Mis sueños olímpicos (y II)
La
diplomacia en América Latina o el clamor por la Olimpiada
CUANDO
en febrero de 1991 me enteré de que el Gobierno chino había
decidido presentar ante el COI su solicitud para organizar los
Juegos Olímpicos del 2000, yo era Consejero Político de la Embajada
de China en el Ecuador. La noticia me causó una alegría inmensa,
puesto que significaba una oportunidad para la materialización
de mis sueños olímpicos. De inmediato me entregué al trabajo
de divulgar la información correspondiente entre los diversos
sectores del Ecuador, particularmente entre los círculos deportivos
y los medios de comunicación. Con ello pretendía darles a conocer
la nueva imagen de Beijing, así como los propósitos y el significado
de la candidatura de la capital china, para de este modo ganar
el respaldo del Ecuador y de otros países latinoamericanos.
Con el propósito de promover la candidatura de Beijing, ayudé
además al Sr. Embajador Wang Ganghua a organizar una serie de
actividades exitosas, entre ellas fiestas culturales, una exposición
de fotografía y una velada cinematográfica.
Cuando
en abril de 1993 asumí el cargo de Embajador en Bolivia, las
actividades para impulsar la candidatura de Beijing se encontraban
en su apogeo. A pesar de que no había día en que el soroche
no me fastidiara, mi entusiasmo por dar mayor publicidad a la
candidatura de Beijing no hacía sino aumentar. Por un lado,
mantenía un fluido contacto con las autoridades deportivas de
Bolivia; y por otro, organicé al personal de la Embajada para
redactar materiales informativos con el fin de distribuirlos
entre los diferentes sectores. Muchos de esos materiales fueron
difundidos incluso en países aledaños, como el Perú y Chile.
Además, presidí conferencias de prensa para presentar ante los
medios de comunicación las grandes transformaciones que se estaban
produciendo en Beijing y en toda China gracias a la reforma
y la apertura al exterior. Aún recuerdo que un periodista occidental,
tras aseverar que China no tenía un buen historial en los terrenos
de los “derechos humanos” y la “democracia”, me preguntó: “¿Cómo
puede pretender que su país organice unos Juegos Olímpicos?”.
Respondí con la mayor seriedad a esa provocación diciendo que
la historia es el mejor espejo y el testigo más imparcial. En
efecto, la historia moderna demuestra que el pueblo chino ha
sido víctima de invasiones y humillaciones por parte de potencias
extranjeras, así como de la opresión y la explotación por parte
de la clase dominante reaccionaria nacional, no gozando en absoluto
de derechos humanos ni de derechos democráticos. Para convertirse
en dueño de su destino, el pueblo chino tuvo que esperar hasta
la proclamación de la República Popular China y el subsiguiente
desarrollo de la política democrática y la constante mejora
de las condiciones de los derechos humanos. Cualquiera que visite
China con una actitud libre de prejuicios y hable con los ciudadanos
comunes, proseguí diciendo, no sólo se dará cuenta de que nuestro
país está viviendo un vigoroso progreso político y un espectacular
desarrollo económico, sino que comprobará que el pueblo avanza
gracias al ímpetu de su espíritu, todo lo cual no me cabe duda
de que le causará una honda y convincente impresión. Agregué
que tenía varios folletos explicativos que podían servirle de
lectura de referencia. Terminé mi respuesta diciéndole que los
procedimientos de intervención política en los asuntos olímpicos
iban en contra del espíritu olímpico y que, por lo tanto, eran
totalmente impopulares. Mis palabras encontraron en el salón
de conferencias un caluroso eco de aprobación, lo que contribuyó
en gran medida a disipar las dudas que ciertamente existían
en la mente de algunas personas, debido a la información tergiversada
difundida por la prensa occidental.
En ese mismo período,
las Embajadas chinas en otros países de América Latina emprendieron
asimismo intensas actividades con el propósito de lograr que
dicha parte del continente apoyase nuestra candidatura. Mención
especial merecen dos sucesos de gran significado que se produjeron
en aquel período. En marzo de 1992, 32 parlamentarios peruanos
firmaron una carta de apoyo a la candidatura de Beijing, carta
que enviaron al COI y al Comité Olímpico Chino. Poco después,
expresaron también su apoyo numerosos parlamentarios de otros
países latinoamericanos, así como diversas personalidades unidas
a China por lazos de amistad. Esas voces que pedían justicia
fueron realmente un valioso respaldo a la candidatura de Beijing.
En la votación
final, celebrada el 23 de septiembre de 1993, Beijing perdió
por sólo dos votos. Aunque, como es lógico, ese resultado me
entristeció, no me di por vencido. Entonces recordé estas palabras
del Presidente Jiang Zenmin: “No hay que engreírse con el éxito
ni desanimarse por el fracaso”. En cualesquiera circunstancias,
fuera en el éxito o en el fracaso, China no escatimaría jamás
sus esfuerzos por apoyar el Movimiento Olímpico. De manera que
me asistía la firme convicción de que mi calmor en los sueños
por la Olimpiada darían algún día sus frutos.
El sitio web
del CCBOO: un lugar para aportar mi granito de arena al olimpismo
chino
En abril del 2000,
el CCBOO me invitó a participar en el trabajo del Departamento
de Información y Publicidad. Acepté la invitación de inmediato,
porque a pesar de estar comprometido en otras muchas tareas,
mi máximo deseo ha sido siempre el de aportar mi granito un
grano de arena en la noble causa del triunfo de la candidatura
olímpica de Beijing. En junio del 2000 me incorporé como jefe
de redacción al diseño y edición de la página en español del
sitio web del CCBOO.
El trabajar en
un sitio web era para mí algo novedoso. Pero el primer paso
que me había propuesto dar era crear una edición en español
con características propias, tanto más cuanto que Osaka y París,
dos de nuestras rivales, tenían sendos sitios web en español,
circunstancia que nos obligaba a superarlas también en este
terreno.
Tenía claro que
lo primero que había que hacer era ofrecer mejores contenidos.
Mis principios en cuanto a la elaboración de los materiales
informativos fueron “precisión, selección y atractivo”. Tras
mes y medio de intensos esfuerzos, logré resumir y abreviar
los 200.000 caracteres chinos del sitio web en chino, síntesis
a la que añadí información extraída de revistas y periódicos
extranjeros, todo lo cual me permitió una redacción de las diferentes
columnas basada en un estricto criterio de selección. Cuando
el día 26 de agosto del 2000 entró oficialmente en la red, pudo
comprobarse que la página en español ofrecía bastantes ideas
nuevas. Pocos días después, varios amigos de Brasil, Puerto
Rico y otros lugares nos enviaron mensajes de felicitación por
correo electrónico. Un estudiante de la Facultad de Diseño de
la Universidad Autónoma de México manifestó su disposición a
contribuir al diseño de la candidatura olímpica de Beijing de
forma totalmente desinteresada. También llegaron mensajes desde
Venezuela y otros países latinoamericanos en los que se formulaban
los mejores votos por el éxito de la candidatura de Beijing.
La lectura de estas cartas nos conmovió intensamente. No cabe
duda de que el éxito de nuestra candidatura era inseparable
del apoyo de los pueblos de los diversos países del mundo.
A mi juicio, las
condiciones que en su calidad de medio de información debe cumplir
un sitio web son la efectividad oportuna y la vinculación estrecha
con el acontecer diario. De esta manera, cada vez que se producían
noticias importantes, como la votación para definir la candidatura,
la visita de la Comisión de Evaluación del COI a Beijing y los
avances en los preparativos de nuestra candidatura, lográbamos
difundirlas casi instantáneamente. Por otro lado, hice hincapié
en buscar “materiales vivos” para acercar el sitio web al público.
A tal efecto, mantuve diversas entrevistas con personalidades
de países hispanohablantes, entre ellas el Lic. Luis Echeverría,
ex presidente de México, el Excmo. Sr. Alberto Rodríguez Arufe,
Embajador de Cuba en China, y el Excmo. Sr. Eugenio Bregolat,
Embajador de España. En su calidad de testigos, los entrevistados
manifestaron que su apoyo a candidatura beijingesa se fundamentaba
en el veloz crecimiento de la capital y su rápida transformación;
mientras que en su calidad de “beijingeses comunes y corrientes”,
hicieron una crítica constructiva, señalando las deficiencias
existentes y sugiriendo remedios. La inserción de sus sinceras
y fundadas opiniones en nuestro sitio web tuvo buenos resultados.
Tomando en consideración
las peculiaridades mediáticas de la Internet y decidido a reforzar
el impacto publicitario de nuestro sitio web, propuse invitar
a más periodistas extranjeros a escribir artículos sobre la
realidad de Beijing y de China, puesto que de este modo la información
resultaría más convincente y encontraría un eco favorable entre
el público con mayor facilidad. Me puse en contacto con las
agencias de noticias Prensa Latina y EFE, a las que proporcioné
materiales informativos para satisfacer sus inquietudes. Además,
logré coordinar las entrevistas de periodistas cubanos y peruanos
con Liu Jingmin, Teniente de Alcalde de Beijing y Vicepresidente
del CCBOO, entrevistas en las que los periodistas obtuvieron
amplias explicaciones sobre temas de su interés. Esta labor
resultó muy provechosa, ya que tanto los reportajes como la
mayoría de los artículos de los periodistas extranjeros elogiaban
el vigoroso desarrollo de Beijing, sin dejar por ello de señalar
las deficiencias, en virtud de lo cual fueron considerados “objetivos”
e “imparciales”. La unanimidad con la que manifestaron que Beijing
era la candidata mejor situada no hizo sino corroborar la objetividad
de sus comentarios.
Asimismo presté
mucha atención al aprovechamiento del sitio web como canal de
comunicación con el exterior. En efecto, cada vez que recibíamos
mensajes por e-mail, procurábamos contestarlos, proceder que
no sólo respondía a una costumbre de cortesía adquirida a lo
largo de mi dilatada carrera diplomática, sino que era un modo
de aprovechar al máximo las ventajas del sitio web. Los hechos
han demostrado que esta manera de actuar hizo de nuestro sitio
web un lugar más humano y acogedor.
Un amigo chileno
nos escribió un mensaje en el que nos decía que en nuestra respuesta
había percibido una gran sinceridad, circunstancia que le había
convencido del éxito de la candidatura olímpica presentada por
un pueblo poseedor de esa noble virtud.
Tras el triunfo
de la candidatura olímpica de Beijing, recibimos multitud de
mensajes de felicitación procedentes de diferentes partes del
mundo. Dicho mensajes incluían sugerencias diversas relacionadas
con el medio ambiente, el transporte y las comunicaciones, las
instalaciones deportivas, los idiomas, etc. El 26 de julio del
2001 se estrenó en Beijing Bi, montaje teatral dirigido
por Joan Font, quien fue precisamente el director general del
Acto de Clausura de los Juegos Olímpicos Barcelona 92. Su presencia
en Beijing nos dio la oportunidad de conocerlo personalmente.
Tras felicitarnos por la victoria de Beijing, Font se ofreció
a compartir con los organizadores de los Juegos Olímpicos del
2008 las ricas experiencias acumuladas en la preparación y desarrollo
de las principales ceremonias de este magno evento deportivo.
Por el horizonte comienza a despuntar la esplendorosa obra de
los XXIX Juegos Olímpicos; y en todo el mundo empieza a vislumbrarse
el que será el más bello capítulo de la historia de este incomparable
acontecimiento deportivo.
(Tang
Mingxin, ex-Embajador de China en Bolivia y Uruguay)