¡Ojalá
la primavera de la economía privada llegue pronto!
Por WANG ZHIPENG
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Las
empresas privadas se esfuerzan por desarrollarse dentro
del resquicio existente entre la economía estatal y la de
capital extranjero. |
PARA cumplir gradualmente los
compromisos contraídos por China antes de su incorporación a
la OMC, el primero de abril el Gobierno chino inició la elaboración
del Nuevo Catálogo Guía para las Inversiones Extranjeras.
En comparación con la edición
de 1997, el Catálogo Guía del 2002 expone más claramente la
decisión de ampliar la apertura y estimular la inversión extranjera.
Las cláusulas referentes a la mejora de la calidad han pasado
de 186 a 262, mientras que las restricciones se han reducido
de 112 a 75. Conforme a lo prometido a la OMC, muchos ámbitos
comerciales y de servicios, como los bancos, los seguros, el
comercio exterior, el turismo, el transporte, la contabilidad,
los servicios de auditoría y los servicios jurídicos se han
beneficiado de una mayor apertura en aspectos tales como el
territorio, la cantidad, el ámbito de gestión, la proporción
de accionistas y los horarios. Gracias a tales políticas preferenciales,
el número de empresas extranjeras que vienen a nuestro país
no cesa de aumentar. Tomemos como ejemplo el sector bancario.
Muchos bancos de capital extranjero, entre los que destaca el
estadounidense CityBank, han comenzado a dar muestras de su
poderío en el mercado financiero chino y a ejercer una fuerte
presión sobre los bancos nacionales. Cuando no hace mucho una
empresa privada de Shanghai solicitó permiso para abrir un banco,
el departamento correspondiente rechazó su solicitud, tras lo
cual dicha empresa denunció al mencionado departamento ante
los tribunales. El Comité de Planificación Estatal había dicho
lo siguiente: “Aparte de lo estipulado especialmente, a las
empresas privadas no sólo se les podrán aplicar las políticas
preferenciales aplicables a las empresas de capital foráneo,
sino que también se les estimulará y permitirá participar en
pie de igualdad en los ámbitos en los que se estimula y se permite
la inversión extranjera”; no obstante, lo cierto es que las
empresas de capital foráneo pueden tomar el Catálogo Guía e
ir al Ministerio de Comercio Exterior o al Departamento de Administración
de Comercio e Industria para efectuar los trámites correspondientes;
en cambio, para las empresas chinas de capital privado no existen
reglamentos y, a pesar de contar con fondos suficientes, sus
solicitudes son rechazadas sistemáticamente.
Desde 1978, año en que se puso
en marcha la política de reforma y apertura, el Gobierno chino
ha prestado siempre atención al ajuste de las políticas preferenciales
con el fin de atraer capital extranjero. Desde 1993, el volumen
de las inversiones foráneas directas en China ocupa el primer
puesto mundial, sólo por detrás de las realizadas en EE.UU.
Desde 1996, ese volumen alcanza una media anual de 40.000 millones de dólares. Incluso en el 2001,
año en el que las inversiones directas se redujeron abruptamente
en todo el mundo, China captó 45.000 millones de dólares. La
llegada de capital extranjero trae a China no sólo fondos, sino
también tecnología punta y una administración avanzada, factores
ambos imprescindibles para fomentar la transformación y el desarrollo
de la economía nacional. Según algunos cálculos, una tercera
parte del súbito crecimiento experimentado por la economía china
durante estos últimos veinte años se debe a las inversiones
foráneas directas. Sin embargo, no hay que olvidar que la entrada
de capital extranjero también amenaza seriamente a las empresas
estatales y privadas nacionales. En la actualidad, la mayoría
de las 500 empresas transnacionales más importantes del mundo
realizan negocios en China y el capital extranjero se encuentra
casi en todos los rincones de la economía china.
A
lo largo de estos veinte años de reforma y apertura, las empresas
privadas chinas se han esforzado por desarrollarse dentro del
resquicio existente entre la economía estatal y la de capital
extranjero. Cuando la reforma de las empresas estatales, los
bancos estatales y el Gobierno todavía no había alcanzado su
madurez, no cabe duda de que las empresas privadas contribuyeron
en gran medida al extraordinario avance de la economía china.
Sin embargo, de los créditos concedidos por los cuatro bancos
comerciales del Estado, las empresas privadas obtuvieron nada
más el cinco por ciento, siendo concedido casi todo el resto
a las empresas estatales. No obstante, el volumen de producción
de unas y otras es prácticamente el mismo. Hoy en día, casi
nadie niega los éxitos obtenidos por la economía privada ni
desconoce su importancia para el desarrollo de la economía nacional.
Con todo, las empresas privadas chinas han recibido y siguen
recibiendo en muchos sentidos un tratamiento injusto, sobre
todo en comparación con las empresas de capital extranjero.
Desde el momento en el que el
capital extranjero comenzó a entrar en China, la globalización
y la protección de la industria nacional se convirtieron en
temas candentes. Siendo como es un país tan extenso, es obvio
que China no puede aplicar una estrategia de globalización completa,
sino que debe desarrollar sus industrias nacionales para hacerlas
más competitivas, con lo que además de incrementar el poderío
económico del país, se crea un mercado regido por la competencia
leal. Si el Gobierno chino no ayuda a las empresas nacionales
a competir con las transnacionales, éstas no van a traer técnicas
avanzadas a China: lo harán sólo cuando no puedan monopolizar
el mercado.
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Los
bancos de capital foráneo han comenzado a dar muestras de
su poderío en el mercado financiero chino y a ejercer una
fuerte presión sobre los bancos de capital nacional |
Desde la introducción de capital
foráneo hasta la incorporación en la OMC, la apertura de China
al exterior ha recorrido un largo camino y ha entrado en una
nueva etapa, lo que exige una correspondiente apertura en el
interior. Si esta segunda apertura se retrasa demasiado y no
se crea un ambiente favorable al desarrollo de las empresas
privadas, la economía nacional puede terminar dependiendo excesivamente
del aumento de las inversiones foráneas. Con el tiempo, el capital
internacional y el capital estatal serán quienes determinen
el futuro de la economía nacional, situación que resultaría
perjudicial tanto para el establecimiento de una economía de
mercado regida por la competencia justa, como para el desarrollo
continuado de nuestra economía. Si a corto plazo la economía
nacional no experimenta una obvia mejora, resultará imprescindible
crear un ambiente más favorable al desarrollo de la economía
privada, a la que por lo menos debe concedérsele la oportunidad
de participar en la competencia en pie de igualdad. Las empresas
privadas están dotadas de mecanismos flexibles, son muy productivas
y poseen valiosas experiencias acumuladas a lo largo de su crecimiento.
No cabe duda de que si se les garantizan sus derechos e intereses,
en el futuro obtendrá éxitos aun mayores.
El Gobierno chino ha apoyado
siempre la economía estatal y en todo momento se ha mostrado
muy activo en la creación de condiciones atractivas para las
inversiones foráneas. Pero salvo contadas excepciones, sus frecuentes
exhortaciones a la economía privada no se han traducido en acciones
concretas. Al tiempo que se estimula la introducción de grandes
cantidades de capital extranjero, es necesario dispensar un
trato justo al capital privado. Sólo de esta manera, la economía
estatal, la de capital extranjero y la privada podrán desarrollarse
armoniosamente. ¡Ojalá la primavera de la economía privada llegue
pronto!
WANG
ZHIPENG, doctorando del Instituto de Administración Económica
de la Universidad de Qinghua