ABRIL 2002

 

 

 

 

 

 

 

 


La fiebre del automóvil

Por WANG ZHIPENG

Línea de montaje de automóviles Santana en la sucursal de Volkswagen en Shanghai

POCO después de la incorporación de China a la OMC, se ha producido una fuerte reacción en la industria automovilística de nuestro país. A comienzos de este año, los precios de los automóviles nacionales experimentaron una acusada reducción. En el 2001 dichos precios se rebajaron en más de diez ocasiones. Pero ninguna de esas rebajas tuvo el impacto que ha tenido la reducción de precios de principios del 2002, ya que ésta ha afectado a los fabricantes todo el país, incluidos algunos fabricantes de automóviles de la línea alta, cuyos precios han sido rebajados entre un 6 y un 25 por ciento.

Esta última reducción es consecuencia directa del ingreso de China en la OMC. En cumplimiento de los compromisos suscritos antes de su ingreso en dicha  organización, antes del año 2006 China deberá haber reducido hasta el 25 por ciento los aranceles aduaneros con los que grava la importación de automóviles y repuestos, actualmente de entre el 80 y el 100 por ciento. Durante los cuatro años venideros China va a ir integrándose gradualmente en todos los ámbitos de la economía internacional. En tal coyuntura, la última rebaja del precio de los automóviles ha revelado hasta qué punto la incorporación de China a la OMC está repercutiendo en el mercado automovilístico de nuestro país en general y en la fabricación nacional de automóviles de las líneas mediana y baja en particular.

A principios del 2002, los precios de los automóviles nacionales comenzaron a descender, llegándose a producir bajadas de hasta el 30 por ciento. Al mismo tiempo, los automóviles importados con precios similares a los de fabricación china empezaron a penetrar rápidamente en nuestro mercado. Dada esta agudización de la competencia, los motivos de la rebaja de los precios de los automóviles nacionales resultan fáciles de adivinar. Por otra parte, no hay que olvidar que el período que va desde el día de Año Nuevo hasta la Fiesta de la Primavera es la época del año en la que los chinos consumen más. En consecuencia, no es una casualidad que los precios se rebajasen precisamente en ese período con la esperanza de incrementar las ventas y compensar así las pérdidas ocasionadas por las rebajas anteriores. Aunque, como es natural, esta situación no satisface a los fabricantes, éstos, decididos a defender sus intereses a largo plazo, no han tenido más remedio que aceptarla y esforzarse por no perder terreno en el mercado.

Al reflexionar sobre el desarrollo de la industria automovilística china, sector al que el Gobierno ha prestado gran atención, uno siente una mezcla de alegría y tristeza. Tras la fundación de la nueva China, el Estado puso en marcha una política encaminada a proteger dicho sector con el fin de convertirlo en uno de los pilares industriales de nuestro país. A raíz de ello, se produjo una proliferación pequeños fabricantes, cuyo número era en 1982 superior a los 2.500. Sin embargo, su producción anual conjunta era inferior a la producción anual conjunta de un solo turno de las fábricas japonesas, norteamericanas o europeas.

Atraídos por la política de captación de inversiones foráneas, a mediados de los 80 algunas de las empresas automovilísticas más importantes del mundo comenzaron a establecer fábricas del capital mixto en China, beneficiándose así de la exención de aranceles aduaneros e iniciando la explotación del mercado chino. Hoy en día, casi todos los fabricantes de prestigio internacional, entre ellos Volkswagen, General Motors, Ford, Toyota, Pasat, Citroën y Fiat, participan en empresas de capital sino-foráneo. La llegada de capital extranjero promovió el desarrollo de la industria automovilística china, especialmente en los años 90, década en la que, enzarzadas en una enconada competencia, las empresas mixtas decidieron vender sus automóviles de línea alta y mediana a precios más asequibles, decisión que los consumidores acogieron muy favorablemente. Además, la nacionalización de las empresas de capital mixto ha ido aumentado sin cesar. Por ejemplo, la nacionalización de la fábrica de automóviles Santana de Shanghai es actualmente del 95 por ciento. La llegada de capital foráneo y la consiguiente introducción de tecnología punta han elevado notablemente el nivel de la industria automovilística china.

Pero a partir de la aplicación de la política de reforma y apertura, el proteccionismo del Gobierno chino, reflejado en los elevados aranceles aduaneros, y la inexistencia de competencia colocaron a los fabricantes chinos en una situación privilegiada que les permitía mantener los precios altos. No obstante, la industria automovilística china dista mucho de la extranjera en lo que respecta tanto a la producción como al servicio posventa. Hoy en día, China sigue sin tener una marca de automóviles prestigiosa y capaz de competir con éxito en el mercado mundial. Dicho de otro modo, nuestro país carece de una verdadera industria automovilística.

La fiebre por comprar automóviles se ha adueñado de los consumidores chinos

La incorporación de China a la OMC abrirá las puertas de nuestro mercado a la industria automovilística extranjera, lo que repercutirá forzosamente en la industria automovilística nacional. Ello nos lleva a admitir que el verdadero desarrollo de ésta sólo es posible en el marco de un desarrollo industrial basado en la productividad y la competencia.

El automóvil es un producto que envejece con rapidez y que no tarda en cambiarse por uno nuevo, circunstancia que convierte su precio en un factor decisivo a la hora de promover el consumo. En EE.UU., el sector del automóvil fue el único que no acusó el impacto del suceso del 11 de septiembre del 2001. Es más, siguió prosperando gracias a las medidas adoptadas por la industria automovilística, entre ellas el ofrecimiento de precios ventajosos y de préstamos sin interés. Los consumidores chinos han respondido muy positivamente a la bajada de los precios, tanto es así que se han agotado las existencias de diversas marcas. En la actualidad, la mayoría de los chinos considera que toda familia debe poseer un automóvil. Pero durante mucho tiempo el sueño de ser propietario de un automóvil no ha podido convertirse en realidad, tanto por lo elevado de los precios, como por la escasa implatación del sistema de venta a plazos. Según las estadísticas, el número de automóviles vendidos en China mediante dicho sistema representa solamente el 10 por ciento del total, porcentaje muy inferior al de los países desarrollados. Tras la incorporación de China en la OMC, las empresas financieras foráneas han comenzado a introducirse en el sector automovilístico de nuestro país, hecho que está imprimiendo un nuevo impulso a la venta a plazos y, por consiguiente, ofrece a los consumidores chinos facilidades sin precedentes para la compra de automóviles.

Debido a las deficiencias de la red de venta y del servicio posventa, muchos consumidores chinos prefieren ir en taxi a comprar un automóvil. La empresa Volkswagen afirmó que en lugar de bajar los precios mejorará su red de venta y su servicio posventa para atraer a más clientes. Por lo tanto, los consumidores chinos que decidan comprar un automóvil saldrán beneficiados, sea por la reducción de los precios, sea por la mejora de los servicios de venta y posventa.

La reducción del precio de los automóviles es sólo el inicio de un profundo reajuste de la industria automovilística china. La incorporación de nuestro país a la OMC propiciará un vigoroso desarrollo de la industria automovilística nacional, cuyos máximos beneficiarios serán los consumidores chinos.

*WANG ZHIPENG, doctorando del Instituto de Administración Económica de la Universidad Qinghua

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