La relativa novedad del peinado de Ronaldo
Por
HUO JIANYING
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Niños
con el mismo peinando que Ronaldo divirtiéndose y
refrescándose con el agua |
Aparte de ser una estrella del fútbol, parece que
Ronaldo quiere contribuir a la innovación de la peluquería.
En la última edición de los Campeonatos Mundiales de Fútbol,
el jugador brasileño apareció con un peinado totalmente diferente
que se ha puesto de moda en todo el mundo, a pesar de que los
comentarios al respecto no son tan favorables como los suscitados
por sus habilidades futbolísticas.
Nada nuevo
para los chinos
Un peluquero brasileño explicó que desde el inicio
de la mencionada competición hasta la fecha, 50 clientes le
han pedido que les cortara el pelo como a Ronaldo. Este tipo
de peinado cuesta por lo menos un dólar estadounidense, cantidad
nada despreciable en un país como Brasil.
Sin embargo, una muchacha brasileña reaccionó así
ante esta nueva moda: “¡Dios mío! ¿Por qué se le ocurriría a
Ronaldo cortarse el pelo de esta manera? Mi novio se lo ha cortado
igual, pero lo he obligado a raparse, porque a mí no me gusta
nada”.
A la mujer de Ronaldo tampoco le ha gustado mucho
el nuevo peinado de su marido, pero dice que lo tolerará si
es verdad que trae buena suerte al “crack” brasileño.
Parece, pues, que este peinado no goza de la aceptación
de las mujeres. Según algunos reportajes, Ronaldo pidió disculpas
a las madres disgustadas porque sus hijos se habían pelado como
él.
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Las
populares figurillas de arcilla de Wuxi
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Este peinado ha llamado mucho la atención en Occidente,
pero para los chinos es tan común que hasta tiene un cariñoso
nombre: afu. Este es el corte de pelo que suele hacerse
a los niños en verano, ya que además de ser un peinado muy fresco,
facilita la limpieza.
Afu es también el nombre de unas
figurillas de arcilla de Huishan (ciudad de Wuxi, provincia
de Jiangsu) que representan a un muchacho que, según se dice,
sacrificó su vida para salvar a su pueblo de los diablos. A
fin de preservar su memoria, sus paisanos modelaron figurillas
de arcilla a su imagen, a las que posteriormente se añadieron
figurillas femeninas. Aún hoy, muchos chinos depositan sus bendiciones
y buenos deseos en estas rollizas figuras de niños y niñas.
El cabello de las niñas se recoge en sendos rodetes a uno y
otro lado de la cabeza, mientras que el de los niños, el afu,
consiste en rapar toda la cabeza menos la parte anterior, donde
el pelo se recorta en forma de melocotón. Al peinado afu
también se le llama liuhaier, nombre con el que se conocen
los peinados en los que los cabellos caen sobre la frente o
se trenzan por detrás de la cabeza.
Símbolo
de la mayoría de edad
Antiguamente, cuando los hijos varones de las familias
nobles alcanzaban la mayoría de edad, se celebraba una ceremonia
llamada guanli.
En la dinastía Zhou (siglo XI a.C. -256 a.C.), el
guanli solía celebrase en el templo de los antepasados
de la familia cuando el joven cumplía 20 años. Presidida por
el padre y presenciada por numerosos invitados, dicha ceremonia
constaba de tres ritos en los que se entregaba al joven tres
tipos de guan (corona): la primera, de lino negro, simbolizaba
la preeminencia de la nobleza; la segunda, hecha de piel, representaba
que de ahí en adelante el joven estaba obligado a prestar servicios
militares; y la tercera, de lino rojo oscuro, simbolizaba su
derecho a intervenir en las actividades públicas.
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Faji
de jade |
Ni que decir tiene que en las familias comunes y
corrientes esta ceremonia era mucho más sencilla, puesto que
lo único que hacía el joven era recogerse el pelo suelto formando
un moño y sujetarlo con un pañuelo. Por lo tanto, antiguamente
los niños llevaban el cabello suelto y los adultos lo llevaba
recogido.
Hoy en día se suele creer que el guan era
una especie de gorro. Sin embargo, no lo era, puesto que con
él la cabeza no quedaba totalmente cubierta. En realidad, era
una especie de corona que servía para recoger y atarse el pelo
formando un rodete. Sus diversas formas, dependientes del material
empleado (oro, jade, bambú, piel o lino), simbolizaban las diferencias
en posición social y situación económica.
Por lo general, una muchacha solía considerarse adulta
y casadera al cumplir los 15 años. Las jóvenes que accedían
a esta nueva situación debían trenzarse el pelo, enrollarlo
formando un moño y sujetarlo con un tipo de horquilla llamada
ji, de ahí que las ceremonias celebradas con ocasión
de la mayoría de edad de las jóvenes se llamasen jili.
Las mujeres de la antigüedad pusieron de moda diferentes
peinados modificando la forma y la posición del moño. En la
dinastía Tang (618-907), las mujeres empezaron a utilizar pelucas
para hacer gala de una cabellera más abundante y suntuosa, y
a adornarse el pelo con joyas, oro, plata, flores de seda o
simples peines de bambú o madera, todo lo cual refleja la vida
holgada de aquella época.
La importancia
vital del peinado
Según Confucio, fundador del confucionismo, el cabello,
al igual que el cuerpo, se hereda de los progenitores, por lo
que su idóneo cuidado marca el inicio del amor filial. Para
él, la protección del cabello no sólo tenía que ver con la imagen
personal, sino también con las virtudes humanas.
Durante mucho tiempo, el descuido en el vestir fue
considerado una descortesía imperdonable e incluso una ofensa.
Se cuenta que cuando, en una batalla de la guerra civil del
reino de Wei, a Zilu le cortaron la cinta que ataba su rodete,
este discípulo de Confucio dijo gritando que “el virtuoso prefiere
morir antes que soltarse el pelo” y dejó su arma en el suelo
para recogérselo, ocasión que el enemigo aprovechó para matarlo.
Durante el período de los Tres Reinos Combatientes,
Cao Cao (155-220), soberano de uno de los tres reinos, prohibió
la destrucción de los campos de cultivo y amenazó con la pena
de muerte a todo aquel que contraviniera su interdicción. Pero
cierto día, su cabalgadura se asustó, se echó a galopar alocadamente
por el campo y dañó muchos cultivos en verde. Según la ley,
el soberano debía ser ejecutado. No obstante, siendo como era
la máxima autoridad de un reino feudal, resultaba inconcebible
que se le aplicara la pena de muerte por violar una ley que
él mismo había promulgado. Como es natural, ninguno de sus súbditos
tuvo el valor de exigir la ejecución del castigo. Al final,
Cao Cao se cortó simbólicamente la cabeza cortándose el pelo.
Esto que hoy puede parecernos un mero ardid para escapar a la
justicia constituía en la antigüedad un castigo muy severo.
Esta tradición de valorar el cabello tanto como la vida se prolongó
hasta mediados del siglo XVII.
El cabello
o la vida
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En
la pintura tradicional
Cien niños aparecen diversos peinados
infantiles |
En 1644, la etnia manchú fundó la dinastía Qing y
empezó a gobernar toda China. A diferencia del peinado de Ronaldo,
el de los manchúes consistía en raparse el cabello de la parte
delantera de la cabeza y dejar crecer desde el nacimiento el
de la parte trasera, con el que se hacía una trenza. En su afán
de consolidar el poder de los manchúes, inferiores en número
a los han, el gobierno Qing puso en práctica políticas
muy severas tendentes a aislar al país del resto del mundo y
a eliminar todo vestigio de la dinastía precedente (la Ming).
En junio y julio de 1645, dicho gobierno promulgó sendos edictos
en los que se ordenaba a los hombres vestirse y peinarse al
estilo manchú, y se formulaba la siguiente advertencia: “Los
indecisos recibirán el mismo castigo que los renegados y quienes
no acaten las leyes del gobierno serán ejecutados sin piedad”.
De este hecho histórico procede el dicho chino “cabeza sin pelo
o pelo sin cabeza”.
Fueron muchos quienes prefirieron morir antes que
acatar esa orden, contra la que incluso se produjeron varios
levantamientos en algunas zonas situadas al sur del río Yangtsé.
Aunque esta feroz resistencia fue en vano, quienes sacrificaron
sus vidas salvaron de este modo su integridad y dignidad. Durante
los 260 años de gobierno de la dinastía Qing, la mitad de los
chinos perdieron la mitad del cabello. Lo más triste era que
aquellas trenzas, parecidas a colas de caballo, y las bocamangas
del traje tradicional de los manchúes, similares a los cascos
de este cuadrúpedo, no sólo limitaban la libertad de movimientos,
sino que en cierto sentido embotaban el pensamiento, contribuyendo
con ello a obstaculizar el avance de la sociedad.
En los últimos años de la dinastía Qing, el levantamiento
Taiping Tianguo barrió todo el país. Una de sus propuestas revolucionarias
era la de restablecer el peinado Ming, razón por la que el gobierno
Qing se refería a veces a los insurrectos con el nombre de “tropa
de pelo largo”. La sublevación fue sofocada y a quienes participaron
en ella se les cortó el pelo junto con la cabeza. Los gobernantes
de la dinastía Qing lograron así conservar sus trenzas, pero
lo que no pudieron retener durante mucho más tiempo fue el poder.
Después de que la Revolución Democrática de 1911
hubo derrocado a la dinastía Qing, se procedió a cortar las
trenzas tanto de los han como de
los manchúes. Una dinastía feudal que se había aprovechado
del peinado para humillar y sojuzgar al pueblo murió con el
mismo hierro con el que había matado. No deja de ser curioso
que en este caso la evolución de un peinado coincidiese con
el auge y la decadencia de una dinastía feudal.
A veces la historia complica las cosas sencillas.
La naturaleza nos dota de pelo para protegernos del frío. Pero
a lo largo de la historia el ser humano ha tendido a conferirle
un significado simbólico y político. Afortunadamente, esta tendencia
ha quedado prácticamente relegada al pasado, ya que hoy día
uno puede escoger libremente el corte de pelo que más le guste.
En esto los chinos no son diferentes de los demás, puesto que
pueden o bien pagar cien e incluso mil yuanes por el peinado
más de moda, o bien lavárselo y arreglárselo por un precio muy
módico.