Los
tres ríos paralelos: Patrimonio mundial natural

LA zona paisajística formada por los tres
ríos paralelos de la provincia de Yunnan, cuya inclusión
en el Patrimonio Mundial Natural de la UNESCO se halla en fase de
tramitación, es todavía una gran desconocida para
la mayoría de los chinos. Pero debido justamente al misterio
y la belleza que la caracterizan, esta zona atrae a innumerables
turistas y aventureros tanto chinos como extranjeros.
Los tres ríos paralelos, el Nujiang, el
Lancang y el Jinsha (que corresponde al curso superior del río
Yangtsé), nacen en la meseta Qinghai-Tíbet y fluyen
uno junto a otro de norte a sur a lo largo de más de 170
kilómetros, sorteando en su curso multitud de montañas
y colinas. La distancia que media entre los ríos Jinsha y
Lancang es de 66,3 kilómetros, mientras que la que separa
los ríos Lancang y Nujiang es de sólo 18,6 kilómetros.
El río Jinsha
Al
llegar al cantón de Shigu, el río Jinsha, que discurre
de norte a sur, describe un arco de 180 grados; al entrar en la
provincia de Sichuan, el Jinsha pasa a llamarse Yangtsé;
finalmente, el río desemboca en el Océano Pacífico.
En la orilla este del Jinsha se yergue la montaña nevada
de Yulong y en su orilla oeste la montaña de Hapa. Entre
ambas se abre el llamado Salto del Tigre, un gran cañón
de 15 kilómetros que se divide en tres tramos. En el superior,
que es el más estrecho, hay una gran roca en medio del río;
según se dice, los tigres pueden cruzarlo saltando a esta
roca, creencia de la que deriva el nombre del cañón.
El tramo medio, con sus aguas torrenciales y sus escollos, es el
que despierta mayor admiración. Entre los tramos medio e
inferior hay una aldea completamente aislada habitada por unas pocas
familias que llevan una vida sencilla.
La
falda de la montaña nevada de Hapa es un lugar envuelto por
un halo de misterio. En sus blancas terrazas escalonadas tuvo su
origen la antigua cultura tunbá de la etnia nasi; en la lengua
local "tunbá" hace referencia a una serie de ritos
sacrificiales y ceremonias religiosas que siguen ocupando una parte
dominante dentro de esta cultura. Sobre el verde fondo de las montañas
resaltan las blancas terrazas escalonadas por entre las que desciende
el agua de las fuentes, dejando a su paso sedimentos calcáreos
que poco a poco esculpen este precioso paisaje. En primavera, cuando
toda la montaña florece, una multitud ataviada con trajes
tradicionales se congrega en estos parajes para rendir homenaje
a la tierra sagrada de la cultura tunbá con sus cantos y
bailes.
El río Lancang
El
río Lancang atraviesa la zona de Sishuanbanna, donde dibuja
bellos paisajes y la nacionalidad tai lo aprovecha para el transporte
fluvial. A continuación, y ya con el nombre de Mekong, el
río forma parte de la frontera entre Birmania y Laos, y entre
Laos y Tailandia; antes de desembocar en el mar de la China Meridional,
atraviesa también Camboya y Vietnam. Las aguas torrenciales
y profundas de los tres ríos paralelos resultan ideales para
la práctica del rafting. La sierra nevada de Baimang, cuya
máxima cota alcanza los 5.430 metros de altura, traza una
línea divisoria entre el Jinsha y el Lancang. Conocida como
el paraíso de las plantas, dicha sierra ha sido declarada
reserva natural de nivel nacional.
A
orillas del Lancang se alza el monte Meili, que con sus 6,740 metros
es la montaña más alta de la región; puesto
que todavía nadie ha hollado su cima, se le ha puesto el
gélido y mítico sobrenombre de príncipe
de las montañas nevadas. En los últimos años,
varias expediciones de alpinistas han intentado en vano conquistar
su cumbre; el 3 de enero de 1991 una gigantesca avalancha sepultó
para siempre bajo la nieve a los 17 miembros de una expedición
sino-japonesa. Lo más sorprendente es que entre uno de los
brazos del río Lancang y el bosque de la montaña nevada
subsiste una aldea típicamente tibetana. Aislados del exterior,
sus sencillos habitantes parecen vivir en otro mundo y aseguran
que la suerte sólo sonríe a quienes han contemplado
el rostro de esta montaña sagrada. De hecho, ello no resulta
fácil, ya que el príncipe parece reacio
a mostrarlo; si se disipara el velo de nubes y niebla que lo cubre,
seguramente las montañas vecinas huirían anonadadas
ante su imponente belleza.
El río Nujiang
En
su curso superior, el río Nujiang, que como los otros dos
nace en la meseta Qinghai-Tíbet, recibe el sobrenombre de
río de aguas negras. Tras entrar en Birmania
y cruzar este país de norte a sur, desemboca en el Océano
Índico. Galopando por entre las abruptas montañas
de la provincia Yunnan, el Nujiang forma un cañón
de más de 300 kilómetros, el llamado cañón
oriental o cañón misterioso. Como si de un caballo
salvaje desbocado se tratara, el río corre con gran estruendo
y sus aguas cubiertas de espuma avanzan a una velocidad de 6 metros
por segundo.
El mayor de los varios meandros que traza el río
se encuentra 4 kilómetros al sur del cantón de Bingzhongluo
y delimita una pequeña llanura en las que las variadas flores
y los verdes pinos componen un paisaje encantador, convirtiéndola
en una esmeralda que reluce dentro del cañón.
Las cuerdas deslizadizas y los puentes colgantes
tendidos a través del Nujiang no solamente constituyen típicos
medios para cruzar el río, sino que son una buena muestra
de la sabiduría y la valentía de las etnias locales.
Por este puente balanceante, hecho con tablas y cuerdas de bambú
atadas a los árboles de una y otra orilla, no puede pasar
más de una persona al mismo tiempo. El río también
puede cruzarse fácilmente, aunque no sin cierto riesgo, colgándose
de una cuerda deslizadiza.
En
el cañón del Nujiang la tasa de cobertura forestal
es del 70%. Entre sus abundantes recursos naturales destacan varias
especies animales y vegetales poco frecuentes, lo que convierte
el cañón en un rico banco de genes.
Durante generaciones, esta zona ha sido el hogar
de diversas etnias aisladas que mantuvieron sus tótems hasta
los años 50 del siglo XX. Entre ellas cabe mencionar la etnia
lisu, cuyos miembros llevan siempre consigo un machete y un arco,
costumbre que revela tanto su valentía como su laboriosidad.
Durante sus fiestas, una de las actividades rituales más
asombrosas es la consistente en subir por una escalera de machetes;
los hombres ascienden sin herirse hasta lo alto de una escalera
cuyos peldaños no son tablas de madera, sino machetes con
el filo hacia arriba. Otra actividad ritual típica es danzar
descalzo sobre brasas de carbón.
Más
al oeste del río Nujiang, en montañas de nieves perpetuas
cuyo único paso queda cerrado de noviembre a mayo aislándolas
completamente del exterior, vive la nacionalidad dulong, la más
antigua de China. Empujados por las duras condiciones del entorno,
los dulong han desarrollado un singular modo de vida. Una de sus
costumbres más arraigadas es la de tatuarse la cara, costumbre
derivada de una antigua creencia. Entre sus festejos destaca el
sacrificio de un buey en honor del cielo, ceremonia que testimonia
la pervivencia de las tradiciones de los dulong.
Los tres ríos paralelos fluyen por una
tierra sagrada ajena a todo tipo de contaminación y dispuesta
a acoger a los amigos de todo el mundo, sobre todo a los aventureros.
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