Estrategia de desarrollo de las energías
renovables
Entrevista a Ren Dongming, subdirector del Centro para el Fomento
de las Energías Renovables del Instituto de Investigación
de la Energía, adscrito a la Comisión Nacional de
Desarrollo y Reforma.
Por ZHANG XUEYING
EN el Plan a Medio y Largo Plazo para el Fomento de las Energías
Renovables formulado en 2007, China se marcó como objetivo
aumentar el porcentaje del consumo de energías renovables
hasta el 10% de su consumo energético total en 2010, debiendo
alcanzar el 15% en 2020, un 4% del cual provendría de la
energía eólica, la energía solar, la energía
procedente de la biomasa u otras energías renovables.
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Construcción de la
Central Nuclear de Fangjiashan, un proyecto de expansión
de la Planta Nuclear de Qinshan. |
En 2008, solamente la energía hidroeléctrica supuso
ya el 16% del consumo energético nacional, en contraste
con un minúsculo 1% procedente de nuevas fuentes energéticas.
Así, doce años antes de que concluya el plan, la
energía hidroeléctrica por sí misma sobrepasa
el objetivo marcado para todo el resto de las energías
renovables. ¿Qué consecuencias se derivan de ello
para el desarrollo del sector de las energías renovables
o verdes en China? ¿Y cuáles son sus perspectivas?
Buscando una respuesta a estas interrogantes, China hoy entrevistó
a Ren Dongming, subdirector del Centro para el Fomento de las
Energías Renovables del Instituto de Investigación
de la Energía, adscrito a la Comisión Nacional de
Desarrollo y Reforma.
P. El desarrollo actual de las energías renovables
en China no parece corresponderse con las proyecciones realizadas
en el Plan Energético de 2007. ¿Qué opinión
le merecen estas disparidades?
R. En China incluimos en la categoría de energías
renovables a la energía solar, la hidráulica, la
eólica, la geotérmica y las procedentes de la biomasa
y de las mareas oceánicas. Actualmente, la mayor parte
de la energía eléctrica de China se satisface a
través del carbón y la energía hidráulica.
En el Plan de 2007, China preveía que un 15% de su consumo
energético fuera cubierto por energías renovables
en el año 2020. Estas se desglosaban a su vez en: energía
eólica, de la que se obtendrían 30 millones de kw;
30 millones de kw más procederían de la energía
generada por la biomasa y, finalmente, 1,8 millones de kw se conseguirían
a través de la energía solar fotovoltaica.
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El uso comercial de la energía
eólica en China ha aumentado exponencialmente desde
2006. |
Se trataba de unas previsiones muy prudentes. Observe, por ejemplo,
el sector hidroeléctrico, ya plenamente desarrollado y
rico en recursos. China construyó su primera planta hidráulica
en 1914, en Yunnan, y actualmente dispone de más de 230
plantas grandes y medianas que producen energía hidráulica
a un coste menor que la generada por el carbón. En áreas
con los recursos hídricos suficientes e instalaciones adecuadas,
la diferencia de coste puede llegar a los 0,1 yuanes por kw/hora
(el coste de la energía eléctrica obtenida del carbón
es de 0,39 yuanes por kw/hora de media). Hoy, la energía
hidroeléctrica supone alrededor de una sexta parte del
suministro eléctrico total en China.
Mientras que en Canadá la energía hidráulica
se ha convertido en la principal fuente de suministro eléctrico,
en China los grandes proyectos hidroeléctricos se enredan,
cada vez más, en disputas medioambientales. Muchos ecologistas
sostienen que las presas interrumpen el flujo de los ríos
y por tanto destruyen su biodiversidad. Como las auténticas
consecuencias medioambientales de este tipo de construcciones
no se revelan inmediatamente, es difícil para cualquiera
de las partes aportar argumentos sólidos que apoyen su
discurso, quedando el debate abierto. Por ello, el Gobierno se
muestra cada vez más cauto respecto al desarrollo de la
energía hidráulica. El Ministerio de Protección
Ambiental ha intensificado la evaluación rigurosa de cualquier
proyecto hidroeléctrico previamente a su aprobación,
lo que ha resultado en una disminución del número
de obras iniciadas en los últimos años. Por otro
lado, debemos tener en cuenta la dimensión social de estos
proyectos, ya que la construcción de una nueva presa requiere
del traslado de los habitantes del área, lo cual es un
asunto muy delicado. Las reservas que mantienen las autoridades
chinas en cuanto a los planes de fomento de la energía
hidráulica indican la falta de una estrategia clara para
el desarrollo del sector.
P. La baja participación de las nuevas fuentes de energía
en la estructura de la energía eléctrica de China,
¿es una síntoma de dificultades en la generación
de electricidad a partir de dichas fuentes?
R. En 2008 la capacidad de producción de baterías
fotovoltaicas solares en China creció hasta llegar al 30%
del total mundial, superando por primera vez a Alemania en el
primer puesto. Y durante dos años seguidos, en 2007 y 2008,
las baterías fotovoltaicas fabricadas en China se han hecho
con la mayor cuota del mercado a nivel global, si bien el 98%
de las unidades producidas se destinaron a la exportación.
Entre las aplicaciones de las tecnologías solares, la
más habitual es su uso para el calentamiento de agua, con
una producción anual de 15 millones de metros cúbicos
que, sin embargo, se generan a través de paneles que miden
más de 200 millones de metros cuadrados. Pero la producción
de energía solar fotovoltaica es más compleja. Las
tecnologías básicas para la fabricación de
materiales de polisilicona, que son los componentes esenciales
de los equipos fotovoltaicos, todavía están en manos
de compañías foráneas, especialmente alemanas
y japonesas. Los fabricantes chinos se sitúan en el extremo
bajo de la cadena de producción, limitándose a poco
más que el procesado. Sin avances tecnológicos en
este campo, China se enfrenta a unos costes exorbitantes para
la producción de energía fotovoltaica, lo que se
traduce en unos precios más altos para los consumidores:
3 ó 4 yuanes por kw/hora, es decir, diez veces más
que los de la energía que se obtiene del carbón.
La energía solar fotovoltaica se empleó por primera
vez en China en los años 70 del siglo pasado, en satélites.
Durante las décadas siguientes, el país se mantuvo
por detrás del resto del mundo, tanto en tecnología
como en producción. No ha sido sino en los últimos
cinco años cuando se han logrado grandes progresos en este
sector, espoleados por el aumento de la demanda global y el deseo
creciente de las energías renovables a nivel doméstico.
Pero el retraso tecnológico de China respecto a algunos
de sus homólogos internacionales continúa siendo
grande. Globalmente, la industria de la energía solar todavía
se enfrenta a obstáculos que van desde los elevados costes,
como resultado de las dificultades técnicas, hasta una
baja eficiencia y unos suministros inestables. Son problemas que
urgen ser resueltos para el desarrollo futuro del sector.
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La represa Lijiaxia del Río
Amarillo, en la provincia de Qinghai, adscrita a la estación
hidroeléctrica de dos hileras de unidad de mayor proporción
del mundo. |
En contraste, el uso comercial de la energía eólica
se ha extendido ampliamente en China, aumentando exponencialmente
desde 2006. Los avances tecnológicos y la escala creciente
de aplicaciones han hecho posible que sus costes se estén
reduciendo. Actualmente, los precios para la electricidad generada
por turbinas rondan los 0,7 yuanes, apenas el doble que los de
la producida con carbón. Según las tasas de crecimiento
actuales, la capacidad generadora de energía eólica
del país sobrepasará por mucho los 30 millones de
kw previstos para 2020.
Sin embargo, la energía eólica presenta el problema
de su baja eficiencia en comparación con la energía
hidráulica, la nuclear o la que se obtiene del carbón.
Su densidad y existencias dependen del clima y las estaciones
del año, lo que provoca riesgos de seguridad en la red
eléctrica. El Estado ha estipulado que las redes eléctricas
deben ser capaces de admitir toda la electricidad que generen
las energías renovables, pero por el momento, debido a
limitaciones técnicas, se trata de un objetivo inalcanzable.
El hecho de que la mayoría de instalaciones eólicas
se hallen en áreas poco pobladas, como desiertos y pastizales,
constituye un inconveniente adicional, ya que son zonas muy alejadas
de los puntos de conexión a la red eléctrica.
P. La energía nuclear es otro tipo de energía
renovable muy controvertida. Hace unos años, el sector
se mantuvo estancado en China. ¿Por qué resurge
de repente en el Plan de 2007?
R. China adoptó muy tempranamente la energía
nuclear, iniciando sus planes de construcción de centrales
nucleares ya en los años 70 del siglo pasado. En la actualidad
disponemos de tres plantas: Qinshan, en la provincia de Zhejiang;
Dayawan, en Guangdong y Tianwan, en Jiangsu. El año pasado
marcó un nuevo hito, ya que se aprobó y lanzó
el mayor número de proyectos para la construcción
de generadores nucleares en China. Se trata de cuatro nuevos proyectos
que abarcan catorce unidades capaces de generar 1 millón
de kw cada una y que elevarán a ocho el número total
de proyectos nucleares aprobados en China.
La energía nuclear supone hoy en día un mero 2%
del suministro eléctrico en China y, sin embargo, ofrece
unos precios tremendamente competitivos, de entre 0,393 a 0,46
yuanes, casi a la par con los de la energía procedente
del carbón e incluso menores en las regiones con centrales
nucleares, como Zhejiang o Guangdong. La producción de
energía nuclear tiene la ventaja de una alta eficiencia
y estabilidad, pero requiere de una mayor inversión inicial,
casi el doble o incluso tres veces la de las plantas de combustión
de carbón; debe cumplir, además, con una serie de
requisitos muy estrictos respecto a su ubicación, en cuanto
a la población que habita en sus proximidades, desarrollo
agrícola e industrial de la región, e instalaciones
para el transporte y eliminación de los residuos tóxicos.
Normalmente, determinar el emplazamiento adecuado y completar
un estudio de viabilidad toma unos cinco años. Otro inconveniente
importante es la escasez de uranio. China debe importar más
del 50% del uranio que requiere para cubrir sus necesidades.
P. ¿Qué medidas se pueden tomar para sortear
los obstáculos que dificultan el desarrollo de las energías
renovables en China?
R. El Gobierno está ofreciendo subsidios a los
productores de energía verde para estimular la innovación
técnica en este campo, lo que es vital para que se reduzcan
los costes. En Holanda se anima a los usuarios a fijar una cuota
voluntaria de consumo eléctrico procedente de energías
verdes. En Shanghai se ha llevado a cabo un experimento similar,
pero ha recibido hasta ahora una tibia respuesta por parte de
los ciudadanos. La cultura de la energía verde está
aún por desarrollar entre el pueblo chino.
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Taller de producción
de baterías fotovoltaicas de la Compañía
de Ciencia y Tecnología de Energía Solar Zhengtai
(Astronergy), de Hangzhou. |
El primer ministro, Wen Jiabao, advirtió en diversas ocasiones
durante el pasado mes de septiembre del exceso de producción
en el sector fotovoltaico. El macro control de las industrias
por parte del Gobierno está plenamente justificado, pero
creo que también es bueno que se aliente el entusiasmo
por el desarrollo de las energías renovables entre nuestros
ciudadanos. El afán por la obtención de beneficios
es normal en cualquier industria incipiente, pero también
es cierto que la competencia puede impulsar los avances tecnológicos
y, al mismo tiempo, servir de filtro para las empresas más
débiles.
El macro control gubernamental sobre el sector energético
debería concentrarse en la distribución del sector
energético. Algunos expertos sostienen que debería
existir una gradación en los precios de la electricidad
en función de las diferentes regiones. La distribución
de los recursos energéticos en China no es equilibrada
debido a sus distintas condiciones geográficas. Por ejemplo,
la energía eólica es la dominante en las regiones
del norte, y en las regiones costeras del este. Una diferenciación
en los precios puede simplificar la planificación y administración
de la industria energética entre diversas regiones, evitando
los excesos de producción. Se requiere una enorme inversión
para el fomento de las energías renovables, por lo que
un exceso de capacidad productiva resulta un despilfarro.
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