EN el verano de 1951, Chen Hansheng, subdirector
del comité editorial de la revista mensual China
Reconstruye (actualmente China
hoy), y el señor Zhang Yan, fueron a la estación ferrovaria
de Qianmen (Beijing), para recibir a Israel Epstein y a su esposa.
La pareja, invitada por Soong Ching Ling (1893-1981, esposa
del doctor Sun Yat-Sen), venía de los Estados Unidos para colaborar
en la edición de dicha revista.
En aquel entonces, las relaciones sino-estadounidenses
eran tensas. Sorteando numerosas dificultades y dando un rodeo
por Polonia y otros países, Israel Epstein y su señora llegaron
finalmente a China. Desde entonces, Israel Epstein no ha abandonado
su amada China y se ha convertido en un ciudadano chino que
da a conocer nuestro país al resto del mundo.
Consagración a la revista
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Israel
Epstein concentrado en su trabajo |
Al llegar a Beijing, el matrimonio estadounidense
empezó en seguida a preparar la publicación del primer número
de China Reconstruye.
Las condiciones eran muy duras: los cuatro redactores y
editores que integraban la plantilla no tenían un despacho digno,
por lo que tuvieron que discutir y editar los artículos del
primer número en un parque. Israel Epstein y su esposa trabajaban
día y noche, y todos los meses debían desplazarse hasta Shanghai,
ciudad en la que se imprimía la revista.
Posteriormente, Israel Epstein fue nombrado
redactor jefe. A partir de entonces, consagró su vida a la consolidación
de la personalidad de la revista y a la formación de redactores
capaces de difundir la realidad china en el exterior.
Israel Epstein ha subrayado una y otra vez
la necesidad de tener en cuenta a los lectores: Nuestros
lectores son extranjeros: su sociedad, su historia, sus costumbres
y sus experiencias son diferentes de las nuestras. Debemos considerar
todas las cosas desde el ángulo de los lectores y satisfacer
sus necesidades; hemos de lograr que los lectores comprendan
la información que les transmitimos; los redactores y los reporteros
deben tener en cuenta en todo momento lo que quieren los lectores.
Los artículos no deben redactarse pensando en congraciarse con
el redactor jefe.
A lo largo de décadas de trabajo, Israel Epstein
controló serenamente la orientación de la revista, basada en
una actitud realista, la publicación de información veraz, la
evitación de la escora tanto a la derecha como a la izquierda
y la aceptación simultánea de los éxitos y los fracasos experimentados
por China. Todo ello era el fruto de su formación teórica, de
sus ricos conocimientos históricos sobre China y el resto del
mundo, y de su observación y análisis de los problemas de nuestro
país.
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Israel
Epstein y su esposa llegaron a China en 1951 procedentes
de los EE.UU. para colaborar en la publicación de China
Reconstruye |
Israel Epstein tiene un elevado sentido de
la responsabilidad: rectifica todos los errores y afronta todos
los problemas. No dejó de corregir ninguno de los artículos
que pasaron por sus manos. A los correctores de las galeradas
de la edición inglesa les preocupaba mucho la última revisión
de Israel Epstein, ya que las rectificaciones de última hora
suelen ser muy molestas para los trabajadores de la imprenta.
Sin embargo, todos admiraban lo razonable de sus correcciones.
Israel Epstein, todo un maestro en la tarea
de dar a conocer China en el exterior, ha prestado siempre suma
atención a la formación de redactores dedicados a la divulgación
de China en el resto del mundo y ha hecho partícipes de sus
valiosas experiencias a sus jóvenes colegas. A los periodistas
jóvenes suele decirles: En su trabajo deben usar los ojos,
los oídos y el cerebro. Luego, tienen que combinar lo asimilado
tanto con sus conocimientos históricos como con su comprensión
de las necesidades de los lectores. Los artículos escritos de
esta manera serán atractivos y valiosos.
Divulgando una China real
y confiada
Israel Epstein, que en 1957 obuvo la nacionalidad
china y sigue viviendo en Beijing, ha dicho con profundo sentimiento:
Amo a China y a su pueblo. China es mi hogar. Este amor
ha unido mi trabajo y mi vida con el destino de China.
Tras décadas de estancia en nuestro país,
los horizontes de Israel Epstein han rebasado el marco de la
revista. Su interés se centra ahora en divulgar por el mundo
la imagen real de una China que confia en el exterior. Sin dejar
de perfeccionar su trabajo de divulgación, ha desempeñado el
papel de asesor de alto rango. Por otra parte, participó en
la edición de la versión inglesa de las Obras
escogidas de Mao Zedong, las Obras
escogidas de Deng Xiaioping y otras importantes obras, convirtiéndose
en un respetado especialista y en una autoridad en la materia.
Asimismo, ha hecho excelentes aportaciones a la divulgación
de China en el exterior.
Israel Epstein ha escrito además numerosos
trabajos sobre nuestro país, todos ellos impregnados de su cordial
amor a China y caracterizados por su idiosincrásico punto de
vista.
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En
abril de 1938 Israel Epstein (izquierda)
se trasladó al frente de la guerra contra Japón para hacer
reportajes. En esta foto aparece junto con un director de
cine holandés (derecha) sobre un tanque destruido del ejército japonés |
Su primer trabajo fue un folleto titulado
De la guerra del opio a la liberación.
En él, adoptando un punto de vista histórico y situando a China
en el contexto mundial, observa y analiza nuestro país, y lleva
a cabo una investigación de alto nivel sobre su pasado y su
presente. En cierto pasaje escribe: Todos los seres humanos
están haciendo historia en su propio país. Sin embargo, desde
una perspectiva mundial, todos los seres humanos, inseparablemente
unidos, están forjando la historia común.
Cambios
del Tíbet, su segundo trabajo, es una obra maestra que combina
el estudio de la historia de China y la observación de su actualidad.
Para poder escribir este libro,
entre la década de los 50 y la de los 80 del siglo XX
viajó cuatro veces por el Tíbet, donde se entrevistó con más
de 700 personas. Sus notas llegaron cerca del millón de caracteres
y leyó docenas de libros sobre el Tíbet, estudiando con especial
atención aquéllos que defienden la secesión de esta región.
Tras su publicación, esta obra tuvo un gran impacto en los lectores
extranjeros y actualmente es considerada una obra de referencia
indispensable en la investigación de la problemática tibetana.
En el centenario del nacimiento de Soong Ching
Ling, Israel Epstein publicó Soong Ching Ling, la gran mujer del siglo XX,
obra de 500.000 caracteres en la que
trabajó durante diez años y que obtuvo el Premio Nacional
del Libro, lo que da una idea de sus méritos.
La corrección y la comprobación de los materiales,
así como la visita de personas que tenían información sobre
Soong, obligaron a Israel Epstein a hacer innumerables viajes
al extranjero. El autor dijo: Todas las citas de Soong
son palabras que ella misma dijo o escribió; ninguna es inventada.
Así, la falta de datos fiables explica, por ejemplo, que en
el libro no se diga nada sobre el segundo exilio de Soong en
Alemania ni sobre el papel que desempeñó en el Incidente de
Xi´an. Israel Epstein justificó estas y otras lagunas aduciendo
que prefería omitir tales episodios antes que imaginar o inventar
la historia. En una biografía, estas soluciones de continuidad
son de lamentar; pero, por otra parte, le confieren mayor fidelidad
histórica.
Para describir la hermosura, la elegancia
y la personalidad de Soong, Israel Epstein relata la siguiente
anécdota. En cierta ocasión en que el doctor Ma Haide fue a
visitarla, Song, percatándose de que la corbata de su viejo
amigo estaba ya bastante raída, le dijo: Me parece que
tendré que regalarle una corbata; el doctor le contestó:
Me he puesto ésta porque es la que usted me regaló hace
años; y Soong le respondió sonriendo: Pues tendré
que comprarle una nueva.
En el prólogo, Israel Epstein escribe: Me
he esforzado al máximo para ofrecer a los lectores una Soong
Ching Ling vívida y real.
Esta
biografía de Soong puede considerarse con toda justicia un dechado
de la divulgación de China en el exterior.