1911 hubo derrocado a la dinastía Qing, se procedió a cortar las trenzas tanto de los han como de  los manchúes. Una dinastía feudal que se había aprovechado del peinado para humillar y sojuzgar al pueblo murió con el mismo hierro con el que había matado. No deja de ser curioso que en este caso la evolución de un peinado coincidiese con el auge y la decadencia de una dinastía feudal.

A veces la historia complica las cosas sencillas. La naturaleza nos dota de pelo para protegernos del frío. Pero a lo largo de la historia el ser humano ha tendido a conferirle un significado simbólico y político. Afortunadamente, esta tendencia ha quedado prácticamente relegada al pasado, ya que hoy día uno puede escoger libremente el corte de pelo que más le guste. En esto los chinos no son diferentes de los demás, puesto que pueden o bien pagar cien e incluso mil yuanes por el peinado más de moda, o bien lavárselo y arreglárselo por un precio muy módico.

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