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En primer lugar, ganan posiciones los países emergentes, con un mercado de gran potencial, y aumenta la cooperación entre ellos. Bajo el fondo de la enorme reforma y reajuste en que todo el mundo se encuentra inmerso, los países emergentes adquieren un poder nacional más fuerte y una creciente influencia internacional. La actual crisis financiera corrobora en mayor grado que la contribución de los países desarrollados al incremento de la economía internacional ha bajado y el Grupo de los 8 no es capaz de dominar los asuntos internacionales como antes, por lo que resulta inevitable el establecimiento de un sistema de diálogo y coordinación con la participación de los países emergentes con un mercado de un gran potencial. Debido a las transformaciones mencionadas, Latinoamérica lanzó una enérgica llamada para tomar parte en la decisión de los asuntos mundiales. En la reunión del Club de Madrid, celebrada el 13 del julio pasado en Chile, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, señaló: Está construyéndose una nueva geometría política en la que nadie puede actuar por su cuenta. El futuro no sólo será compartido, sino negociado. Es necesario que nuestra región se siente a la mesa de negociaciones. Estos nuevos cambios del escenario mundial contribuyeron objetivamente a la elevación de la posición estratégica de la cooperación Sur-Sur, incluida la de China y América Latina, la ampliación de los intereses comunes de nuestro país y la región en la cooperación bilateral o multilateral, al tiempo que ambas partes exigen explotar más el ámbito actual y renovar las fuentes y modos de cooperación. En segundo lugar, ha aumentado la importancia de los países latinoamericanos en calidad de socios cooperativos de China. Con la entrada en el nuevo siglo, va creciendo el comercio entre ambas partes y se aprecia una tendencia optimista en la explotación de las empresas chinas en el mercado latinoamericano. La presente crisis financiera demuestra también que al mismo tiempo que aumenta la demanda interna, China necesita promover en mayor grado la pluralidad del destino de sus exportaciones. Con 550 millones de habitantes y un PIB mayor a los 3 billones de dólares estadounidenses, Latinoamérica constituye sin dudas una alternativa importante para las ventas al exterior de nuestro país. Como tercer lugar, los países latinoamericanos consideran el despegue de China como una importante oportunidad de su desarrollo. En 2007, cuando el comercio chino-latinoamericano superó los 100.000 millones de dólares, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de la ONU publicó un informe sobre la cooperación económica y comercial de la región con China. La secretaria ejecutiva de la organización, Alicia Bárcena, señaló en el prólogo del documento que los altos niveles de crecimiento previstos para China lo convertirán en el polo más importante de la economía global en los próximos años y crearán un mercado de enorme potencial para las exportaciones de América Latina y el Caribe. No obstante, hasta hace poco tiempo, este mercado no había sido muy explotado, con la excepción de algunos productos básicos de América del Sur. Por este motivo la CEPAL propuso de manera explícita que a la vez que continuaran ampliando la exportación de productos básicos hacia nuestro país, los países latinoamericanos aumenten con mayor esfuerzo la inversión en la manufactura y cooperación tecnológica, promoviendo que el marco comercial China-América Latina se extienda del comercio interindustrial al intraindustrial.
De 2004 a 2006, las exportaciones destinadas a Asia representaron el 8,3% del volumen total de las ventas de Latinoamérica, y las Chile ya ocupan un 31,2 por ciento del total nacional, mientras la importación proveniente de Asia representa un 19,4 por ciento del total latinoamericano, y la de México llegó a un 22,6 por ciento. China se ha convertido en el tercer socio comercial más importante de América Latina en el mundo y el primero en Asia. Japón y la República de Corea han desempeñado el papel de importantes inversores en la región, así como la India y China evidencian una tendencia de subida rápida. Desde el estallido de la crisis financiera global, China adoptó medidas enérgicas y logró un efecto satisfactorio, y la colaboración entre ambos lados avanzó sin cesar, todo lo cual reforzó la confianza de los países latinoamericanos para ampliar la cooperación con China. Sin embargo, hace falta ser conscientes de que la magnitud del comercio de América Latina con Asia queda muy atrás en comparación con el intercambio que mantiene con los países europeos y EE.UU. La competencia entre estos y los asiáticos en Latinoamérica no es precisamente un juego de suma cero. Esforzarse por construir una relación de asociación de cooperación integral El 5 de noviembre de 2008, el Gobierno chino publicó por primera vez el Documento sobre la Política de China hacia América Latina y el Caribe y el 20 del propio mes, en su gira estatal por América Latina, el presidente chino, Hu Jintao, pronunció ante el Congreso de Perú, el discurso titulado Hacia la Edificación Conjunta de la Asociación de Cooperación Integral China-América Latina y el Caribe en la Nueva Etapa, en el cual señaló que su país siempre otorga importancia al desarrollo de su cooperación amistosa con América Latina y el Caribe, desde una altura estratégica, y se dedica a edificar una relación de socios de cooperación integral con las naciones latinoamericanas y caribeñas, sobre la base de la igualdad, el beneficio recíproco y el desarrollo común. Esta es la política guía que orienta el desarrollo de las relaciones bilaterales en la nueva etapa. El estallido de la crisis financiera global en 2008 azotó considerablemente a Latinoamérica, que sufrió una seria reducción del comercio internacional y la inversión exterior, una brusca disminución de remesas familiares y un colapso del turismo, entre otros contratiempos. Según el pronóstico más reciente de la CEPAL, en 2009 la economía regional tendrá un decrecimiento del 1,9 por ciento. Superar cuanto antes la influencia de la crisis y lograr la recuperación económica se han convertido en la mayor preocupación de los países latinoamericanos. Bajo tal situación, reforzar la cooperación chino-latinoamericana y vencer conjuntamente las dificultades actuales tienen un significado especialmente importante para ambas partes. En el Documento sobre la Política de China hacia América Latina y el Caribe, Beijing planteó la cooperación en más de 30 terrenos concretos. Se puede prever que la cooperación chino-latinoamericana en los terrenos no tradicionales como la seguridad alimentaria y energética, el cambio climático, la protección ambiental, la seguridad financiera y social, etc. cobrará una posición cada vez más importante. Con la elevación continua del nivel de desarrollo de ambas partes, la magnitud de la colaboración irá ampliándose también en mayor grado. Poniedo al desarrollo común como tema, la máxima prioridad para las relaciones de socios en la cooperación integral es impulsar enérgicamente la colaboración comercial y económica bilateral. Hasta el presente la ventaja comparativa de ambas partes sienta las bases del marco comercial ya existente, es decir, la parte china exporta productos industriales acabados, y Latinoamérica productos básicos. Desde un ángulo a largo plazo, aunque esta estructura complementaria mutua seguirá siendo fundamental en el desarrollo del comercio chino-latinoamericano, se requiere ampliarla y optimizarla gradualmente. Los países latinoamericanos no pueden limitarse a exportar a largo plazo productos de recurso, sino que deben promover el desarrollo de la industria de la manufactura y la exportación de sus productos, lo que favorecerá el avance del comercio en el futuro y también es lo que China desea ver, porque por una parte, la multiplicación de la exportación de América Latina hacia China beneficia el mejoramiento de la estructura comercial, la ampliación de la magnitud y el equilibrio de la balanza comercial, por la otra, la cooperación de las empresas manufactureras de ambos lados conducirá a la inversión mutua y la colaboración tecnológica. Y por último, a través de la cooperación en el sector manufacturero, se puede incrementar el carácter complementario y disminuir la competencia, así como promover la participación de un mayor número de empresas en el comercio bilateral, especialmente las medias y pequeñas. Aumentar la inversión recíproca constituye un paso clave en la actual situación de la cooperación comercial chino-latinoamericana. La aspiración de ambas partes de ampliar la colaboración en la industria manufacturera se va a concretar a través de las inversiones. Cuando los países latinoamericanos se impacientan por superar el cuello de botella causado por su infraestructura atrasada, tal vez sea una alternativa factible introducir el capital chino. Aparte de lo arriba mencionado, en vista de la gran distancia geográfica entre ambas partes y la marcada diferencia cultural, el importante papel que desempeña el intercambio cultural y humano en el desarrollo de las relaciones bilaterales no puede ser despreciado. Hay que reforzar la cooperación en la educación, el intercambio científico y la civilización, así como los contactos de los grupos y organizaciones no gubernamentales, con el fin de conseguir un mayor beneficio de intercambio con el empleo de relativamente pocos recursos. Al mismo tiempo, hace falta poner más en juego la función de las fuentes comerciales, como los viajes turísticos, espectáculos culturales, exposiciones de arte, competencias deportivas, etc. China, por su lado, debe dedicar una alta atención a absorber los éxitos de la excelente civilización latinoamericana. El intercambio cultural tiene que ser recíproco; por un lado darse a conocer a sí mismo y por el otro aprender de la parte contraria. Es complementaria la absorción de logros de otras civilizaciones y el incremento de la influencia de la civilización china. En los últimos 30 años, nuestro país ha conseguido algún éxito en la introducción y traducción de las excelentes obras científicas y literarias latinoamericanas, pero en general no ha dado la atención merecida a los frutos de las civilizaciones de los países en desarrollo, incluidos los latinoamericanos, y no ha cubierto la demanda enérgica del público chino por conocer el mundo exterior. Las relaciones chino-latinoamericanas han de experimentar un mayor desarrollo en el futuro, pero sólo por medio del esfuerzo común se podrán impulsar hacia una perspectiva aún más brillante.
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