MARZO 2002

 

 

 

 

 

 

 

 


La ropa tradicional está de moda

Por ZHANG XUEYING

Rincón de la tienda de Li Dazhi, establecimiento impregnado de nostalgia

Lin Hong, empleada de un banco, guardaba aquel qipao (vestido chino femenino tradicional con cuello cerrado y aberturas laterales) que había heredado de su abuela en lo más recóndito de un armario. Únicamente lo sacaba cuando llegaba el buen tiempo para que le diera un poco el sol. Lo guardaba porque así lo había hecho su madre, pero para Lin aquel vestido era tan sólo un prenda antigua de los tiempos de su abuela.
Sin embargo, ahora le ha dado por ponérselo. Como por arte de magia, al ponerse el qipao comenzó a hablar con una voz más suave y tranquila, e incluso a comportarse de manera más noble y natural.
Su madre albergaba sentimientos encontrados con respecto a aquel qipao, pero Lin decidió ponérselo tras hacer algunos arreglos. De todos modos, vestirse con un traje tradicional ya no llama tanto la atención como antes. Gente desconocida, colegas y vecinas lo llevan sin empacho.
Después de que el año pasado los jefes de estado participantes en la reunión de la APEC celebrada en China se tomasen una foto vistiendo trajes chinos tradicionales, la fiebre por comprar este tipo de prendas que se desató en las ciudades costeras se extendió rápidamente al resto del país.
De la noche a la mañana aparecieron en el mercado más de treinta marcas comerciales de trajes tradicionales chinos. Incluso la Botao S.A., empresa de confección muy atenta a las fluctuaciones de los gustos, promocionó recientemente una colección de diseños tradicionales. Las tiendas privadas colocan siempre los trajes tradicionales en los lugares más llamativos de sus escaparates; en los establecimientos de venta al por mayor, fiel reflejo de las tendencias de la moda, se ven diseños tradicionales por todas partes; han surgido multitud de pequeños talleres de confección de este tipo de prendas y se anuncia con gran publicidad la compra de ropa antigua a precios elevados; y los sastres comienzan a estudiar de nuevo técnicas de corte y confección sepultadas en el olvido durante mucho tiempo.

La ropa tradicional está de moda

Shan Huifang, subsecretaria general de la industria textil de China, dijo: "El que la ropa china tradicional vuelva a estar de moda tiene mucho que ver con el hecho de que cada vez es más frecuente utilizar colores modernos en su diseño".
La ropa tradicional, síntesis de los más de 2.000 años de la cultura agrícola china, dejó de llevarse a principios del siglo XX . En los años 20 y 30 del siglo pasado, se le fueron añadiendo elementos culturales europeos, a resultas de lo cual los diseños comenzaron a mostrar implícitamente las líneas femeninas; por ejemplo, dejando los antebrazos al descubierto y subiendo las aberturas laterales del qipao hasta los muslos. No obstante, a medida que la sociedad se iba desarrollando y el ritmo de vida se aceleraba, los modelos y colores de la ropa tradicional creaban cada vez más inconvenientes.
Gong Li, actriz china de fama internacional, fue probablemente quien más contribuyó a cambiar la opinión general sobre la ropa tradicional. Las estrellas de Hollywood de los años de 50 y 60 seguían la moda de la sociedad estadounidense, pero en los grandes acontecimientos cinematográficas internacionales Gong prefería llevar vestidos chinos tradicionales. A pesar de que éstos más que mostrar la belleza se limitan a insinuarla, esta actriz china los modificó con la incorporación de generosos escotes, despertando de forma inesperada una gran admiración en Occidente, como lo demuestra el que en numerosas ocasiones fuese incluida entre "Las cincuenta mujeres más elegantes del mundo" debido a la belleza oriental que encarnaba. Pero al mismo tiempo provocó en nuestro país una viva polémica sobre la belleza occidental y la oriental.
Dicha polémica alcanzó su máxima intensidad a mediados de los 90 y posteriormente fue desvaneciéndose, hasta el punto de que hoy en día la mentalidad china da cabida a la combinación armoniosa de lo oriental y lo occidental, y a la convicción de que la manifestación de la belleza humana es siempre admisible siempre que asuma una forma saludable.

Cuando una amiga se prueba un bonito vestido es difícil resistir la tentación de hacer lo mismo

El psicólogo social Liu Mingyi dijo: "Este cambio de mentalidad es quizás una de las transformaciones más importantes experimentadas por la sociedad china en estos 20 años de apertura y reforma. A pesar de que a mediados de los años 90 la apertura económica y social había avanzado mucho, China carecía aún de poderío económico y el pueblo se mantenía en estado de alerta ante la presión de la cultura occidental sobre la cultura china tradicional. Pero el rápido y continuado desarrollo económico de estos últimos años, así como la necesidad de que nuestro país participe en el mercado mundial, han dado a los chinos mayor confianza en sí mismos y en el vigor de su cultura tradicional, lo que les ha llevado a adoptar una actitud más equilibrada y menos beligerante".
Liu Min, modista de la Academia China de Diseño de Moda, dijo: "Hoy en día, la gente tiene en sus armarios ropa suficiente y adecuada para las distintas ocasiones. Por eso presta más atención a la combinación adecuada de los colores y a la calidad de las telas y los modelos, lujos que antes del año de 1995 sólo podían permitirse una minoría adinerada".
La mayor dificultad con la que actualmente tropiezan los consumidores es encontrar prendas de vestir que reflejen su personalidad y realcen su propia belleza. Antes, la gente iba de tienda en tienda buscando lo ideal y prefería esperar incluso más de un año antes que comprar algo que no les convenciera plenamente.
Kang Wenjun comenzó a dirigir su tienda de ropa cuando hace cuatro años la fábrica donde trabajaba tuvo que cerrar por quiebra . Kang no tardó en ganar mucho dinero. Como tenía conocidos en grandes talleres de confección, en su tienda podía comprarse lo mismo que en los grandes almacenes pero por unos precios mucho más bajos. Kang siempre sigue la tendencia general del mercado, sea ésta la ropa informal o la moda importada de Corea del Sur. Pese a ello, asegura que su negocio sigue presentando dificultades: "Mis clientes siempre quieren novedades. Si vienen tres o cuatro veces y ven que tengo más o menos lo mismo, seguramente tardarán mucho tiempo en volver". Cuando se percató del resurgir de la ropa china tradicional, sus años de experiencia le advirtieron que se acercaba una nueva oportunidad.
Kang ha decorado su tienda al estilo chino por razones comerciales. Las luces anaranjadas que iluminan los encantadores vestidos de su tienda crean una atmósfera llena de romanticismo. Kang se ha traído de Shanghai, la capital china de la moda, a un sastre para que confeccione qipao a gusto de los clientes. Aunque su negocio va bien y cada vez tiene más pedidos, no ignora que esta prosperidad no durará más de tres años, pasados los cuales tendrá que buscar un nuevo punto caliente.
Según una encuesta realizada por un influyente periódico, la mayoría de los compradores de ropa china tradicional pertenece a un segmento de la población de entre 30 y 40 años, cuyo poder adquisitivo y cuya concepción de la vida son similares a los occidentales; los compradores más asiduos son los llamados "cuellos blancos" y quienes han trabajado o estudiado en el extranjero. Este segmento de la población, al que en estos últimos dos años se ha dado en llamar "clase media de China", está formado por personas con un alto nivel de formación que trabajan en sectores de reciente creación, como son el financiero y el de la tecnología de la información.
"Cuando era un adolescente, soñaba con vivir como se ve en las películas occidentales; anhelaba tener un trabajo bien remunerado que me permitiese hacer tranquilamente lo que me gusta y comprar un automóvil y una casa de más de cien metros cuadrados con césped y piscina; ahora poseo todo lo que había deseado (excepto la piscina); pero cuando tengo tiempo libre y quiero hacer algo, me doy cuenta de que he perdido el humor despreocupado que me permitía disfrutar de la vida", dijo Wang Xinyi, joven de 33 años que ocupa un cargo directivo en una corporación extranjera. Su ingresos, muy por encima de la media, le permiten disfrutar de la vida lujosa con la que siempre había soñado. No obstante, al mismo tiempo se siente insatisfecho, ya que lo en realidad le gustaría es no tener que dedicarse tanto al comercio y poder ocuparse más de la agricultura. "Cuando ví en un escaparate aquel traje chino tradicional de primorosos botones cuya seda brillaba suavemente bajo luces anaranjadas, me vino al instante una imagen: me lo ponía y me arrellanaba en mi amplio sofá para leer un libro; sobre una mesa cercana humeaba una taza de té; en toda la casa se respiraba tranquilidad y ternura. Esa escena me conmovió tanto que compre el traje sin la menor vacilación", explicó Wang.
Para satisfacer los deseos de los clientes más exigentes, en el diseño de la ropa tradicional se añaden nuevos detalles. Yu Chenggen, de 70 años de edad, cuyo padre fue en los años 20 y 30 del siglo XX el sastre más conocido de la antigua ciudad de Beijing, dijo suspirando: "Las prendas de vestir tradicionales de hoy en día se hacen para ser vistas más que para vestirse con ellas". Al mismo tiempo, Yu se muestra sorprendido de que las nuevas generaciones de modistas sean capaces de confeccionar trajes y vestidos tan agradables a la vista.
Li Dazhi invirtió todos sus ahorros en el establecimiento de dos tiendas dedicadas a la venta de ropa tradicional. "Para mí, esto es pura diversión", dijo expresando su rechazo a la gestión encaminada únicamente a la obtención de beneficios. Tras la celebración de la cumbre de la APEC, recibió infinidad de llamadas preguntándole si podía confeccionar trajes como los que vestían los jefes de estado. Su respuesta fue en todos los casos una negativa cortés, puesto que el estilo de dicho trajes no se corresponde con el de su tienda.
Li y sus colaboradores diseñan, cortan y cosen todos los modelos que se exponen en su tienda. En todos ellos se percibe la huella de su sólida formación artística y del cariño con el que han sido confeccionados. Buen conocedor de los valores estéticos chinos tradicionales, Li no sólo sabe aprovechar lo mejor de la tradición, sino combinarlo con elementos modernos. Sus trajes y vestidos se parecen a los que llevan los personajes de "El tigre y el dragón", película dirigida por Li An en la que los extranjeros han creído descubrir la estética de la cultura china; pero los chinos mismos perciben a primera vista su falta de autenticidad, a pesar de lo cual la aceptan por sus peculiaridades.
Li Dazhi está fascinado por la belleza estilizada, amorosa y tierna de las mujeres tradicionales. Por eso elige para sus diseños telas o gasas transparentes de colores claros, como el amarillo, el rosa y el rojo brillante, en lugar de los colores oscuros que solían usarse antiguamente. Las telas transparentes, ligeras y con pliegues de un famoso modista japonés son sus preferidas. Sus modelos sólo sientan bien a las mujeres dotadas de una belleza clásica.
Su tienda, a diferencia de sus espléndidos diseños, es muy sencilla. En ella solamente llaman la atención dos armarios de la dinastía Qing que encontró en un mercado de antigüedades de Beijing. El paso del tiempo ha descolorido sus motivos dorados dejando al descubierto su fondo negro, pero la laca rojo violeta sigue exhalando una fragancia de ternura y afecto. Frente a los armarios hay dos sillas y una mesa de madera que imitan el mobiliario de la dinastía Qing; las sillas se rehicieron un poco para hacerlas más cómodas. En el escaparate, que debe ser el lugar arreglado con mayor esmero, se exhiben dos trajes muy decorativos junto a una vieja rueda de madera y bajo dos lámparas, sobre cuyas pantallas de hierba y paja hay esparcidas varias semillas. Todo ello evoca tiempos remotos y lugares rústicos.
Aunque sus tiendas se encuentran en una zona cara, su negocio marcha bien. A veces se venden veinte o treinta trajes al día. Sus clientes suelen ser extranjeros o chinos que tienen contacto con extranjeros.
Sin embargo, los posibles compradores siempre encuentran defectos en sus modelos. Algunos clientes le piden que los corrija, mientras que otros le traen sus propios diseños para que se los confeccionen.
Todavía existen problemas en el diseño de la ropa china tradicional, ya que generalmente se usan como vestidos de gala. Dos cuestiones que decidirán cuánto tiempo la ropa tradicional seguirá en boga son cómo popularizarla mediante su adaptación a la vida moderna y cómo combinarla con otras formas de vestir.

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