ABRIL 2002

 

 

 

 

 

 

 

 


Mis sueños olímpicos (y II)

La diplomacia en América Latina o el clamor por la Olimpiada

CUANDO en febrero de 1991 me enteré de que el Gobierno chino había decidido presentar ante el COI su solicitud para organizar los Juegos Olímpicos del 2000, yo era Consejero Político de la Embajada de China en el Ecuador. La noticia me causó una alegría inmensa, puesto que significaba una oportunidad para la materialización de mis sueños olímpicos. De inmediato me entregué al trabajo de divulgar la información correspondiente entre los diversos sectores del Ecuador, particularmente entre los círculos deportivos y los medios de comunicación. Con ello pretendía darles a conocer la nueva imagen de Beijing, así como los propósitos y el significado de la candidatura de la capital china, para de este modo ganar el respaldo del Ecuador y de otros países latinoamericanos. Con el propósito de promover la candidatura de Beijing, ayudé además al Sr. Embajador Wang Ganghua a organizar una serie de actividades exitosas, entre ellas fiestas culturales, una exposición de fotografía y una velada cinematográfica.

Cuando en abril de 1993 asumí el cargo de Embajador en Bolivia, las actividades para impulsar la candidatura de Beijing se encontraban en su apogeo. A pesar de que no había día en que el soroche no me fastidiara, mi entusiasmo por dar mayor publicidad a la candidatura de Beijing no hacía sino aumentar. Por un lado, mantenía un fluido contacto con las autoridades deportivas de Bolivia; y por otro, organicé al personal de la Embajada para redactar materiales informativos con el fin de distribuirlos entre los diferentes sectores. Muchos de esos materiales fueron difundidos incluso en países aledaños, como el Perú y Chile. Además, presidí conferencias de prensa para presentar ante los medios de comunicación las grandes transformaciones que se estaban produciendo en Beijing y en toda China gracias a la reforma y la apertura al exterior. Aún recuerdo que un periodista occidental, tras aseverar que China no tenía un buen historial en los terrenos de los “derechos humanos” y la “democracia”, me preguntó: “¿Cómo puede pretender que su país organice unos Juegos Olímpicos?”. Respondí con la mayor seriedad a esa provocación diciendo que la historia es el mejor espejo y el testigo más imparcial. En efecto, la historia moderna demuestra que el pueblo chino ha sido víctima de invasiones y humillaciones por parte de potencias extranjeras, así como de la opresión y la explotación por parte de la clase dominante reaccionaria nacional, no gozando en absoluto de derechos humanos ni de derechos democráticos. Para convertirse en dueño de su destino, el pueblo chino tuvo que esperar hasta la proclamación de la República Popular China y el subsiguiente desarrollo de la política democrática y la constante mejora de las condiciones de los derechos humanos. Cualquiera que visite China con una actitud libre de prejuicios y hable con los ciudadanos comunes, proseguí diciendo, no sólo se dará cuenta de que nuestro país está viviendo un vigoroso progreso político y un espectacular desarrollo económico, sino que comprobará que el pueblo avanza gracias al ímpetu de su espíritu, todo lo cual no me cabe duda de que le causará una honda y convincente impresión. Agregué que tenía varios folletos explicativos que podían servirle de lectura de referencia. Terminé mi respuesta diciéndole que los procedimientos de intervención política en los asuntos olímpicos iban en contra del espíritu olímpico y que, por lo tanto, eran totalmente impopulares. Mis palabras encontraron en el salón de conferencias un caluroso eco de aprobación, lo que contribuyó en gran medida a disipar las dudas que ciertamente existían en la mente de algunas personas, debido a la información tergiversada difundida por la prensa occidental.

En ese mismo período, las Embajadas chinas en otros países de América Latina emprendieron asimismo intensas actividades con el propósito de lograr que dicha parte del continente apoyase nuestra candidatura. Mención especial merecen dos sucesos de gran significado que se produjeron en aquel período. En marzo de 1992, 32 parlamentarios peruanos firmaron una carta de apoyo a la candidatura de Beijing, carta que enviaron al COI y al Comité Olímpico Chino. Poco después, expresaron también su apoyo numerosos parlamentarios de otros países latinoamericanos, así como diversas personalidades unidas a China por lazos de amistad. Esas voces que pedían justicia fueron realmente un valioso respaldo a la candidatura de Beijing.

En la votación final, celebrada el 23 de septiembre de 1993, Beijing perdió por sólo dos votos. Aunque, como es lógico, ese resultado me entristeció, no me di por vencido. Entonces recordé estas palabras del Presidente Jiang Zenmin: “No hay que engreírse con el éxito ni desanimarse por el fracaso”. En cualesquiera circunstancias, fuera en el éxito o en el fracaso, China no escatimaría jamás sus esfuerzos por apoyar el Movimiento Olímpico. De manera que me asistía la firme convicción de que mi calmor en los sueños por la Olimpiada darían algún día sus frutos.

El sitio web del CCBOO: un lugar para aportar mi granito de arena al olimpismo chino

En abril del 2000, el CCBOO me invitó a participar en el trabajo del Departamento de Información y Publicidad. Acepté la invitación de inmediato, porque a pesar de estar comprometido en otras muchas tareas, mi máximo deseo ha sido siempre el de aportar mi granito un grano de arena en la noble causa del triunfo de la candidatura olímpica de Beijing. En junio del 2000 me incorporé como jefe de redacción al diseño y edición de la página en español del sitio web del CCBOO.

El trabajar en un sitio web era para mí algo novedoso. Pero el primer paso que me había propuesto dar era crear una edición en español con características propias, tanto más cuanto que Osaka y París, dos de nuestras rivales, tenían sendos sitios web en español, circunstancia que nos obligaba a superarlas también en este terreno.

Tenía claro que lo primero que había que hacer era ofrecer mejores contenidos. Mis principios en cuanto a la elaboración de los materiales informativos fueron “precisión, selección y atractivo”. Tras mes y medio de intensos esfuerzos, logré resumir y abreviar los 200.000 caracteres chinos del sitio web en chino, síntesis a la que añadí información extraída de revistas y periódicos extranjeros, todo lo cual me permitió una redacción de las diferentes columnas basada en un estricto criterio de selección. Cuando el día 26 de agosto del 2000 entró oficialmente en la red, pudo comprobarse que la página en español ofrecía bastantes ideas nuevas. Pocos días después, varios amigos de Brasil, Puerto Rico y otros lugares nos enviaron mensajes de felicitación por correo electrónico. Un estudiante de la Facultad de Diseño de la Universidad Autónoma de México manifestó su disposición a contribuir al diseño de la candidatura olímpica de Beijing de forma totalmente desinteresada. También llegaron mensajes desde Venezuela y otros países latinoamericanos en los que se formulaban los mejores votos por el éxito de la candidatura de Beijing. La lectura de estas cartas nos conmovió intensamente. No cabe duda de que el éxito de nuestra candidatura era inseparable del apoyo de los pueblos de los diversos países del mundo.

A mi juicio, las condiciones que en su calidad de medio de información debe cumplir un sitio web son la efectividad oportuna y la vinculación estrecha con el acontecer diario. De esta manera, cada vez que se producían noticias importantes, como la votación para definir la candidatura, la visita de la Comisión de Evaluación del COI a Beijing y los avances en los preparativos de nuestra candidatura, lográbamos difundirlas casi instantáneamente. Por otro lado, hice hincapié en buscar “materiales vivos” para acercar el sitio web al público. A tal efecto, mantuve diversas entrevistas con personalidades de países hispanohablantes, entre ellas el Lic. Luis Echeverría, ex presidente de México, el Excmo. Sr. Alberto Rodríguez Arufe, Embajador de Cuba en China, y el Excmo. Sr. Eugenio Bregolat, Embajador de España. En su calidad de testigos, los entrevistados manifestaron que su apoyo a candidatura beijingesa se fundamentaba en el veloz crecimiento de la capital y su rápida transformación; mientras que en su calidad de “beijingeses comunes y corrientes”, hicieron una crítica constructiva, señalando las deficiencias existentes y sugiriendo remedios. La inserción de sus sinceras y fundadas opiniones en nuestro sitio web tuvo buenos resultados.

Tomando en consideración las peculiaridades mediáticas de la Internet y decidido a reforzar el impacto publicitario de nuestro sitio web, propuse invitar a más periodistas extranjeros a escribir artículos sobre la realidad de Beijing y de China, puesto que de este modo la información resultaría más convincente y encontraría un eco favorable entre el público con mayor facilidad. Me puse en contacto con las agencias de noticias Prensa Latina y EFE, a las que proporcioné materiales informativos para satisfacer sus inquietudes. Además, logré coordinar las entrevistas de periodistas cubanos y peruanos con Liu Jingmin, Teniente de Alcalde de Beijing y Vicepresidente del CCBOO, entrevistas en las que los periodistas obtuvieron amplias explicaciones sobre temas de su interés. Esta labor resultó muy provechosa, ya que tanto los reportajes como la mayoría de los artículos de los periodistas extranjeros elogiaban el vigoroso desarrollo de Beijing, sin dejar por ello de señalar las deficiencias, en virtud de lo cual fueron considerados “objetivos” e “imparciales”. La unanimidad con la que manifestaron que Beijing era la candidata mejor situada no hizo sino corroborar la objetividad de sus comentarios.

Asimismo presté mucha atención al aprovechamiento del sitio web como canal de comunicación con el exterior. En efecto, cada vez que recibíamos mensajes por e-mail, procurábamos contestarlos, proceder que no sólo respondía a una costumbre de cortesía adquirida a lo largo de mi dilatada carrera diplomática, sino que era un modo de aprovechar al máximo las ventajas del sitio web. Los hechos han demostrado que esta manera de actuar hizo de nuestro sitio web un lugar más humano y acogedor.

Un amigo chileno nos escribió un mensaje en el que nos decía que en nuestra respuesta había percibido una gran sinceridad, circunstancia que le había convencido del éxito de la candidatura olímpica presentada por un pueblo poseedor de esa noble virtud.

Tras el triunfo de la candidatura olímpica de Beijing, recibimos multitud de mensajes de felicitación procedentes de diferentes partes del mundo. Dicho mensajes incluían sugerencias diversas relacionadas con el medio ambiente, el transporte y las comunicaciones, las instalaciones deportivas, los idiomas, etc. El 26 de julio del 2001 se estrenó en Beijing Bi, montaje teatral dirigido por Joan Font, quien fue precisamente el director general del Acto de Clausura de los Juegos Olímpicos Barcelona 92. Su presencia en Beijing nos dio la oportunidad de conocerlo personalmente. Tras felicitarnos por la victoria de Beijing, Font se ofreció a compartir con los organizadores de los Juegos Olímpicos del 2008 las ricas experiencias acumuladas en la preparación y desarrollo de las principales ceremonias de este magno evento deportivo. Por el horizonte comienza a despuntar la esplendorosa obra de los XXIX Juegos Olímpicos; y en todo el mundo empieza a vislumbrarse el que será el más bello capítulo de la historia de este incomparable acontecimiento deportivo.

(Tang Mingxin, ex-Embajador de China en Bolivia y Uruguay)

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