MAYO 2002

 

 

 

 

 

 

 

 


El caballo celestial y la civilización china

Por LIN YING

La caza,  fresco de la gruta n.º 249 de Dunhuang

A continuación reproducimos algunos fragmentos El caballo celestial, obra académica de la profesora Lin Ying publicada este año. Como ha recalcado Charles Willemen, famoso orientalista y miembro de la Real Academia Belga, dicha obra se centra exclusivamente en las relaciones entre el caballo y la civilización china a lo largo de la historia. En el marco de la civilización china, la figura de caballo celestial refleja los milenios de sufrimiento, felicidad y esperanza del pueblo chino.

ZHANG Qian (?-- 114 a.C.), gran explorador político de la dinastía Han del Oeste, llegó hasta los países de Asia Central, donde descubrió el caballo dawan, considerado el mejor de la época. Al regresar a China, Zhang informó de ello al emperador Hanwudidi, quien, comprendiendo la importancia estratégica de este cuadrúpedo, ordenó a sus soldados que se hicieran con él. Cuando regresaron con el dawan, el emperador escribió el poema titulado El caballo celestial. En aquel entonces, el cielo era considerado un ser omnipotente dotado de consciencia y de sentimientos humanos. Los chinos situaron al caballo dawan en una posición muy elevada, por lo que no tardó en adquirir un poderío magnífico, tal como se refleja en las diversas formas artísticas que hasta hoy día lo han tomado como motivo.

El origen de la pintura china está vinculado a la creación de los caracteres ideográficos, simples trazos que representan entes y fenómenos naturales. Así, por ejemplo, los trazos estilizados que se aprecian en las inscripciones sobre huesos y caparazones de tortuga de la dinastía Shang (siglo XVI--siglo XI a.C.) forman el carácter chino que significa “caballo”. Y en las inscripciones sobre bronce ( siglo XI--sigloIII a.C. ) hay un dibujo de un hombre montado en un cerdo que sujeta un caballo con cada mano, dibujo del que derivó el carácter que significa “casa”. Estos dos caracteres primitivos son testimonio de la domesticación del caballo en la antigüedad.

El dragón es el emblema de la nacionalidad china. La figura del dragón surgió de la combinación de carácteres inspirados en los tótems de algunas tribus primitivas, entre ellos la serpiente, el ciervo, el tigre e incluso los peces.

Hace más de 5.000 años, los pobladores de la cuenca  superior del río Liao tallaron un dragón de jade con ojos y cabeza de caballo, y crines muy parecidas a las de este animal. Se supone que en la antigüedad el caballo fue también el tótem de alguna tribu.

En el aura sagrada que rodea al dragón se perciben destellos de las virtudes del caballo que tanto maravillaban a los primeros pobladores del norte del país. El cuerpo serpenteante del dragón atesora la fuerza necesaria para elevarse, mientras que su apacible mirada le confiere solemnidad.

El caballo salvaje se asoció naturalmente con el sol, símbolo de la vida, y se convirtió en ofrenda de los sacrificios funerarios.

Bronce de la dinastía Qin

Entre las ocho tumbas descubiertas en Zhouyuan, capital del reino de Zhou antes de la fundación de la dinastía del mismo nombre, destaca la central, que mide 7,3 metros de largo, 5,3 metros de ancho y 12,6 metros de profundidad. En dicha tumba, construida hace 2.900 años, se hallaron 95 esqueletos de caballos, prueba de la crueldad de quienes enterraron vivos a tantos caballos como parte de un ritual funerario.

La importancia del caballo empezó a mostrarse plenamente en la edad del bronce ( 2000-500 a.C.), período caracterizado por la fundación de estados, el surgimiento de civilizaciones y las frecuentes guerras.

En tales circunstancias, el sacrificio ritual de caballos habría sido considerado un acto inhumano y un despilfarro.

Según la famosa obra histórica Anales, en el Período de los Reinos Combatientes, en concreto a partir del año 384 a.C., el reino de Qin sustituyó a los seres humanos y los caballos por objetos como ofrendas en los sacrificios funerarios, sustitución que marcó un hito en la historia de la civilización china. Cien años después se enterraron corceles y soldados de terracota en la tumba de la dinastía Qin. Ello significa que a partir de esa época, con el progreso de la civilización humana, el caballo empezó a entrar en el escenario del arte gracias a los esfuerzos de inumerables artistas.

En la década de los 70 del siglo pasado, en la tumba de la dinastía Qin se hallaron más de mil corceles de terracota de tamaño natural dispuestos ordenamente. Habían sido enterrados allí para simbolizar la grandiosidad de la guerra y el ímpetu demostrado por el emperador Yinghzheng en la guerra librada para unificar la nación china. Se trataba de un éxito no alcanzado por ninguna otra civilización antigua y quienes habían muerto en esa empresa iban a gozar de una vida eterna de la que el caballo formaba parte.

En el año 202 a.C., terminada ya la guerra entre los Qin y los Han, Liu Bang (?--195 a.C.) ascendió al trono imperial. A partir de entonces se consolidó la centralización del poder estatal y la sociedad entró en un período de prosperidad.

Empujado por las necesidades de la época, Zhang Qian se puso en camino para explorar el oeste. En la Ruta de Seda se encontraron las culturas china y occidental, y la cultura de las etnias nómadas se combinó con la de los han. En su viaje de exploración Zhang llegó hasta Asia Central, donde descubrió el caballo dawan, el mejor caballo de aquel entonces. El descubrimiento de Zhang atizó el deseo del emperador Hanwudi de conseguir este bello animal y el gran explorador no descansó hasta satisfacer el deseo de su señor.

La especial preferencia de Hanwudi por este caballo se convirtió en una de las claves de sus victorias en las guerras libradas con potencias foráneas. A principios de la dinastía Han, la mayor amenaza eran los xiongnu , tribu del norte cuya caballería se desplazaba rápidamente por el interior del país, perturbando gravemente la vida cotidiana de la población y amenazando la estabilidad social. El emperador Hanwudi descubrió así por experiencia propia la importancia decisiva de una buena caballería. En el año 104 a.C, Hanwudi ordenó a sus ejércitos que atacasen un reino situado a más de 6.000 kilómetros de Chang´an, la entonces capital imperial, y logró por fin hacerse con el dawan, el llamado caballo celestial.

Esa denominación es un reflejo del deseo de contar con el poder del cielo y de este caballo mágico para explorar lo infinito del mundo. La figura del caballo celestial se convirtió en un motivo muy utilizado por los pintores chinos de las diversas épocas.

Con la dinastía Tang, período rebosante de creatividad, la reproducción pictórica del caballo llegó a su cenit. En las grutas de Mogao (Dunhuan) hay una pintura titulada El cazador que reproduce una escena de marcado aire romántico, protagonizada por el hombre, el caballo, la montaña, los árboles y los animales.

Li Gonglin, famoso pintor de la dinastía Song, utilizó profusamente el caballo como motivo. En su pintura titulada Los cinco caballos aparecen cinco apacibles caballos descansando y otros tantos jinetes en cuyos rostros reina igual serenidad.

Detalle de Los cien caballos, obra de Guiseppe Castiglion, pintor imperial de la dinastía Qing

Kang Xi (1661-1722), el erudito emperador de la dinastía Qing, apreció el talento musical y pictórico de los misioneros occidentales, a quienes tuvo a su servicio como pintores reales. El misionero, pintor y arquitecto italiano Giuseppe Castiglione (1688-1766) llegó a la corte de la dinastía Qing en 1715, donde sirvió de pintor imperial hasta su muerte, acaecida 51 años después. En 1728, es decir, cuando tenía 40 años, terminó Los cien caballos, su obra más clásica, en la que la libertad del caballo tiene como marco una naturaleza estilizada. Los caballos se muestran desde diferentes perspectivas y en distintas posiciones: unos están bebiendo; otros están cruzando un río; otros permanecen tumbados; y otros están de pie. Castiglione fue el primero en combinar la perspectiva occidental con las finas pinceladas características de la pintura china.

El artista del siglo XX que más y con mayor acierto cultivó la pintura de caballos fue Xu Beihong, quien estudió bellas artes en Japón y Francia. Los caballos de sus cuadros son vívidos y más bellos que los reales. A los ojos de los chinos, éstos son animales a la vez domésticos y libres, y significan la liberación y el desarrollo. Algunos los asocian con el despegue de la nación china.

La tradición de pintar caballos se corresponde con la historia de la civilización china y la del dominio de la naturaleza. La figura de caballo celestial refleja los milenios de sufrimiento, felicidad y esperanza del pueblo chino.

                                                          

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