JANVIER 2002

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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Hussein, un egipcio más chino que los chinos

Por WANG FU

EN estas fechas conmemoramos el cincuentenario de China Hoy. No cabe duda de que si estuviera en China, Hussein, hasta no hace mucho experto egipcio de la sección de árabe de nuestra revista, estaría encantado de compartir con nosotros el pastel de cumpleaños. Aunque ya ha regresado a su patria bañada por el Nilo, nos quedan sus palabras rebosantes de amistad y fidelidad a China.

Hussein junto con sus familiares y compañeros en la redacción de China hoy

Cuando en 1999 recibió el Premio a la Amistad, máxima distinción concedida por el Gobierno chino a los extranjeros que trabajan en nuestro país, Hussein expresó su amor a China en los siguientes términos: “El nacimiento de la República Popular China ha sido uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX. La nueva China ha traído la gracia a todo el mundo, por lo que debería ser premiada con ´la gran orden de los derechos humanos’. ¿Acaso hay mayor mérito que el haber librado de la muerte y la miseria a la quinta parte de la Humanidad y el haberle proporcionado unas condiciones de vida aceptables? Las Pirámides y la Gran Muralla están muy alejadas, pero mientras he vivido en China jamás me he sentido como un extraño. Siempre que he permanecido lejos de Beijing durante cierto tiempo, me ha invadido la nostalgia y he deseado volver cuanto antes a la acogedora capital. Mis amigos suelen decirme medio en broma medio en serio: ´Cuando usted habla de China, es más que los chinos’”.

Al oír estas palabras, el mundialmente conocido físico Li Zhengdao que estuvo en el acto aplausó primero y en la sala reinaban aplausos prolongados. La gente se apiñó entorno a Hussein y preguntaba a su imtérprete: “¿Si es perfecta su traducción o el señor Huseein hablaba perfectamente?”

Durante sus nueve años de estancia en Beijing, Hussein recorrió en su vieja bicicleta casi todas las calles y callejones de esta metrópoli. Asimismo, visitó con gran estusiasmo la mayoría de las provincias chinas. La China de la apertura se convirtió en su segunda patria. Cuando en 1997 Hong Kong fue devuelta a la patria, Hussein viajó por su propia cuenta a la todavía colonia inglesa para poder ser testigo de tan gran acontecimiento. En la calle se encontró con una manifestación antichina integrada por extranjeros y preguntó a uno de ellos: “¿Por qué se opone al retorno de Hong Kong?”;  “Me opongo a que Hong Kong  vuelva a China porque en este país no se respetan los derechos humanos”, respondió el extranjero; “¿Cómo lo sabe usted?”, le preguntó Hussein; “He oído hablar al respecto”, replicó el manifestante; “Lo que ha oído es erróneo”, afirmó Hussein, quien añadió: “Llevo años viviendo en Beijing y sé cuál es la situación. Quisiera preguntarle lo siguiente: ¿Se respetan los derechos humanos en su país? Su gobierno apoya a Israel, país que ha asesinado a innumerables palestinos, ¿cómo puede usted hablar del respeto a los derechos humanos? Si quiere saber cuál es la verdadera situación de los derechos humanos en China, debería visitar este país”, terminó aconsejándole Hussein. Sus enérgicas palabras enmudecieron al manifestante

Hussein es así: un egipcio más chino que los chinos.

Hussein en un mercado de Hongqiao

Cuando visitó Guizhou, la provincia más pobre de China, no quiso ocultar a los lectores la miseria que allí vio y al mismo tiempo elogió la audacia de los guizhouneses en su lucha contra las condiciones naturales tan adversas en las que les ha tocado vivir. En un artículo sobre dicha provincia escribió: “China no es un cielo ni un infierno. Para conocer la sociedad china hay que introducirse en ella; es necesario ver por uno mismo lo que está sucediendo en este país; es imprescindible conocer su trascendental y singular política de reforma y apertura, política de suma importancia para todo el mundo en general y para nosotros, los árabes, en particular”.

Su sentido de la justicia le ha dado el valor necesario para decir la verdad. Cuando la Agencia de Noticias Medio Oriente envió su primer periodista a China, Hussein se mostró muy contento y expresó sus expectativas a diversos medios de comunicaciones árabes diciendo: “Hace poco la BBC habló de la ‘Habitación de muerte’. El vocero del Ministerio Chino de Relaciones Exteriores se pronunció sobre este asunto y sus declaraciones fueron publicadas por algunos medios de comunicación orientales. Pero, ¿qué hicieron algunos medios de comunicación árabes?: seguir publicando las calumnias lanzadas por los occidentales”.

En su reportaje sobre el Tíbet, Hussein escribió: “Algunos medios de comunicación árabes reprochan la actitud de China con respecto al Tíbet; sin embargo, dichos medios no saben nada acerca de los Lamas Bainqen y Dalai, e incluso ignoran la  fecha de la liberación pacífica del Tíbet y la situación actual de esta región”.

Así es Hussein: una persona que se enfurece ante las calumnias de los medios de comuniación occidentales y que desea que su patria conozca la verdadera China.

Hussein fue un reportero prolífico. En sus decenas de artículos sobre China describió la apertura y la reforma, la realidad y los sueños, la riqueza y la pobreza, la cultura y la tradición.

Sus muchos amigos chinos, hombres y mujeres, jóvenes y anciano, sabían que en la revista China Hoy  trabajaba un experto egipcio: Hussein. Los musulmanes chinos le apreciaban más aun si cabe. Su silueta destacaba en el equipo de fútbol de nuestra revista. Durante el camponato de fútbol organizado en el año 2000 por los departamentos de propaganda exterior de Beijing, Hussein tuvo una actuación destacada y se convirtió en toda una estrella. Tres días antes de un partido se torció una pierna y tanto a sus compañeros de equipo como a los aficionados les preocupaba su posible baja. Sin embargo, el día del partido, el publicó comprobó con asombro que Hussein figuraba en la alineación. Cuando sonó el silbato de inicio, Hussein, olvidándose del dolor, comenzó a correr rápidamente de aquí para allá el campo. El público, conmovido, prorrumpió en gritos de aliento: “Hussein, Hussein”.

El equipo de China hoy ganó, pero Hussein terminó retorciéndose de dolor. Cuando la gente se le acercó, Hussein gritó en chino: “¡Hemos ganado, Hemos ganado!”.

Así era Hussein, un hombre que trabajó incansablemente para la revista  China hoy. 

 

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