Salto a un nuevo período de la cooperación
Por SONG XIA y FAN MINGDI*
*Song
Xia es investigadora del Instituto de Estudios de América
Latina, subordinado a la Academia de Ciencias Sociales de China,
y Fang Mingdi fue consejero de Ciencia y Tecnología y consejero
de Prensa de la embajada de China en Brasil.
Medio siglo ha transcurrido desde que se firmara el primer acuerdo
de cooperación económica y tecnológica entre
China y Cuba, en noviembre de 1960, lapso en el que las altas
tecnologías y la historia mundial han experimentado progresos
y cambios significativos. Mientras, la cooperación chino
latinoamericana en la ciencia y las tecnologías ha pasado
de un programa unitario para la ejecución de proyectos
sencillos a los programas completos, y del terreno limitado a
las diversas y amplias esferas. Ahora los contactos científicos
y tecnológicos desempeñan un papel cada vez más
importante en el campo diplomático, y muestra de ello es
que hasta el presente China ha establecido relaciones de cooperación
e intercambio en ambos campos con 21 de los 33 países latinoamericanos.
Período inicial
Desde 1960 hasta la década del 70 del siglo pasado, las
relaciones de China con América Latina en las esferas de
la ciencia y la tecnología se limitaban a Cuba, y su contenido
era monótono, abarcando la petroquímica, la fundición
del níquel, el azúcar y el tabaco, además
del área técnico-militar, pero el nivel fue bajo
y esta etapa duró solo cuatro o cinco años y se
limitó a la cooperación intergubernamental.
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Conferencia de prensa del
XIII Congreso de la Federación Internacional de Estudios
sobre América Latina y el Caribe, celebreada en 2007. |
A mediados de los años 70 y hasta los 80, arrancó
realmente la cooperación chino-latinoamericana. Con el
deshielo de las relaciones entre China y Estados Unidos, la recuperación
del puesto de nuestro país en la ONU y la promoción
de la diplomacia diversificada que apreciaban los países
en vías de desarrollo, naciones latinoamericanas como México,
Chile y Brasil establecieron vínculos diplomáticos
con China. Sin embargo, el modo de colaboración se limitaba
en un principio a los actos gubernamentales, como las visitas
estatales, la firma de acuerdos y los viajes de los científicos,
mientras su contenido pasaba de los sectores tradicionales, como
agricultura, minería, pesca y silvicultura a las nuevas
y altas tecnologías, como la satelital, la aeronáutica
y la computación.
El Acuerdo de Cooperación Científica, suscrito
entre los gobiernos de China y Brasil, en mayo de 1984, amplió
las relaciones a la agricultura, ganadería, piscicultura,
silvicultura y sanidad, electrónica, informática,
electricidad, tecnología aeroespacial y la estandarización,
con lo cual la colaboración en los aspectos tradicionales
fue sellada con carácter de alta tecnología. México
introdujo de China la piscicultura de agua dulce y China aprendió
de México la tecnología del cultivo del maíz
de tallo bajo. En abril de 1985, las autoridades de China y Argentina
firmaron el Acuerdo de Cooperación sobre la Utilización
de la Energía Nuclear con Fines Pacíficos, y ese
mismo año, inició junto a Chile la cooperación
en la investigación científica en las zonas polares.
En esta etapa, los contactos científicos y tecnológicos
fueron una parte adicional de la cooperación económica
y comercial y los frecuentes intercambios se realizaron sobre
la base de las crecientes relaciones económicas y comerciales
entre China y América Latina. Cabe señalar que en
los primeros años de los nexos entre China y América
Latina, sólo México, Argentina y Perú tuvieron
contactos científicos y tecnológicos con nuestro
país, el resto no lo hizo sino hasta después de
1978, cuando en nuestro país se puso en marcha la política
de reforma y apertura.
Las relaciones de ciencia y tecnología entre China y América
Latina, que pasan de los sectores tradicionales y las tecnologías
de nivel bajo a los de las nuevas y altas tecnologías,
se deben no sólo a la necesidad propia de desarrollo de
las tecnologías pioneras, sino también al cada vez
más severo monopolio tecnológico de los países
desarrollados, porque en la época de los grandes adelantos,
este sector y el científico han sido factores de peso para
aumentar su influencia internacional y controlar a los países
en vías de desarrollo.
Desarrollo sustancial
a fines de los 80
Desde finales de los años 80 del siglo pasado, la cooperación
científico-técnica entre ambas partes empezó
a tomar el camino del progreso sustancial, como lo demuestra la
suscripción en 1988, por parte de China y Brasil, del Protocolo
sobre la Ratificación de la Fabricación del Satélite
de Recursos Terrestres entre China y Brasil, y el lanzamiento
del primer satélite de recursos terrestres coproducido
por ambos, en 1999. Este fue el punto de inflexión en los
vínculos científicos y tecnológicos entre
China y América Latina, que puso fin además a la
historia de dependencia internacional de las dos naciones para
la utilización de los servicios satelitales de recursos
y permitió consolidar la base de la cooperación
científica y aeroespacial bilateral. El éxito de
los trabajos conjuntos tuvo un efecto influyente y muy alentador,
que no solo posibilitó acelerar los pasos de todo cuanto
se estaba haciendo hasta entonces, sino que animó también
a los demás países latinoamericanos a impulsar su
cooperación con China. Fue justo en esta etapa que la nación
asiática emprendió también su colaboración
con América Central, donde había firmado un acuerdo
de cooperación científica y tecnológica con
Costa Rica.
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La empresa mixta chino-brasileña
Harbin Embraer Aircraft Industry fabrica los aviones del modelo
ERJ-145. |
La labor desplegada durante esos años tuvo un trasfondo
histórico importante. La disolución de la Unión
Soviética y los drásticos cambios del mapa geopolítico
de Europa Oriental, que constituyeron el fin de la Guerra Fría.
Con la evolución de las relaciones internacionales y el
reajuste de la configuración mundial se presentó
un ambiente pacífico y confortable para los países
en vías de desarrollo en la cooperación de las tecnologías
de uso civil. El bloqueo tecnológico de Estados Unidos
contra América Latina se tradujo en una buena ocasión
para incrementar la cooperación tecnológica entre
China y la región y romper el monopolio tecnológico
internacional. En ese momento, muchos países latinoamericanos
empezaron a aplicar políticas económicas neoliberales,
caracterizadas por una mayor apertura y la liberalización
comercial. La incorporación de China en la OMC, en 2001,
impulsó la colaboración y el intercambio tecnológico
entre ambas partes, en beneficio de los intereses mutuos. Hasta
2004 se habían firmado más de 100 acuerdos de cooperación
que abarcaban desde el sector satelital hasta el agrícola,
donde los trabajos se concentraron principalmente en la transformación
de la agricultura tradicional a la biológica.
Siglo XXI: Altas tecnologías
Al entrar en el siglo XXI, los contenidos de las altas tecnologías
ocupan cada vez una mayor proporción en los acuerdos que
se han venido firmando entre China y América Latina, mientras
el intercambio científico y los simposios profesionales
se inclinan hacia los terrenos de las altas tecnologías.
En abril de 2001, China y Brasil iniciaron una nueva cooperación
en la tecnología biológica, la información,
las telecomunicaciones y las nuevos materiales, consideradas promotores
de la renovación tecnológica en esta centuria. En
julio de 2008, los gobiernos de los dos países emprendieron
un trabajo conjunto sustancial para el desarrollo de los programas
de software y actualmente tienen las condiciones para desarrollar
software con los correspondientes derechos de propiedad intelectual.
La similitud y la complementariedad de ambas partes sobre la necesidad
de los programas de computación han sido la base de dicha
cooperación. El 19 de mayo de 2009, se firmó el
Programa de Trabajo de Cooperación Científica y
Tecnológica e Innovación entre China y Brasil, tomando
como terrenos preferenciales la energía biológica,
la nanotecnología y la ciencia de la agricultura. Ahora
la ciencia y la tecnología constituyen un pilar para la
cooperación estratégica bilateral. Las dos partes
concuerdan en el interés de estimular y apoyar a las instituciones
científicas y las empresas para invertir en las industrias
de altas tecnologías. Es bien sabido que los dirigentes
chinos y brasileños toman la cooperación en el aspecto
aeroespacial como ejemplo de la cooperación Sur-Sur.
Además de la colaboración entre los gobiernos centrales,
la cooperación entre localidades de distintos niveles logró
también importantes avances, como los conseguidos por las
ciudades de Shanghai, Fujian, Shanxi y Shandong, que han desarrollan
proyectos con instituciones similares de Brasil y México.
En 2002, la Corporación de la Industria Aérea de
Brasil y el Grupo de la Industria Aérea de Harbín
coinvirtieron para establecer la empresa Harbin Embraer Aircraft
Industry, que se encarga de la producción del avión
ERJ-145. Esta es la primera asociación de China con una
empresa aérea extranjera para la producción de aviones
mediante la inversión compartida. Por su parte, Politec,
la mayor empresa privada y mayor proveedor de información
de Brasil, ha mantenido estrechos vínculos y contactos
con el Gobierno, instituciones bancarias y empresas del software
de China, y Avibras, pionera brasileña en el diseño
de la ingeniería, el estudio del espacio y las industrias
de uso militar y civil, así como el sistema de defensa,
ha formado una alianza con la Corporación de la Industria
Changcheng de China, de la que ha surgido Inscom, nueva empresa
de telecomunicaciones por satélite.
Además de las empresas, las universidades e instituciones
académicas afianzan sus nexos y apuran los pasos en las
iniciativas compartidas. En 2009 la Universidad Federal de Río
de Janeiro y la Universidad Tsinghua, de China, establecieron
un centro para el estudio sobre renovación tecnológica,
cambio climático y energía, entidad que se ubica
en el campus de la alta casa de estudios china y está financiada
por Finep, institución brasileña basada en el apoyo
a los programas de estudio; y la brasileña Embrapa firmó
varios acuerdos de cooperación en biotecnología
y tecnologías transgénicas en la producción
de algodón con la Academia China de Agricultura y el Instituto
de Investigación de Arroz de China. Asimismo, se ha impulsado
considerablemente la cooperación en materia de energía
renovable, biotecnología y medicina entre China y México.
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ZTE colabora con
la Empresa Nacional de Telecomunicaciones de España
en el desarrollo de teléfonos móviles específicos
para el mercado latinoamericano. |
En este período, China aumentó su apoyo tecnológico
a los países latinoamericanos. El Plan Chispa en
América Latina, edición internacional del
Plan de China, activado en 2001, se destina a divulgar en Latinoamérica
las tecnologías de avanzada y las experiencias en la agricultura.
La primera parada de ese programa corresponde a Venezuela, donde
hasta ahora se ha firmado un acuerdo de cooperación entre
la Academia de Ingeniería de China y el Ministerio de Planificación
y Desarrollo de ese país. El 29 de octubre de 2008, China
lanzó con éxito el satélite de telecomunicaciones
Simón Bolívar o Venesat 1, contratado por el propio
Estado sudamericano. En este trabajo, la parte china se encargó
del diseño, fabricación, montaje, ensayo y lanzamiento,
además de realizar el control terrestre y proveer el equipamiento
necesario. Este es fue el primero fabricado y lanzado con tecnología
china y el primer satélite que el país exportó
a América Latina con un servicio completo. El presidente
venezolano Hugo Chávez denominó la puesta en órbita
como histórica, pues marcó la entrada
de Venezuela en la era espacial.
Además de la asistencia tecnológica directa, China
ofrece cursos de capacitación para los profesionales latinoamericanos,
como la capacitación de 100 expertos venezolanos en la
fabricación de satélites y el control remoto, la
preparación de personal especializado en el diseño
aeronáutico, manufactura, telecomunicaciones, computadoras
y materias, así como en el adiestramiento de jóvenes
científicos cubanos en la nanotecnología.
Vale la pena destacar que China desarrolla también la
cooperación científica y tecnológica con
diversos países latinoamericanos, de acuerdo con su capacidad
en diferentes sectores, sentando pautas para el intercambio científico
y tecnológico. Por ejemplo, la cooperación entre
China y Venezuela reside en la tecnología aeroespacial,
satélite, la tecnología militar e Internet; China
y Cuba cooperan en medicina y tecnología informática;
China y Brasil se ayudan mutuamente a avanzar en los campos de
los combustibles biológicos, informática, industria
farmacéutica, nuevos materiales, exploración petrolera
en aguas profundas en el mar, informatización de la agricultura,
energía de hidrógeno, batería de combustible
y energía biológica de tercera generación;
China y Perú cooperan en la investigación sismológica;
China y México colaboran en la agricultura biológica,
medicina biológica y diversidad biológica; China
y Argentina intentan cooperar en astronomía, medición
a distancia con láser por satélite, agricultura
y alimentos. Mientras los contactos referentes a las altas tecnologías
se limitan a pocos países como Brasil, Argentina y México.
En general, la perspectiva de cooperación entre ambas
partes es buena y reserva aún un gran potencial. El 5 de
noviembre de 2008, el Gobierno chino publicó el Documento
de la Política de China para América Latina y el
Caribe, en el que resume los principios para orientar la cooperación
de ambas partes en diversos sectores, incluidos los de las ciencias
y las tecnologías, lo que implica que dicha relación
va a entrar en un nuevo período de desarrollo.
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