Contenido de Julio del 2001
 

Los tres ríos paralelos: Patrimonio mundial natural

LA zona paisajística formada por los tres ríos paralelos de la provincia de Yunnan, cuya inclusión en el Patrimonio Mundial Natural de la UNESCO se halla en fase de tramitación, es todavía una gran desconocida para la mayoría de los chinos. Pero debido justamente al misterio y la belleza que la caracterizan, esta zona atrae a innumerables turistas y aventureros tanto chinos como extranjeros.

Los tres ríos paralelos, el Nujiang, el Lancang y el Jinsha (que corresponde al curso superior del río Yangtsé), nacen en la meseta Qinghai-Tíbet y fluyen uno junto a otro de norte a sur a lo largo de más de 170 kilómetros, sorteando en su curso multitud de montañas y colinas. La distancia que media entre los ríos Jinsha y Lancang es de 66,3 kilómetros, mientras que la que separa los ríos Lancang y Nujiang es de sólo 18,6 kilómetros.

El río Jinsha

Al llegar al cantón de Shigu, el río Jinsha, que discurre de norte a sur, describe un arco de 180 grados; al entrar en la provincia de Sichuan, el Jinsha pasa a llamarse Yangtsé; finalmente, el río desemboca en el Océano Pacífico. En la orilla este del Jinsha se yergue la montaña nevada de Yulong y en su orilla oeste la montaña de Hapa. Entre ambas se abre el llamado Salto del Tigre, un gran cañón de 15 kilómetros que se divide en tres tramos. En el superior, que es el más estrecho, hay una gran roca en medio del río; según se dice, los tigres pueden cruzarlo saltando a esta roca, creencia de la que deriva el nombre del cañón. El tramo medio, con sus aguas torrenciales y sus escollos, es el que despierta mayor admiración. Entre los tramos medio e inferior hay una aldea completamente aislada habitada por unas pocas familias que llevan una vida sencilla.

La falda de la montaña nevada de Hapa es un lugar envuelto por un halo de misterio. En sus blancas terrazas escalonadas tuvo su origen la antigua cultura tunbá de la etnia nasi; en la lengua local "tunbá" hace referencia a una serie de ritos sacrificiales y ceremonias religiosas que siguen ocupando una parte dominante dentro de esta cultura. Sobre el verde fondo de las montañas resaltan las blancas terrazas escalonadas por entre las que desciende el agua de las fuentes, dejando a su paso sedimentos calcáreos que poco a poco esculpen este precioso paisaje. En primavera, cuando toda la montaña florece, una multitud ataviada con trajes tradicionales se congrega en estos parajes para rendir homenaje a la tierra sagrada de la cultura tunbá con sus cantos y bailes.

El río Lancang

El río Lancang atraviesa la zona de Sishuanbanna, donde dibuja bellos paisajes y la nacionalidad tai lo aprovecha para el transporte fluvial. A continuación, y ya con el nombre de Mekong, el río forma parte de la frontera entre Birmania y Laos, y entre Laos y Tailandia; antes de desembocar en el mar de la China Meridional, atraviesa también Camboya y Vietnam. Las aguas torrenciales y profundas de los tres ríos paralelos resultan ideales para la práctica del rafting. La sierra nevada de Baimang, cuya máxima cota alcanza los 5.430 metros de altura, traza una línea divisoria entre el Jinsha y el Lancang. Conocida como el paraíso de las plantas, dicha sierra ha sido declarada reserva natural de nivel nacional.

A orillas del Lancang se alza el monte Meili, que con sus 6,740 metros es la montaña más alta de la región; puesto que todavía nadie ha hollado su cima, se le ha puesto el gélido y mítico sobrenombre de “príncipe de las montañas nevadas”. En los últimos años, varias expediciones de alpinistas han intentado en vano conquistar su cumbre; el 3 de enero de 1991 una gigantesca avalancha sepultó para siempre bajo la nieve a los 17 miembros de una expedición sino-japonesa. Lo más sorprendente es que entre uno de los brazos del río Lancang y el bosque de la montaña nevada subsiste una aldea típicamente tibetana. Aislados del exterior, sus sencillos habitantes parecen vivir en otro mundo y aseguran que la suerte sólo sonríe a quienes han contemplado el rostro de esta montaña sagrada. De hecho, ello no resulta fácil, ya que el “príncipe” parece reacio a mostrarlo; si se disipara el velo de nubes y niebla que lo cubre, seguramente las montañas vecinas huirían anonadadas ante su imponente belleza.

El río Nujiang

En su curso superior, el río Nujiang, que como los otros dos nace en la meseta Qinghai-Tíbet, recibe el sobrenombre de “río de aguas negras”. Tras entrar en Birmania y cruzar este país de norte a sur, desemboca en el Océano Índico. Galopando por entre las abruptas montañas de la provincia Yunnan, el Nujiang forma un cañón de más de 300 kilómetros, el llamado cañón oriental o cañón misterioso. Como si de un caballo salvaje desbocado se tratara, el río corre con gran estruendo y sus aguas cubiertas de espuma avanzan a una velocidad de 6 metros por segundo.

El mayor de los varios meandros que traza el río se encuentra 4 kilómetros al sur del cantón de Bingzhongluo y delimita una pequeña llanura en las que las variadas flores y los verdes pinos componen un paisaje encantador, convirtiéndola en una esmeralda que reluce dentro del cañón.

Las cuerdas deslizadizas y los puentes colgantes tendidos a través del Nujiang no solamente constituyen típicos medios para cruzar el río, sino que son una buena muestra de la sabiduría y la valentía de las etnias locales. Por este puente balanceante, hecho con tablas y cuerdas de bambú atadas a los árboles de una y otra orilla, no puede pasar más de una persona al mismo tiempo. El río también puede cruzarse fácilmente, aunque no sin cierto riesgo, colgándose de una cuerda deslizadiza.

En el cañón del Nujiang la tasa de cobertura forestal es del 70%. Entre sus abundantes recursos naturales destacan varias especies animales y vegetales poco frecuentes, lo que convierte el cañón en un rico banco de genes.

Durante generaciones, esta zona ha sido el hogar de diversas etnias aisladas que mantuvieron sus tótems hasta los años 50 del siglo XX. Entre ellas cabe mencionar la etnia lisu, cuyos miembros llevan siempre consigo un machete y un arco, costumbre que revela tanto su valentía como su laboriosidad. Durante sus fiestas, una de las actividades rituales más asombrosas es la consistente en subir por una escalera de machetes; los hombres ascienden sin herirse hasta lo alto de una escalera cuyos peldaños no son tablas de madera, sino machetes con el filo hacia arriba. Otra actividad ritual típica es danzar descalzo sobre brasas de carbón.

Más al oeste del río Nujiang, en montañas de nieves perpetuas cuyo único paso queda cerrado de noviembre a mayo aislándolas completamente del exterior, vive la nacionalidad dulong, la más antigua de China. Empujados por las duras condiciones del entorno, los dulong han desarrollado un singular modo de vida. Una de sus costumbres más arraigadas es la de tatuarse la cara, costumbre derivada de una antigua creencia. Entre sus festejos destaca el sacrificio de un buey en honor del cielo, ceremonia que testimonia la pervivencia de las tradiciones de los dulong.

Los tres ríos paralelos fluyen por una tierra sagrada ajena a todo tipo de contaminación y dispuesta a acoger a los amigos de todo el mundo, sobre todo a los aventureros.


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