ABRIL 2002

 

 

 

 

 

 

 

 


Una identidad no casual (y II)

Por SONG BAOZHONG Y WANG DAYOU*

Lámina XI. Árbol del Mundo en la tapa del sarcófago de piedra en el Templo de las Inscripciones en Palenque, Chiapas (México)

ALGUNOS estudiosos europeos afirman que la pintura lítica de Palenque representa una astronave. Pero de hecho se trata del Fusang o árbol cósmico. Observemos esta pintura detenidamente (lámina XI). En la parte inferior aparece una deidad femenina o de tierra apoyada sobre un dios marino con la fisonomía de dragón o de taotie. De su vientre o el ombligo, sale un gran árbol Fusang o árbol de la vida cuya parte media tiene forma de cruz y está compuesto por un bingfeng long, es decir, un par de cabezas con cuerpo de dragón o serpiente emplumada. En la cima del árbol hay una cabeza de dragón y un pájaro del sol (Quetzalcóatl).      

Para exponer bien este asunto, permítasenos hablar un poco de la piedra del sol. En México, la parte central de esa piedra se llama “ombligo del cielo”; los chinos también llaman “ombligo del cielo” a la parte central del reloj lítico y al centro del tambor de bronce. “Ombligo” se dice “duqi” en chino, “tuqi” en maya y “qicotli” en otomí. En los diferentes idiomas antiguos no es difícil encontrar pronunciaciones semejantes de las mismas palabras. Sin embargo, no es fácil encontrar las mismas denominaciones para el centro de los calendarios líticos. Por otro lado, las culturas occidentales no nombraban las constelaciones con órganos humanos, mientras que los chinos, los mayas y los aztecas sí lo hacían. En nuestro país el ombligo se llama también “puerta vital”, puesto que está relacionado con el suministro de alimentos y de él depende la vida del feto. Es muy posible que se elija un sitio plano o se construya una terraza a la que se llame “ombligo del cielo”, donde se coloque una estaca cronológica para señalar las cuatro estaciones y los ocho períodos climáticos del año, de acuerdo con la salida y la puesta del sol. Entre los mayas dicha estaca se llamaba “árbol de la vida” y en China Fusang. Ello se debe a que la medición del tiempo tenía una gran importancia para la agricultura, la ganadería y la piscicultura, estando por lo tanto directamente relacionada con la prosperidad de un país. Sólo los chinos y los indígenas americanos tenían este concepto de la unidad que forman el ser humano y la naturaleza; es decir, el concepto de que el ser humano y la naturaleza están interrelacionados. El distrito de Linzi (provincia de Shandong) se llamaba “ombligo del cielo”, el mismo apelativo con el que se conocía Machupicchu en el Perú precolombino.

Por lo tanto, es natural que en la pintura lítica de Palenque aparezca un Fusang, árbol de la vida o árbol cósmico que crece del vientre de la deidad o madre tierra. De hecho, es un símbolo de la unidad que forman la naturaleza y el ser humano, del ascenso al cielo de las almas tras la muerte y del calendario maya de un año de 18 meses.

Además, el Fusang aparece en algunos cuadros muy antiguos tanto de China como de México. En la tumba de la dinastía Han del Oeste (206 a.C.-25) de Mawangdui, provincia de Hunan, se desenterró una pintura en seda llamada “Guía de las almas”, en el que se ve un Fusang (láminas XII y XIII). La pintura puede dividirse en tres partes: el mundo celeste, el mundo humano y el mundo terrestre. La madre tierra está representada por dos dragones, cuyo paso por un objeto decorativo de jade significa la copulación del yin y el yang. Por encima de dicho objeto se encuentra el mundo de los seres humanos; y por debajo, el mundo terrestre. La tierra se halla en una aoyu (una especie de tortuga). Sobre las cabezas de los dragones hay dos aves fénix, sobre las que descansan dos deidades guardianas de la puerta del cielo. En este mundo está el Fuxi (ancestro humano), que marcha con la ayuda de cinco aves fénix. A su derecha hay un pájaro dentro del sol; a la izquierda, un conejo y un sapo dentro de la luna; debajo de él, nueve soles entre las ramas trepadoras y cruzadas de un Fusang.       

En otra pintura en seda hecha en el reino de Chu durante el período de los Reinos Combatientes (475-221 a.C.) se encuentra también el Fusang.

En la lámina XIV aparecen cuatro Fusang en sendas esquinas, así como los nombres de 12 meses, todo lo cual refleja las antiguas concepciones espacial y temporal de las etnias de la zona.

Podemos ver otro Fusang en una pintura lítica del Templo de los Ancestros de Wuliang (provincia de Shandong) perteneciente a la dinastía Han (206 a.C.-220). Ocho pájaros descansan en un árbol y un noveno escudriña el cielo (lámina XV).

Es posible ver un gran número de Fusang en América. Algunos pueden encontrarse en una lámina del libro Fusang, Chinos en América antes de Colón, del Dr. Gustavo Vargas Martínez: en los cuatro puntos cardinales se yerguen sendos Fusang o árboles de la vida, en cada uno de los cuales vive una ave del sol. El sol se eleva lentamente por el este (lámina XVI).

Lámina XV. Ocho pájaros posados en un árbol y un noveno escudriñando el cielo en pintura lítica del Templo de los Ancestros de Wuliang (provincia de Shandong)

En el Códice Borgia se ve un Tlaticpac, árbol de la vida que tiene fruta de mazorca. Sobre el suelo yace una deidad terrestre de cuyo vientre brota un Fusang. Dos dioses están protegiendo la deidad terrestre y en la cima del árbol hay un pájaro del sol (lámina XVII).               

En la Revista Mexicana de Estudios Antropológicos 1958-1959 se publicó un artículo del Dr. Alex D. Krieger titulado “Recent Developments in The Problem of Relationships Retween The Mexican Gulf Coast and Eastern United States”, en el cual aparecía un Fusang con diez soles. (lámina XVIII)

Teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente, podemos saber al menos que el Fusang de la antigua China era en la América precolombina una especie de árbol cósmico o de la vida, que tenía una estrecha relación con la salida y la puesta del sol, y que reflejaba la antigua correlación de la vida, el tiempo y el espacio. Era un símbolo de las etnias que rendían culto al sol y se desarrolló con el discurrir de los tiempos. Por lo tanto, el Fusang puede ser la ceiba, el nopal, el coyal, el ciprés chino, el árbol de pan , etc., y entenderse también como un lugar.    

 Luego de leer el presente artículo, podríamos llegar a la conclusión de que la identidad de los dos lugares mencionados no es casual sino causal. Ello se debería a que el origen de la civilización maya se gestó en la cuna de la vasta tierra de la antigua China.                                

*Song Baozhong, conocido también como Yaosong, es profesor asociado del semanario

*Beijing Informa*. Wang Daoyou, conocido también como Shaohua, es redactor de la Casa Editorial Huaxia.

           

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