Una identidad no casual (y II)
Por
SONG BAOZHONG Y WANG DAYOU*
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Lámina
XI. Árbol del Mundo en la tapa del sarcófago de piedra en
el Templo de las Inscripciones en Palenque, Chiapas (México) |
ALGUNOS estudiosos europeos afirman que la pintura lítica de Palenque
representa una astronave. Pero de hecho se trata del Fusang
o árbol cósmico. Observemos esta pintura detenidamente (lámina
XI). En la parte inferior aparece una deidad femenina o de tierra
apoyada sobre un dios marino con la fisonomía de dragón o de
taotie. De su vientre o el ombligo, sale un gran árbol
Fusang o árbol de la vida cuya parte media tiene forma
de cruz y está compuesto por un bingfeng long, es decir,
un par de cabezas con cuerpo de dragón o serpiente emplumada.
En la cima del árbol hay una cabeza de dragón y un pájaro del
sol (Quetzalcóatl).
Para exponer bien este asunto, permítasenos hablar un poco de la piedra
del sol. En México, la parte central de esa piedra se llama
“ombligo del cielo”; los chinos también llaman “ombligo del
cielo” a la parte central del reloj lítico y al centro del tambor
de bronce. “Ombligo” se dice “duqi” en chino, “tuqi” en maya
y “qicotli” en otomí. En los diferentes idiomas antiguos no
es difícil encontrar pronunciaciones semejantes de las mismas
palabras. Sin embargo, no es fácil encontrar las mismas denominaciones
para el centro de los calendarios líticos. Por otro lado, las
culturas occidentales no nombraban las constelaciones con órganos
humanos, mientras que los chinos, los mayas y los aztecas sí
lo hacían. En nuestro país el ombligo se llama también “puerta
vital”, puesto que está relacionado con el suministro de alimentos
y de él depende la vida del feto. Es muy posible que se elija
un sitio plano o se construya una terraza a la que se llame
“ombligo del cielo”, donde se coloque una estaca cronológica
para señalar las cuatro estaciones y los ocho períodos climáticos
del año, de acuerdo con la salida y la puesta del sol. Entre
los mayas dicha estaca se llamaba “árbol de la vida” y en China
Fusang. Ello se debe a que la medición del tiempo tenía
una gran importancia para la agricultura, la ganadería y la
piscicultura, estando por lo tanto directamente relacionada
con la prosperidad de un país. Sólo los chinos y los indígenas
americanos tenían este concepto de la unidad que forman el ser
humano y la naturaleza; es decir, el concepto de que el ser
humano y la naturaleza están interrelacionados. El distrito
de Linzi (provincia de Shandong) se llamaba “ombligo del cielo”,
el mismo apelativo con el que se conocía Machupicchu en el Perú
precolombino.
Por lo tanto, es natural que en la pintura lítica de Palenque aparezca
un Fusang, árbol de la vida o árbol cósmico que crece
del vientre de la deidad o madre tierra. De hecho, es un símbolo
de la unidad que forman la naturaleza y el ser humano, del ascenso
al cielo de las almas tras la muerte y del calendario maya de
un año de 18 meses.
Además, el Fusang aparece en algunos cuadros muy antiguos tanto
de China como de México. En la tumba de la dinastía Han del
Oeste (206 a.C.-25) de Mawangdui, provincia de Hunan, se desenterró
una pintura en seda llamada “Guía de las almas”, en el que se
ve un Fusang (láminas XII y XIII). La pintura puede dividirse
en tres partes: el mundo celeste, el mundo humano y el mundo
terrestre. La madre tierra está representada por dos dragones,
cuyo paso por un objeto decorativo de jade significa la copulación
del yin y el yang. Por encima de dicho objeto se encuentra
el mundo de los seres humanos; y por debajo, el mundo terrestre.
La tierra se halla en una aoyu (una especie de tortuga). Sobre
las cabezas de los dragones hay dos aves fénix, sobre las que
descansan dos deidades guardianas de la puerta del cielo. En
este mundo está el Fuxi (ancestro humano), que marcha con la
ayuda de cinco aves fénix. A su derecha hay un pájaro dentro
del sol; a la izquierda, un conejo y un sapo dentro de la luna;
debajo de él, nueve soles entre las ramas trepadoras y cruzadas
de un Fusang.
En otra pintura en seda hecha en el reino de Chu durante el período de
los Reinos Combatientes (475-221 a.C.) se encuentra también
el Fusang.
En la lámina XIV aparecen cuatro Fusang en sendas esquinas, así
como los nombres de 12 meses, todo lo cual refleja las antiguas
concepciones espacial y temporal de las etnias de la zona.
Podemos ver otro Fusang en una pintura lítica del Templo de los
Ancestros de Wuliang (provincia de Shandong) perteneciente a
la dinastía Han (206 a.C.-220). Ocho pájaros descansan en un
árbol y un noveno escudriña el cielo (lámina XV).
Es posible ver un gran número de Fusang en América. Algunos pueden encontrarse
en una lámina del libro Fusang, Chinos en América antes de
Colón, del Dr. Gustavo Vargas Martínez: en los cuatro puntos
cardinales se yerguen sendos Fusang o
árboles de la vida, en cada uno de los cuales vive una ave del
sol. El sol se eleva lentamente por el este (lámina XVI).
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Lámina
XV. Ocho pájaros posados en un árbol y un noveno escudriñando
el cielo en pintura lítica del Templo de
los Ancestros de Wuliang (provincia de Shandong) |
En el Códice Borgia se ve un Tlaticpac, árbol de la vida que tiene fruta
de mazorca. Sobre el suelo yace una deidad terrestre de cuyo
vientre brota un Fusang. Dos dioses están protegiendo
la deidad terrestre y en la cima del árbol hay un pájaro del
sol (lámina XVII).
En la Revista Mexicana de Estudios
Antropológicos 1958-1959 se publicó un artículo del Dr. Alex D. Krieger titulado “Recent Developments
in The Problem of Relationships Retween The Mexican Gulf Coast and Eastern
United States”, en el cual aparecía un Fusang con
diez soles. (lámina XVIII)
Teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente, podemos saber al menos
que el Fusang de la antigua China era en la América precolombina
una especie de árbol cósmico o de la vida, que tenía una estrecha
relación con la salida y la puesta del sol, y que reflejaba
la antigua correlación de la vida, el tiempo y el espacio. Era
un símbolo de las etnias que rendían culto al sol y se desarrolló
con el discurrir de los tiempos. Por lo tanto, el Fusang
puede ser la ceiba, el nopal, el coyal, el ciprés chino, el
árbol de pan , etc., y entenderse también como un lugar.
Luego de leer el presente artículo,
podríamos llegar a la conclusión de que la identidad de los
dos lugares mencionados no es casual sino causal. Ello se debería
a que el origen de la civilización maya se gestó en la cuna
de la vasta tierra de la antigua China.
*Song
Baozhong, conocido también como Yaosong, es profesor asociado
del semanario
*Beijing Informa*. Wang Daoyou, conocido también como Shaohua, es redactor de la Casa Editorial Huaxia.