La salud psicológica
de nuestros niños y jóvenes
Por
nuestra reportera ZHANG HUA
EL
23 de febrero del 2002, el país entero se estremeció al oír
la noticia de que en el Zoo de Beijing alguien había lesionado
deliberadamente a unos animales. Ese día, Liu Haiyang, alumno
de la Universidad Qinghua, echó vitriolo sobre los osos negros
que viven en la Colina de los Osos del Zoo de Beijing. Uno de
ellos sufrió graves y grandes quemaduras, y el otro quedó completamente
ciego. Liu, que fue detenido inmediatamente, justificó su acción
diciendo que quería probar la sensibilidad de los osos al ácido
sulfúrico.
Este
incidente, así como la frialdad y la indiferencia mostradas
por Liu al ser entrevistado, encolerizaron a millones de telespectadores.
Todos ellos condenaron su cruel comportamiento. Posteriormente,
varios sociólogos, pedagogos, psicólogos y criminólogos comentaron
el suceso y expusieron sus opiniones. Si bien es cierto que
se habían producido casos de delincuencia juvenil, como agresiones
en los campus, violaciones, ausencias sin permiso y fugas del
hogar, nada desató tal controversia como el frío sadismo de
Liu, comportamiento muy alejado del que suele asociarse a los
alumnos de la universidad más prestigiosa de China.
Sin
embargo, había más casos en la lista de espera y las malas noticias
comenzaron a llegar una tras otra. Un universitario de Beijing,
al que tras repetidos suspensos su centro le había aconsejado
que dejase los estudios, se suicidó, pero antes mató a su padre
y a su abuela para ahorrarles la pena por su muerte. Una muchacha
de 13 de años de la provincia de Sichuan escapó de su casa recientemente
en busca de su estrella favorita y desde entonces no se ha vuelto
a saber de ella. La gente empieza a preguntarse: ¿Qué les pasa
a nuestros jóvenes? ¿Qué va mal en la educación china?
El
respeto por la educación constituye una tradición china secular.
Los antiguos chinos valoraban así su importancia: “Sólo cuando
una persona es instruida, puede su familia considerarse honrada;
sólo cuando las familias son honradas, puede mantenerse el orden
en el país; y sólo cuando se mantiene el orden en el país, hay
paz bajo el Cielo”. Un antiguo dicho popular chino describe
a la gente instruida del país como sus “columnas sustentantes”.
Esta
máxima de Fan Zhongyan, un erudito de la dinastía Song (960-1279),
es la que mejor expresa el elevado espíritu de los intelectuales
chinos: “Sé el primero en preocuparte por los problemas del
mundo y el último en disfrutar de la felicidad mundana”. Al
darse cuenta de que lo que impedía el desarrollo de China era
su atraso científico y tecnológico, muchos intelectuales modernos
fueron a estudiar a países occidentales. A finales de los años
70, China reimplantó sus exámenes de acceso a la universidad
y desde entonces ha preparado a un elevado número de expertos
y profesionales para la construcción del país. Las numerosas
historias de éxitos alcanzados gracias a los conocimientos especializados
han reforzado aun más la creencia generalizada en la importancia
de adquirir conocimientos por medio de la educación.
Hoy
en día, las futuras madres emprenden su programa de educación
fetal tan pronto como se confirma su embarazo. Cuando el bebé
nace, inventan todo tipo de métodos para desarrollar su capacidad
mental mediante la música, los números, las imágenes e incluso
las lenguas extranjeras. El desarrollo precoz de la inteligencia
ha contribuido a crear muchos niños prodigio. A medida que un
número creciente de estudiantes chinos sobresale en las olimpiadas
de matemáticas, la comunidad internacional va reconociendo la
eficacia de la educación básica china.
Ideas
educativas erróneas
No
obstante, toda moneda tiene su cara y su cruz. Si por una parte
se admite mayoritariamente la función indispensable desempeñada
por la educación en el fomento del progreso social y la vitalización
de la mente y el espíritu humanos, por otra parte se concede
gran importancia a su utilidad inmediata, actitud que de manera
inevitable conlleva problemas.
Primera
idea errónea: el utilitarismo
La
educación actual hace menos hincapié en la formación ética,
el cultivo de sí mismo y las obligaciones y deberes sociales
que la educación tradicional. Ello es particularmente cierto
en la actualidad, momento en que China se halla en plena transición
económica y las normas morales, la responsabilidad social y
los valores, antes tan firmemente observados, parecen estar
desintegrándose. Unos se han enriquecido rápidamente, mientras
que otros han sido despedidos y siguen en el paro. Esta situación
social ha introducido el utilitarismo dentro tanto de las familias
como de la educación académica y social, de suerte que en algunos
casos se han producido inquietantes perturbaciones de la naturaleza
humana.
Cabe
decir que Liu Haiyang es una víctima de dicho utilitarismo.
Criado en una familia monoparental, es una encarnación de todo
el amor y todas las esperanzas de su madre. La única manera
en que ésta podía ayudarlo a alcanzar el éxito era obligándolo
a estudiar más y mejor que sus compañeros. Por lo tanto, la
madre hacía girar toda su vida en torno de los estudios de su
hijo, hasta el punto de elaborarle diariamente su horario e
indicarle el camino más rápido hasta su escuela. También fue
ella quien decidió las asignaturas que Liu debía cursar en la
universidad. Bajo su íntima tutela, el niño se transformó en
un joven bueno y obediente. Durante sus estudios de secundaria
ganó varios premios en concursos municipales y nacionales de
matemáticas y física, y a juicio de la mayoría de quienes lo
conocían era un buen chico.
Desgraciadamente,
la mayoría de los estudiantes y padres siguen un camino muy
parecido al de Liu y su madre. Se ha descuidado el objetivo
primordial de la educación: enseñar a los niños a sobrevivir,
a fomentar las buenas relaciones interpersonales y a impulsar
el progreso de la civilización humana.
Segunda
idea errónea: el éxito en los exámenes
Al
igual que en muchos países, en China el personal se selecciona
atendiendo a los resultados de los exámenes. No cabe duda de
que los exámenes desempeñan un papel de primer orden en el impulso
del progreso social. El sistema de exámenes de acceso a la universidad
aplicado en China estimula a los estudiantes a trabajar duro
y a adquirir conocimientos en beneficio de la sociedad; pero
la inmensa población de China y su subdesarrollo económico impiden
a las instituciones educativas aceptar a todos aquellos que
desean estudiar en la universidad. Por lo tanto, para asegurarse
de que podrán entrar en una universidad o en un centro de estudios
superiores, a los niños se les obliga desde muy tierna edad
a estudiar muy duro. Además, la educación china está demasiado
escorada hacia la superación de los exámenes.
Sin
embargo, no todos los jóvenes que van a la universidad triunfan.
Los sociólogos y los pedagogos han estudiado muchas historias
de “éxito” y han descubierto que la mayoría de tales estudiantes
experimentan sensaciones de frustración y autorrenuncia. Ello
es así porque durante muchos años el “éxito” ha sido el único
indicador de su valor, lo que ha distorsionado y debilitado
su capacidad de aquilatar sus cualidades inherentes. Además,
su formación exclusivamente libresca les has privado de oportunidades
para lograr su autoestima psicológica y entender y aplicar habilidades
sociales prácticas. Este tipo de estudiantes se desempeñan adecuadamente
en circunstancias favorables, pero si sufren una frustración
o caen en la adversidad, pueden reaccionar tomando “contramedidas”
desproporcionadas.
Tercera
idea errónea: la división entre ciencias y humanidades
Durante
varias décadas, los exámenes de acceso a la universidad se han
dividido en dos grandes especialidades: ciencias y humanidades.
Por consiguiente, para superar dichos exámenes los estudiantes
se ven obligados a concentrarse en unas u otras. Por lo tanto,
la comprensión y los conocimientos científicos de los alumnos
de humanidades son muy limitados, tanto como lo son los conocimientos
humanísticos de los alumnos de ciencias. Tal sistema impide
a los estudiantes el acceso a un saber integral.
Falta
de orientación psicológica
Habiéndose
detectado en la educación actual este conjunto de ideas erróneas,
prejuicios y lagunas, existe un acuerdo unánime en que lo que
los niños y los jóvenes chinos necesitan con mayor urgencia
es educación psicológica. Se calcula que en China hay actualmente
30 millones de jóvenes con problemas psicológicos. Los escolares
de primaria y secundaria que se enfrentan a dificultades psicológicas
representan entre el 21,6 y el 32 por ciento del total, y la
proporción de estudiantes universitarios con problemas de este
tipo oscila entre el 16 y el 25,4 por ciento. Y ambos porcentajes
van en aumento.
Fan
Fumin, profesor del Instituto de Investigación Pedagógica de
la Universidad Qinghua, y Wang Jianzhong, profesor titular de
la Universidad de Aeronáutica y Astronáutica de Beijing, han
dedicado bastante tiempo al estudio de la salud psicológica
de los estudiantes universitarios. Los resultados de sus estudios
realizados en el 2001 demuestran que los universitarios constituyen
un grupo psicológicamente vulnerable. La sociedad les exige
mucho, sus padres depositan en ellos grandes esperanzas y ellos
mismos se fijan objetivos muy ambiciosos. Pero estos jóvenes
no están psicológicamente maduros: carecen de experiencia social
y dedican casi todo su tiempo al trabajo académico. Por consiguiente,
les falta adaptabilidad y son psicológicamente frágiles e inestables.
Este es el grupo social más proclive a padecer problemas psicológicos,
tal como lo ratifican los índices de diversas áreas, mucho más
altos que los de otros grupos.
De
momento, en China no hay ninguna institución educativa que haya
establecido un sistema de salud psicológica y en las escuelas
primarias y secundarias la educación psicológica sigue siendo
prácticamente inexistente. Por otra parte, los psicólogos y
los analistas escasean. Por lo tanto, en la mayoría de los casos
los niños deben recorrer a solas el camino de su desarrollo
psicológico.
Echando
una mano
Muchas
personas están buscando maneras de ayudar a los niños. Ante
la inexistencia de instituciones profesionales que proporcionen
orientación psicológica a los niños, numerosos colegios y maestros
experimentados se han ofrecido voluntariamente para llenar esa
laguna. En una escuela primaria del distrito de Xicheng (Beijing),
descubrí que la hora de “Reunión de la clase”, durante la cual
los niños discuten con su maestro los problemas que han tenido,
era la parte del programa de estudios que más gustaba a los
alumnos. Éstos hacían preguntas como las siguientes: “¿Por qué
soy lento en aritmética mental?” y “Si alguien me pega, ¿debería
contraatacar?”. El maestro responde a las preguntas usando ideas
sencillas que los niños pueden comprender. Una niña preguntó:
“¿Por qué no se me da bien el bádminton?”; entonces, su maestra,
de mediana edad, llevó a los niños al patio y comenzó a jugar
a bádminton con ellos. Al ver que su maestra jugaba como uno
más de ellos, los niños se sintieron más cerca de ella y empezaron
a hablarle y a explicarle cosas aun con más ganas.
Una
escuela secundaria rural ha organizado un “experimento de derrumbe”
en el cual sus alumnos viven la experiencia psicológica de la
vida y la muerte. En un entorno simulado, los alumnos experimentan
personalmente la amenaza de la muerte y muchos dejan sus probabilidades
de supervivencia en manos de otros. Una discusión seria sobre
la vida y la muerte hace saltar las lágrimas a muchos alumnos.
No obstante, después de este experimento psicológico clásico
se ha observado que los alumnos son interpersonalmente más activos
y psicológicamente más receptivos.
Tras
reexaminar la educación psicológica, medioambiental y humana,
Yuan Guiren, Viceministro de Educación, señaló que la familia,
la escuela y la sociedad deben actuar como un todo, para hacer
de los niños personas sanas y equilibradas. Muchos pedagogos
y especialistas han ofrecido ideas tendentes a este fin. Recientemente,
los expertos en educación familiar ha propuesto el concepto
de “conciencia de sí mismo”, que ha sido ampliamente aceptado.
La esencia de este concepto es que los niños deben aprender
a concentrarse en sí mismos, es decir, en su salud, su crecimiento
y su desarrollo. Para poder cuidar de su propio bienestar, deben
no sólo adquirir hábitos de vida saludables y participar activamente
en las actividades físicas, sino también aprender a entenderse,
aceptarse, controlarse y adaptarse, así como a comunicarse con
otros. Este concepto exige mucho de los padres, puesto que en
el proceso de enseñar a sus hijos a cuidar de sí mismos, les
están enseñando al mismo tiempo a ser responsables de sus propias
vidas.
Resulta
alentador comprobar que la educación china, apoyándose en el
estudio de experiencias y métodos foráneos de demostrada eficacia,
está tomando medidas para rectificar sus ideas erróneas.