JANVIER 2002

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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Darse a conocer una China real

“Los campesinos que han recibido aperos y parcelas gracias a la redistribución de las tierras de cultivo enmarcada en la gran reforma agraria regresan a casa rebosantes de alegría. Hasta finales de 1951, dicha reforma ha beneficiado a 310 millones de habitantes de las zonas rurales de China.” Así rezaba el pie de la portada del primer número de China Reconstruye, publicado en 1952. Todavía hoy, esa ilustración sigue siendo conmovedora. Al contemplar esos rostros radiantes de alegría y el aseo en el vestir, nadie diría que poco antes aquellos campesinos formaban parte del sector más oprimido de la sociedad. Fue precisamente la fundación de la Nueva China lo que les permitió iniciar una vida digna y gozar de los derechos que corresponden a todo ser humano.

Desde este antiguo siheyuan de Beijing donde nació China Reconstruye, la voz de China se difundió por todo el mundo. Chen Hansheng (tercero por la izquierda de la segunda fila), Li Bodi (tercero por la izquierda de la primera fila) y Qiu Moly (tercera por la derecha de la segunda fila) fueron los principales fundadores de la revista

A partir de aquel primer número, mes tras mes nuestra revista ha ido mostrando a los ojos del mundo una China nueva. Fiel a sus objetivos, China Reconstruye comenzó a dar a conocer los cambios que se estaban produciendo en la nueva China a través de relatos de cortas historias y hazañas personales. Durante las décadas de los 50 y 60, período en el que se desataron en Occidente una hostilidad y una angustia morbosas frente al comunismo, y en el que las naciones pequeñas y débiles iniciaron su lucha por librarse del dominio colonial, la voz de China se dejó oír en el exterior a través de esa ventana informativa y llegó a todos los rincones del mundo, rompiendo así totalmente el bloqueo decretado por las fuerzas hegemónicas occidentales.

Una ojeada a los primeros números de China Reconstruye permite conocer la nueva vida de las mujeres, las nuevas relaciones interpersonales, el reto de la construcción de viviendas urbanas y otros aspectos de aquella flamante China. Por otra parte, la  impresión que la Nueva China causaba en los turistas extranjeros constituía una elemento de primer orden dentro del contenido de la revista. “Travels in China Today” (Viajes por la China actual), de James y Mary Endicott, “China Then and Now” (La China de ayer y la de hoy), de Scott Nearing, “Thirty-Five Years After” (Treinta y cinco años después), de Dora Russell, y muchos otros artículos demostraron de manera fehaciente los cambios increíbles que se producían en la nueva China y la felicidad del pueblo chino.

A pesar del bloqueo occidental, China no cejó en su empeño de lograr la paz y la amistad entre los pueblos, anhelo que se hace patente en reportajes sobre los  intercambios culturales entre China y el extranjero como “We Want the Same Things-on Sino-British Cultural Relations” (Queremos lo mismo para las relaciones culturales sino-británicas), de Guo Moruo, “English Artists in China” (Artistas ingleses en China), de Paul Hogarth, “Animal Exchange with Foreign Countries” (Intercambio de animales entre China y el extranjero) y “Latin-American Literature Comes to China” (La literatura latinoamericana llega a China). Además de presentar la comunicación cultural de China con el resto del mundo desde la perspectiva de los extranjeros, los artículos mencionados reflejan el reconocimiento y la aceptación de la Nueva China por parte de los estados amigos.

La prosperidad y el progreso divulgados por China Reconstruye permitieron al pueblo de otros países ahondar en su conocimiento de China. En los años 50 y 60, fueron muchos los chinos establecidos en otros países que, conmovidos ante la entusiástica reconstrucción de nuestro país plasmada fielmente en las páginas de China Reconstruye,  decidieron regresar a la patria.

En el número de mayo de 1957 se publicó una carta de Angelina Mingardi enviada desde Inglaterra en

Una pareja de campesinos celebrando su boda tras la promulgación de la primera Ley del Matrimonio de la nueva China (1952)

que se decía: “Su artículo titulado ´¿Qué lograron los campesinos?´

me ha parecido excelente, puesto que en él no se han ocultado los errores que inevitablemente se cometen en la aplicación de políticas agrarias y se han explicado las medidas adoptadas para rectificarlos. La veracidad informativa es el cimiento más sólido de toda revista. En este sentido, quiero decirles que valoro en mucho su trabajo”.

En los años 80, la aplicación de la política de reforma y apertura trajo consigo una mayor complejidad y diversidad de las comunicaciones entre China y el extranjero. Obrando en consecuencia, China Reconstruye se adentró por una nueva senda.

En octubre de 1980 se fundó la edición china, dirigida a los chinos que viven en el extranjero, Hong Kong, Macao y Taiwan. En 1990, China Reconstruye pasó a llamarse China hoy, cumpliéndose con ello lo que durante tantos años había deseado Soong Ching Ling. El cambio estaba plenamente justificado, ya que el nombre “China reconstruye” evocaba únicamente la labor de reconstrucción llevada a cabo en los primeros años de la nueva China. Junto con este cambio de nombre, la revista asume como tarea principal la divulgación tanto de la cultura tradicional china como de los transformaciones introducidas en China y en la vida de sus habitantes.

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