Sucesos y figuras de la amistad
Don
Quijote en China, de la mano de Alicia Alonso
Por Georgina Cabrera
Morillo
 |
 |
Escena del ballet Don
Quijote
|
CUANDO
las grandes figuras del arte o de otras actividades que tienen
su lado creativo, como el deporte, por ejemplo, se proyectan
en el medio social con todo el esplendor de sus virtudes, se
elevan inevitablemente a una categoría inalcanzable para el
común de los mortales. La fama, el intenso ajetreo artístico,
una vida algo diferente las ponen en un lugar donde lo cotidiano
tiene evidentemente otro ritmo. Tal es la condición de los que
se convierten en un mito.
Pocos
mitos de este tipo quedan hoy en el planeta y su presencia en
él, por lo que representan –me refiero, sobre todo, al área
de la creación artística--, es un regalo que hace llevadero
el hecho de vivir en una realidad en que todo es contraste violento:
por un lado, en un sector minoritario, modernidad y opulencia
y, por otro, en una inmensa mayoría, atraso y pobreza. Y no
es todo: a esto se añaden los afanes belicistas y de dominio
de ciertos países y los anhelos de paz del resto.
No
hace mucho, en el mes de abril de este año, uno de esos mitos,
Alicia Alonso, excelsa prima ballerina cubana y directora del
Ballet Nacional de Cuba, estuvo en Beijing en misión artística.
Trajo, como presente invalorable de amistad para el público
chino, una obra, Don Quijtote, en la que ella ratifica la alta calidad de
una de sus grandes facetas creativas en el mundo del ballet:
la coreografía. Se podría decir que el célebre personaje de
Cervantes vino a China, en la plenitud de su grandeza, de la
mano de Alicia Alonso
Tuve
la suerte de entrevistarme con ella. En los escasos minutos
que estuvimos frente a frente, hablamos, en primer lugar, de
la gran amistad entre los pueblos de Cuba y China y, lógicamente,
de los inolvidables personajes, Don Quijote y Sancho, los más
sublimes en cuanto a hondura humana y a los símbolos que encarnan:
la aventura de la vida, la amistad, la lealtad, la libertad,
la justicia. Alicia destacó, precisamente, estos rasgos esenciales
que ella ha logrado plasmar en la magnífica versión que trajo el Ballet
Nacional de Cuba. “Hay otras versiones de Don Quijote en ballet”,
dijo, “pero en todas el gran caballero no es más que una figura
decorativa. Nosotros le hemos devuelto su humanidad y, además,
hemos puesto más colorido en la coreografía, manteniendo el
estilo clásico pero a la vez sacándole partido a los bailes
populares”.
Entrañable amistad con Dai Ai Lian
 |
Alicia Alonso y Dai Ailian suben al escenario
para saludar y felicitar a los artistas cubanos |
El
tiempo de la entrevista fue demasiado corto y tuvo lugar en
medio de un inevitable pero explicable barullo, pero pudimos
hablar de algunas pocas cosas más. Así, me enteré de que Alicia
Alonso había venido a China en dos ocasiones anteriores, la
primera en 1961, en que hizo una gira artística por varios lugares
de este país, acompañada de Dai Ailian, su amiga, una célebre
bailarina china, con quien se habían conocido en Nueva York,
en 1946, cuando ambas se hallaban en la plenitud de su carrera
artística. La casualidad: quiso que, mientras hablábamos, llegara
ella, Dai Ailian. Las dos se abrazaron en un gesto en que el
arte y la amistad se fundíaeron en una sola emoción.
Pero
debo referirles algunas cosas que precedieron a esta breve cita.
Cuando me enteré, en abril, de la presentación en Beijing del
Ballet Nacional de Cuba, lo primero que hice fue tomar el telefono
y reservar los billetes. ¿Cómo me iba a perder la función de
uno de los más grandes conjuntos de ballet clásico del mundo?
Hacía poco que había dejado mi cargo de conductora de un programa
en Radio Internacional de China, tenía una propuesta no concretada
para escribir en China hoy, y fui a la segunda presentación
como cualquier espectador, sin ninguna misión periodística.
Magia y colorido
Fue
una experiencia inolvidable. Gracias a la destreza y a la capacidad
interpretativa de cada uno de los integrantes del elenco, sobre
todo de los primeros bailarines, Víctor Gilí y Viengsa Valdés,
la función ofrecida en el gran Teatro de la Exposición, a sala
llena, fue un especátulo deslumbrante, lleno de magia y colorido.
Los pasos y los desplazamientos impecables lo mismo que los
niveles expresivos y la gran plasticidad de los cuerpos La concepción
coreográfica de Alicia Alonso, basada en la fusión de lo más
refinado del ballet clásico con ciertos acentos de la danza
popular estilizada, resultó un extraordinario acierto..
Recuerdo
que, mientras esperaba el inicio de la función, miraba distraída
la gran sala cuando de repente vi que la propia Alicia Alonso,
acompañada de un caballero (después supe que era Pedro Simón,
su esposo, director del Museo del Ballet de Cuba) y, probablemente,
de algunos diplomáticos cubanos, avanzaba por uino de los pasillos
hasta que se sentó a unas cinco o seis filas delante de donde
yo me encontraba. Ya no trabajaaba para la radio y lo de China
hoy aún no se había concretado, pero se me encendió la chispa
periodística. ¿Cómo aproximarme a ella en el intermedio o
al final de la función, así, sin credencial de periodista? Yo
sabía que las grandes figuras como ella lo tenían todo programado
y yo, evidentemente, me hallaba fuera de todo. En ese instante
decidí aceptar la oferta de Wang Zonglin, el editor de la sección de español de
China hoy, y empecé a pensar en una entrevista con Alicia Alonso. ¿Conseguiría contactar con ella?
La
maravilla del espectáculo me absorbió tanto que ya no pude pensar
en ninguna estrategia para aproximarme a ella para pedirle una
cita. Terminó la primera parte, y estaba yo de pie, como el
resto del público, aplaudiendo
el magnífico espectáculo, cuando vi que ella y sus acompañantes se levantaban y se retiraban de la sala. No me
quedó más que la audacia.
Cerca de Alicia Alonso en Los Angeles
 |
Georgina Cabrera-Morillo, reportera invitada
de China hoy , con Alicia Alonso, directora
del Ballet Nacional de Cuba |
Cuando
decidí seguirla, yo era muy consciente de que iba en pos de
un mito. Y los mitos son inalcanzables. Pensé en Chaplin, Picasso, García
Márquez. Populares y queridos por todo el mundo pero inaccesibles,
incluso, para grandes figuras del periodismo. Me acordé también,
mientras me abría paso entre la gente, de lo que me había ocurrrido
un par de años atrás, en el invierno del 2,000, cuando tuve
ocasión de ver por primera a Alicia Alonso, así, de cerca, como
esta vez. Fue, como es lógico, en la sala de un teatro, y fue
en Los Angeles, cuando el Ballet Nacional de Cuba presentaba
allí Giselle, una
de las obras escenificadas por Alicia más aplaudidas en el mundo.
Juan y yo volvíamos del Perú y al enterarnos de que el espectáculo
del Ballet Nacional de Cuba, dirigida por Alicia Alonso, ofrecía
una función, hicimos todo lo posible para conseguir un par de
entradas y lo logramos. Aquella vez, Alicia y sus acompañantes
estaban sentados atrás, a unas cuatro o cinco filas de nosotros.
Reconocí su perfil de ballerina con su frente ceñida por un
pañuelo, que ya es parte del mito.
Tuve ganas de acercarme pero comprendí que era imposible. Me
contenté con agradecerle, en secreto y en silencio, el regalo
maravilloso de su arte.
Arte y amistad en Don Quijote
Mi
audacia dio resultado. De pronto me vi, en la sala especial
del Teatro de la Exposición, frente a Alicia Alonso y sus acompañantes.
Me sorprendió su espontánea cordialidad. Miré detenidamente
su rostro y pude adevertir cómo, en esas líneas definidas, en
esa natural palidez y en ese perfil de persona inspirada, se
diseñaba la figura inconfundible de la ballerina clásica. Conversamos
brevemente de algunas cosas y quedamos que, momentos antes de
la función del día siguiente, en ese mismo lugar, le haría la
entrevista.
Me
acompañaron el propio Wang Zonglin y el fotógrafo de China hoy.
Había mucha gente en la sala hablando con Alicia Alonso. Mientras
la esperaba, me puse a conversar con Víctor y Viengsay,
los primeros bailarines, jóvenes brillantes para quienes
el arte y su país están por encima de la vanidad de exhibir
su arte en otros escenarios por dinero. Luego vino el encuentro
con Alicia. Hablamos escasos minutos en medio del gran barullo
que armaban otras personas que habían ido a saludarla o a entrevistarla. Fue muy poco lo que hablamos, pero en ese corto
tiempo, pude apreciar de cerca, su temple, su nobleza, su inmensa
estatura como artista.
No
obstante su edad, Alicia Alonso sigue vibrando con su arte.
Y al traer a China la maravillosa versión de Don Quijote, ha
querido entregar al pueblo chino, junto con lo más excelso de su genio creativo, el mensaje del pueblo
cubano, la amistad y la concordia, encarnados en el gran prsonaje de Cervantes.
-------------
Sucesos y figuras
de la amistad es el nombre de la columna que, a partir de
esta edición, tendrá en esta revista Georgina Cabrera Morillo,
periodista, socióloga peruana y actual profesora de la Universidad
de Economía y Comercio Internacional. (N. de R.)