FEBRERO 2002

 

 

 

 

 

 

 

 


Construir Beijing sin destruirla

Por nuestro reportero DENG SHULIN

TRAS ver los enormes cambios operados en Beijing, un chino de ultramar de avanzada edad que llevaba muchos años fuera del país exclamó emocionado: "¡No puedo reconocerla!".
De forma parecida a este chino de ultramar, cuando regresan a Beijing, muchísimos extranjeros que han trabajado en China manifiestan su sorpresa ante los rápidos y múltiples cambios que se han producido en la capital. Según sus habitantes, la ciudad cambia de un día para otro.

Torre de Flecha de la puerta delantera de más de 500 años de historia, una de las construcciones simbolizadas de Beijing, capital antigua

Huang Yan, subjefe de la Comisión de Planificación de Beijing, dijo: "A partir de 1949, año en que se fundó la RPC, Beijing emprendió la planificación de su construcción metropolitana. Durante los años 50 a 60, el desarrollo urbanístico de Beijing se guió por unas directrices bastante concretas orientadas a la construcción de la nueva Beijing".

Una afinada planificación urbanística

Construir bien la ciudad de Beijing, capital de China, no es una tarea fácil. Desde la década de los 50 del siglo XX, el gobierno de Beijing ha organizado numerosas reuniones para elaborar diversos planes de construcción urbanística. Dong Guangqi, antiguo subdirector del Instituto de Investigación Urbanística de Beijing, ha participado en todos los trabajos de planificación urbanística de la capital. Dong dijo que el primer problema que tuvo que afrontarse a comienzos de los años de 50 fue el de decidir como se quería que fuese la capital de la nueva China; es decir, el de definir detalladamente el camino que había de tomar la construcción de la nueva capital.
En aquel entonces, el equipo de planificación urbanística estaba integrado por unos pocos expertos que habían regresado a China tras finalizar sus estudios en el extranjero, algunos expertos rusos invitados por el Ayuntamiento de Beijing y un elevado número de universitarios recién licenciados.
Teniendo en cuenta diversos problemas, como la alta cifra de desocupados, el bajísimo nivel de vida del pueblo y otras dificultades de los primeros tiempos de la nueva China, el Gobierno Central decidió establecer el centro político, cultural y económico no en una nueva zona, sino en la zona central del casco antiguo de la ciudad. Influido por el modelo de Moscú, a los largo de sus primeros 30 años el desarrollo de Beijing tomó el camino de la industrialización. Posteriormente, se cayó en la cuenta de que el desarrollo excesivo de la industria dentro de las zonas urbanas acarreaba una serie de problemas, entre ellos el del tráfico y el del suministro de energía y agua, que obstaculizaban el buen funcionamiento de Beijing como centro político y cultural. Por otra parte, la llegada de nuevas técnicas trajo consigo la proliferación de altos bloques de edificios, cuyo efecto estético no armonizaba con la arquitectura de la vieja ciudad, de modo que la protección de ésta se convirtió en una tarea apremiante. Actuando en consecuencia, en 1983 la municipalidad de Beijing elaboró una nueva planificación urbanística en la que la capital se definía como centro político y cultural de China, y como escenario de actividades internacionales. Con esta decisión se desechó la idea de convertir Beijing en una ciudad industrial.
Huang Yan dijo que en esa nueva planificación se concede mayor importancia a la protección del casco viejo de la ciudad y se tiene en cuenta su valor histórico y cultural.
Con el fin de adaptarse a las rápidas transformaciones, en octubre de 1993 el Ayuntamiento de Beijing elaboró un plan general de urbanización metropolitana para los siglos XX y XXI.
En la presentación de dicho plan, Dong Guangqi destacó dos aspectos del mismo: el primero era que el plan definía lo que iba a hacerse no sólo en la última década del siglo XX, sino también en la primera década del siglo XXI; el segundo aspecto recalcado por Dong fue el hecho de que era la primera vez que se trazaba un plan general teniendo en cuenta las exigencias de la economía de mercado.

La zona comercial del este de Beijing se desarrolla rápidamente y en los próximos años experimentará cambios considerables

Según Huang Yan, este plan general contempla dos grandes cambios estratégicos: el paso de la construcción metropolitana del simple ensanchamiento de la ciudad a la consolidación, el reajuste y la transformación de la construcción urbanística; y el traslado del centro de gravedad de ésta de las zonas urbanas a las afueras de la ciudad.
Durante los últimos 50 años, la municipalidad de Beijing ha aplicado las medidas adecuadas de acuerdo con su propia planificación urbanística. Tomando como centro la plaza de Tian´anmen, la ciudad se divide en varias zonas con distintas funciones: la zona urbana es el centro administrativo; en el este se encuentra la zona industrial; en el sudeste, la zona química y fabril; en el oeste, la industria metalúrgica y de química pesada; en el nordeste, la industria electrónica; y el noroeste, la zona universitaria (con unas diez universidades y numerosos centros subordinados a la Academia China de las Ciencias).
Esta distribución se debe a la topografía de Beijing, caracterizada por el relieve montañoso del noroeste y la llanura del sudeste. En opinión de Huang Yan, licenciado de la Facultad de Arquitectura del Instituto de Ingeniería de Nanjing (actual Universidad del Sudeste), esta división funcional de Beijing refleja la influencia de otras ciudades del mundo.

¿Qué tipo de ciudad quiere ser Beijing?

Muchos lectores quizás no comprenden por qué Beijing se construyó tomando como centro la plaza de Tian´anmen. Para explicar esta decisión, es necesario presentar brevemente la historia de Beijing.
Beijing ha sido una de las siete grandes capitales de China durante 800 años. Cuando hoy hablamos de la ciudad antigua, nos referimos a la parte correspondiente a las dinastías Ming y Qing (1368-1911). Con sus 700.000 metros cuadrados y una superficie construida de 150.000 metros cuadrados, el Palacio Imperial (conocido también como la Ciudad Prohibida), es la mayor y más completa residencia imperial del mundo. En reconocimiento de su alto valor histórico, el Palacio Imperial, edificado hace unos 600 años en el centro de la ciudad de Beijing tomando como eje una línea que va de norte a sur, fue incluido en el Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Desde los años 80 del siglo XX, Beijing viene dedicando grandes esfuerzos a la resolución del problema del tráfico. Pero a pesar de la construcción de multitud de calles, autopistas, cruces a distinto nivel y vías rápidas de circunvalación, y del ensanchamiento de muchísimas avenidas y calles, el tráfico rodado sigue ocasionando molestias a los habitantes de la capital.
Ante esta problemática, los ciudadanos se acuerdan de Liang Sicheng, famoso arquitecto chino que desempeñó un importante papel en la construcción metropolitana de Beijing. Liang, diseñador del escudo nacional y del Monumento a los Héroes del Pueblo alzado en la plaza de Tian´anmen, se dedicó durante muchos años a la investigación y la enseñanza de la arquitectura china antigua, terrenos en los que hizo grandes contribuciones.
Uno de los puntos cruciales de la planificación urbanística de la capital era la ubicación del centro administrativo del Gobierno Central. En aquel entonces existían dos propuestas: una de ellas, apoyada por algunos expertos rusos y los expertos chinos Hua Nangui, Zhu Zhaoxue y Zhao Dongri, era la de situarlo en la parte antigua; la otra, defendida por el mencionado Liang Sicheng, Chen Zhanxiang y otros arquitectos, era la de situarlo al oeste de la parte antigua, es decir, en el tramo comprendido entre Yuetang y Gongzhufen.
Liang y Chen consideraban que la construcción de un nuevo centro administrativo en la zona antigua presentaba dos dificultades. En primer lugar, resultaba muy difícil construir un centro administrativo de nueva planta que armonizara con el estilo arquitectónico de la parte antigua de la ciudad. En segundo lugar, el espacio disponible en dicha parte resultaba insuficiente.
Tanto Liang como Chen sostenían que la ubicación del nuevo centro administrativo en las afueras orientales de Beijing permitiría disponer de dos centros: uno en la ciudad antigua y otro en la sede del Gobierno Central. Estos dos arquitectos hicieron además una aportación de gran trascendencia al construir una zona comercial en las afueras sureñas de Beijing, lo que contribuyó a reducir la densidad de población de la capital.
El debate entablado sobre este tema entre dirigentes y arquitectos sigue abierto.
Finalmente, la construcción urbanística de Beijing se llevó a cabo de acuerdo con la primera propuesta, es decir, la consistente en situar el centro administrativo en el casco antiguo de la ciudad.
Hay quienes opinan que el desorden urbanístico de Beijing se debe al rechazo de la propuesta de Liang y Chen. Aunque no les falta razón, también es cierto que tal desorden tiene raíces históricas. En efecto, en los primeros años de la nueva China la situación financiera del Estado era muy precaria, el nivel de vida del pueblo era relativamente bajo y muchos de quienes participaron en la elaboración de la planificación urbanística eran partidarios de concentrar los esfuerzos en el Palacio Imperial.
El 11 de octubre del 2001 un periodista de nuestra redacción hizo un reportaje sobre dos conocidos personajes: Wu Liangyong, miembro de la Academia China de las Ciencias, miembro de la Academia China de Ingeniería y profesor de la Universidad Qinghua; y Liu Xiaoshi, consejero de la municipalidad de Beijing y jefe del Departamento Administrativo de Planificación Metropolitana de Beijing. En dicho reportaje Wu, que había sido ayudante de Liang, manifestó lo siguiente: "La construcción y la protección constituyen una antítesis. El objetivo último del proyecto de Liang y Chen era resolver dicha antítesis, puesto que asignaba un lugar adecuado para el establecimiento de un centro administrativo moderno y, al mismo tiempo, tenía en cuenta la protección de la parte antigua de la ciudad".
El académico Wu escribió recientemente este comentario: "El fracaso de la propuesta de Liang y Chen obedeció a muchas razones. La principal fue que el proyecto que presentaron no despertó el interés de los ciudadanos y que los argumentos esgrimidos en su defensa no estuvieron a la altura de las circunstancias".
Liu, por su parte, dijo lo siguiente: "Sea como fuere, el rechazo de la propuesta de Liang y Chen fue un error, ya que si bien en aquel entonces los recursos económicos del Gobierno eran escasos, éstos habrían bastado para construir los edificios más necesarios, dejando para más tarde la construcción de los restantes". A continuación, Liu formuló la siguiente interrogación retórica: en una época en la que China recibía el asesoramiento de Rusia en diversos campos, ¿a quién iba a hacer más caso: a un experto estadounidense, a uno británico o a uno ruso?

La nueva Beijing y los nuevos JJ.OO.

El cruce a distintos niveles de Xizhimen, reconstruido hace dos años

La construcción urbanística de Beijing avanza a un ritmo relativamente rápido, que con la designación de la capital como sede de los Juegos Olímpicos del 2008 no hará sino acelerarse.
Para la celebración de dichos Juegos serán necesarios 37 estadios y gimnasios, 32 de los cuales estarán en Beijing. Ello obligará a la capital no sólo a construir ocho nuevas instalaciones deportivas, sino a renovar las ya existentes.
Huang Yan, subjefe de la Comisión de Planificación de Beijing, ha dicho que entre los años 2001 y 2005 el Ayuntamiento de Beijing invertirá 180.000 millones de yuanes (22.500 millones de dólares) en la construcción de 11 nuevas autopistas y de la cuarta y quinta autovías de circunvalación. En 2008, de los actuales 54 kilómetros de vía férrea se habrá pasado a 200 kilómetros distribuidos en 27 líneas. Huang aseguró además que en el 2008 el tráfico habrá mejorado considerablemente.
En cuanto a la protección del medio ambiente, se construirán plantas para el tratamiento de aguas residuales y se levantarán barreras forestales. Las cuatro plantas de este tipo con las que Beijing cuenta actualmente tratan el 40 por ciento de sus 2,5 millones de toneladas diarias de aguas residuales. Se prevé que en el 2008 finalice la construcción de 12 nuevas plantas.
Por otra parte, la municipalidad de Beijing ha decidido levantar una barrera forestal entre la cuarta y la quinta autovía de circunvalación, cuya superficie será de 120 kilómetros cuadrados, es decir, quintuplicará la del Palacio de Verano.
Tras 50 años de desarrollo urbanístico y elevadas inversiones en estudios, los beijineses se han dado cuenta de la importancia que reviste la protección del casco antiguo de su ciudad, cuya importancia cultural se ha revalorizado a raíz de la elevación del nivel de vida. Según Huang Yan, el centro histórico de Beijing ocupa una extensión de 62 kilómetros cuadrados. Si bien resulta imposible conservar íntegramente el casco viejo, lo que sí es viable, y necesario, es preservar la fisonomía original de la parte antigua, el Palacio Imperial, los ejes del trazado de la ciudad, el sistema de canales y 25 zonas de valor histórico y cultural. Huang añadió que, con el fin de proteger el casco antiguo, las industrias situadas dentro de los límites marcados por la cuarta autovía de circunvalación deberán trasladarse gradualmente a las afueras de la ciudad.
En los próximos años Beijing deberá afrontar resueltamente el desafío que supone armonizar la modernización y la expansión de la capital con la protección de sus lugares de interés histórico y cultural.
En cuanto a las viviendas que amenazan ruina, los gobiernos de los diversos niveles deben recabar las opiniones y sugerencias de los ciudadanos, aprobar proyectos de construcción idóneos y buscar un equilibrio entre la renovación urbanística y la protección medioambiental.
La población de Beijing, que en 1949 era de 2,09 millones de habitantes, llegó en el año 2000 a los 13,8 millones. Con el fin de aliviar la presión demográfica, fomentar un desarrollo saludable y proteger el casco antiguo, en los últimos años la municipalidad de Beijing ha realizado redistribuciones de la población urbana y ha planificado la construcción de diez poblaciones urbanas laterales y 14 ciudades satélite, cada una de las cuales cuenta con entre 250.000 y 400.000 habitantes.

Polémicas sobre la construcción de Beijing

La construcción de la metrópoli avanza con más rapidez que tino, ya que la altura, la ubicación y el valor de algunos edificios nuevos son poco razonables. Aunque se han levantado numerosas construcciones de gran altura y belleza, no existen edificios que reúnan las condiciones que exige la celebración de encuentros políticos y culturales internacionales de alto nivel, como la cumbre de la Cooperación Económica en la Región Asia-Pacífico (APEC, en sus siglas inglesas) y el Foro Fortune. La construcción de edificios modernos ha perjudicado en gran medida al casco antiguo de Beijing y a su milenaria fisonomía original. Se trata de una problemática que preocupa tanto a las autoridades gubernamentales como a los ciudadanos comunes.
Aunque en algunos países desarrollados ya no se construyen rascacielos, en Beijing hay arquitectos que siguen empeñados en levantar edificios de 400 o 500 metros de altura. En la actualidad existen diversas polémicas centradas en la Plaza del Este, la Avenida de la Paz, la Calle de las Finanzas, el Gran Teatro de China, etc.
La Plaza del Este, situada en la Avenida de la Paz Eterna, cerca de la Tribuna de Tian´anmen, tiene una altura de entre 50 y 60 metros y una superficie construida de 750.000 metros cuadrados. Esta construcción, grande como una montaña, perjudica gravemente la armonía de la Plaza de Tian´anmen. El Gran Teatro de China, diseñado por el arquitecto francés Paul Andreu, ocupará una superficie de 180.000 metros cuadrados situada en el lado occidental del Gran Palacio del Pueblo; en el tendrán cabida un teatro de la ópera, un auditorio, un pequeño teatro y otras instalaciones, todo ello bajo una gigantesca cúpula de titanio y cristal. Hay quienes consideran que la presencia de este coloso arquitectónico en la Avenida de la Paz Eterna, cerca del Palacio del Pueblo, no armoniza con el aspecto del casco antiguo de Beijing. Pero los partidarios de dicho proyecto opinan que el original estilo arquitectónico del Gran Teatro de China no supondrá una amenaza para la armonía estética de la zona y que quienes ahora lo rechazan poco a poco irán aceptándolo, puesto que, al fin y al cabo, los beijineses se sienten atraídos por lo extranjero.
Lo más estimulante es que el Ministerio de Construcción de China ha aprobado el proyecto de convertir Beijing en una gran metrópoli mundial en el siglo XXI, proyecto elaborado a lo largo de dos años por más de cien profesores, investigadores y expertos dirigidos por Wu Liangyong, miembro de la Academia China de las Ciencias. Gracias a este proyecto, Beijing podrá expandirse hacia las zonas no urbanizadas de Beijing, Tianjin y el norte de la provincia de Hebei.
Una vez concluido dicho proyecto, Beijing se habrá convertido realmente en una metrópoli mundial capaz de desempeñar el papel que le corresponde en la celebración de actividades políticas, económicas y culturales de nivel internacional.


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