ES
para mí un honor y un placer unirme a la celebración del cincuentenario
de China hoy, nacida en 1952 con el nombre de China
reconstruye.
En aquel
entonces la República Popular China era una estrella nueva y
rutilante en la galaxia de las naciones del mundo, cuya importancia
muchas de las potencias mundiales trataban de atenuar. Nuestra
revista, fundada por Soong Ching Ling (esposa de Sun Yat-sen
y vicepresidenta de la República) en su calidad de directora
del Instituto de Bienestar, no solamente era la única publicación
periódica editada en una lengua foránea, a través de la cual
la nueva China hablaba de sí misma a sus amigos extranjeros,
en medio de un coro de propaganda hostilmente parcial difundida
por numerosos gobiernos y medios de comunicación comerciales
del exterior. Era también la única editada por una organización
no gubernamental, que, sobre la base de una relación de persona
a persona, además de reportajes políticos o especializados,
no sólo ayudaba a los lectores interesados en cuestiones específicas
a comprender mejor los temas de su interés, sino que ofrecía
a los familiares de los lectores la oportunidad de acercarse
a una imagen interesante y vívida de los cambios que se producían
progresivamente en China, tal como se reflejaban en la vida,
el trabajo, la actitud y los sentimientos de las masas populares.
Soong Ching
Ling, con su educación bicultural y bilingüe, así como con sus
décadas de experiencia internacional en la redacción de artículos
sobre los altibajos en la lucha del pueblo chino por conseguir
una vida y una sociedad mejores, lucha en la que en todo momento
se mostró muy activa, estaba
especialmente capacitada para dirigir una publicación de estas
características. Además de escribir en inglés con soltura, y
de hablar y leer varias lenguas extranjeras, tenía amigos y
una admirada reputación de honestidad en muchas partes del mundo.
Soong colaboró con nuestra publicación hasta su muerte, es decir,
casi treinta años, período durante el cual escribió docenas
de artículos que enriquecieron y embellecieron su contenido.
No obstante, lejos de utilizar la revista como un vehículo para
su lucimiento personal, fomentó las aportaciones de colaboradores
altamente cualificados pertenecientes a diferentes esferas de
la sociedad de la nación, así como el éxitoso periodismo sobre
el terreno de los miembros de nuestra plantilla. Por otra parte,
le encantaba mantener un contacto cálido y solícito con los
los lectores, y promover la difusión de la revista; tanto es
así, que ella misma escribía la dirección en los sobres en los que enviaba ejemplares a los conocidos
que tenía en el extranjero, y pedía a éstos que le expusieran
sus opiniones y sugerencias sobre los artículos, el diseño gráfico
y cómo incrementar el número de suscriptores.
Los dirigentes
estatales y gubernamentales de la nueva China valoraron nuestra
revista desde el principio.
El presidente
Mao Zedong dijo: “China reconstruye habla a través de los
hechos. Eso es lo que debemos hacer en nuestra propaganda al
exterior”.
El primer
ministro Zhou Enlai, cuya insistencia impulsó a Soong Ching
Ling a fundar la revista, escribió que ésta debía informar de
los grandes logros de la nueva China mediante la presentación
de la construcción socialista a través de la vida del pueblo.
El máximo
dirigente Deng Xiaoping manifestó su reconocimiento en diversas
ocasiones.
El presidente
Jiang Zemin saludó nuestro cuadragésimo aniversario y ha escrito
una carta especial con motivo del presente: el quincuagésimo.
Chen Yi,
antiguo viceprimer ministro y ministro de relaciones exteriores,
dijo: “Los hechos son irrefutables; sólo la verdad convence.
Al presentar nuestras circunstancias reales a nuestros amigos
de todo el mundo, China
reconstruye contribuye a la paz mundial”.
Cincuenta
años son muchos para una revista. Una de nuestras ventajas ha
sido la lealtad tanto de nuestros lectores más antiguos, como
de los miembros más veteranos de nuestra plantilla, desde sus
años de vida laboral hasta después de su jubilación, independientemente
de que sigan aquí o, como en algunos casos, estén en el extranjero.
Otro tanto cabe decir de muchos amigos extranjeros que han trabajado
de asesores lingüísticos en diferentes períodos.
Hoy, los
tiempos han cambiado. Desde el punto de vista técnico, nos hemos
ido adaptando a los nuevos tiempos, como lo demuestran el paso
de la impresión en blanco y negro a la impresión a todo color,
y nuestra amplia utilización de la Internet como canal de difusión.
Sin embargo,
debemos subsanar algunos deficiencias en la calidad y en el
atractivo para el público; en
el contacto con nuestros lectores y en el incremento de su número,
especialmente de los lectores de las jóvenes generaciones, que
deberían conocer los cincuenta años de historia que van desde
la fundación de la nueva China hasta nuestros días, en un país
que cuenta con una quinta parte de la población mundial y que
avanza a una velocidad sin precedentes, ya que ello es importante
para la amistad y la paz tanto en sus países de origen como
en China. La información, la edición y la distribución de nuestra
revista deben situarse a la altura de la posición cada vez más
elevada que este país ocupa en el mundo y del gran interés que
ello despierta, pero al que la todavía débil voz de China no
puede responder, de modo que a esa brecha siguen llenándose
con mucha información parcial o falsa.
Démos a conocer a nuestros lectores nuestros éxitos y problemas; cómo los chinos
avanzan en sus vidas y en su manera de ver las cosas; qué leen
y ven en las artes visuales; cuáles son los temas de debate
y cómo el progreso de la educación científica y general está
afectando a todo el mundo.
Sólo de este
modo podremos ir cerrando la brecha abierta entre el creciente
protagonismo de China en el mundo y las ideas predominantes
sobre ella, así como las numerosas concepciones erróneas y las
meras falsedades que en el exterior siguen enredando las cosas.
Esperemos
que en el siglo XXI, China hoy continúe trabajando en pro de
un mayor acercamiento
de los países y los pueblos basado en un mayor entendimiento
recíproco, y contribuya de este modo a la paz y el progreso
de todos.