¿En efectivo o con tarjeta?
Por nuestra reportera JIAO FENG
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Un anuncio de
tarjetas de crédito en un autobús en la calle
de Nanjing. La cantidad de tarjetas de crédito emitidas
en 2009 ha alcanzado la cifra récord de 140 millones. |
Tarjeta de crédito
VISA del Banco de Comunicaciones, con la imagen de Liu Xiang. |
TRAS la explosión de la actual crisis financiera internacional,
al tiempo que tanto los bancos como los consumidores de Occidente
se preocupan por las elevadas facturas de sus tarjetas, los bancos
chinos se afanan en lanzar medidas para captar nuevos usuarios.
La cantidad de tarjetas de crédito emitidas este año
en el país ha alcanzado ya la cifra récord de 140
millones, que comparada con la población total de 1.300
millones y 700 millones de usuarios de telefonía móvil,
confirma el gran margen existente aún para el desarrollo
del sector.
Progreso del empleo de las tarjetas
Cada mes, además de las cuentas, Wu Xiaolei recibe anuncios
emitidos por los bancos sobre sus ofertas exclusivas, como la
de agosto reciente, en la que se le ofrecía el canje por
dinero en efectivo de los puntos acumulados en su tarjeta por
las compras que realice hasta el final del año en determinados
centros comerciales participantes en dicha promoción.
Hace dos años, al enterarse de que si solicitaba una tarjeta
de crédito y el consumo con ella en el primer mes después
de su emisión alcanzaba los 2.000 yuanes, podría
recibir una bicicleta plegable gratis, pidió la tarjeta,
aunque para entonces ya tenía otras dos tarjetas de crédito
en su cartera.
A fines de los años 80 del siglo pasado, comenzaron a
emitirse y usarse en China las tarjetas de débito. En
aquella época, la gente no las conocían mucho y
en la mayoría de los centros comerciales no se aceptaba
esta forma de pago, como tampoco se habían instalado suficientes
cajeros automáticos o máquinas ATM en el país.
La única diferencia entre las tarjetas de crédito
y las normales es que con las primeras se puede sacar dinero fuera
de la ciudad de residencia de su propietario, destacó
Wu, quien trabaja en la Administración General de Supervisión
de la Calidad, Inspección y Cuarentena de la República
Popular China y viaja frecuentemente. Ella adquirió su
primera tarjeta de crédito en 1993, la Gran Muralla, emitida
por el Banco de China. Deposité dinero en Beijing
y lo saqué cuando llegué a otras provincias, de
modo que yo no tomaba el riesgo de llevar efectivo encima. Eso
me hace sentir muy segura.
El Banco de China fue el primero del país que expidió
tarjetas de débito a los ciudadanos. Al principio, dada
la baja popularización de las computadoras y que entre
los bancos no existía comunicación a través
de redes, no se podía ni depositar ni sacar dinero en oficinas
de otras regiones. La aparición del llamado dinero plástico
resolvió este problema. Las tarjetas de débito
Gran Muralla no eran iguales a las actuales. Primero el usuario
tenía que poner dinero y consumir después. Aunque
se permitía una pequeña cantidad de sobregiro, el
interés era considerablemente alto y la gente no gozaba
del periodo de exención de intereses. Cuando luego los
bancos lanzaron la tarjeta de débito, no usé más
la tarjeta Gran Muralla, explicó Wu.
Diez años después obtuvo una verdadera tarjeta
de crédito, con la que puede consumir primero y pagar la
factura al banco con posterioridad. El nuevo punto de partida
para este sector en el país lo marcó el 2003, reconocido
como el primer año de las tarjetas de crédito
en China. La emisión de tarjetas llegó en ese ejercicio
hasta los cinco millones de unidades, sobrepasando el total anual
de los años anteriores. Posteriormente, el número
ha venido duplicándose, hasta alcanzar los 140 millones
en lo que va de 2009.
Todavía muchos no las tienen
Xiao Chen proviene del campo de Sichuan y lleva cinco años
trabajando en Beijing. Hasta hoy no conoce para qué sirven
las tarjetas de crédito o débito. En nuestra
aldea sólo hay uniones de crédito y para encontrar
un banco tenemos que hacer un viaje de más de una hora
en autobús. Además, en los contados centros comerciales
de nuestro poblado sólo se acepta el efectivo, por lo que
no nos sirven de mucho. Su marido trabaja en una fábrica
de muebles en Beijing y su hijo, al cuidado de sus abuelos, estudia
en la escuela de su pueblo natal. Ahorramos dinero y lo
mandamos a casa y mis padres lo sacan del banco cuando lo necesitan.
Debido a la pequeña cantidad de transacciones y cobro
de trámites, la mayoría de los comercios no instalan
POS. Además, los bancos en las ciudades rechazan emitir
tarjetas de crédito a favor de trabajadores campesinos
como Xiao Chen y su esposo, pese a que la población rural
representa tres cuartas partes del total del país, hecho
que frena un poco el desarrollo de este sistema.
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La facilidad de pagar con
tarjetas es elegida cada día por un mayor número
de jóvenes. |
También existe un segmento de los habitantes de las ciudades
que no usa tales tarjetas. Zhou, el esposo de Wu Xiaolei, es un
funcionario. Pocas veces voy a los centros comerciales,
de ahí que no tenga muchas oportunidades para usar la tarjeta
de crédito. Para mí, pagar con ella es un poco molesto,
pues después tengo que ir al banco a devolver el crédito.
Prefiero consumir con efectivo.
En China, para los nacidos antes de la década del 70,
el esquema ideal de las familias tradicionales chinas es aquel
en el que los hombres se encargan de los asuntos fuera del
hogar, mientras las mujeres llevan el control interno de la casa.
Es decir, los esposos ganan dinero, y las mujeres se ocupan de
administrar el egreso. Normalmente los hombres entregan la mayor
parte de su salario mensual a sus esposas, razón por la
cual los bancos promueven las tarjetas de crédito de uso
especial entre las féminas, como Ms. BOC Titanium, del
Banco de China, Ruili, de China Merchants Bank, etc. Además
de las funciones de las tarjetas normales, los bancos añaden
servicios de consultas de salud para la población femenina
u ofertas de descuento. A los comerciantes les ha costado mucho
tiempo diseñar estas tarjetas para las mujeres, incluso
algunas tienen un perfume agradable.
Muchas de las personas que no usan o usan poco las tarjetas de
crédito son educados desde niños en el concepto
tradicional de quien no piensa en el futuro, tendrá
contratiempos inmediatos. Consecuentes con esa máxima
mantienen la costumbre de ahorrar el dinero según sus necesidades
y hacer depósitos para el futuro, por si acaso tuviesen
que enfrentar dificultades inesperadas, además de garantizar
un fondo a sus hijos y nietos. Por otro lado, China no cuenta
en la actualidad con un sistema perfecto de seguridad social básica.
O sea, sus ciudadanos tienen que destinar más dinero a
mantener a sus hijos y padres, así como para su propia
vejez tras la jubilación. Mientras, la tarjeta de crédito,
sistema con el que la gente consume sin tener en cuenta su verdadera
situación económica, es rechazada por mucha gente.
Por eso, el país mantiene una alta tasa de depósito.
Muy pocos ancianos usan las tarjetas de crédito, pues
no quieren recibir cosas modernas. Además, si pagan con
efectivo, saben exactamente cuánto han gastado; y no quieren
hacerlo tampoco con la tarjeta porque les resulta difícil
también recordar la contraseña.
Generación moderna: fuerza principal del consumo con
tarjetas
A los jóvenes les resulta fácil asimilar los nuevos
conceptos y formas de consumo. No piensan mucho en la presión
de la vida y la familia. Prefieren administrar sus ingresos según
el modo occidental, o sea, con la tarjeta de crédito o
pago a plazos, independientemente de su capacidad adquisitiva.
Un usuario de Internet identificado como Weikle,
publicó un mensaje contando su experiencia: Al principio
comercializaba las acciones utilizando el crédito de su
tarjeta de crédito. Pero la crisis económica de
2008 me ocasionó grandes pérdidas. Mi ingreso mensual
era inferior a 500 dólares y tenía que cubrir con
ellos los alimentos, el alquiler del piso, transporte y otros
gastos. Por fin solicité otra tarjeta de crédito
para pagar las deudas. De esta forma adquirí en total ocho
tarjetas consecutivamente y así pasó un año
entero. Finalmente, los impagos acumulados con el banco, ascendentes
a 7.600 dólares, tuvieron que ser saldados por mis padres.
Otro cibernauta con el pseudónimo de Dongdong
expresó: ¿Por qué uso tarjeta de crédito?
Porque no tengo dinero. Ahora debo a mis cuatro bancos 1.500,
500, 150 y 200 dólares respectivamente. Todos los días
los bancos me apresuran para que pague y hasta llaman a mis padres.
Sin embargo, estos no son ejemplos exclusivos de los jóvenes
chinos. La facilidad de pagar con tarjeta es elegida cada día
por un número mayor de jóvenes, que en muchos casos
consumen por impulso y carecen de una base económica estable.
Algunos medios chinos fustigan esta actitud y advierten a las
nuevas generaciones que no tienen que usar demasiado el sobregiro
y las recetas occidentales de este tipo no son aconsejables.
La preocupación es fundada. Conforme a los datos publicados
por el Gobierno de Estados Unidos, hasta el momento, la deuda
acumulada en las tarjetas de crédito en ese país
alcanza casi un billón de dólares y la tasa de aplazamiento
de pagos llegó al 7 por ciento en la primera mitad de 2009,
el nivel más alto en los últimos 20 años.
El pasado mes de mayo, la administración de Barack Obama
también encargó al Congreso aprobar una ley sobre
el uso de las tarjetas de crédito y puso en marcha la mayor
reforma del sector, a fin de prevenir la influencia de la crisis
en las tarjetas de crédito.
La reordenación del sector en EE.UU., sin duda, es un
buen ejemplo para los administradores de las finanzas de China.
En el pasado mes de julio, la Comisión Reguladora de la
Banca de nuestro país sacó a la luz un documento
en el que exige a los bancos que fortalezcan la administración
de las tarjetas de crédito, incluido el estricto examen
de los datos personales de los solicitantes y la elaboración
de una cuota razonable de confianza, con el propósito de
disminuir el riesgo. Actualmente, los bancos han empezado a controlar
la cantidad de emisión y prestar atención a la calidad
de los clientes, mientras otros han anulado las entregas a los
estudiantes universitarios que no tienen trabajo.
Los expertos consideran que el sector en China ha
recorrido todavía un camino breve en su desarrollo y atraviesa
en estos momentos la fase de promoción y mejoramiento.
Evidentemente, las tarjetas de crédito desempeñan
la gran función en empujar la demanda interna, sobre todo
en la etapa actual, en la que nuestro país está
transformándose de una sociedad de tipo orientado a la
elaboración a la de tipo de consumo, en la que las tarjetas
deben jugar un papel más útil.
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