Introducción histórica a las leyes
chinas (II)
El
funcionario feudal más corrupto
Por
HUO JIANYING
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Pabellones del patio de He Shen. Las rocas
que adornan el estanque fueron transportadas desde el lago
Taihu (provincia de Jiangsu) |
A He Shen (1750-1799) le cabe el dudoso
honor de haber sido el funcionario más corrupto de los muchos
que ha habido a lo largo de la historia de China.
Según los registros históricos, en
1799 He Shen fue encarcelado después de haber desempeñado un
alto cargo en la corte imperial durante alrededor de dos décadas,
período en el que acumuló fraudulentamente unas riquezas valoradas
en ocho millones de liang (unas 400 toneladas). En aquel entonces, corría de boca en boca este
dicho: “Derrota a He Shen, cuya riqueza alimenta con creces
al emperador Jiaqing”.
He Shen nació en el seno de una familia humilde. Apreciado
y favorecido por el emperador Qianlong, en pocos años ascendió
rápidamente, pasando de ser un funcionario de bajo rango a convertirse
en primer ministro de la dinastía Qing. Entre otros altos cargos,
He Shen desempeñó el de ministro de finanzas, el de ministro
imperial de administración interior y exterior, el de ministro
de etnias y de relaciones con el extranjero, y el de académico
del ministerio de cultural (el puesto más alto del escalafón
al que podían acceder los funcionarios civiles). Además, recibió
el título de Duque de Zhongxianggong. Su hijo Fengshen Yinde
se casó con la princesa Hexiao, la hija menor del emperador
Qianlong, matrimonio mediante el cual la familia de He Shen
emparentó con la familia imperial.
Su alta posición
le proporcionaba unas retribuciones elevadísimas que le permitían
llevar una vida de lujo y ostentación. Su residencia superaba
en dimensiones y categoría a las de los príncipes y los hermanos
del emperador. Después de la ejecución del corrupto funcionario,
el emperador Jiaqing ordenó confiscar todos sus bienes y cedió
la mitad de su residencia a Wang Yonglin, hermano del emperador
y príncipe de Qingxi. Posteriormente, esa residencia se convirtió
en el domicilio de Gongqinwang, príncipe de Yixin. El pueblo
se preguntaba por qué He Shen, habiendo ya llegado a la cumbre
de su vida y de su carrera, seguía corriendo riesgos con el
fin de apropiarse de los bienes ajenos.
Se trata
de una pregunta a la que solamente podría responder satisfactoriamente
el propio He Shen. En los últimos cien años, He Shen ha sido
satirizado sin piedad en obras de teatro y películas.
La corrupción existía en el pasado
y sigue existiendo en el presente, razón por la cual los ciudadanos
en general y, sobre todo, los dirigentes de alto rango han dedicado
grandes esfuerzos a estudiarla y desentrañar qué significado
encierra la palabra “codicia”. Al parecer, esta palabra abarca
tres sentidos: el deseo de poseer bienes, las ansias incontrolables
de acapararlos y la insatisfacción permanente. Cabe decir, pues,
que He Shen era la codicia personificada. Los bienes que obtenía
por medios deshonestos, las viviendas lujosas, las antigüedades,
las joyas, los banquetes, las bellas mujeres, no satisficieron
su codicia, que le empujó por el camino de la delincuencia hasta
conducirlo primero a la cárcel y luego, cuando tenía 49 años,
al patíbulo.
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El Quiosco Miaoxiang, en el jardín privado
de He Shen |
Cuando He Shen fue encarcelado había
cometido 20 delitos, siete de ellos relacionados con sus aficiones,
como el decimoquinto (“En su casa oculta más de 200 pulseras
de perlas, muchas más que las que hay en la corte; algunas de
las perlas que adornan sus tocados son mayores que las del tocado
del emperador”.), el decimosexto (“Atesora decenas de diamantes
como los usados por los funcionarios para adornar sus tocados,
así como innumerables diamantes, riquezas que ni siquiera la
familia imperial posee.”) y el decimoséptimo (“Posee miles y
miles de vestimentas y cantidades ingentes de plata.”)
Hay un famoso dicho que reza así: “Todo el mundo ansía poseer bienes; no
obstante, éstos deben alcanzarse por procedimientos honestos,
sin violar la ley ni la virtud”. La obtención de riquezas no
sacia la codicia de los corruptos, sino que la acrecienta, de
modo parecido a lo que les sucede a los adictos a ciertas sustancias,
que tras cada toma necesitan incrementar la dosis.
Según los registros históricos, cierto día He Shen se encontró en la puerta
de la corte con Sun Shiyi, un funcionario de alto rango, quien
llevaba una caja. He Shen insistió en ver su contenido y Sun
no tuvo más remedio que acceder al deseo del primer ministro
y abrirla. Al ver la preciosa botellita que se escondía en su
interior, He Shen se deshizo en elogios y le pidió que se la
regalase. Sun le dijo que era un obsequio para el emperador
y que éste se disponía a recibirlo, noticia que le contrarió
mucho.
Unos días después, Sun se encontró con He Shen y vio que la susodicha botella
había ido a parar a sus manos. Lo primero que pensó Sun fue
que el emperador se la había regalado. Pero posteriormente descubrió
que el primer ministro había ordenado a un eunuco que la hurtase.
Al principio He Shen era un joven de encumbradas aspiraciones
cuyo talento y buen porte llamaron la atención del emperador
Qianlong. He Shen dominaba el manchú, el chino, el tibetano
y el uigur, y sabía escribir poesía, siendo su poema más conocido
el titulado Jialetang. Además, He Shen apreciaba mucho la novela El sueño del pabellón rojo, obra maestra
que presentó al emperador Qianlong, contribuyendo con ello a
su transformación en un clásico de la literatura china. Durante
su primera etapa de funcionario, su capacidad de soportar las
humillaciones y de sobrellevar pesadas cargas, su entusiasmo
en el estudio, así como su probidad le granjearon los elogios
del pueblo. Pero con el paso del tiempo fue convirtiéndose en
un funcionario corrupto por muchos motivos, el principal de
los cuales hay que buscarlo en el feudalismo, sistema cuya falta
de mecanismos de vigilancia permitieron a He Shen adueñarse
del poder.
Durante toda su vida He Shen se estrujó los sesos buscando maneras de lisonjear
al emperador Qianlong y preparó a muchísimos funcionarios de
alto rango, a quienes convirtió en sus cómplices y aduladores.
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El Palacio Xijinzhai, construido con madera
de berangán (Castanopsis hystrix), a imitación del Palacio
Imperial, fue escenario de los 20 delitos de corrupción
cometidos por He Shen |
Durante el reinado del emperador Qianlong, He Shen gozó de su protección,
de modo que nadie pudo hacer nada contra él. Pero cuando aquél
murió, Jiaqing, el nuevo emperador ordenó su ejecución, no sólo
por haber cometido incontables delitos de corrupción, sino por
haber formado camarillas con fines siniestros en la persecución
de su provecho personal. Desafiando las leyes humanas y divinas,
perpetró toda suerte de crímenes y desairaba constantemente
al nuevo emperador. Consciente de que tal comportamiento socavaba
los cimientos de la dinastía Qing, el emperador Jiaqing no dudó
en condenarlo a la pena capital.
Como es natural, el encarcelamiento y la posterior ejecución de He Shen
no habrían sido posibles sin la impagable ayuda de los funcionarios
fieles de la dinastía. El más destacado de ellos fue Wang Jie.
Este célebre fiscal representante de la moralización administrativa
se enfrentó abiertamente con He Shen y puso al descubierto muchas
de sus perversas acciones. Finalmente, en 1799, Wang Jie tuvo
la satisfacción de derrotar a He Shen y de juzgarlo personalmente.