JUNIO 2002

 

 

 

 

 

 

 

 


La quinta generación de cineastas entra en el mercado

Por TANG YUANKAI

EL reencuentro de antiguos alumnos celebrado por la clase de 1978 del Instituto Cinematográfico de Beijing ha sido probablemente la reunión de su género que ha despertado mayor interés y ha tenido un carácter más palpablemente comercial.

Foto de graduación en 1982 de la Facultad de Directores del Instituto Cinematográfico de Beijing

En dicha reunión, celebrada en febrero de este año durante la Fiesta de la Primavera, participaron cineastas de la quinta generación, entre ellos Chen Kaige, Zhang Yimou y Tian Zhuangzhuang, que en 1982 se graduaron en el mencionado instituto. Los periodistas siguieron de cerca a estos conocidos personajes y la cadena de televisión que había obtenido los derechos de informar en exclusiva sobre este acto hizo todo lo posible por impedir que otras cadenas invadieran su “territorio”, para “proteger los intereses de nuestros patrocinadores”.

La primera vez que la quinta generación de cineastas atrajo la atención del público, parecía que éstos se esforzaban por demostrar su desprecio hacia el mercado. Ahora, sin embargo, las principales figuras de esta generación representan una de las fuerzas predominantes en el fomento de la adopción general de las leyes del mercado.

Ello no deja de ser irónico si recordamos que, a mediados de los 80, la quinta generación de cineastas se preocupaba poco por el “mercado” o quizás no tenía idea de lo que era. En aquella época, sus obras atraían sólo a un público reducido y el interés de estos cineastas se concentraba en el valor artístico y la expresión humanística de sus películas. La mayoría de ellos rechazaban el estilo melodramático contemporáneo y, en cambio, recalcaban los aspectos esenciales de la luz y del color, así como el encanto de las imágenes. El énfasis en el diálogo y la trama fue sustituido por la habilidad cinematográfica; y, decididos a lograr efectos basados en el realismo, ellos y sus equipos “volvieron a la naturaleza”, donde los paisajes reales reemplazaron los decorados.

El director Chen Kaige

Cuando Chen Kaige, Zhang Yimou y sus compañeros estudiaban en el Instituto Cinematográfico de Beijing, la “revolución cultural” (1966-76) acababa de terminar y empezaba a iniciarse la emancipación espiritual. El comienzo de la reforma y la apertura no sólo fue para ellos una fuente de inspiración, sino que les ofreció oportunidades de demostrar su talento. Con sus cámaras crearon un tipo de esplendor nunca visto que eclipsó a las anteriores generaciones de cineastas. Siendo estudiantes, no siguieron el plan de estudios recomendado, sino que escudriñaron, criticaron y poco a poco fueron encontrando su estilo cinematográfico preferido. Tras su graduación, aprovecharon todas las oportunidades que se les presentaron para crear nuevos conceptos, revolucionando con ello en su conjunto las técnicas de dirección cinematográfica. Las películas que hicieron siguen gozando de gran prestigio en todo el mundo.

Las películas de la quinta generación son, de hecho, productos directos de una tragedia histórica: la “revolución cultural” y el “movimiento de la juventud instruida”.

Este fenómeno dejó huella en su joven conciencia, puesto que fue durante su adolescencia, cuando una mañana de verano una multitud de Guardias Rojos ocupó las hasta entonces tranquilas calles y todo lo que hasta entonces había sido aceptado como normal cambió, y de la noche a la mañana los amables y respetados vecinos fueron etiquetados de “enemigos de clase”.

Las experiencias que vivieron durante la “revolución cultural”, el sufrimiento de sus familias y las adversidades a las que tuvieron que enfrentarse durante su juventud no sólo cambiaron sus vidas, sino que predeterminaron sus destinos. Tras una brusca partida de la escuela secundaria, se convirtieron en campesinos o trabajadores rurales de brigadas de construcción, y la vida que llevaban se transformó posteriormente en una fuente de inspiración, tal como se refleja en las películas que hicieron durante los 10 o 15 años siguientes a su graduación en el Instituto Cinematográfico de Beijing. Las películas de la quinta generación constituyen un monólogo serio y afligido de los años 80. En su momento, éstas supusieron una voz completamente diferente dentro del mundo cinematográfico chino, voz que marcó una clara línea divisoria entre los cineastas de distintas generaciones, con respecto tanto a la ideología política y la conciencia cultural, como a la manera de pensar, la estética y los valores. Los directores de la quinta generación perseveraron en su exploración artística y mantuvieron las características de su estilo.

Luego, en un abrir y cerrar de ojos, o en lo que pareció serlo, maduraron y entraron en su apogeo. Sus conceptos innovadores y su espíritu de exploración contribuyeron activamente a las tendencias estéticas internacionales y no tardaron en ganarse el aplauso de todo el mundo. La obtención de prestigiosos galardones, como la Palma de Oro de Cannes, el León de Oro de Venencia y el Oso de Oro de Berlín, confirmaron y premiaron los éxitos de esta generación de cineastas.

Escena de Primavera en la pequeña ciudad, producida por Tian Zhuangzhuang

Si bien las “películas de escritores” de los directores de la quinta generación tienen importancia estética y un potencial valor mercantil, durante cierto tiempo fueron rechazadas por “academicistas”. Basando sus críticas en algunas de las primeras películas de la quinta generación, donde se hacía hincapié en el simbolismo en detrimento de una intriga discernible, hubo incluso quienes acusaron a estos directores de carecer por completo de técnica narrativa y de no haber estudiado jamás películas clásicas, hechas en Hollywood o donde fuera.

Zhou Chuanji y Ni Zhen, profesores de la quinta generación de cineastas, no están de acuerdo con este punto de vista. En opinión del profesor Zhou, sus antiguos alumnos son maestros del lenguaje audiovisual y han explorado seria y eficazmente el tiempo y el espacio cinematográficos, tanto es así que su capacidad narrativa está fuera de toda duda.

El profesor Ni señala que durante los cuatro años que estudiaron en el Instituto Cinematográfico de Beijing, los alumnos de esta generación tuvieron un acceso casi ilimitado a las técnicas narrativas empleadas en las películas tradicionales y clásicas.

Sus asignaturas obligatorias incluían clásicos chinos, de Hollywood y de la antigua Unión Soviética, y ejercieron una influencia fundamental en sus obras posteriores.

Según el plan de estudios del Instituto Cinematográfico de Beijing, los alumnos debían ver cuatro películas a la semana, por lo que al finalizar sus cuatro años de estudios habrían visto como mínimo 1.000 películas, algunas de carácter más bien comercial. Al principio se sintieron cautivados por las técnicas de la trama y la narración, “pero después del segundo curso, nuestro interés se desvaneció”, ha confesado más de un director de la quinta generación.

En su primera época, estos desafiantes cineastas de la quinta generación, quienes veían en el cine un vehículo para lograr sus ideales y, por lo tanto, una parte integrante de sus vidas, fueron deliberadamente no convencionales sólo para ser diferentes. El estilo narrativo de esas películas era el propio del director y difería de las normas aceptadas, pese a lo cual seguía exisitendo.     

A juicio de Ni Zhen, aunque los cineastas de la quinta generación han seguido dirigiendo películas y han desarrollado sus estilos distintivos, como movimiento artístico de unas circunstancias y un tiempo determinados, la época de las películas de dicha generación terminó en 1999. Entre dichas películas figuran Uno y ocho (director Zhang Junzhao, cámara Zhang Yimou), Tierra amarilla (director Chen Kaige, cámara Zhang Yimou), El rey de los niños (director Chen Kaige, cámara Gu Changwei), Sorgo rojo (director Zhang Yimou, cámara Gu Changwei), Cazadero (director Tian Zhuangzhuang), Ladrón de caballos (director Tian Zhuangzhuang), Llamada al atardecer (director Wu Ziniu) y Cantando al andar (director Chen Kaige). Cantando al andar fue la última película de este tipo, mientras que Judou y El farol rojo, ambas de Zhang Yimou, señalaron el principio de la combinación cinematográfica de la industria y el arte. Las nuevas películas de Zhang son muy diferentes de las anteriores producciones de la quinta generación. 

Al mismo tiempo que las películas de la quinta generación eran más y más conocidas en el extranjero, el número de espectadores chinos descendía espectacularmente. En los años 90, dicho número, que en 1984 fue de 29.300 millones, fue descendiendo a razón de 1.000 millones al año.

Ese fenómeno se debió por una parte a factores sociales y por otra a la propia industria cinematográfica. Durante la economía planificada, las compras y las ventas estaban monopolizadas por el Estado. Además, la industria del cine se resintió de la popularización de la televisión y la llegada de películas extranjeras, circunstancias que se combinaron para dispersar el interés de los espectadores chinos. Pero con la llegada de la economía de mercado, se espera que la industria cinematográfica china se convierta en un “mercado” de películas. Habiéndose dado cuenta de la capacidad crítica de este, ahora los directores chinos se muestran implacables ante las producciones de escasa calidad, sin importarles que el director y los actores sean famosos o no. La economía de mercado significa competencia, pero también imparcialidad, de modo que sólo las películas de calidad pueden triunfar en el mercado y, por lo tanto, entre el público. Tras el ingreso de China en la OMC y la promulgación de nuevos reglamentos sobre la administración del cine, el primer reto al que deben enfrentarse los cineastas chinos es el mercado: una cuestión de vida o muerte para la industria cinematográfica china. Al mismo tiempo, gracias a la introducción de películas extranjeras de calidad, los directores chinos han obtenido nuevos conocimientos acerca de la industrial cinematográfica internacional, en lo concerniente al nivel creativo, las tendencias artísticas, la tecnología punta, la ecología del mercado y las formas de funcionamiento, todo lo cual les ha permitido construir un marco de referencia amplio y realista.

Parece ser que inconscientemente los directores de la quinta generación han tomado un nuevo rumbo. Tras la maduración de su creatividad y la internacionalización de su campo de visión, poseen una comprensión más clara de la esencia y la función del cine, y siguen explorando e innovando con el fin de encontrar vías para satisfacer los gustos del pueblo. Ahora conceden mayor atención a la descripción de los personajes y de su psicología, y han sustituido el énfasis excesivo en el simbolismo que caracterizaba sus primeras obras por una narración detallada y completa.

Antes, Chen Kaige no hacía mucho caso del éxito de sus películas en la taquilla, pero tras el estreno de Jing Ke asesina al rey de Qin la revisó por su propia cuenta, siendo uno de sus objetivos el de orientarla al mercado. De Adiós, mi concubina a Jing Ke asesina al rey de Qin los argumentos de sus películas fueron ganando en interés, sin que ello perjudicase su contenido filosófico. Zhang Yimou también cambió su estilo para adecuarlo a las preferencias del público y a las tendencias del mercado cinematográfico. El gran eunuco Li Lianying (dirigida por Tian Zhuangzhuang) y “Colorete rojo” (de la directora Li Shaohong) también tienen argumentos mucho más interesantes que sus obras anteriores.

Por otra parte, Jiang Wen, He Ping y Feng Xiaogang, a pesar de no ser graduados de 1982, pertenecen también a la quinta generación de cineastas y se han esforzado a conciencia para combinar el valor artístico y el contenido ideológico.

Siguiendo los dictados del cine, la directora Li Shaohong produjo una exquisita telenovela—Cuentos en el Palacion DaMing

Desde mediados de los 90, el sistema de mercado y el desarrollo social han ido perfeccionándose gradualmente y ahora los cineastas de la quinta generación saben cómo funciona el mercado. Zhang Yimou, Tian Zhuangzhuang, Li Shaohong y Chen Kaige han empezado a explorar proyectos personales y a entrar en operaciones comerciales. Han Gang, contemporáneo suyo del departamento de Bellas Artes que ha ganado varios premios por sus películas Consiga un premio en la lotería y El viejo Ge, ha continuado haciendo incursiones en la televisión. Sus obras teatrales televisivas El primer ministro jorobado Liu (una comedia), Padres (sobre la ética familiar) y Cómo se templan el hierro y el acero batieron récords de audiencia y le valieron varios premios a la calidad artística. La búsqueda de un valor artístico recompensado con ganancias es ahora un modo de creatividad y de existencia para la quinta generación de cineastas.

Actualmente Chen Kaige está rodando una película de temática moderna titulada Junto a ti, en la que su esposa interpreta uno de los papeles principales. En su reparto hay un buen número de actores y actrices extranjeros, y Chen recurrirá a la cooperacion internacional para su distribución, en un intento por determinar su valor en el mercado tanto nacional como foráneo.

Chen Kaige afirma que el arte y el comercio no son contradictorios, y pone como ejemplo Tierra amarilla, título emblemático de la quinta generación de gran mérito artístico y no menor valor comercial, ya que su distribución internacional ha reportado pingües beneficios a la Corporación China del Cine.

Según Zhang Yimou, el director debe ser responsable no sólo ante los artistas, sino también ante el público y los inversores. En la actualidad está rodando Héroes,  película en la que combina el estilo de Tigre y dragón y el reparto de Ganas de amar (dirigida por Wong Kar-wai). En esta su primera película convencional ha recurrido a un deslumbrante conjunto de estrellas de cine, una extraordinaria inversión y una gestión internacionalizada. Se trata de una película comercial de acción y, al mismo tiempo, de una nueva exploración en su estilo personal. Zhang se muestra muy confiado: “Creo en el atractivo de las estrellas y en la eficacia de una gestión comercial”.

Cuando se le preguntó que opinaba sobre el bache en que se halla el cine chino, Zhang Yimou dijo en tono optimista: “Todos los directores chinos, y no sólo los de la quinta generación, deben adaptarse a las tendencias actuales y fomentar el interés del público por las películas chinas. Mediante el esfuerzo de las sucesivas generaciones de directores es posible que recuperemos el público perdido. No debemos valorar nuestros resultados dentro de cuatro o cinco años, ni siquiera dentro de cuatro o cinco décadas. Estoy convencido de que es tan imposible que a los chinos no les gusten las películas chinas como que no les guste la comida china”.

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