Actualidad económica
La acciones estatales
deben reducirse en el momento oportuno
Por WANG ZHIPENG
 |
Accionistas
observando atentamente los cambios de cotización |
A lo
largo del año 2001, los mercados chinos de valores se han visto
afectados por una serie de acontecimientos complejos. A mediados
de junio del pasado año, el Gobierno chino, decidido a allegar
fondos para financiar el sistema de seguridad social, puso en
marcha el proyecto de reducción de las acciones estatales, proyecto
discutido repetidas veces por las personas responsables. A consecuencia
de ello, los mercados de valores experimentaron una fuerte sacudida
y la cotización de las acciones comenzó a descender. A fines
de octubre, el Gobierno se vio obligado a suspender la reducción
de dichas acciones y a solicitar el parecer de las masas populares.
En enero del año en curso, y después de que la Comisión para
la Supervisión de los Mercados de Valores publicase en su sitio
web un artículo sobre la reducción de las acciones estatales,
los mercados de valores bajaron inmediatamente un 6 por ciento.
Debido a la vulnerabilidad demostrada por dichos mercados, el
Gobierno no tuvo más remedio que abandonar una serie de nuevos
proyectos y conformarse con la ejecución del proyecto de reducción
de las acciones estatales. En los últimos doce meses, los índices
de los mercados de valores de nuestro país no han sido muy favorables.
Es más, las estadísticas indican que desde junio del 2001 hasta
enero del 2002 los mercados chinos de valores han sufrido tres
bajas y que las caídas de los mercados de valores de Shanghai
y de Shenzhen han sido del 39 y el 44 por ciento, respectivamente.
A lo
largo de los diez años transcurridos desde el inicio de su establecimiento,
los mercados chinos de valores han ido adquiriendo características
propias. En primer lugar, la mayoría de las empresas que cotizan
en bolsa son empresas estatales. A finales del 2001 eran más
de 1.100 las empresas que cotizaban en bolsa, alcanzando el
valor de sus acciones los 4 billones de yuanes. Sin embargo,
dos tercios de las empresas eran estatales y el valor de las
acciones no circulantes duplicaba el de las circulantes. En
segundo lugar, los mercados de valores eran escenario de graves
prácticas especulativas. Cuando éstos iniciaron su andadura,
quienes compraban y vendía acciones eran mayoritariamente particulares
y la especulación era un fenómeno cotidiano. A fin de regular
los mercados de valores, en 1998 el Gobierno introdujo capitales
institucionales con la esperanza de que los inversores entablarán
relaciones de colaboración a largo plazo, pero la especulación,
lejos de atenuarse, se agudizó. En tercer lugar, los mercados
de valores carecen de transparencia y de mecanismos de supervisión
fiables, carencias responsables de su apariencia a veces fraudulenta.
Las
acciones no circulantes son del Gobierno y ocupan un puesto
dominante, lo que obstaculiza el establecimiento de mecanismos
empresariales modernos. Al percatarse de ello, el Gobierno chino
decidió perfeccionar la configuración de las empresas estatales
y convertir una parte de las acciones estatales en fondos destinados
a la financiación de la seguridad social. Sin embargo, en la
reducción de las acciones estatales deben cumplirse dos condiciones,
a saber, la defensa de los intereses del Estado y de los particulares,
y el mantenimiento de la estabilidad en los mercados de valores.
 |
Accionistas
informándose de la situación del mercado mediante ordenadores |
Para
proteger los intereses del Estado y evitar la fuga de capitales
estatales, la cotización de sus acciones no podía fijarse de
acuerdo con las expectativas del público. Las leyes económicas
son despiadadas y en tan sólo 5 meses los mercados de acciones
sufrieron bajas. Todo el mundo sabe que en los mercados chinos
de valores existen burbujas. Su eliminación total entraña graves
riesgos, pudiendo incluso significar la desaparición completa
de los mercados de valores. Con todo, la existencia de tales
problemas no debe hacernos olvidar los éxitos por los mercados
de valores a lo largo de sus diez años de historia. Hoy en día
éstos desempeñan un papel económico de primer orden, lo que
obliga a mantener su estabilidad, tanto más cuanto la situación
presente de la economía mundial no hace sino agravarse. La economía
japonesa todavía no se ha recuperado de las pérdidas sufridas
por sus bolsa en 1998; y los mercados de valores del sudeste
de Asia también experimentaron fuertes caídas a consecuencia
de la crisis financiera desatada en 1997. No será fácil para
el Gobierno defender los intereses del Estado y mantener al
mismo tiempo la estabilidad de los mercados de acciones.
En
mi opinión, la reducción de las acciones estatales no debería
afectar a todas las empresas estatales, sino limitarse a aquéllas
que obtienen buenos resultados, como son algunas empresas de
telecomunicaciones y del sector petroquímico. Al mismo tiempo,
hay que estimular a este tipo de empresas a sustituir las acciones
estatales mediante la incorporación de inversores estratégicos
y la captación de inversiones foráneas y privadas. De esta manera,
se frenaría la caída de los mercados de valores. Por otra parte,
los departamentos correspondientes deben perfeccionar los sistemas
de supervisión de dichos mercados para elevar su grado de transparencia
y fomentar la regularidad sus actividades.