La ropa tradicional está
de moda
Por ZHANG XUEYING
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Rincón de la tienda de Li Dazhi, establecimiento
impregnado de nostalgia |
Lin Hong, empleada de un banco, guardaba
aquel qipao (vestido chino femenino tradicional con cuello
cerrado y aberturas laterales) que había heredado de su
abuela en lo más recóndito de un armario. Únicamente
lo sacaba cuando llegaba el buen tiempo para que le diera un poco
el sol. Lo guardaba porque así lo había hecho su
madre, pero para Lin aquel vestido era tan sólo un prenda
antigua de los tiempos de su abuela.
Sin embargo, ahora le ha dado por ponérselo. Como por arte
de magia, al ponerse el qipao comenzó a hablar con
una voz más suave y tranquila, e incluso a comportarse
de manera más noble y natural.
Su madre albergaba sentimientos encontrados con respecto a aquel
qipao, pero Lin decidió ponérselo tras hacer
algunos arreglos. De todos modos, vestirse con un traje tradicional
ya no llama tanto la atención como antes. Gente desconocida,
colegas y vecinas lo llevan sin empacho.
Después de que el año pasado los jefes de estado
participantes en la reunión de la APEC celebrada en China
se tomasen una foto vistiendo trajes chinos tradicionales, la
fiebre por comprar este tipo de prendas que se desató en
las ciudades costeras se extendió rápidamente al
resto del país.
De la noche a la mañana aparecieron en el mercado más
de treinta marcas comerciales de trajes tradicionales chinos.
Incluso la Botao S.A., empresa de confección muy atenta
a las fluctuaciones de los gustos, promocionó recientemente
una colección de diseños tradicionales. Las tiendas
privadas colocan siempre los trajes tradicionales en los lugares
más llamativos de sus escaparates; en los establecimientos
de venta al por mayor, fiel reflejo de las tendencias de la moda,
se ven diseños tradicionales por todas partes; han surgido
multitud de pequeños talleres de confección de este
tipo de prendas y se anuncia con gran publicidad la compra de
ropa antigua a precios elevados; y los sastres comienzan a estudiar
de nuevo técnicas de corte y confección sepultadas
en el olvido durante mucho tiempo.
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La ropa tradicional está de moda |
Shan Huifang, subsecretaria general de
la industria textil de China, dijo: "El que la ropa china
tradicional vuelva a estar de moda tiene mucho que ver con el
hecho de que cada vez es más frecuente utilizar colores
modernos en su diseño".
La ropa tradicional, síntesis de los más de 2.000
años de la cultura agrícola china, dejó de
llevarse a principios del siglo XX . En los años 20 y 30
del siglo pasado, se le fueron añadiendo elementos culturales
europeos, a resultas de lo cual los diseños comenzaron
a mostrar implícitamente las líneas femeninas; por
ejemplo, dejando los antebrazos al descubierto y subiendo las
aberturas laterales del qipao hasta los muslos. No obstante,
a medida que la sociedad se iba desarrollando y el ritmo de vida
se aceleraba, los modelos y colores de la ropa tradicional creaban
cada vez más inconvenientes.
Gong Li, actriz china de fama internacional, fue probablemente
quien más contribuyó a cambiar la opinión
general sobre la ropa tradicional. Las estrellas de Hollywood
de los años de 50 y 60 seguían la moda de la sociedad
estadounidense, pero en los grandes acontecimientos cinematográficas
internacionales Gong prefería llevar vestidos chinos tradicionales.
A pesar de que éstos más que mostrar la belleza
se limitan a insinuarla, esta actriz china los modificó
con la incorporación de generosos escotes, despertando
de forma inesperada una gran admiración en Occidente, como
lo demuestra el que en numerosas ocasiones fuese incluida entre
"Las cincuenta mujeres más elegantes del mundo"
debido a la belleza oriental que encarnaba. Pero al mismo tiempo
provocó en nuestro país una viva polémica
sobre la belleza occidental y la oriental.
Dicha polémica alcanzó su máxima intensidad
a mediados de los 90 y posteriormente fue desvaneciéndose,
hasta el punto de que hoy en día la mentalidad china da
cabida a la combinación armoniosa de lo oriental y lo occidental,
y a la convicción de que la manifestación de la
belleza humana es siempre admisible siempre que asuma una forma
saludable.
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Cuando una amiga se prueba un bonito vestido
es difícil resistir la tentación de hacer lo
mismo |
El psicólogo social Liu Mingyi
dijo: "Este cambio de mentalidad es quizás una de
las transformaciones más importantes experimentadas por
la sociedad china en estos 20 años de apertura y reforma.
A pesar de que a mediados de los años 90 la apertura económica
y social había avanzado mucho, China carecía aún
de poderío económico y el pueblo se mantenía
en estado de alerta ante la presión de la cultura occidental
sobre la cultura china tradicional. Pero el rápido y continuado
desarrollo económico de estos últimos años,
así como la necesidad de que nuestro país participe
en el mercado mundial, han dado a los chinos mayor confianza en
sí mismos y en el vigor de su cultura tradicional, lo que
les ha llevado a adoptar una actitud más equilibrada y
menos beligerante".
Liu Min, modista de la Academia China de Diseño de Moda,
dijo: "Hoy en día, la gente tiene en sus armarios
ropa suficiente y adecuada para las distintas ocasiones. Por eso
presta más atención a la combinación adecuada
de los colores y a la calidad de las telas y los modelos, lujos
que antes del año de 1995 sólo podían permitirse
una minoría adinerada".
La mayor dificultad con la que actualmente tropiezan los consumidores
es encontrar prendas de vestir que reflejen su personalidad y
realcen su propia belleza. Antes, la gente iba de tienda en tienda
buscando lo ideal y prefería esperar incluso más
de un año antes que comprar algo que no les convenciera
plenamente.
Kang Wenjun comenzó a dirigir su tienda de ropa cuando
hace cuatro años la fábrica donde trabajaba tuvo
que cerrar por quiebra . Kang no tardó en ganar mucho dinero.
Como tenía conocidos en grandes talleres de confección,
en su tienda podía comprarse lo mismo que en los grandes
almacenes pero por unos precios mucho más bajos. Kang siempre
sigue la tendencia general del mercado, sea ésta la ropa
informal o la moda importada de Corea del Sur. Pese a ello, asegura
que su negocio sigue presentando dificultades: "Mis clientes
siempre quieren novedades. Si vienen tres o cuatro veces y ven
que tengo más o menos lo mismo, seguramente tardarán
mucho tiempo en volver". Cuando se percató del resurgir
de la ropa china tradicional, sus años de experiencia le
advirtieron que se acercaba una nueva oportunidad.
Kang
ha decorado su tienda al estilo chino por razones comerciales.
Las luces anaranjadas que iluminan los encantadores vestidos de
su tienda crean una atmósfera llena de romanticismo. Kang
se ha traído de Shanghai, la capital china de la moda,
a un sastre para que confeccione qipao a gusto de los clientes.
Aunque su negocio va bien y cada vez tiene más pedidos,
no ignora que esta prosperidad no durará más de
tres años, pasados los cuales tendrá que buscar
un nuevo punto caliente.
Según una encuesta realizada por un influyente periódico,
la mayoría de los compradores de ropa china tradicional
pertenece a un segmento de la población de entre 30 y 40
años, cuyo poder adquisitivo y cuya concepción de
la vida son similares a los occidentales; los compradores más
asiduos son los llamados "cuellos blancos" y quienes
han trabajado o estudiado en el extranjero. Este segmento de la
población, al que en estos últimos dos años
se ha dado en llamar "clase media de China", está
formado por personas con un alto nivel de formación que
trabajan en sectores de reciente creación, como son el
financiero y el de la tecnología de la información.
"Cuando era un adolescente, soñaba con vivir como
se ve en las películas occidentales; anhelaba tener un
trabajo bien remunerado que me permitiese hacer tranquilamente
lo que me gusta y comprar un automóvil y una casa de más
de cien metros cuadrados con césped y piscina; ahora poseo
todo lo que había deseado (excepto la piscina); pero cuando
tengo tiempo libre y quiero hacer algo, me doy cuenta de que he
perdido el humor despreocupado que me permitía disfrutar
de la vida", dijo Wang Xinyi, joven de 33 años que
ocupa un cargo directivo en una corporación extranjera.
Su ingresos, muy por encima de la media, le permiten disfrutar
de la vida lujosa con la que siempre había soñado.
No obstante, al mismo tiempo se siente insatisfecho, ya que lo
en realidad le gustaría es no tener que dedicarse tanto
al comercio y poder ocuparse más de la agricultura. "Cuando
ví en un escaparate aquel traje chino tradicional de primorosos
botones cuya seda brillaba suavemente bajo luces anaranjadas,
me vino al instante una imagen: me lo ponía y me arrellanaba
en mi amplio sofá para leer un libro; sobre una mesa cercana
humeaba una taza de té; en toda la casa se respiraba tranquilidad
y ternura. Esa escena me conmovió tanto que compre el traje
sin la menor vacilación", explicó Wang.
Para satisfacer los deseos de los clientes más exigentes,
en el diseño de la ropa tradicional se añaden nuevos
detalles. Yu Chenggen, de 70 años de edad, cuyo padre fue
en los años 20 y 30 del siglo XX el sastre más conocido
de la antigua ciudad de Beijing, dijo suspirando: "Las prendas
de vestir tradicionales de hoy en día se hacen para ser
vistas más que para vestirse con ellas". Al mismo
tiempo, Yu se muestra sorprendido de que las nuevas generaciones
de modistas sean capaces de confeccionar trajes y vestidos tan
agradables a la vista.
Li Dazhi invirtió todos sus ahorros en el establecimiento
de dos tiendas dedicadas a la venta de ropa tradicional. "Para
mí, esto es pura diversión", dijo expresando
su rechazo a la gestión encaminada únicamente a
la obtención de beneficios. Tras la celebración
de la cumbre de la APEC, recibió infinidad de llamadas
preguntándole si podía confeccionar trajes como
los que vestían los jefes de estado. Su respuesta fue en
todos los casos una negativa cortés, puesto que el estilo
de dicho trajes no se corresponde con el de su tienda.
Li y sus colaboradores diseñan, cortan y cosen todos los
modelos que se exponen en su tienda. En todos ellos se percibe
la huella de su sólida formación artística
y del cariño con el que han sido confeccionados. Buen conocedor
de los valores estéticos chinos tradicionales, Li no sólo
sabe aprovechar lo mejor de la tradición, sino combinarlo
con elementos modernos. Sus trajes y vestidos se parecen a los
que llevan los personajes de "El tigre y el dragón",
película dirigida por Li An en la que los extranjeros han
creído descubrir la estética de la cultura china;
pero los chinos mismos perciben a primera vista su falta de autenticidad,
a pesar de lo cual la aceptan por sus peculiaridades.
Li Dazhi está fascinado por la belleza estilizada, amorosa
y tierna de las mujeres tradicionales. Por eso elige para sus
diseños telas o gasas transparentes de colores claros,
como el amarillo, el rosa y el rojo brillante, en lugar de los
colores oscuros que solían usarse antiguamente. Las telas
transparentes, ligeras y con pliegues de un famoso modista japonés
son sus preferidas. Sus modelos sólo sientan bien a las
mujeres dotadas de una belleza clásica.
Su tienda, a diferencia de sus espléndidos diseños,
es muy sencilla. En ella solamente llaman la atención dos
armarios de la dinastía Qing que encontró en un
mercado de antigüedades de Beijing. El paso del tiempo ha
descolorido sus motivos dorados dejando al descubierto su fondo
negro, pero la laca rojo violeta sigue exhalando una fragancia
de ternura y afecto. Frente a los armarios hay dos sillas y una
mesa de madera que imitan el mobiliario de la dinastía
Qing; las sillas se rehicieron un poco para hacerlas más
cómodas. En el escaparate, que debe ser el lugar arreglado
con mayor esmero, se exhiben dos trajes muy decorativos junto
a una vieja rueda de madera y bajo dos lámparas, sobre
cuyas pantallas de hierba y paja hay esparcidas varias semillas.
Todo ello evoca tiempos remotos y lugares rústicos.
Aunque sus tiendas se encuentran en una zona cara, su negocio
marcha bien. A veces se venden veinte o treinta trajes al día.
Sus clientes suelen ser extranjeros o chinos que tienen contacto
con extranjeros.
Sin embargo, los posibles compradores siempre encuentran defectos
en sus modelos. Algunos clientes le piden que los corrija, mientras
que otros le traen sus propios diseños para que se los
confeccionen.
Todavía existen problemas en el diseño de la ropa
china tradicional, ya que generalmente se usan como vestidos de
gala. Dos cuestiones que decidirán cuánto tiempo
la ropa tradicional seguirá en boga son cómo popularizarla
mediante su adaptación a la vida moderna y cómo
combinarla con otras formas de vestir.
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